jueves, 21 de noviembre de 2013

LAS DAMAS, Sergio Dalma, protagonista de una emotiva historia en 'Hay una cosa que te quiero decir' / EL AJEDREZ, Náufrago digital

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    El cantante-foto Sergio Dalma visitará el plató de 'Hay una cosa que te quiero decir' para convertirse en cómplice del mensaje de agradecimiento ... foto las damas,.
     
    El jueves, a partir de las 22.00 horas

    Sergio Dalma, protagonista de una emotiva historia en 'Hay una cosa que te quiero decir'

    El artista barcelonés acaba de presentar su último trabajo discográfico 'Cadore 33'

    El cantante Sergio Dalma visitará el plató de 'Hay una cosa que te quiero decir' para convertirse en cómplice del mensaje de agradecimiento que Beatriz trasladará a la madre de su pareja por haberle dado el cariño y el afecto que dice nunca haber tenido. Mañana, a partir de las 22.00 h.

    El cantante Sergio Dalma se convertirá mañana en protagonista de una de las nuevas historias de “Hay una cosa que te quiero decir”. El artista, que acaba de presentar su nuevo trabajo discográfico titulado 'Cadore 33', visitará el programa presentado por Jorge Javier Vázquez para ser cómplice del mensaje de agradecimiento que Beatriz, acompañado de su novio Jairo, desea trasladarle a la madre de éste por haberle dado el cariño y el afecto que dice nunca haber tenido durante los años que ha vivido en el seno de su familia.
    Beatriz confiesa que ha tenido una desgraciada vida en la que siempre ha añorado el amor de su madre y en la que tuvo que experimentar la incomprensión de su abuela, que acabó echándola de casa. Sin embargo, esta situación cambió cuando conoció a Jairo y a su madre, María José, que ha acabado ocupando el lugar de su madre. Consciente de que María José es fiel seguidora de Sergio Dalma, desea devolver todo el cariño y comprensión recibidos propiciando un encuentro entre ambos en el plató del programa. 

    TÍTULO; EL AJEDREZ, Náufrago digital,.

    Náufrago digitalUn ejecutivo francés pasa 40 días en un islote deshabitado del Índico conectado a su oficina por ordenador. «Es una forma de desintoxicación de la vida moderna»

    -foto-EL AJEDREZ, Náufrago digital,.foto-

    La fascinación por las islas de Gauthier Toulemonde (Roubaix, 1959) no es nueva. De pequeño devoraba novelas de aventuras y por las noches sus sueños se confundían con las peripecias de Robinson Crusoe o las hazañas del protagonista de cualquier libro de Julio Verne. En cuanto se hizo un poco más mayor quedó deslumbrado por el comandante Costeau y sus singladuras a remotos archipiélagos tropicales a bordo del 'Calypso'. Esa mezcla de ficción y realidad forjó en una parte de su cerebro una asociación entre los territorios insulares y los conceptos de libertad y autosuficiencia que se ha revelado uno de sus más sólidos principios.
    Pero los arrecifes no dan de comer, así que Gauthier arrinconó sus fantasías infantiles y terminó convertido en un alto ejecutivo de la banca. Durante años pisó las alfombras que adornan las altas esferas del poder financiero y compartió mesa y mantel con personalidades como Bill Clinton o Kofi Anan.
    Un día se dio cuenta de que ese camino le alejaba cada vez más de los archipiélagos que seguían navegando en uno de los cuadrantes de su cabeza y lo mandó todo a paseo. Adquirió una modesta editorial que publicaba una revista sobre sellos, otra de sus pasiones, y emprendió una nueva vida más acorde con sus sueños infantiles.
    El tiempo que ganó con su nueva ocupación lo invirtió en emular a sus héroes de la niñez. Viajó al Polo Norte, visitó remotas islas caribeñas, exploró cuencas fluviales tropicales y hasta navegó a bordo del 'Planetsolar', la primera embarcación que dio la vuelta al globo movida por la energía del sol. Fue precisamente en el 'Planetsolar' donde empezó a acariciar la idea de convertirse en un Robinson Crusoe a tiempo parcial. Uno de los técnicos que conoció en el barco le enseñó que la luz del sol era capaz de hacer funcionar cualquier ingenio y decidió poner esa sabiduría al servicio de su nuevo proyecto.
    Cargó su maleta con un par de ordenadores portátiles alimentados por paneles solares, dos teléfonos satélite, un poco de ropa y una hamaca, y se plantó en un islote deshabitado del Índico que tiene 700 metros de largo y 500 de ancho. En la isla no hay agua potable, así que tuvo que llevarse también una desalinizadora solar. Quería comprobar si era posible alejarse de las servidumbres de la vida contemporánea sin abandonar sus obligaciones laborales gracias a las nuevas tecnologías.
    Nubes de insectos
    El pasado 8 de octubre tomó posesión del islote, situado a cinco horas de navegación del núcleo habitado más próximo, con la única compañía de su perro. Su primera ocupación tras construirse un refugio básico para pernoctar fue verificar si podía conectar con sus compañeros de trabajo, ubicados a más de 10.000 kilómetros de distancia. La comunicación funcionó y Toulemonde inició así una peculiar relación laboral que se ha prolongado durante más de cinco semanas: juntos repasaban los acontecimientos y planificaban las tareas de la jornada pese a las seis horas de diferencia. «Se puede trabajar a distancia pero se pierde el contacto humano que tan necesario es para el buen funcionamiento de una empresa», ha recapitulado tras poner fin a su experimento.
    El empresario volverá esta semana a Francia con unos cuantos kilos de menos pero con la satisfacción de haber hecho realidad su sueño. Puede que la isla resultase paradisiaca, pero el blog que ha mantenido activo todo este tiempo refleja que su estancia ha sido algo más accidentada de lo que se podía pensar: lluvias torrenciales, vientos huracanados y nubes de insectos de afiladas dentaduras le han mantenido en permanente tensión. «El paraíso se vuelve a veces un infierno», ha confesado en sus momentos más bajos. Son los gajes de ser náufrago en la era digital.

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