TITULO: Cartas Olvidadas -Elvira Obregón, la superviviente de la Residencia Asistida de Cáceres ,.
Elvira Obregón, la superviviente de la Residencia Asistida de Cáceres,.
Esta mujer de 86 años perdió cuatro hermanos por el sarampión y ahora ha logrado salir del área de aislamiento tras casi un mes en ella,.
Elvira,
de 86 años, sale de la zona de aislamiento en medio de los aplausos de
los sanitarios que la han atendido. Lanza besos de agradecimiento y
devuelve los aplausos. Está curada. La escena, de hace solo unos días,
muestra la otra realidad de uno de los centros neurálgicos del coronavirus en Extremadura, la Residencia Asistida.
Hasta el pasado jueves, con datos oficiales, 115 personas habían
fallecido por Covid-19 en los centros de mayores cacereños. De ellos, 73
en el del Cuartillo.
«El 30 de marzo nos confirmaron la enfermedad, dio positivo. Y en una mujer de su edad y con patalogías... Nos poníamos en lo peor. Los primeros cinco días me los pasé llorando. Luego bajó la fiebre». El relato es de Piedad Rubio la hija de Elvira Obregón, que ha vivido entre la angustia y la esperanza el aislamiento de su madre en la residencia. Todo ello en medio de noticias sobre quejas de otros familiares, muertes y hasta una investigación abierta por la Fiscalía que está en curso.
Elvira sí lo puede contar. Madre de tres hijos, de los que dos están fuera, la mujer se encuentra ya en una zona 'limpia' tras pasar varias crisis que hicieron temer por su vida. «Llegué a pensar que mi madre se moría. Me la pusieron por videoconferencia y solo decía que estaba muy mala. 'Me duele todo el cuerpo, hija'. La frase se me quedó grabada, igual que su imagen», cuenta Piedad, que se resistió a que la anciana fuese trasladada al hospital a pesar de su estado. «En la Asistida es Elvira. Se sentía arropada. La conocían y la animaban. Hicieron un buen trabajo». Ahora sabe que fue una buena decisión.
«Lo peor de todo es no poder verlos. Entiendo a los familiares que expresan su dolor, pero debo decir que los médicos dan información puntual. Yo hablo con la geriatra. Cuando no te llaman es porque no hay noticias, y esa en estos casos es la mejor de todas», opina. Si algo ha demostrado su madre, apunta Piedad Rubio que ejerce como liberada sindical en UGT, es que «es una superviviente». «'Ya se me ha quitado esa gripe tan mala', me dice». Esta hurdana que va camino de los 90 ya sufrió muy cerca el dolor de la enfermedad. Eran cinco hermanos en la familia y perdió a cuatro por el sarampión. El coronavirus tampoco ha podido con ella.
En
una ciudad sin tejido industrial el desembarco de Induyco –la fábrica
de confección de prendas de vestir de la marca El Corte Inglés– en los
70 del siglo pasado, fue revolucionario, no solo por la apertura de una
industria en sí con las expectativas de creación de puestos de trabajo,
sino por la oportunidad de incorporarse al mercado laboral que brindó al
colectivo femenino. La ocupación que la mayoría de mujeres conocían
esos años en Cáceres era las labores de su hogar o en las de casas de
familias pudientes.
Fue en 1977, hace 43 años, y junto con Catelsa y la desaparecida Waechtersbach se convirtió en uno de los grandes centros de empleo de la capital. Hace unos días, este medio publicaba el cierre de este icono industrial. En febrero de 2021 cesará su actividad tras décadas de negociaciones con su plantilla y paulatinos recortes para salvar la planta, que ha acabado, en la actualidad, con 31 empleados, de los casi 900 que llegó a tener contratados.
Es el resultado del fenómeno de deslocalización del sector textil en España y la crónica de una muerte anunciada en una ciudad que carece, además, de un músculo empresarial potente y que parece incapaz de desarrollarlo.
En planchado entró en 1976 una joven María Palomo con 17 años. Era su primera experiencia laboral «seria» y se acuerda de la llegada de la compañía como un «boom». «La prensa se hizo eco del número de trabajadores que iba a emplear». A sus 61 años, y ya fuera del que ha sido su lugar de trabajo durante 42, admite que los inicios fueron «duros».
