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NEGOCIOS & ECONOMIA - Ferrovial acaricia su sueño americano con la salida a Bolsa en Wall Street ,.
MUY NEGOCIOS & ECONOMIA - Ferrovial acaricia su sueño americano con la salida a Bolsa en Wall Street, fotos,.
Ferrovial acaricia su sueño americano con la salida a Bolsa en Wall Street,.
Un año después del traslado de la sede a Países Bajos, la constructora de la familia Del Pino espera el visto bueno del supervisor estadounidense para empezar a cotizar en Estados Unidos y ampliar su base de inversores,.
«Alguna que otra década dedicado profesionalmente al medioambiente y la empresa». Esta es la carta de presentación de Valentín Alfaya en su cuenta de X, antes Twitter. En concreto las décadas son dos y es una de las voces autorizadas del mundo de la sostenibilidad y la empresa. Este Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense y diplomado en ingeniería y gestión medioambiental por la Escuela de Organización Industrial (EOI) es el director de sostenibilidad de Ferrovial desde hace algo más de cuatro años, pero lleva 20 ejercicios dedicados a los temas medioambientales de la compañía. A este cargo hay que sumarle su faceta como docente en diversas escuelas de negocios y centros universitarios y, además, mantiene viva su labor investigadora en en el ámbito de la restauración de ecosistemas. Un biólogo en el sillón de una multinacional de las infraestructuras. «Mi formación me permite desarrollar herramientas para minimizar el impacto sobre el entorno», señala Alfaya en conversación con este periódico. En los últimos años, Ferrovial ha incorporado a sus operaciones el adjetivo sostenibles y Alfaya es uno de los responsables que así sea, pero su preocupación no solo es el medioambiente también lo es lo social y el capital humano.
-He visitado su perfil en LinkedIn y me llama la atención que es biólogo. ¿Cómo acaba en una multinacional de infraestructuras, transporte y movilidad?
-Empecé trabajando en el sector de ingeniería como ingeniero ambiental, porque hice un postgrado en Ingeniería Ambiental. Primero trabajé en el sector forestal, luego en ingeniería, yendo muy del terreno hacia hacia el sector y acabé como ingeniero civil cuando esto empezaba. Fui de los primeros biólogos trabajando en el sector de ingeniería de la construcción, ahora estamos por todas partes. Las grandes corporaciones y también de nuestro sector, demandan cada vez más perfiles científicos para este tipo de puestos.
-¿Qué aporta esa formación en su día a día?
-Hice mi tesis doctoral en ecología y ahora el cambio climático y la biodiversidad del capital natural es lo que más preocupa a los inversores. Tener a alguien con un conocimiento profundo de estos temas es muy valioso en una empresa. Mi formación me permite desarrollar herramientas para minimizar el impacto sobre el entorno. Por ejemplo, tenemos herramientas que hemos desarrollado con la universidad para mejorar la adaptación de nuestras infraestructuras al cambio climático o para reducir el impacto sobre la biodiversidad de nuestras infraestructuras con una sólida base científica.
-En más de dos décadas dentro de Ferrovial, ¿cómo ha cambiado la compañía en relación con la sostenibilidad y el medioambiente?
-Ha cambiado todo y como la sostenibilidad es parte del modelo de negocio y de la estrategia de la compañía también lo ha hecho. Estar en muchos países hace que tengamos más exposición a distintos riesgos relacionados con las grandes tendencias globales. Nuestra trayectoria Ferrovial ha estado vinculada al medioambiente. Este era uno de los principales temas y la mayor parte de los riesgos en nuestro sector se concentran ahí. Con el paso del tiempo ha ido evolucionando hacia otras patas y cubre todo desde el compliance -por la cuestión ética y regulada de la empresa- hasta los aspectos sociales -esencialmente relacionados con el capital humano-, los recursos humanos, la seguridad o la salud. Todo esto ha ido conformando una estrategia de sostenibilidad bastante compleja, pero necesaria por presencia internacional y los riesgos a los que nos enfrentamos.
-¿Y cómo se gestiona esa compleja estrategia?
