lunes, 28 de octubre de 2019

Viva la vida - García Lorca, luz en el laberinto de su poesía ,.SABADO -2- Noviembre ,./ VIVA LA VIDA - Padres y Maridos . DOMINGO -3- Noviembre . / Ese programa del que usted me habla con - Toda una vida - Josefina Molina ,. / Tarde Toros - Luis Espada, legendario presidente de Las Ventas: “Sin toro no hay fiesta”,.

 TITULO: Viva la vida -  García Lorca, luz en el laberinto de su poesía ,. SABADO - 2- Noviembre,.


El sabado -2- Noviembre a las 16:00 por Telecinco , foto,.

 

García Lorca, luz en el laberinto de su poesía,.



Se publica, 50 años después, el libro de Carlos Edmundo de Ory que desentraña los versos del autor de 'Romancero gitano',.

El poeta Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes. 
Los libros de grandes poetas sobre grandes poetas son un subgénero que nos ha deparado algunas de las mejores jugadas de la crítica literaria. Pienso en el libro sobre Melville de Charles Olson, en el Pound de T.S. Eliot, en el libro sobre Dante de Borges, en el de Chesterton sobre William Blake. En tan escueto catálogo, que podría prolongar hasta agotar esta página, cabe el libro que Ory le dedicó a Lorca en los años 60 del siglo pasado y que sólo ahora aparece en su versión original de mano de El Paseo Editorial.
Importa decir que no se trata de un conjunto de artículos juntados para hacer libro: hay una clara concepción unitaria que, si se divide en capítulos monográficos de igual extensión, es por razones de ritmo y de aprovechamiento del material (Ory utilizó alguno de los capítulos para dar conferencias).
La historia es la siguiente: en 1965 Ory firmó contrato con una editorial francesa para escribir una monografía sobre Lorca, poeta al que se sabía de memoria. El libro tardó en salir un par de años en una traducción que no satisfacía al poeta gaditano. Guardó en un cajón el original y de ahí ha salido ahora para demostrarnos su impasible juventud, su brillantez perdurable.
Señala Ana Sofía Bustamante -encargada de la edición- que no deja de ser extraño que a pesar de la relación familiar que Ory tenía con Lorca desde su deslumbramiento en la adolescencia, el nombre de Lorca apenas aparezca en el monumental Diario de Ory. No es fácil discernir las razones, quizá sencillamente el libro sobre Lorca, al ser un encargo editorial con muy precisas condiciones -pues habría de ser editado en una colección de estudios monográficos sobre grandes autores-, no era para Ory, a la hora de redactarlo, más que trabajo. También es raro que luego de publicado en francés, cuando entre nosotros empezó Ory a ser un nombre fundamental, a nadie se le ocurriera la oportunidad de sacar a la luz el texto original. Lo cierto es que más de 50 años después de que apareciese la versión francesa, se pone a nuestro alcance el texto original, respetado escrupulosamente por los editores -que han prescindido de los capítulos que Ory decidió tachar-.
Ory se acerca a Lorca como poeta y lo escudriña con una sensacional capacidad para ver su misterio, desentrañar su energía, ubicar su tradición. A estas alturas decir algo novedoso o sorprendente de Lorca parece una empresa complicada, y sin embargo Ory se las arregla para adentrarse en el laberinto de su obra y prestarles luz a algunas de sus zonas más sombrías y, sobre todo, combatir convincentemente algunos de los tópicos baratos que cayeron sobre el granadino.
Destacan en el libro los capítulos dedicados a localizar la tradición modernista andaluza de la que Lorca procede -aunque no sean del todo convincentes los listados de préstamos que Lorca tomó de Salvador Rueda, a quien sin duda leyó y por el que se dejó influir, calcando algunas expresiones o cierta bisutería de imágenes, que a veces se reducen a una sola palabra-, como la comparación de la diversidad con la que la poesía popular golpeó a Alberti y al propio Lorca -luminosa y alegre en aquel, sombría y dramática en este.
Sensacional es la lectura que hace del Romancero gitano, que habría de darle fama mundial al poeta y que acabó suponiéndole una carga: muy atinados los comentarios acerca de las bobadas de Dalí sobre ese libro, que tanto habrían de afectar a Lorca. Es cierto que este cargó como una losa el gitanismo de sus poemas, y cuantas veces dijera por carta o en público que el de los gitanos no era más que un tema, más lo vinculaba con ese tema hasta el punto de que llegara por momentos a detestar un éxito al que se debió alguna infortunada declaración patética (Borges, llamando a Lorca «andaluz profesional» después de la edición argentina del Romancero). Para Ory el Romancero gitano es un libro pésimamente leído: el gitanismo de Lorca es meramente decorativo, un tema sobre el que deslizar la cabalgata impresionante de imágenes barrocas que va enlazando en composiciones narrativas que en realidad cuentan muy poca cosa. Vincula con acierto ese libro a la resurrección de Góngora llevada a cabo por los poetas del 27, pero va más lejos, con docta inteligencia: la voz más depurada de Lorca con respecto al Sur y sus tópicos, al flamenco, hay que buscarla en Poema del cante jondo, un libro mal comprendido, mucho más profundo, en su audaz economía, y verdadero, menos brillante, sin duda, pero no menos imponente.
También es convincente Ory cuando, al leer la otra obra maestra de Lorca, Poeta en Nueva York, ve en el libro un excelente ejemplo de expresionismo. La vinculación con el surrealismo que ha padecido ese libro desde primera hora lo abarata, porque como demuestra Ory el de Lorca es un surrealismo retórico. Pero por eso mismo, cuando el poeta acierta a sostener mediante imágenes su caótico discurso fúnebre, crítico, al mismo tiempo que nos golpea («la noche es interminable cuando se apoya en los enfermos/ y hay barcos que sólo buscan ser mirados para poder hundirse tranquilos») desvela también que buena parte de sus cabalgatas de imágenes son quincallería o ejercicio de estilo.
Ory trata a Lorca, desde luego, como lo que es: un gigante. Pero eso no obsta para que señale sus debilidades, esa facilidad suya para la bonitura sonora. El Lorca de Ory es un libro extraordinario porque no sólo ayuda a adentrarse en la obra del poeta que estudia, sino que, sobre todo, le inyecta al lector unas ganas inaplazables de sumergirse en los poemas de Lorca.


