Frank Cuesta cambia el Amazonas por el continente negro y estrena programa en Discovery Max: «Me han sorprendido las jirafas. ¡Tienen una mala hostia!»,.
Una gorra blanca, unas chanclas y una mordedura de víbora en el
brazo. Son las señas de identidad de Frank Cuesta (León, 1971), el
herpetólogo más famoso de la televisión. En su nueva aventura como ‘Wild
Frank’ ha cambiado el Amazonas por el paisaje africano. Sigue los pasos
del explorador británico Livingstone y estrena programa este domingo
(21.00 horas) en Discovery Max.
- La experiencia ha sido muy diferente, pasas de un sitio muy húmedo a otro muy seco. Aunque una de las cosas que más me ha sorprendido es el frío que hacía en África. Me lo he pasado muy bien.
- No es Disney, vaya.
- Totalmente. Las jirafas me han sorprendido, tienen mala hostia.
- ¡Vaya mordedura de víbora que lleva en el brazo!
- Sí, pero esto es lo normal para mí. Cada vez que voy al hospital me ponen la alfombra roja.
- ¿No le da miedo que un día le pueda pasar algo gordo?
- Miedo no paso, pero tienes que reaccionar muy rápido, hacerte un
torniquete para que no se extienda. Más miedo me da la gente, lo que te
puedan hacer. A lo que ya conoces no le puedes tener miedo.- La experiencia ha sido muy diferente, pasas de un sitio muy húmedo a otro muy seco. Aunque una de las cosas que más me ha sorprendido es el frío que hacía en África. Me lo he pasado muy bien.
- Emula al doctor Livingstone. ¡No se habrá perdido también!
- ¡No! Afortunadamente yo ya iba con una ruta trazada. Queríamos
explicar las condiciones en las que viajaban los exploradores del
pasado. Nosotros vamos ahora como el que va de vacaciones, es difícil
encontrar sorpresas. Antes te podías topar con una tribu de caníbales.
Los exploradores se la jugaban a cambio de nada.
- ¿Qué nos va a enseñar que no haya mostrado La 2 antes?
-Vamos a ver a los animales típicos de África a nuestra manera, más
de cerca, más cutre. Tú pones La 2 y ves un león en todo su esplendor y
aquí veremos África de forma más cercana, diferente a los atardeceres
preciosos de la Sabana a los que estamos acostumbrados. Eso sí, la
imagen es increíble.- No es Disney, vaya.
- Totalmente. Las jirafas me han sorprendido, tienen mala hostia.
«La chulería de los jóvenes»
- Recibe muchas críticas por su osadía al acercarse a los reptiles.
- Los que me critican son gente del gremio animal, porque piensan que
nuestro programa es un programa científico. Pero en realidad soy un tío
que juega al tenis y que tuvo la suerte, o la desgracia para muchos, de
estudiar veterinaria e ir buscando bichos por ahí.
- ¿Va a cuidar las palabrotas?
- No, porque va con el idioma. Yo me marché de España muy joven y del
lenguaje me quedó la chulería de los jóvenes, que dicen más tacos. No
es una cuestión de mejor o peor educación, además no considero que sea
malo decir tacos, peor es ser una mala persona.
- Su mujer, Yuyee, sigue encarcelada en Tailandia. ¿Cómo está?
- La situación está mejor porque poco a poco la verdad va saliendo.
Es todo muy lento porque Tailandia está bajo un régimen militar ahora
mismo y hasta que vuelvan los poderes normales queda tiempo. Creo que
Yuyee volverá junto a sus hijos en cuestión de meses.
- ¿Y los niños?
- Los chavales están mal, echan de menos a su madre y no entienden lo
que está pasando. Tampoco les puedes inculcar odio por un país o por el
sistema. Malos y buenos hay en todos los lados. Pero hay gente que está
mucho peor que nosotros, por lo menos su madre tiene abogados y pronto
volverá.
- ¿Seguirán los pasos de papá?
- ¡Espero que no! Prefiero que hagan algo importante.
TÍTULO: SER FINALISTA DEL PREMIO PLANETA ES UNA DENOMINACIN DE ORIGEN, ESCRITOR--BORIS IZAGUIRRE,.