En su relato a HOY asegura que muchas compañeras no aguantaron la presión y abandonaron su puesto. «Nos metimos allí personas muy jóvenes, sin ninguna experiencia, con un sistema de trato a los trabajadores en aquel momento un poco duro. No estábamos acostumbrados a un trabajo cronometrado y tenías que cumplir los objetivos, poco reales, que te marcaban». Esa «espada de Damocles» se mantuvo, afirma, hasta prácticamente poco antes de que el trabajo se centrara exclusivamente en tareas logísticas, alrededor del 2014, cuando encaraba su última etapa.
Risas, llanto, la ayuda «inestimable» de compañeras pero, sobre todo, «el compañerismo y la unidad que hemos mostrado», es lo que se lleva de Induyco.
De otra generación posterior de empleadas es Esperanza Cortés, también involucrada en la defensa de los derechos laborales como delegada sindical, quien reconoce que, cuando ella entró taller, en 1989 con 19 años, se encontró «todo hecho». A sus 51, se enfrenta ahora a un futuro profesional un tanto incierto pero sin perder la esperanza de la que hace gala en su nombre. «Nosotras estamos acostumbradas a reciclarnos. Yo empecé cuando se hacían prendas de punto, luego pasé a plancha de mano, alisando vestidos, camisas y camisetas. He pasado por todas las secciones y ha habido que reciclarse», asume esta madre de dos hijos, que solo tiene buenas palabras para sus compañeros. «Mi experiencia ha sido buena, hemos aprendido unos de otros, con muy buen ambiente y estoy encantada de haber trabajado aquí».
Su ciclo en Induyco acaba con el cerrojazo en febrero. Hasta entonces, la última plantilla de la luchadora fábrica se dedica a embalar y enviar a instalaciones del grupo en Madrid el material que queda en la planta, «y lo que no sirve, para chatarra, porque hay cosas muy viejas». Atrás quedaron el corte y la confección. En los últimos seis años, la textil ha funcionado como una especie de centro logístico donde se recibe y organiza la mercancía (telas y fornituras, como botones o cremalleras) que se manda a los talleres de costura, localizados en países como Marruecos, Bulgaria o Portugal.
En junio del 77, junto a una gran publicidad del alcalde Alfonso Díaz de Bustamante como candidato al Senado, HOY publicaba un edicto de Industrias del Vestido S.A., informando de su solicitud de licencia de apertura en la carretera de Torrejón el Rubio. Cuatro décadas después, aquellos visos de la industrialización cacereña se diluyen en un adiós definitivo a un emblema de la ciudad de Cáceres.
-¿En qué situación se encuentra en estos momentos el circuito?
-Ahora mismo todo gira en torno al US Open y cuándo van a anunciar si vamos a poder jugar allí. Quizás el circuito pueda volver, pero sinceramente no soy muy optimista. El tenis es un deporte muy global, en el que los jugadores viajan desde todo el mundo. Hay torneos en todos los sitios y cada país tiene diferentes restricciones que van a hacer todo muy difícil. Creo que el circuito abrirá cuando todo el mundo pueda abrir y se pueda viajar libremente. Por ejemplo, en septiembre, imagina que yo como español no puedo viajar a América o si voy tengo que estar en cuarentena unos días. No es justo que unos tenistas puedan competir y otros no. El mundo tiene que abrir. No veo que el circuito vuelva si esto no pasa en dos o tres meses.
-¿Ve posible jugar este año en Madrid?
-Tenemos una pequeña posibilidad de jugar en septiembre. Si se nos permite, claro. Si España mejora, puede que tengamos una pequeña oportunidad para ello, porque Roland Garros se jugará en septiembre. Quieren que se jueguen algunos torneos antes y Madrid y Roma son los Masters 1.000 que se juegan antes de París. Pero por ahora solo estamos a la espera.
-¿Cree que habrá cooperación entre todos los organismos del tenis para que exista una fusión entre ATP y WTA, como sugirió Roger Federer recientemente?
-Creo que ya están pasando muchas cosas. Es cierto que es el momento para unir fuerzas, estoy de acuerdo. Ese es el mayor objetivo para Andrea Gaudenzi (presidente de la ATP). Cuando fue nombrado presidente dijo que su meta era unir a todo el mundo. Creo que ese tiene que ser el objetivo del tenis ahora mismo.
-¿Cómo ve el fondo para ayudar a los jugadores de ranking bajo?