TITULO:  VIVA LA VIDA -  Padres y Maridos   ,. DOMINGO - 3- Noviembre .


El domingo -3- Noviembre  a las 16:00 por Telecinco , fotos.


  Padres y Maridos,.

 

El padre Ramón, misionero en Costa de Marfil, ve a Dios en lo cotidiano ¡y en la guerra!


El padre Ramón, misionero de la Consolata, con uno de los policías u guardias tradicionales en las zonas auríferas de Costa de Marfil
El padre Ramón, misionero de la Consolata, con uno de los policías u guardias tradicionales en las zonas auríferas de Costa de Marfil
El padre Ramón Lázaro Esnaola es un zaragozano de 46 años, misionero de la Consolata en Costa de Marfil, país al que llegó en 2001, un año antes de empezar la llamada "Primera Guerra Civil de Costa de Marfil", que causó unos 3.000 muertos y más de 700.000 desplazados.

En este país le dieron el nombre que usa cotidianamente, Koroná, que en lengua senufó significa "Quédate".

Menos de mil cristianos en la zona
"Vivo en un radio de unos 60 km entre Marandallah y Dianra Village, en la diócesis de Odienné, a unos 525 km de la capital económica de Costa de Marfil, en el noroeste de Costa de Marfil. El 70% de nuestra zona es musulmán, el 25% sigue la religión tradicional y un 5% es cristiano. Y dentro de este grupo el número de
baptistas es ligeramente superior al número de católicos".

"Por eso, nuestras parroquias y comunidades cristianas son pequeñas. El número de bautizados de Marandallah no creo que llegue a 100. Y los catecúmenos serán otros 100. Luego están los simpatizantes, los que prueban, que serán quizá también unos 100. En Dianra Village, los números son un poco más altos porque la zona está más poblada pero no creo que lleguen a 1000 todos los grupos sumados", explica a ReL.

Salud, diálogo, evangelización
El trabajo de los misioneros de la Consolata en esta zona del norte del país tiene 7 ámbitos:

- el diálogo con las personas de otras religiones;
- la salud, a través dos centros sanitarios, que administra Ramón, separados a 2 horas de Land Cruiser
- la alfabetización y el apoyo escolar;
- la promoción de la mujer a través los microcréditos;
- las visitas a las aldeas donde nadie todavía ha compartido la fe cristiana,
- la pastoral parroquial ordinaria
- y la promoción de la juventud a través la formación de apicultores.

Mucho trabajo para los misioneros, pero muy gratificante, dicen ellos.



3 pilares: Dios, la comunidad, los pobres
"Ser misionero para toda la vida es muy bonito si uno siente que es su lugar en el mundo; pero si uno quiere sólo hacer algo por los demás es mejor que entre en una ONG o en algún organismo de cooperación", puntualiza el padre Ramón.