-La clave está en la posición del departamento de sostenibilidad y de la gente que se dedica a este tema. Nosotros reportamos al Consejo de Administración directamente y esto nos da una capacidad estratégica y de gestión enorme. Al mismo tiempo, tenemos toda una red que nos permite permear hasta el nivel del contrato, porque muchas de las cosas que pasan en el ámbito de la sostenibilidad se producen en el terreno. Necesitamos tener una red que penetre por toda la organización para estar seguros de que las cosas en el terreno se hacen bien. Una segunda cuestión fundamental es tener reglas o procedimientos que van más allá de la legislación local y que establecen un mínimo en todo el grupo que se ha de cumplir en todas partes. Luego, cada uno de los negocios de las filiales coordinados con nosotros tiene que establecer sus propios procesos para adaptar las estrategias y los procedimientos a la realidad de su territorio o a su legislación. Pero lo más importante es que hay un mínimo que debe cumplir todo el mundo y que es un estándar muy ambicioso.
-Habla de llegar hasta el contrato, ¿han rechazado a algún proveedor o a un cliente porque no cumple con los estándares de Ferrovial en materia de sostenibilidad?
-Tenemos unos 40.000 proveedores a escala global, aunque más del 80% de nuestras compras se concentra en 14.000 proveedores, que siguen siendo muchos. Es muy distinto trabajar con proveedores muy pequeños y muy locales que trabajar con grandes multinacionales. La forma en la que nosotros trabajamos es a través de una homologación de los proveedores con respecto a distintos criterios, fundamentalmente que tengan que ver con aspectos medioambientales, cambio climático, eficiencia y también condiciones laborales, de trabajo, recursos de derechos humanos y de seguridad laboral. Recientemente hemos aprobado un código ético de proveedores que hace un seguimiento y anticipa un poco lo que puede pasar «en el futuro para que integren aspectos más ambiciosos y más preventivos en sus capacidades de producción.
«No trabajamos en países donde los derechos humanos o el cumplimiento de las condiciones mínimas laborales sean un tema crítico»
-Repite constantemente sostenibilidad, pero también pone el foco en el capital humano y los derechos humanos. ¿Qué es más difícil de controlar en esa cadena de valor: la sostenibilidad o los derechos humanos?
-El tema de la concienciación del cambio climático es una cosa que está tan extendida que no hay que explicárselo a nadie. En los aspectos de capital humano, afortunadamente, nosotros trabajamos en geografías donde los niveles de exigencia en términos de derechos humanos y condiciones laborales son muy altos en general. Actualmente, no estamos trabajando en países en vías de desarrollo. El único lugar dónde tenemos una participación financiera es en la India y estamos haciendo análisis detallado para saber cuál es la situación actual. No trabajamos en países donde los derechos humanos o el cumplimiento de las condiciones mínimas laborales sean un tema crítico. Intentamos que nuestros proveedores cumplan todas las condiciones de seguridad laboral que nosotros exigimos.
-Y como responsable de sostenibilidad de Ferrovial, ¿que es más complicado de negociar o de manejar la E de medio ambiente, la S de social o la G de gobernanza?
-El medioambiente lo cubre absolutamente todo y es la que tiene un mayor trasfondo económico. Cuando hablamos de cambio climático estamos hablando de cambio de modelo energético fundamentalmente. La agenda del cambio climático es tan urgente que es la más relevante con mucha diferencia para cualquier negocio. En Gobernanza estamos sometidos a la regulación y se basa en el cumplimiento de la legislación existente. En este ámbito, lo que hacemos es anticiparnos a las legislaciones futuras para adaptar a la compañía con suficiente tiempo y para ser más eficientes en ese sentido. En medio se nos queda la parte social y ahí diría que los mayores retos son temas de diversidad y de brecha de género y salariales. Esto no son exclusivos nuestros, sino del sector en general. Tradicionalmente, por ejemplo, ha habido menos mujeres en puestos de responsabilidad, estamos haciendo esfuerzos para cubrir este 'gap' pero lleva tiempo. La seguridad laboral también nos preocupa y nuestro objetivo es llegar a cero accidentes laborales. No obstante, en la parte social tenemos muchas dificultades para establecer indicadores cuantitativos.
