lunes, 14 de octubre de 2013

LUNES, CINE, LA COSECHA DE HIELO,./ Vettel aburre- F-1-./ Motos Mis reglas, mi Mundial,.

 TÍTULO: LUNES, CINE, LA COSECHA DE HIELO,.

La cosecha de hielo

Reparto
John Cusack, Billy Bob Thornton, Connie Nielsen, Randy Quaid, Oliver Platt, Mike Starr, Lara Phillips, Ned Bellamy, Brad Smith, Bill Noble,.
 
 Es la víspera de Navidad en Wichita (Kansas). Charlie Arglist (John Cusack), un picapleitos experto en negocios más bien turbios, y su compinche Vic Cavanaugh (Billy Bob Thornton) acaban de estafarle más de dos millones de dólares a Bill Guerrard (Randy Quaid), el capo de Kansas City. Pero lo que Charlie realmente desea es fugarse con la espectacular Renata (Connie Nielsen), que dirige el club de strip-tease The Sweet Cage.

TÍTULO; Vettel aburre- F-1-.

Gana en Japón en una maniobra de Red Bull que perjudicó a Webber y puede ser campeón en la India,.

Funciona en la Fórmula 1 la teoría del aplastamiento, el principio generador que constituye la esencia de este deporte (o lo que sea). Según esta hipótesis de acción, las victorias se consiguen por avasallamiento, sin que intervenga de ninguna manera la sutileza o el trato gentil hacia los adversarios que compiten dándolo todo. En la Fórmula 1 se triunfa sacando tanques a matar hormigas en el descampado. Y se propaga en modo global, de unos a otros, como un virus escolar al principio de curso. Se transmite en la propia epidermis de la F1. Es así y nadie lo discute.
Como nadie podría imaginar a un campeón al estilo de Miguel Induráin, un emperador generoso que concedía victorias a sus adversarios en el Tour, que repartía juego, que entendía el proverbio universal del «todos tenemos que comer». Nadie comprendería tampoco a Iker Casillas en la final de la última Eurocopa, cuando pedía al árbitro que no prolongase el sufrimiento de Italia en el tiempo extra con 4-0. «Respeto, árbitro, que es un campeón del mundo», decía el portero. En la Fórmula 1 se pulveriza al rival, se le pasa por la trituradora. Y da igual el nombre y los apellidos. Vettel se apresta a conquistar su cuarto título y lo que está logrando, además de enardecer el orgullo de los alemanes, es alejar a la gente del televisor. La hegemonía del germano aburre.
Sebastian Vettel también ganó en Japón, en el magnífico circuito de Suzuka, donde los aficionados nipones no le silban sino que le agasajan en el tránsito del hotel a la pista. Fue su quinto triunfo consecutivo, inabordable desde las vacaciones de verano, el noveno del curso y el número 35 de carrera. Números que acreditan la teoría del aplastamiento.
Le costó esta vez más de un sudor frío, ya que salió mal y no dominó la prueba. Pero su equipo le ayudó desde el garaje. Red Bull ordenó entrar tres veces a Webber a cambiar ruedas y sólo dos a él. Esa diferencia le otorgó la victoria frente al australiano y el francés Grosjean, líder durante muchas vueltas del gran premio. Alonso realizó una magnífica carrera y acabó cuarto habiendo salido octavo. Vettel será campeón en el próximo gran premio, India, si termina quinto o mejor clasificado. Lo tiene hecho.
Japón es diferente en todo y como recompensa a los madrugadores en España ofreció una variedad. No se escapó Vettel desde la salida, no puso tierra de por medio ni convirtió la carrera en una tediosa e incuestionable muestra de su superioridad. La salida decretó una oportunidad para el francés Romain Grosjean, que adelantó a los dos Red Bull con su Lotus.
También Alonso salió genial con un Ferrari que devora rivales. Estaba octavo y se colocó quinto. La carrera se ordenó con Grosjean líder, Webber y Vettel a su estela y un pelotón con Rosberg, Massa, Alonso y Hülkenberg. Con Alonso atrapado en ese grupo, la carrera se dilucidó en el garaje de Red Bull. No sabía cómo hacer la dirección de la escudería para conseguir que Webber dejase pasar a Vettel y aupar así a su caballo favorito. Le dieron todo tipo de instrucciones en clave al australiano (multi 22, motor a 1, estrategia 21...) en espera de que fuese Vettel el pasajero que discutiese la victoria con Grosjean. Ninguna hizo efecto en el canguro australiano.
En Red Bull decidieron que Webber parase tres veces a cambiar ruedas en vez de lo que hizo la mayoría (dos). Webber se marcha este año del equipo cansado de desplantes. La F1 no tiene sentimientos, sólo hojas de cálculo. El teutón sobrepasó a Webber y Grosjean. Lo de Red Bull es lo normal en la F1. Por detrás los buenos marcaron su territorio. Alonso rebasó a Hülkenberg y se impuso al grupo que durante muchas vueltas lo frenó para firmar un meritorio cuarto puesto y Räikkönen, más de lo mismo. Realizó un gran adelantamiento a Hülkenberg para exponer que no sólo de coches vive la F1. Hay pilotos fuera de categoría.
 