"Yo me apoyo en tres pilares: Dios, la comunidad y los pobres. Si falla uno, el trípode se cae. El misionero vive cierta soledad, aunque se trate con mucha gente, porque hay muchos sentimientos que uno vive que son difíciles de comunicar cuando partimos de horizontes culturales distintos. Sí, yo ya llevo más de doce años por acá, hablo la lengua local... pero hay distancias que no se pueden salvar. Por otra parte, la misión no son hazañas de superhombres, sino una vida cotidiana como la de cualquier español".

La cotidianidad a veces se ve alterada, por ejemplo por la guerra.

Ramón llegó a Costa de Marfil en 2001. "El golpe de calor al salir del avión fue brutal. Parecía que me faltaba el aire para respirar. Estuve tres meses en una misión de los Misioneros de África para aprender el senufó y llegué después a Dianra, donde me quedé hasta julio de 2008. Allí tuve la inmensa fortuna de empezar una nueva misión junto a Flavio, un misionero italiano, y Michael, keniata. Dos verdaderos hermanos, amigos y hombres de Dios".

El ruido de las balas reales
"En septiembre de 2002 empezó la rebelión y allá aguantamos el temporal, con miedo en el cuerpo y mucha confianza en Dios. Allá escuche el ruido de las balas reales. Aprendí a dormir escuchando esos tiros. Y descubrí que ser misionero valía la pena: descubrí que sólo mi mera presencia ya daba consuelo a la gente".

Fueron meses muy duros: "Durante cuatro meses Michael y yo vivimos completamente aislados. Ni nuestras familias, ni los misioneros de la Consolata, ni la embajada sabían nada de nosotros durante ese tiempo. Y estuvimos nueve meses sin poder salir de la parroquia. Fue un tiempo de gracia en el que toqué de cerca mis límites, mis debilidades, mis miedos. Pero, al mismo tiempo, el Buen Dios me hizo profundizar mi fe, mi esperanza y mi amor por este pueblo".

De hecho, ya antes de empezar las hostilidades, Ramón había vivido ya la que sería su experiencia "de más miedo" en su vida misionera.

"Los asaltantes nos pusieron cuerpo a tierra"
"Fue en 2001, antes del incio de la guerra. Llevaba unos diez meses en Dianra y en un viaje, unos asalteadores nos pusieron a tierra durante más de tres horas. Yo no sabía si todo se iba a acabar allí o qué iba a pasar. Parece mentira pero esta experiencia me ayudó mucho a vivir el tiempo de la guerra y a saber hablar y comportarme con los rebeldes. Hubo muchos momentos de tensión porque decidimos no dar dinero en los controles que ponían los rebeldes y eso implicaba discusiones sin fin, mientras Michael y yo recorríamos las aldeas en bicicleta porque no teníamos dinero para la gasolina de la moto".

Las cosas se normalizaron ("un poco más") a partir de 2007. "Que yo sepa, fuimos la única misión del norte de Costa de Marfil donde los rebeldes no entraron y, según lo que yo sé, el mérito hay que atribuírselo a la población local que vino a decir que "tocar a los misioneros es como tocarnos a nosotros". Vivimos una comunión con el pueblo que aún hoy recuerdan y valoran".

Niños que mueren
Cuando a un misionero en un país pobre se le pide que señale un momento triste de su vida misional, la mayoría recuerda la muerte de niños. "Recuerdo especialmente los dos niños que perdió Jacqueline en un espacio de menos de cuatro meses en Dianra en 2003, en plena guerra. Fue muy difícil ser consuelo en medio de esa situación. También el fallecimiento de Maitane, una joven que acompañé en Madrid y que falleció al poco tiempo que yo llegase a Costa de Marfil me marcó. Me hizo crecer en resistencia y esperanza".

Joseph Kolo, tiroteado por converso
No es tan frecuente encontrar un misionero que haya vivido el asesinato de un feligrés por su fe, por haberse convertido a Cristo. Pero en Costa de Marfil sucede.

"El asesinato de Joseph Kolo fue uno de los momentos más tristes de mis primeros años. Fue en 2003. Joseph fue uno de los primeros cristianos de Dianra junto con su mujer y toda su familia. En ese tiempo era el presidente de la comunidad y teníamos mucha relación. Joseph no quería que sus hijos hicieran el "poro", el rito de iniciación de los senufo, que dura 7 años, porque ya eran cristianos. Pero su propia familia no le perdono esa actitud y contrató un tirador para asesinarle. Y así murió dejando a su mujer viuda y al cargo de 7 hijos".