-Este año acaba el Plan Horizon 24, ¿cómo va el desarrollo de esta hoja de ruta?
-Uno de los puntos interesantes del Plan Horizon 24, aparte de que se están cumpliendo los objetivos que estaban establecidos, es que la estrategia de sostenibilidad y el plan, que es la estrategia de negocio, están tan íntimamente ligados que no somos capaces de distinguir entre una y otra. La sostenibilidad es un balance entre los riesgos a los que te enfrentas como compañía, pero siempre hay oportunidades.
«Queremos ser más ambiciosos en la descarbonización de nuestra actividad, pero nos hemos dado cuenta que no hay la tecnología disponible para todos los procesos»
-¿Cuáles son los retos o barreras que pueden dar al traste con esos objetivos?
-La visibilidad de tecnologías a una escala suficiente que nos permita la descarbonización es el principal problema. Tenemos unas metas de descarbonización muy ambiciosas que están alineadas con los objetivos basados en la ciencia, pero tenemos que ir más allá y que, previsiblemente, lo haremos público pronto. Al dar este paso nos damos cuenta que realmente no tenemos visibilidad de tecnologías que tengan esa capacidad de descarbonización en los procesos más intensivos en energía que tenemos en nuestra compañía. Estamos haciendo proyectos piloto con nuevos combustibles, pero no tenemos la garantía de una disponibilidad de ellos para satisfacer nuestras necesidades de descarbonización. En los aeropuertos, por ejemplo, trabajamos con SAF y creando las infraestructuras necesarias para que se puedan descarbonizar el sector, pero son muy caros y todavía no tienen la capacidad de producción.
-Las aerolíneas os dejan la pelota en vuestro tejado. Afirman que no hay infraestructuras necesarias...
-Estamos trabajando en eso y es una inversión importante. El problema realmente es que ahora mismo el SAF es cuatro veces más caro que el queroseno y esto tiene mucho que ver no solo con el hecho de que es un proceso industrial más caro, sino fundamentalmente con los subsidios y la fiscalidad al queroseno. Aparentemente esto va a cambiar, al menos en el ámbito de la Unión Europea, y entonces puede cambiar el balance de precios.
-Habla de inversión en la infraestructura del aeropuerto. ¿No vale lo que hay hasta ahora? ¿Qué hay que cambiar?
-Hay que crear toda la infraestructura de almacenamiento de este combustible y de abastecimiento a las aeronaves en tierra. Eso requiere de nuevas conducciones, nuevos dispositivos, nuevas instalaciones y eso es en lo que estamos trabajando. No es un cambio muy radical en la infraestructura del aeropuerto, pero sí requiere modificaciones que tienen un coste de inversión importante.
-Y en cuanto por ejemplo, a infraestructuras de carreteras, coches en la descarbonización de esas construcciones o cuáles son los productos que pueden hacer que esa huella sea menor.
-Aquí hay dos tendencias fundamentales. La primera es la evolución del parque móvil, pero eso no depende de nosotros. Si tienes un parque móvil muy antiguo, las emisiones relacionadas con el tráfico son mayores. En la parte que sí que depende de nosotros, estamos haciendo todo lo posible y la propia infraestructura con un diseño que agilice el tráfico para que las rutas sean más óptimas y se circule a una velocidad donde el motor de combustión genere menos emisiones. Esto lo hacemos fusionando la infraestructura pesada con tecnologías de la información.
-Al principio de esta conversación contaba que han desarrollado una herramienta para mejorar la adaptación de sus infraestructuras al cambio climático. ¿Cómo funciona?
-Se llama Adaptar y la hemos desarrollado en los últimos años en colaboración con la Universidad de Cantabria y el equipo del Instituto de Hidráulica de esta universidad dirigido por el profesor Losada. Lo que hace es integrar todos los modelos climáticos con un nivel de resolución muy pequeño y se integra en cada uno de nuestros proyectos de infraestructuras o las infraestructuras existentes. Esto nos genera los riesgos climáticos en términos de intensidad y de probabilidad a los que se exponen nuestras infraestructuras, por ejemplo inundaciones o incremento de las temperaturas extremas. Además, esta aplicación nos permite monetizar el impacto de esos riesgos a medio a largo plazo y entonces podemos planificar si monetariamente nos interesa el proyecto.