-Están intentando ayudar a los jugadores por debajo del puesto 150. Hay varias formas de contribuir a ese fondo. Una por parte de la ATP, que creo que ya han puesto el dinero ahí, de torneos y tal. Otra forma es a través de los jugadores del 'top 100'. Vamos a donar en función del ranking y será cerca de un millón. El mínimo (de la aportación) son 5.000 dólares, hasta los 30.000 o los 40.000. Además, vamos a intentar ayudar con el torneo de Madrid virtual. Van a ser unos 300.000 los que aportemos. Hay mucha gente intentando ayudar a los jugadores que están sufriendo.
-¿Se puede crear una brecha entre esos tenistas que sufren y no se pueden permitir seguir jugando y los que sí?
-La situación es muy mala. En todo el mundo vamos a ver torneos que sufran para sobrevivir. Nuestro objetivo tiene que ser sobrevivir de 2021 hacia adelante. La crisis va a ser enorme y los torneos pequeños tienen que subsistir de alguna manera. Quizás los Grand Slam tienen que contribuir de alguna manera. No lo sé. Creo que en vez de pensar en jugar cuatro, cinco o seis torneos a final de año, tenemos que empezar a pensar en el año siguiente y en cómo vamos a ser capaces de sobrevivir a esta crisis, los torneos y los patrocinadores. Lo primero que se recorta en una empresa son los patrocinadores, porque ellos tienen que despedir a cientos de empleados en todo el mundo. Entonces, si no tenemos patrocinadores, ¿cómo vamos a sobrevivir? Creo que nuestros esfuerzos tienen que estar en 2021, en lugar de intentar jugar un poco este año, porque este año se irá cuando, probablemente, el US Open se cancele. Esa es mi opinión.
-¿Cuánto le va a costar recuperar la forma física?
-Creo que va a ser difícil. No he jugado desde Indian Wells. Hace mucho. Es el período más largo sin jugar en mi vida. Me refiero a que no he estado dos meses sin jugar desde que soy profesional. Ahora hago ejercicio todos los días, pero sinceramente es algo que hago porque me siento mejor y es bueno para mi salud mental.
«El 30 de marzo nos confirmaron la enfermedad, dio positivo. Y en una mujer de su edad y con patalogías... Nos poníamos en lo peor. Los primeros cinco días me los pasé llorando. Luego bajó la fiebre». El relato es de Piedad Rubio la hija de Elvira Obregón, que ha vivido entre la angustia y la esperanza el aislamiento de su madre en la residencia. Todo ello en medio de noticias sobre quejas de otros familiares, muertes y hasta una investigación abierta por la Fiscalía que está en curso.
Elvira sí lo puede contar. Madre de tres hijos, de los que dos están fuera, la mujer se encuentra ya en una zona 'limpia' tras pasar varias crisis que hicieron temer por su vida. «Llegué a pensar que mi madre se moría. Me la pusieron por videoconferencia y solo decía que estaba muy mala. 'Me duele todo el cuerpo, hija'. La frase se me quedó grabada, igual que su imagen», cuenta Piedad, que se resistió a que la anciana fuese trasladada al hospital a pesar de su estado. «En la Asistida es Elvira. Se sentía arropada. La conocían y la animaban. Hicieron un buen trabajo». Ahora sabe que fue una buena decisión.
«Lo peor de todo es no poder verlos. Entiendo a los familiares que expresan su dolor, pero debo decir que los médicos dan información puntual. Yo hablo con la geriatra. Cuando no te llaman es porque no hay noticias, y esa en estos casos es la mejor de todas», opina. Si algo ha demostrado su madre, apunta Piedad Rubio que ejerce como liberada sindical en UGT, es que «es una superviviente». «'Ya se me ha quitado esa gripe tan mala', me dice». Esta hurdana que va camino de los 90 ya sufrió muy cerca el dolor de la enfermedad. Eran cinco hermanos en la familia y perdió a cuatro por el sarampión. El coronavirus tampoco ha podido con ella.
TITULO: Cartas en el Cajon - Induyco, el adiós a un icono industrial cacereño.
Induyco, el adiós a un icono industrial cacereño.
Historia. La factoría texil supuso un hito en la incorporación laboral de las mujeres y su cierre, anunciado para febrero de 2021, se percibe como el fin de una era, fotos,.
Fue en 1977, hace 43 años, y junto con Catelsa y la desaparecida Waechtersbach se convirtió en uno de los grandes centros de empleo de la capital. Hace unos días, este medio publicaba el cierre de este icono industrial. En febrero de 2021 cesará su actividad tras décadas de negociaciones con su plantilla y paulatinos recortes para salvar la planta, que ha acabado, en la actualidad, con 31 empleados, de los casi 900 que llegó a tener contratados.