"Esa noche no dormí nada. Estaba sólo en la misión porque mi compañero Michael estaba en Kenya de vacaciones con su familia. Pasé toda la noche al lado de Odette, intentando consolarla. Al día siguiente, la iglesia estaba llena de gente de todas las religiones y confesiones porque querían dar el último adiós a un mártir de la fe".

Dios está por doquier
En África, dicen los misioneros, Dios está omnipresente. Ramón lo "ve" por doquier: "en la sonrisa de una mujer que está cargada de leña en la cabeza y con
un niño en la espalda. Esa sonrisa viene de Dios, viene de una esperanza y de una resistencia increíbles. O veo a Dios en la fuerza de una familia para sobreponerse al fallecimiento de un hijo o una hija. Es impresionante la fuerza de la fe, el agradecimiento al que viene a darte el pésame quedándose toda la noche bailando en torno al cuerpo que yace y preside al mismo tiempo".



Pero hay momentos en que Dios parece dar un toque especial.

Los misioneros que nadie esperaba
"Ciertamente, durante la guerra hubo momentos muy singulares. Uno de ellos fue cuando Michael me dijo que nos quedaba dinero para un mes y medio y que después nos tendríamos que ver obligados a huir por Malí porque no tendríamos para llegar hasta Abidjan. A la semana siguiente, yo me fui en bicicleta a una aldea situada a 50 km de Dianra por una pista de tierra. A la vuelta, casi exhausto, vi que tres misioneros de la Consolata del sur habían venido para ver si "estábamos". Fue providencial porque su visita nos permitió quedarnos al lado de nuestro pueblo"

La mochila perdida llena de dinero
"Otra historia pasó en la Pascua de 2003, cuando yo volvía en bicicleta de una aldea situada a unos 27 km después de haber pasado toda una semana allá, casi exhausto de las celebraciones, bautismos, danzas, vigilias, etc. En ese tiempo, todos los cristianos aprovechan para dar su aportación anual a la iglesia. Así que volvía con los carnets de bautismo de todo el mundo y con bastante dinero teniendo en cuenta que estábamos en plena guerra y que todo era muy complicado"

"Pues bien, cuando ya estaba a unos 5 km de Dianra, me di cuenta que el saco en el que llevaba todo eso se había desatado y se había caído por el camino. Así que me vi obligado a dar marcha atrás y regresar a la aldea de donde venía para ver si veía el saco. La búsqueda fue en vano. No vi nada. Llegué a la aldea y yo no podía ni con mi alma y todos estaban desanimados ante lo sucedido porque yo había perdido también el misal que había traducido en senufó. Me eché a dormir exhausto y, al día siguiente, me puse de nuevo en camino hacia Dianra. Cuando llegué a la misión y conté todo a Michael. Cuando terminé, me enseñó mi saco con todo lo que llevaba dentro. Me dijo que ¡un musulmán lo había encontrado por el suelo! Como vio mi alba, supo que era mío, así que se lo dio a una cristiana de la aldea que lo hizo venir antes de que yo llegara."



Un pecado nacional: la envidia
Por otra parte, es curioso que en un país pobre como Costa de Marfil, Ramón llegue a la conclusión de que "quizá el pecado capital en esta zona sea la envidia. Parece que a uno le siente mal que el otro progrese en la vida y le vaya bien. Esto está muy enraizado por acá y, la verdad, a mí me molesta mucho. Mi padre siempre me enseñó que su mayor alegría era que yo pudiera llegar un poco más lejos que él. Incluso etimológicamente la palabra senufó para "envidia" significa "me fastidia que te vaya bien". ¡Es muy fuerte!"

Retórica del perdón
Si en muchos países africanos la venganza es algo bien visto y muchas culturas la exigen y alientan, en Costa de Marfil pasa algo bastante distinto: hay mucha retórica del perdón, a veces vacía.

"El perdón es una palabra demasiado utilizada en Costa de Marfil", señala el misionero, exigente. "Para ser sinceros, me gustaría proclamar un año de no utilización de esta palabra para que encontráramos otras formas de ir a la raíz del perdón y la reconciliación. El II Sínodo de los Obispos de África nos ha pedido que profundicemos las formas tradicionales de perdón y reconciliación. Entre los senufó esto se hace sobre todo a través de la palabra, la exteriorización de lo vivido en presencia de la comunidad, el respeto y la escucha de los mayores de la comunidad y desde la aceptación pública de los males causados. Puede haber situaciones en las que se exige que una comida sea organizada entre las partes en litigio para alcanzar la reconciliación. Estas acciones recuerdan a las comidas de Jesús con "pecadores y publicanos" que tanto escandalizaron a los "miembros de la pureza judía". Podrían actualizarse plenamente en una visión y acción eucarística donde la comunión de la comunidad-familia de Dios, tiene una plaza singular".