-¿Y cuánto es el coste de reparación o adaptación de las infraestructuras por el cambio climático?
-Depende, pero estamos hablando de centenares de millones de euros, lo que pasa es que están diferidos en el tiempo. Ten en cuenta que tenemos concesiones que tienen 90 años de duración. Además, esto tiene otros impactos colaterales positivos, por ejemplo, la reducción de los costes del aseguramiento de esas estructuras. Hemos sido los primeros en contar con una herramienta de este tipo y para nosotros es una absoluta ventaja competitiva porque tener esto nos da un nivel de conocimiento de lo que va a pasar en nuestra infraestructura y nuestros clientes lo valoran muchísimo.
TITULO: REVISTA PANTALLA SEMANAL CON - Luis Mateo Díez: «La vida es incómoda; es maravillosa y da gusto vivirla, pero joder, es incómoda»,.
Luis Mateo Díez: «La vida es incómoda; es maravillosa y da gusto vivirla, pero joder, es incómoda»,.
El leonés recibirá este martes en Alcalá el Premio Miguel de Cervantes, el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos,.
foto / Luis Mateo Díez, escritor leonés, en los días previos a recibir el Premio Cervantes,.
El próximo martes, 23 de abril, el escritor leonés Luis Mateo Díez (Villablino, 1942) recogerá el Premio Cervantes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, dos días antes de que vea la luz 'El amo de la pista' (Alfaguara, 19,90 euros), su nueva novela. Se convertirá así en el séptimo de los 48 autores premiados hasta la fecha con el gran galardón de las letras españolas que guarda una estrecha relación con Castilla y León, inscribiendo su nombre en una ilustre lista que inauguró en 1976 el vallisoletano Jorge Guillén, en la que también aparecen Torrente Ballester, Delibes, Umbral, Jiménez Lozano y su querido y admirado paisano Antonio Gamoneda. «Sin entrar en grandes discusiones teóricas», su discurso de agradecimiento tendrá un tono «un poco confesional»: «Hablaré de dónde viene el escritor que soy y de cómo ha ido evolucionando, de en qué está y cuáles son sus intereses. Será algo simple y espero que entretenido», adelanta a Ical con una sonrisa socarrona antes de rematar: «Subiré al podio como buenamente pueda, sacaré los papeles y lo que no haré, en ningún caso, será subirme a la parra».
¿Hasta qué punto le marcó su infancia en Villablino, donde vivió hasta los 12 años? ¿Cómo ha condicionado su vida?
En lo humano, es una huella indeleble. Ahora que, con motivo del Cervantes, estoy reflexionando sobre de dónde vengo como escritor, veo que hay una vía importante hacia allí: una infancia de posguerra, en un mundo de grandes afectos familiares y vecinales, dentro de la niebla que había en todo aquello. He intensificado ese recuerdo de la vivencia de las tradiciones orales. Fui un niño fascinado por las historias que se contaban en un ámbito casi ritual que viví muy intensamente. Aparte del cuento de la vida, de las noticias diarias, estaba todo ese mundo de las literaturas populares, que en León son importantes. Hay un acervo que está bastante recopilado, del mundo de la leyenda, el romancero anónimo, las cosmogonías... Y la huella de escuchar historias en esa dimensión social de las noches, en las cocinas, con la gente reunida, despertó en mí el aliento de querer ser yo mismo un contador de historias. De ahí vengo.
¿Fue entonces cuando descubrió el placer de la lectura? ¿Cómo se enganchó a ella?
Yo era un niño especial, un poco indolente, rarillo. Mi padre era un hombre muy culto y tenía en casa una biblioteca de clásicos; nos hablaba de ellos y nos contagiaba, claro. Todos los hermanos fuimos enseguida lectores. También fue decisivo para mí el trabajo de la Fundación Sierra Pambley, con una escuela que guardaba cierta aureola institucionista, con unos maestros que tenían la costumbre no de hacerte leer, sino de leerte. Así, en la voz de alguien y no leyéndolo yo, conocí 'El Quijote', 'Robinson Crusoe', el 'Lazarillo', las novelas de Verne o tantas otras... Ahí regresamos a ese juego de lo oral, lo tradicional y lo popular. Recuerdo que en algunas mañanas de invierno, cuando la nieve nos robaba el recreo, los chavales nos quedábamos fascinados escuchando esos relatos, con la voz siempre como intermediaria. Esas dos experiencias me han marcado mucho.