Es el resultado del fenómeno de deslocalización del sector textil en España y la crónica de una muerte anunciada en una ciudad que carece, además, de un músculo empresarial potente y que parece incapaz de desarrollarlo.
«Los inicios fueron duros; había que cumplir objetivos y muchas no aguantaron la presión y se marcharon»
María Palomo | Exempleada
Antes de que se
inaugurara el centro de producción en La Mejostilla, las distintas
secciones de Induyco, estaban repartidas por la ciudad: plancha y corte
en instalaciones de la Facultad de Veterinaria, y confección y máquinas
en talleres ubicados en las calles Santa Luisa de Marillac y Alfonso IX.En planchado entró en 1976 una joven María Palomo con 17 años. Era su primera experiencia laboral «seria» y se acuerda de la llegada de la compañía como un «boom». «La prensa se hizo eco del número de trabajadores que iba a emplear». A sus 61 años, y ya fuera del que ha sido su lugar de trabajo durante 42, admite que los inicios fueron «duros».
En su relato a HOY asegura que muchas compañeras no aguantaron la presión y abandonaron su puesto. «Nos metimos allí personas muy jóvenes, sin ninguna experiencia, con un sistema de trato a los trabajadores en aquel momento un poco duro. No estábamos acostumbrados a un trabajo cronometrado y tenías que cumplir los objetivos, poco reales, que te marcaban». Esa «espada de Damocles» se mantuvo, afirma, hasta prácticamente poco antes de que el trabajo se centrara exclusivamente en tareas logísticas, alrededor del 2014, cuando encaraba su última etapa.
«Nosotras estamos acostumbradas a reciclarnos. Empecé con 19 años y he pasado por todas las secciones»
Esperanza Cortés | Empleada
Aquellas
novatas no tardaron en espabilar y, en su casi medio siglo de vida, la
firma textil llegó a convertirse en ejemplo de la defensa de los
trabajadores en Cáceres. «Aunque los salarios no eran muy altos, gracias
a la fuerza sindical hemos conseguido mejoras nosotros», confiesa
María, hoy desempleada tras su salida en 2018.Risas, llanto, la ayuda «inestimable» de compañeras pero, sobre todo, «el compañerismo y la unidad que hemos mostrado», es lo que se lleva de Induyco.
De otra generación posterior de empleadas es Esperanza Cortés, también involucrada en la defensa de los derechos laborales como delegada sindical, quien reconoce que, cuando ella entró taller, en 1989 con 19 años, se encontró «todo hecho». A sus 51, se enfrenta ahora a un futuro profesional un tanto incierto pero sin perder la esperanza de la que hace gala en su nombre. «Nosotras estamos acostumbradas a reciclarnos. Yo empecé cuando se hacían prendas de punto, luego pasé a plancha de mano, alisando vestidos, camisas y camisetas. He pasado por todas las secciones y ha habido que reciclarse», asume esta madre de dos hijos, que solo tiene buenas palabras para sus compañeros. «Mi experiencia ha sido buena, hemos aprendido unos de otros, con muy buen ambiente y estoy encantada de haber trabajado aquí».
Su ciclo en Induyco acaba con el cerrojazo en febrero. Hasta entonces, la última plantilla de la luchadora fábrica se dedica a embalar y enviar a instalaciones del grupo en Madrid el material que queda en la planta, «y lo que no sirve, para chatarra, porque hay cosas muy viejas». Atrás quedaron el corte y la confección. En los últimos seis años, la textil ha funcionado como una especie de centro logístico donde se recibe y organiza la mercancía (telas y fornituras, como botones o cremalleras) que se manda a los talleres de costura, localizados en países como Marruecos, Bulgaria o Portugal.
En junio del 77, junto a una gran publicidad del alcalde Alfonso Díaz de Bustamante como candidato al Senado, HOY publicaba un edicto de Industrias del Vestido S.A., informando de su solicitud de licencia de apertura en la carretera de Torrejón el Rubio. Cuatro décadas después, aquellos visos de la industrialización cacereña se diluyen en un adiós definitivo a un emblema de la ciudad de Cáceres.
TITULO: REVISTA TENIS - Feliciano López: «Hay que empezar a pensar en 2021»,.
Feliciano López: «Hay que empezar a pensar en 2021»
Entrevista
El director del Mutua Madrid Open es pesimista respecto a que el tenis pueda volver esta temporada y pide concentrar los esfuerzos en salvar los torneos,.