Ejercicios espirituales con jesuitas
A Ramón le empieza a resultar lejano aquel joven de 16 años que era cuando sintió el primer llamado de Dios a la vida misionera. "Un jesuita que conocía se fue a Ecuador y me puso en contacto con otros jóvenes de allá, y a partir de ahí, el gusanillo de la misión empezó a ´molestarme´. Cuando hice COU (no sé como se llama ahora) estuve en mis primeros Ejercicios Espirituales en Sant Cugat del Valles, durante la Pascua de 1985, también con un jesuita.. Está experiencia me marcó y vi de una forma "clara y distinta" que quería orientar mi vida a partir de la misión. El texto de la llamada de los cuatro primeros discípulos y el texto de las Bienaventuranzas me sugirieron que todo eso iba para mí".

Saliendo con una chica
Poco después empezó a salir con una chica que se llamaba Mª Mar y que también tenía interés por "el Sur" y la lucha contra la pobreza en otros países. Con ella, por ejemplo, fue su primer contacto con África: una visita a Marruecos en 1986, a Meknés, para llevar un electrocardiograma de Manos Unidas a un
misionero franciscano.

"Colaborar en Acción Solidaria Aragonesa, una ONG que nació en Zaragoza en 1984, me ayudó a ver la cooperación con otros ojos. Y, desde luego, el estilo de los misioneros de la Consolata en Zaragoza me llamó mucho la atención: muy cercanos a nosotros, con unas visiones eclesiales muy parecidas a lo que yo sentía en mi corazón y, sobre todo, muy cerca de los pobres, en pleno barrio de la Magdalena. Formé parte de la primera comunidad de laicos de la Consolata de Zaragoza. Fueron dos años preciosos en los que la vida comunitaria me pareció la forma a la que el Buen Dios me llamaba. Me gustaba orar en la cripta de Sta. Engracia de Zaragoza, al lado de la turba de mártires. La oración me interpelaba".

"Sentía que el Buen Dios me abría un sendero que para ser sinceros yo no tenía muchas ganas de recorrer. Con Mª Mar estuvimos juntos unos dos años pero vimos que teníamos estilos diferentes y decidimos dejarlo, no sin dolor. Y llegó el día en el que decidí dar el salto en el vacío. Me gusta decir que mi vocación fue un pulso entre Dios y yo y... ¡ganó Dios! Tenía 22 años". 

TITULO: Ese programa del que usted me habla con -Toda una vida - Josefina Molina ,.


El martes -29- Octubre por La 2 a las 21:30, fotos,. 

 Toda una vida - Josefina Molina ,. 

 

Josefina Molina,.

Josefina Molina
Josefina Molina.jpg
Josefina Molina en 2018
Información personal
Nombre de nacimientoJosefina Molina Reig Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento14 de noviembre de 1936 Ver y modificar los datos en Wikidata (82 años)
Córdoba (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
NacionalidadEspañola Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
OcupaciónGuionista y directora de cine Ver y modificar los datos en Wikidata
Distinciones
Josefina Molina Reig (Córdoba, 14 de noviembre de 1936) es una directora de cine, guionista, realizadora de televisión, novelista y directora de escena española. Fue pionera del cine rodado por españolas y dirigió obras como los largometrajes Función de noche (1981) y Esquilache (1988), o la serie de televisión Teresa de Jesús (1984).1​ En 2006 fue confundadora de la Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales (CIMA), de la que es presidenta de honor.
En 2019 fue galardonada con el Premio Nacional de la Cinematografía.2