Con apenas veinte años, ya en León, crea la revista 'Claraboya' junto a Agustín Delgado, José Antonio Llamas y Ángel Fierro. ¿Qué aprendió allí?
He tenido la suerte de establecer siempre un nivel tremendo de comunicación en la amistad. Dentro de la amistad hay una parte poderosa de amistad literaria, pero siempre con los amigos por encima de la literatura. Una parte fundamental de mi formación literaria y de mi aprendizaje como escritor está en la poesía. No era lo mío, pero por amistad, por complicidad y por contagio, empecé a escribir poesía. Mal. Era mal poeta, poco interesante, pero en esa época a través de lo que escribíamos teníamos un cierto compromiso sociopolítico. No sé si la revista poéticamente tiene la fuerte trascendencia que se le ha dado, pero a nivel testimonial sí; da la medida de una juventud inconformista, atrabiliaria, anarcoide, que expresaba ese malestar enorme de vivir aquellos tiempos tan siniestros.
No ha vuelto a ella, pero sin embargo el lenguaje poético es algo que, desde entonces, le ha acompañado siempre en su prosa. ¿Qué le aporta la poesía?
Puede decirse que tengo un subsuelo lírico. No de prosa poética, que tampoco me interesa mucho, como no me interesa nada el costumbrismo o esas cosas, pero sí se puede apreciar un aliento lírico en la manera de afinar un estilo, cuando el interés tampoco es de un realismo, sino un poco tal vez en la teoría aquella de Borges de que la auténtica condición del arte es la irrealidad. Para entrar ahí y perfilar tu escritura, cuando quieres que eso tenga algún tipo de intensidad más simbólica, el nivel más extremo de expresividad está relacionado con ese aliento.
Después marcha a Madrid y Oviedo para estudiar Derecho. ¿Qué le empujó allí?
El destino de un mal estudiante que no tenía interés por nada. Yo leía, escribía, veía cine, bebía algo más de lo aconsejable, me gustaban las chicas y andaba por ahí muy extraviado, con una desatención total a los estudios. Hice una carrera de Derecho bastante desastrosa y después de hablar con mi padre decidí hacer una oposición. La saqué, apretadamente, entré en el Ayuntamiento de Madrid y ahí cambió mi destino profesional. Aquello me gustó mucho. Mi padre ya había sido municipalista y encontré unos profesionales maravillosos en la administración local, que es donde se administra la realidad. Me hice muy especialista en teoría de las grandes ciudades, urbanismo y cosas de esas. Ahora ya no me acuerdo de nada.
¿Cuándo tuvo claro que quería dedicar su vida a la literatura?
Yo nunca tuve la ambición de vivir de lo que escribía. Eso lo tenía claro, porque era una condición de los 'claraboyos'. Era una cosa hasta divertida, con unos desvaríos tremendos... Teníamos hasta el compromiso de quedar inéditos, lo cual era el colmo de la estupidez, porque claro, a la primera de cambio que alguno pudo publicar un libro pues lo publicó. No éramos ágrafos. Ellos eran unos poetas maravillosos: Agustín y Ángel eran más estrictos, mientras que Toño era un poeta explosivo, maravilloso, épico. Aquel compromiso era totalmente absurdo.
Un año después de publicar su poemario 'Señales de humo', en 1973 ve la luz 'Memorial de hierbas', su primer libro de cuentos; y una década después, en 1982, su primera novela: 'Las estaciones provinciales', que publicó a los 40 años. ¿Por qué ese largo proceso de maduración hasta la novela?