Feliciano López (Toledo, 1981) ha sido doblemente afectado por la pandemia del coronavirus. Su temporada como jugador, en la que defendía título en Queen's, se ha visto trastocada, mientras que como director del Mutua Madrid Open tiene que hacer frente a la suspensión y a su posible disputa en septiembre. En medio del torneo virtual organizado para recaudar fondos, el toledano, en colaboración con la cadena Eurosport, concedió una entrevista.-¿En qué situación se encuentra en estos momentos el circuito?
-Ahora mismo todo gira en torno al US Open y cuándo van a anunciar si vamos a poder jugar allí. Quizás el circuito pueda volver, pero sinceramente no soy muy optimista. El tenis es un deporte muy global, en el que los jugadores viajan desde todo el mundo. Hay torneos en todos los sitios y cada país tiene diferentes restricciones que van a hacer todo muy difícil. Creo que el circuito abrirá cuando todo el mundo pueda abrir y se pueda viajar libremente. Por ejemplo, en septiembre, imagina que yo como español no puedo viajar a América o si voy tengo que estar en cuarentena unos días. No es justo que unos tenistas puedan competir y otros no. El mundo tiene que abrir. No veo que el circuito vuelva si esto no pasa en dos o tres meses.
-¿Ve posible jugar este año en Madrid?
-Tenemos una pequeña posibilidad de jugar en septiembre. Si se nos permite, claro. Si España mejora, puede que tengamos una pequeña oportunidad para ello, porque Roland Garros se jugará en septiembre. Quieren que se jueguen algunos torneos antes y Madrid y Roma son los Masters 1.000 que se juegan antes de París. Pero por ahora solo estamos a la espera.
-¿Cree que habrá cooperación entre todos los organismos del tenis para que exista una fusión entre ATP y WTA, como sugirió Roger Federer recientemente?
-Creo que ya están pasando muchas cosas. Es cierto que es el momento para unir fuerzas, estoy de acuerdo. Ese es el mayor objetivo para Andrea Gaudenzi (presidente de la ATP). Cuando fue nombrado presidente dijo que su meta era unir a todo el mundo. Creo que ese tiene que ser el objetivo del tenis ahora mismo.
-¿Cómo ve el fondo para ayudar a los jugadores de ranking bajo?
-Están intentando ayudar a los jugadores por debajo del puesto 150. Hay varias formas de contribuir a ese fondo. Una por parte de la ATP, que creo que ya han puesto el dinero ahí, de torneos y tal. Otra forma es a través de los jugadores del 'top 100'. Vamos a donar en función del ranking y será cerca de un millón. El mínimo (de la aportación) son 5.000 dólares, hasta los 30.000 o los 40.000. Además, vamos a intentar ayudar con el torneo de Madrid virtual. Van a ser unos 300.000 los que aportemos. Hay mucha gente intentando ayudar a los jugadores que están sufriendo.
-¿Se puede crear una brecha entre esos tenistas que sufren y no se pueden permitir seguir jugando y los que sí?
-La situación es muy mala. En todo el mundo vamos a ver torneos que sufran para sobrevivir. Nuestro objetivo tiene que ser sobrevivir de 2021 hacia adelante. La crisis va a ser enorme y los torneos pequeños tienen que subsistir de alguna manera. Quizás los Grand Slam tienen que contribuir de alguna manera. No lo sé. Creo que en vez de pensar en jugar cuatro, cinco o seis torneos a final de año, tenemos que empezar a pensar en el año siguiente y en cómo vamos a ser capaces de sobrevivir a esta crisis, los torneos y los patrocinadores. Lo primero que se recorta en una empresa son los patrocinadores, porque ellos tienen que despedir a cientos de empleados en todo el mundo. Entonces, si no tenemos patrocinadores, ¿cómo vamos a sobrevivir? Creo que nuestros esfuerzos tienen que estar en 2021, en lugar de intentar jugar un poco este año, porque este año se irá cuando, probablemente, el US Open se cancele. Esa es mi opinión.
-¿Cuánto le va a costar recuperar la forma física?
-Creo que va a ser difícil. No he jugado desde Indian Wells. Hace mucho. Es el período más largo sin jugar en mi vida. Me refiero a que no he estado dos meses sin jugar desde que soy profesional. Ahora hago ejercicio todos los días, pero sinceramente es algo que hago porque me siento mejor y es bueno para mi salud mental.
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