  1. Mis reglas, mi MundialSe veía venir. Dirección de carrera había aceptado un escenario de sanciones leves hacia los comportamientos agresivos. Bajo esta premisa ...
    Se veía venir. Dirección de carrera había aceptado un escenario de sanciones leves hacia los comportamientos agresivos. Bajo esta premisa se disputó el GP de Malasia, en el que venció Dani Pedrosa y en el que se vivió una guerra entre Marc Márquez y Jorge Lorenzo varios escalones por encima de las anteriores, jugándose el físico de forma tan voluntaria como inconsciente. Fue el gran premio más intenso de la temporada, por la carrera en sí y por los precedentes. Y el más bonito, sin discusión. La rueda de prensa del jueves, con las declaraciones de Lorenzo, se interpretó de muchas formas. Visto lo visto en carrera, la buena fue la de aquellos que pensaron que sus palabras no eran simple ironía, sino que también escondían una velada aceptación del nuevo tablero de juego. «Si los que mandan legitiman una guerra a campo abierto y pisando el límite, y la afición también la busca, la tendréis», lanzó entre el sarcasmo y el convencimiento. Y la tuvimos. Y la ganó Marc Márquez, con la ventaja del que tiene todo por lograr respecto al que ya lo ha conseguido. Son sus reglas y, salvo desastre, será su Mundial.
    El arranque fue el habitual en las últimas nueve carreras. Lorenzo se puso primero con sus enemigos a rueda. Jorge intentaba tirar pero sus esfuerzos no le hacían ni cosquillas a las HRC, que se marchaban con él a la vez que descolgaban a un voluntarioso Rossi. El italiano peleó al principio para acabar completamente descolgado, su desgraciada realidad en los últimos tres campeonatos. En los momentos posteriores se detuvo el reloj y nadie se atrevió ni a pestañear. Pedrosa rebasó con exquisitez a un Lorenzo que a quien esperaba era a Márquez. El de Cervera quiso irse detrás de su compañero y se encontró con una resistencia feroz. A cada intento del líder le respondía otro del campeón. Jorge continuaba en la pista el guión que había trazado en su mente y sugerido ante los micrófonos. Y lo llevó al límite. No se arrugó en la embestida del '93', y le tuvo contra las cuerdas durante tres vueltas épicas, históricas, en las que no dudó en entrar al contacto en una acción que pareció mucho más evidente y deliberada que la que vimos en Motorland hace escasamente una semana.
    Se podía adivinar lo que ocurría dentro de los cascos. Lorenzo, picado, tratando de demostrarle al nuevo quién manda y éste, divertido y con una sonrisa, haciendo su carrera de siempre, a la que lleva acostumbrado desde que se subió a una moto. Sus luchas son recientes, actuales, mientras que Lorenzo, hasta la irrupción de Márquez, llevaba sin tocarse con nadie desde 2010, cuando Rossi volvió de su lesión y pareció querer impedir como fuera el primer Mundial del piloto al otro lado del muro.
    El momento es desigual, las monturas también y la experiencia no es suficiente. Sepang es el segundo de los cuatro circuitos consecutivos en los que los prototipos de Nakamoto cuentan con una ventaja evidente. En esas condiciones de superioridad, y bajo el amparo de unas reglas que él ha impuesto y que dirección de carrera ha consentido, Marc Márquez no tiene rival. Ponerle nervioso fuera de la pista es tan estéril como intentar que se amedrente en el cuerpo a cuerpo. En Moto2 salió por los aires y estuvo varios meses viendo doble. Cuando volvió, lo hizo para pelearse con Luthi, Espargaró, De Angelis, Iannone y cualquiera que se le pusiera por delante, aniquilándolos a todos y proclamándose campeón de la categoría. Ahora, con los mayores, repite el guión. A doce vueltas del final lanzó un ataque definitivo, adelantando al '99' y dejándole sin espacio para frenar. Fue el final, Lorenzo perdió un par de décimas en la acción y, sin el rebufo, no pudo hacer nada ante el ritmo implacable de las Honda, que sonrieron con un doblete encabezado por Pedrosa.
    Márquez acumula una ventaja de 43 y 54 puntos sobre Jorge y Dani, antes enemigos y ahora íntimos contra un adversario que arrancó el año fingiendo rendir pleitesía y que a falta de tres carreras tiene el título en sus manos. Malasia sirvió para recordar a Simoncelli y para rubricar el nuevo orden establecido. El binomio Marc-HRC hace y deshace frente a la feroz resistencia de un Lorenzo herido. En Australia, el próximo domingo, primer 'match ball' para el novato que sabe mandar.

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