Es curioso porque parece un camino, diríamos, reglamentado. El chico que escribe cuentos, luego pasa a las novelas cortas y acaba con una novela larga, yendo y viniendo de diferentes géneros... En mi caso todo sucedió con mucha naturalidad. La novela corta es el género que más me gusta de todos y lo he cultivado muchísimo, pero llegué a 'Las estaciones provinciales' por necesidad. Me vi metido en una novela larga. Yo ya tenía ambición literaria y conciencia de una carrera, no en la parte meramente material, sino de lo que yo quería escribir, de los descubrimientos que iba haciendo y también de un cierto sosiego en cómo avanzaba. Era muy premeditado en ver el camino que estaba siguiendo y me vigilaba mucho. Ahí hay un encuentro clave con la novela italiana de posguerra que me marca mucho, desde Pavese a Pratolini, Bassani sobre todo, Moravia y tantos otros. Al afrontar 'Las estaciones provinciales' el propio título me daba la medida de lo que quería hacer: una novela muy testimonial, nada costumbrista y sobre todo de atmósferas, con cierto juego verbal y experimentación léxica, y ambientada en los años 50 en una ciudad de provincias -León, de manera explícita, aunque nunca aparece- que aún no es una de mis Ciudades de Sombra posteriores.
Poco después, con 'La fuente de la edad' (1986) se alzó con el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa y se dio a conocer entre el gran público. Ha comentado que es la novela que más le ha perseguido. ¿Fue un punto y aparte para usted?
Sí, es verdad. Es curioso, porque 'Las estaciones provinciales' fue una novela que resultó difícil publicar porque los editores no la entendían. No sé si les parecía una novela antigua o qué, pero hasta que no llegó a Alfaguara, donde la leyó gente como Hortelano, no la entendieron. Luego fue finalista del Premio de la Crítica junto a otras obras como 'Un día volveré', de Marsé, y eso ya me situó en cierta forma. Unos años después vio la luz 'La fuente de la edad', que tuvo un gran éxito de crítica y de los lectores, y que ha circulado muy bien desde entonces, con muchas traducciones en otras lenguas. Es esa novela de éxito que te llega y que te persigue toda la vida. Es curioso porque muchos de los lectores que ha tenido solo han leído eso mío. Yo ya la he olvidado, pero mucha gente se quedó en ella y no ha querido volver a saber de mí, quizá hasta Celama.
Ha señalado que siente una «deuda» con su memoria «y con los territorios que viven en ella».
Eso tal vez pertenece a un ámbito generacional. Yo no puedo separar mis cosas particulares y privadas del hecho de haber sido un niño de posguerra en el mundo rural, de haber vivido muy intensamente aquellos años 60 antifraquistas en una ciudad de provincias o de haber pasado los veranos durante mucho tiempo en el páramo leonés. En algunos estudios sobre mí inciden en que soy un escritor donde entra en eclosión el contraste entre lo antiguo y lo moderno, entre el pasado y el futuro. En mi obra está presente ese choque entre la desaparición de las culturas campesinas, que está ahí con una mirada un poco melancólica, y lo que puede ser el destino de la revolución tecnológica. Todas esas contradicciones y contrariedades generan un humus.
Como sus queridos Rulfo, Faulkner o Bassani, creó un territorio propio: Celama y sus Ciudades de Sombra, un terreno del mito y la memoria. ¿Fue fruto de la necesidad de encontrar su espacio?