Biografía

Nació en una familia de clase media; su padre era un tendero cordobés que comercializaba con calzado y productos de droguería, y su madre era una catalana dedicada a las labores del hogar y al cuidado de sus hijos. Gracias a la buena trayectoria del negocio familiar, y a pesar de nacer en la posguerra, no sufrió privaciones, por lo que puso asistir a colegios de prestigio, como el de los Hermanos de La Salle (en el que recibió sus primeras letras y aprendió los rudimentos de las Matemáticas) y el de las Escolapias de Santa Victoria (donde cursó sus estudios secundarios).1​ Terminó la escuela en 1969 y aprovechó la posibilidad de acceder al Bachillerato para sacar el máximo partido a la educación que —por empeño, fundamentalmente, de su madre— le estaban facilitando sus progenitores.1
Sus primeros contactos con el mundo del cine tuvieron lugar en las salas de exhibición de su ciudad natal, a las que solían llevarla sus padres los domingos por la tarde. También apreciaba la lectura, y a los trece años, la riqueza narrativa de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós influyó en su vocación narradora y en su tendencia al realismo. A los quince años, cuando vio la película El río de Jean Renoir, se despertó en ella el interés por contar historias a través del cine.3
Ya en plena juventud, se sumó a varios grupos de creadores e intelectuales cordobeses con inquietudes artísticas. Fue asidua a las proyecciones y los debates del “Cineclub Senda” y el “Cineclub del Círculo de la Amistad”, y frecuentó también el “Círculo Juan XXIII”, integrado por jóvenes progresistas, dentro del cual fundó el colectivo dramático “Teatro Ensayo Medea”. Con espíritu feminista, realizó su primer trabajo como directora teatral al frente de este colectivo, poniendo en escena Casa de muñecas, del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, en el Salón Liceo del Círculo de la Amistad. La obra resultó un fracaso por las malas condiciones del local y por la crudeza del mensaje del autor para el público de la época.1
Pese a ello, Josefina Molina siguió adelante y logró estrenar otros cuatro montajes y, simultáneamente, contactar con diferentes figuras locales del mundo del espectáculo y los medios de comunicación. Así, a partir de 1962 empezó a colaborar asiduamente en el programa radiofónico Vida de espectáculos, emitido por Radio Vida, con una sección de gran éxito titulada "La mujer y el cine".1

Trayectoria profesional

Estudió Ciencias Políticas y en 1962 fundó el Teatro de Ensayo Medea en su ciudad natal, dirigiendo varios montajes. En 1969 se convirtió en la primera mujer en obtener el título de directora/realizadora en la Escuela Oficial de Cine. En esa época rodó numerosos espacios dramáticos para Televisión Española (Estudio 1, Hora once, Teatro de siempre, etc.).
Le encargaron una adaptación de La metamorfosis, de Kafka, de la cual dijo que era “un rollo que no quería hacer nadie, pero yo me lo tomé tan en serio que acabaron diciendo: ‘Ha trabajado mucho la pobre, habrá que hacer algo con ella’. Vosotros no sabéis lo insoportable que es ese paternalismo.”4
Adaptó y dirigió diversos montajes como Motín de Brujas de Josep María Benet, No puede ser el guardar una mujer de Agustín Moreto, Cartas de amor de A. R. Gurney y La Lozana Andaluza, adaptación de Rafael Alberti.5
Sus series de televisión más destacadas fueron El camino (1978), que cuenta la historia de un niño de 11 años, Daniel El Mochuelo, recordando la infancia en su pueblo antes de dejarlo; Teresa de Jesús (1984), que narra la vida de santa Teresa de Jesús, interpretada por Concha Velasco; y Entre naranjos, adaptación de la novela de Vicente Blasco Ibáñez (1998).
En teatro, logró un gran éxito con el montaje Cinco horas con Mario, monólogo de Miguel Delibes representado durante décadas e interpretado por Lola Herrera y después Natalia Millán. En 1990 dirigió Los últimos días de Emmanuel Kant, de Alfonso Sastre.
Su primer largometraje, Vera, un cuento cruel, de género fantástico, data de 1973, y en 1981 destacó con Función de noche, película sobre la vida en común de un matrimonio separado, en la que Lola Herrera y Daniel Dicenta se interpretan a sí mismos.
En 1989 estrenó el drama histórico Esquilache, basado en la obra de Antonio Buero Vallejo Un soñador para un pueblo, con actores como Fernando Fernán Gómez, Adolfo Marsillach y Concha Velasco. Lo más natural (1990), protagonizada por Charo López y Miguel Bosé, y La Lola se va a los puertos (1993) con la cantante Rocío Jurado, fueron sus últimas incursiones cinematográficas.6​ El productor más representativo de su trayectoria es José Sámano (Sabre Producciones).
En 2006 fundó la Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales (CIMA) junto a otras cineastas como Inés París, Chus Gutiérrez, Icíar Bollaín o Isabel Coixet, y se mantiene como presidenta de honor.
La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España le concedió el premio Goya de Honor 20127​, que recibió antes de la ceremonia de entrega de los premios.8
En 2012 fue nombrada Hija Predilecta de Andalucía.9
Cuando decidió no hacer más películas, Josefina Molina se puso a escribir “porque si no, me iba a aburrir mucho”. Su primera novela fue Cuestión de azar, “la historia de mi generación en Andalucía, cómo se educaba a las niñas y cómo me educaron a mí” a la que siguió En el umbral de la hoguera sobre Teresa de Jesús: “Me pidieron un libro sobre la serie de la tele, pero como se me había quedado en el tintero un episodio preferí escribir sobre él: su viaje a Andalucía –cuando la Orden le pide que se quede calladita mientras la Inquisición la está investigando y los descalzos y los calzados están en guerra–… Soy una aprendiza en lo de escribir, pero es apasionante porque haces lo que te da la gana, no tienes encima a un productor ni tienes que decirle nada al equipo. Escribiendo haces contigo misma los pactos que quieras, te engañas como quieres, eres tú la única responsable, eso me fascinó”. Y tras un libro de encargo, Los papeles de Bécquer, y una autobiografía, Sentada en un rincón, lleva seis años “escribiendo un libro que no terminaré”.10​ También escribió el prólogo del libro Ana Mariscal, una cineasta Pionera, escrito por Victoria Fonseca., etc,.