-Foto--Boris Izaguirre Escritor. Recrea en 'Un jardín al norte' la historia de la espía británica Rosalinda Fox durante el periodo de entreguerras.
-Foto--Boris Izaguirre Escritor. Recrea en 'Un jardín al norte' la historia de la espía británica Rosalinda Fox durante el periodo de entreguerras.
Boris Izaguirre Escritor. Recrea en 'Un jardín al norte' la historia de la espía británica Rosalinda Fox durante el periodo de entreguerras,.
Boris Izaguirre vuelve a las librerías con 'Un jardín al norte', una
novela en la que la historia de amor entre Rosalinda Fox y el
diplomático español Juan Luis Beigbeder sirve de guía por los
acontecimientos del mundo de entreguerras, a través de la India
colonial, el Tánger del Estatuto Internacional o el Madrid de posguerra
plagado de espías.
-¿Por qué Rosalinda Fox?
-Fue una mujer que atravesó momentos decisivos del siglo XX y lo hizo con un ímpetu y una audacia que nos podrían servir de ejemplo para sortear estos años de incertidumbre del siglo XXI. Con 'Un jardín al norte' se ha convertido en una compañera extraordinaria, una persona con un ritmo y un galope en su vida que me conquistaron. -La novela está contextualizada en un tiempo fascinante, el periodo de entreguerras...
-Rosalinda Fox tuvo la suerte de atravesar y vivir momentos tan interesantes como el proceso independentista en India, donde vivió una parte de su infancia. Luego su vida entronca con la Guerra Civil porque se enamora de uno de los personajes protagónicos del conflicto, Juan Luis Beigbeder. Todo escritor vive persiguiendo una historia y Rosalinda Fox hizo historia. -Háblenos de Beigbeder, un hombre al que quizá esta relación le costó su puesto como ministro de Exteriores en un tiempo en que España pretendía acercarse a Alemania...
-Nunca quedó del todo claro. Una de las poquísimas cosas buenas de la devastación que supuso la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista es que España quedó completamente fuera de la Segunda Guerra Mundial. La posibilidad de que Rosalinda Fox tuviera que ver en eso es parte de 'Un jardín al norte', aunque lo que pretendo narrar es el conflicto que supuso para esta pareja de amantes. La historia tiene muchas puertas con muchas bisagras, tengo la sensación de que Beigbeder y Rosalinda lo fueron. -¿La historia romántica de Rosalinda tiene matices de tragedia?
-Es cierto que la historia real no tiene un final feliz pero, aunque sea una historia agridulce, te deja la sensación de que su vida fue algo extraordinario, un ejemplo de superación. -El libro transcurre por entornos tan atractivos como la India colonial que camina hacia la independencia o el Tánger del Estatuto Internacional...
-Y el Madrid de los espías. Me fascina esa ciudad de la posguerra que imaginamos apagada y gris. En realidad fue, durante una época, un lugar de espías de todo el mundo, ya que era neutral. Rosalinda Fox veía los grandes acontecimientos del siglo XX como escenarios de su vida: el fin del colonialismo británico en Calcuta como niña y adolescente, Lisboa, también Tánger, como un lugar cargado de peligros y de intriga, pero además, como el lugar donde surge el amor, el jardín al norte. -¿El hecho de contarlo en primera persona vincula más al lector con el personaje?
-Cada vez estoy más convencido de que lo hice así porque Rosalinda vivió sus primeros treinta años a una velocidad increíble. En su caso coincidió además con acontecimientos vertiginosos y la única manera que tenía para garantizar esa misma velocidad era utilizar la primera persona. El libro es una conversación, un diálogo con el lector. Cuando te adentras en el cuerpo de una mujer tienes que adoptar su forma de pensar. Esta novela tiene una psiquis muy femenina. -¿Prefiere narrar sus historias desde un punto de vista femenino?
-Tengo esa habilidad pero lo he aprendido de otros, del cine, de Warhol, de Almodóvar y de Hitchcock. Es una cuestión de mucha observación, entrar y salir de esa mentalidad femenina con muchísimo respeto y admiración. -¿Su vida literaria ha cambiado desde 'Villa Diamante'?