En un momento dado tuve la auténtica necesidad de crear un territorio personal para formalizar mi inventiva. Hay una larga tradición en ese sentido: ahí está la ejemplaridad de la Yoknapatawpha de Faulkner, el Macondo de García Márquez, la Santa María de Onetti, la región de Benet… En mi caso, construyo un territorio que nace con Celama, una suerte de provincia imaginaria que no es que surja de la nada, porque se construye con muchas de mis experiencias y de mi acopio de sensibilidad, pero es un mundo muy de irrealidad, que no de fantasía. En esas Ciudades de Sombra, claro, hay una huella de lo que me marcó en el pasado, de tener cierta idea de la antigüedad que se sustentaba en la belleza de nuestra tierra, Castilla y León, que atesora uno de los patrimonios artísticos más hermosos y ricos del mundo sin duda alguna, con elementos del Románico, del Gótico, del Mozárabe... Desde mi infancia y mi juventud, en esos años tan viciosos y tan raros, hasta que explotó todo aquello, desapareció el dictador, llegó la democracia y España cambió, hay un devenir en el cual lo antiguo se hace viejo. Viejo y pendejo. En el caso de León, una ciudad de enorme belleza, con monumentos fascinantes, ni la catedral se salvaba en medio de aquella sociedad recovecosa y de medio pelo, sufriente obviamente, penintencial y llena de unos curas siniestros, como los grajos del sochantre, con el mando en plaza de un Obispado que había arrasado con toda la herencia del institucionismo. De ahí salen mis cofrades de 'La fuente de la edad', que era una bonita metáfora de cómo unos hombres desarrapados de ese tiempo decadente y degradado, en una ciudad que podría ser cualquier ciudad de provincias, de pronto sienten el ímpetu de buscar algo que está más allá de lo que les dan, de encontrar lo que merecen, que es la libertad de un sueño. Era la manera de salvarse de aquella mediocridad en la que vivían. Es una aventura de la imaginación, en el ámbito de la quimera. Hay que salvarse con quimeras para no morir en la miseria humana.
¿Puede entenderse su obra como un progresivo descubrimiento de ese espacio imaginario, esa «provincia del hombre» que decía Canetti?
Yo creo que lo imaginario propende un poco, en mi caso desde luego, a un ámbito de conquista de irrealidad, que no es fantástico pero que marca la contraposición de la realidad en la que vivimos con otra paralela donde están los frutos de lo imaginario. Es aquello que decía Irène Némirovsky, que es una escritora a la que yo quiero mucho, de que toda gran novela es un callejón lleno de gente desconocida. Sí, hay mucha gente desconocida que está en ese callejón, que es el patrimonio de lo imaginario, y allí puedes conocer a la gente más fascinante, mejor a veces que la que conoces en la vida real (aunque no sustitutiva de ella), porque conocerla te da pautas para intensificar el conocimiento de lo que es el corazón humano y lo que somos. Yo sé que el total de lo que he hecho dará un universo cerrado, con un sentido de la condición humana y una manera de entender la vida. Ver que el destino del hombre está a la vuelta de la esquina, los héroes del fracaso, la fragilidad, los símbolos de los que están nutridas todas mis novelas… Eso dará un total. Y en eso yo tuve perspicacia, porque la previsión de ese mundo yo la tenía y la fui encontrando en los territorios imaginarios.
Celama es, en cierto modo, una gran metáfora sobre la desaparición de las culturas campesinas. ¿Cómo ve la situación actual del campo, con las protestas en la calle?
Vivimos tiempos muy contradictorios. Esto de los agricultores y las tractoradas, como en su día la eclosión minera, tiene que ver con el contraste entre las economías agrarias y una regulación mucho más extensiva y menos contemplativa. Por otra parte en el camino del agro al comercio y al consumidor hay un descontrol claro y una serie de intereses contradictorios que perjudican al origen. El perjudicado es siempre el que cultiva. Ahora está todo reglamentado, y me parece bien, pero es fácil derivar desde los beneficios del ecologismo hacia una visión miserable frente al respeto a la tierra de quien la trabaja y la suda. Tenemos que proteger, qué duda cabe, ante realidades como el cambio climático, pero no podemos ser tan zoquetes de no ver lo que nos está pasando y que hay que cuidar lo que tenemos. Yo creo que no hay ecologismo más poderoso y más sentido que el de los campesinos. Ellos sí que han hecho ecologismo, porque saben cómo tienes que explotar la tierra y lo que hay que darle para que produzca. Yo estoy totalmente de parte del campesinado. Hay un peso enorme de prepotencia por parte de quien gobierna desde la altura.
Al hilo de la publicación de 'Las lecciones de las cosas', en 2004 subrayaba que «la falta fundamental en este país es la educación». Dos décadas después parece que la realidad no ha mejorado demasiado.