  TITULO: Tarde Toros -Luis Espada, legendario presidente de Las Ventas: “Sin toro no hay fiesta”,.


Luis Espada, legendario presidente de Las Ventas: “Sin toro no hay fiesta”


Respetado y admirado, recuerda a sus 87 años los principios que rigieron su etapa,.






Luis Espada, en su domicilio madrileño, junto a uno de sus paisajes pictóricos.
foto - Luis Espada, en su domicilio madrileño, junto a uno de sus paisajes pictóricos.
Luis Espada (Sevilla, 1932) figura ya en la historia del toreo como uno de los presidentes más emblemáticos de la plaza de Las Ventas. Estuvo en el palco desde 1986 hasta 1997, se caracterizó por la defensa de la integridad del toro y la exigencia ante los toreros, contó con el apoyo y la admiración de los aficionados, el respeto de los profesionales y el amparo de los políticos, de modo que se le considera una de las personas que más ha contribuido al prestigio del coso madrileño.
Hace años que no pisa la plaza que lo hizo famoso, pero recuerda como si fuera ayer las ideas fundamentales que rigieron su mandato y convirtieron su ‘etapa presidencial’ en un movimiento social tan extraordinario como beneficioso para la tauromaquia moderna.
“He defendido la integridad del toro por encima de todo”, afirma el expresidente con indisimulado orgullo. “El animal es la base fundamental de este espectáculo, y si carece de la dignidad requerida se resiente la fiesta al completo”, añade.
- Usted fue un presidente con fama de exigente…

“¿Presiones? Conmigo no han valido las imposiciones de nadie”
- “Es verdad. Llegué al palco convencido de que este espectáculo tan grandioso pierde su identidad si el protagonista es un inválido. Sin toro no hay fiesta”.
- Pero también fue duro con los toreros.
- “Riguroso, más bien, en la concesión de trofeos porque entendía que un triunfo en Madrid debe estar muy argumentado con el toro-toro y una faena completa. Pero reconozco que, a veces, me pasé de exigente, y eso tampoco es bueno. Recuerdo, por ejemplo, que le negué una oreja merecida a El Fundi, y así lo reconocí en una entrevista radiofónica. Después, me encontré con el torero en la calle, me dio un abrazo y me perdonó”.
Luis Espada, -un hombre de carácter y fuertes principios profesionales, éticos y religiosos-, ha cumplido ya los 87 años, disfruta su jubilación como brillante comisario de policía, y está retirado de los toros. “Está retirado de todo”, apuntilla su esposa Julia, con quien acaba de celebrar 59 años de matrimonio el pasado martes. “Luis está aprendiendo a vivir como mayor -continua-, lo que no es nada fácil cuando se ha tenido una vida tan llena”.

Luis Espada, en su época de presidente de Las Ventas.
Luis Espada, en su época de presidente de Las Ventas. 