-Ser finalista del Premio Planeta ha sido para mí como una denominación de origen, un paso adelante en mi dedicación a escribir y publicar. 'Villa Diamante' fue como un guante que te queda bien, una prenda que estiliza tu figura. -Usted comenzó escribiendo, luego ha tenido su faceta mediática. ¿Con cuál se queda?
-Todas ellas son escritura, muchas de mis colaboraciones en televisión han estado rodeadas de la comunicación en sí misma, puede que sea algo oral, pero no deja de tener una estructura narrativa.
-Fue una mujer que atravesó momentos decisivos del siglo XX y lo hizo con un ímpetu y una audacia que nos podrían servir de ejemplo para sortear estos años de incertidumbre del siglo XXI. Con 'Un jardín al norte' se ha convertido en una compañera extraordinaria, una persona con un ritmo y un galope en su vida que me conquistaron. -La novela está contextualizada en un tiempo fascinante, el periodo de entreguerras...
-Rosalinda Fox tuvo la suerte de atravesar y vivir momentos tan interesantes como el proceso independentista en India, donde vivió una parte de su infancia. Luego su vida entronca con la Guerra Civil porque se enamora de uno de los personajes protagónicos del conflicto, Juan Luis Beigbeder. Todo escritor vive persiguiendo una historia y Rosalinda Fox hizo historia. -Háblenos de Beigbeder, un hombre al que quizá esta relación le costó su puesto como ministro de Exteriores en un tiempo en que España pretendía acercarse a Alemania...
-Nunca quedó del todo claro. Una de las poquísimas cosas buenas de la devastación que supuso la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista es que España quedó completamente fuera de la Segunda Guerra Mundial. La posibilidad de que Rosalinda Fox tuviera que ver en eso es parte de 'Un jardín al norte', aunque lo que pretendo narrar es el conflicto que supuso para esta pareja de amantes. La historia tiene muchas puertas con muchas bisagras, tengo la sensación de que Beigbeder y Rosalinda lo fueron. -¿La historia romántica de Rosalinda tiene matices de tragedia?
-Es cierto que la historia real no tiene un final feliz pero, aunque sea una historia agridulce, te deja la sensación de que su vida fue algo extraordinario, un ejemplo de superación. -El libro transcurre por entornos tan atractivos como la India colonial que camina hacia la independencia o el Tánger del Estatuto Internacional...
-Y el Madrid de los espías. Me fascina esa ciudad de la posguerra que imaginamos apagada y gris. En realidad fue, durante una época, un lugar de espías de todo el mundo, ya que era neutral. Rosalinda Fox veía los grandes acontecimientos del siglo XX como escenarios de su vida: el fin del colonialismo británico en Calcuta como niña y adolescente, Lisboa, también Tánger, como un lugar cargado de peligros y de intriga, pero además, como el lugar donde surge el amor, el jardín al norte. -¿El hecho de contarlo en primera persona vincula más al lector con el personaje?
-Cada vez estoy más convencido de que lo hice así porque Rosalinda vivió sus primeros treinta años a una velocidad increíble. En su caso coincidió además con acontecimientos vertiginosos y la única manera que tenía para garantizar esa misma velocidad era utilizar la primera persona. El libro es una conversación, un diálogo con el lector. Cuando te adentras en el cuerpo de una mujer tienes que adoptar su forma de pensar. Esta novela tiene una psiquis muy femenina. -¿Prefiere narrar sus historias desde un punto de vista femenino?
-Tengo esa habilidad pero lo he aprendido de otros, del cine, de Warhol, de Almodóvar y de Hitchcock. Es una cuestión de mucha observación, entrar y salir de esa mentalidad femenina con muchísimo respeto y admiración. -¿Su vida literaria ha cambiado desde 'Villa Diamante'?
-Ser finalista del Premio Planeta ha sido para mí como una denominación de origen, un paso adelante en mi dedicación a escribir y publicar. 'Villa Diamante' fue como un guante que te queda bien, una prenda que estiliza tu figura. -Usted comenzó escribiendo, luego ha tenido su faceta mediática. ¿Con cuál se queda?
-Todas ellas son escritura, muchas de mis colaboraciones en televisión han estado rodeadas de la comunicación en sí misma, puede que sea algo oral, pero no deja de tener una estructura narrativa.
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