A lo largo de la democracia hemos padecido el constante cambio de modelos educativos. No ha habido acuerdo general sobre algo tan crucial. No lo hay y no lo va a haber, lo cual es temible. Ley tras ley, las rupturas son continuas. Hay una dejación, un desinterés por el profesorado, y eso nos deja un profesorado huérfano y desamparado en los colegios y en los institutos, que con mucha conciencia profesional consigue que el sistema funcione. Eso no parece que interese a nadie, pero ahí hay un mundo descabalado.
El día que le llamaron para comunicarle el Premio Cervantes acababa de poner el punto y final a 'Últimas voluntades', una novela corta inédita. ¿Qué sueños le quedan por cumplir?
Esto del Cervantes es complicado. Yo no esperaba que lo fuera tanto, pero es un punto de llegada. Es un premio que te cambia en cierto modo la imagen y de pronto eres como un personaje público. Es un reconocimiento que tiene una trascendencia sociocultural que tienes que asumir, además de alegrarte y celebrarlo, pero mi obra va a seguir por donde va. Es que no tengo otro derrotero. No es que yo tenga conciencia finalista, pero sí tengo conciencia de la edad. Suelo repetir más de lo debido de que el cuerpo pesa. La ley de la gravedad está en proporción a la edad y tira de ti hacia abajo. Y luego hay otra cosa que todos sabemos pero que no tenemos en cuenta hasta que no cumplimos más de 80 años, y es que la vida es incómoda; es maravillosa y da gusto vivirla, pero joder, es incómoda. Tienes días en los que no duermes bien, otros en los que te cuesta levantarte, tienes que salir a pasear para no engordar… La vida es bastante incómoda, pero como es lo poco que tenemos, hay que disfrutarla y no ser un quejica.
TITULO : CON LA PELOTA CON - Fútbol - Triunfo del Cacereño por 2-0 frente al CD Atlético Paso,.
Fútbol - Triunfo del Cacereño por 2-0 frente al CD Atlético Paso,.
El Cacereño se quedó con los tres puntos tras vencer en su estadio ante el Atlético Paso,.
El Cacereño ganó 2-0 contra el Atlético Paso durante el duelo disputado este domingo en el Príncipe Felipe. El Cacereño encaró el encuentro con la intención de sumar más puntos en la competencia tras empatar 0-0 en el último partido celebrado frente al Llerenense. En el lado de los visitantes, el CD Atlético Paso venció en sus dos últimos encuentros de la competición contra el Talavera de la Reina en su estadio y el Ursaria fuera de casa, por 1-0 y 0-1 respectivamente. Tras el resultado obtenido, el conjunto cacereño es séptimo, mientras que el Atlético Paso es quinto al finalizar el encuentro.
La primera parte del enfrentamiento arrancó de manera favorable para el once cacereño, que aprovechó la oportunidad para inaugurar el marcador con un gol de Álvaro Clausí en el minuto 15, acabando la primera parte con un 1-0 en el luminoso.
Tras el descanso, en la segunda parte llegó el gol para el Cacereño, que incrementó su distancia gracias a un tanto de Deco en el minuto 77, terminando de esta manera el partido con un resultado final de 2-0.
El entrenador del Cacereño dio entrada a Karim, Tellechea, Jorge Sarmiento y Marcos Carrillo por Telles, Iván Breñé, Deco y Diego Díaz, mientras que el Atlético Paso dio luz verde a Asier, Alex Altube, Armiche, Rento Tahara y Andi, que entraron en sustitución de Adri Escudero, Sissokho, Barace, Robe Moreno y Alfonso.
El árbitro sancionó con tarjeta amarilla a siete jugadores, cuatro para los locales y tres para los visitantes. Por parte de los locales la tarjeta fue para Telles, Deco, Lobato y Javi Barrio y por parte de los visitantes para Adri Escudero, Robe Moreno y Menudo.
Tras el pitido final del árbitro de este partido perteneciente a la jornada número 32, el Cacereño se posicionó como séptimo clasificado, mientras que el Atlético Paso es quinto.
Los equipos seguirán disputando sus siguientes partidos en la Segunda Federación: el CD Atlético Paso tratará de volver a la senda de la victoria en su próximo duelo contra la Gimnástica Segoviana en casa, mientras que el Cacereño jugará contra el Illescas a domicilio.
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