Porque Espada fue un presidente sorprendente e innovador -puso en marcha los cursos de formación para presidentes y delegados gubernativos que hoy siguen siendo una reputada ‘facultad’ para quienes aspiran a ser árbitros en los festejos taurino-, escritor, conferenciante y prestigioso personaje reclamado por peñas, asociaciones y universidades para hablar de toros; y un hombre polifacético: pintor con once exposiciones individuales; flamencólogo y cantaor (“bueno, solo he canturreado entre amigos”, aclara él), experto en el baile por sevillanas (“es un andaluz ejerciente”, dice su esposa), poeta (“dedicado casi en exclusiva a ensalzar lo enamorado que está de mí”, comenta Julia con pícara coquetería, “y yo de él”, añade), y jugador avezado del dominó y el mus, los únicos hobbies que aún practica los fines de semana con un par de amigos.
Luis Espada nació en el barrio sevillano de La Alameda por accidente, porque sus padres, oriundos de la localidad toledana de Villacañas, vivían en la capital hispalense por el destino de su progenitor, brigada de la entonces Policía Armada.
La familia se trasladó pronto a Jerez de la Frontera, donde Espada vio su primera corrida de toros a la edad de ocho años. Y ahí, por influjo de su padre, nació su vocación policial, la afición a los toros y al cante flamenco.
“El Reglamento no es una norma rígida y debe ser orientativo en algunas ocasiones”
“Sí, mi padre era muy buen aficionado y él fue quien me inició en el amor a la fiesta de los toros; además, cantaba muy bien por malagueñas, y de su mano escuché a buenos cantaores”.
- ¿Le costó dejar el palco?
- “No. Me despedí en 1997, el año de mi jubilación, y no recuerdo que sufriera ningún disgusto. El palco es problemático, es verdad, aunque debo reconocer que me entendí muy bien con mi equipo de veterinarios, y coincidí con dos empresas muy buenas, Manuel Chopera y los hermanos Lozano”.
- ¿Se pasa mal allá arriba?
- “Hombre, a veces los tendidos plantean exigencias que crean problemas, pero yo iba siempre por derecho; mi sentido de la moral era mi base”.
- Pero recibiría presiones…
- “¿Presiones? Las de mis asesores, tal vez. A veces, tenían razón y las atendí. Pero nada más; conmigo no han valido las imposiciones de nadie”.
- ¿Ni siquiera de sus mandos policiales y políticos?
- “Ellos me conocían y jamás interfirieron mi labor”.
Luis Espada vivía en Murcia cuando alcanzó el título de inspector del Cuerpo Nacional de Policía, allí se licenció en Derecho y se casó con Julia. Trasladado a Toledo, se convirtió con 43 años en el Comisario más joven de España.
La localidad menorquina de Ciudadela fue su primer destino como jefe policial, y allí presidió su primer festejo; después, subió al palco en el Corpus de Toledo; destinado a Madrid, asumió la jefatura de espectáculos taurinos y, en 1986, fue nombrado presidente de la plaza de Las Ventas.
“Había visto toros en Jerez, Murcia, Toledo, Sevilla y en alguna otra plaza, pero no muchos festejos; tenía, eso sí, una idea clara de lo que era la fiesta. Era aficionado, pero no puedo decir que un gran aficionado”.
- Pero tardó poco en establecer su línea de trabajo en la plaza…
- “Creí que había que defender, en primer lugar, los derechos de los aficionados. Pero también los de los toreros, ganaderos y los del empresario, porque todos forman parte del festejo y tienen sus legítimos intereses”.
- ¿Y fue usted un presidente feliz?
- “Sí; me agradaba estar allí. Me sentía arropado por los aficionados, y aprendí mucho; por ejemplo, que el Reglamento no es una norma rígida y debe ser orientativo en algunas ocasiones. Ante un toro manso y peligroso que se acula en tablas y pone en serio riesgo la vida de los toreros en el tercio de banderillas, debe primar la seguridad de los hombres frente al mandato de clavar un determinado número de palos”.
Afirma Luis Espada que su torero preferido ha sido Paco Camino, “muy completo y poderoso”, y recuerda con admiración a Ordóñez, Paula, Julio Robles, “y algún sudamericano cuyo nombre no recuerdo ahora”. Y de los toreros actuales, el expresidente señala dos nombres: Curro Díaz y Diego Urdiales
- ¿Y los ganaderos?
- “¿Cómo se llama el de Galapagar? Victorino, eso es. Victorino Martín ha sido y es un ganadero importante; y mantuve una buena relación personal con Juan Pedro Domecq, un conocedor profundo del toro, y con una gran vocación como criador”.
-¿Recuerda alguna tarde difícil en Las Ventas?
- “No. Si había toro, no me preocupaba nada. La gente era muy simpática conmigo”.
- ¿Le hubiera gustado ser torero?
- “No me hubiera importado, pero no tengo el valor suficiente”.
“Creo que quiso ser torero y lo fue”, tercia su esposa.
Lo que está claro es que Luis Espada fue y seguirá siendo una figura de la tauromaquia.

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