domingo, 7 de junio de 2015

EL BLOC DEL CARTERO, LA CARTA DE LA SEMANA, LA NUEVA CENSURA,.

TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO, LA CARTA DE LA SEMANA, LA NUEVA CENSURA,.

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reloj sabado.jpgTengo un amigo empeñado en instruirme en el manejo de las redes sociales, que para mí resulta tan esotérico como el manejo de las redes cangrejeras. El otro día, mientras probaba inútilmente a enseñarme el funcionamiento de Facebook, me mostró el modo de 'administrar' los comentarios que sus amigos dejaban en su página; y enseguida mi atención quedó prendida de sus explicaciones, porque me di cuenta de que los diversos modos en que Facebook permite 'administrar' los comentarios son perfectamente asimilables a las diversas formas de censura, hasta llegar a la más eficaz y sibilina de todas.
Me sorprendió, en primer lugar, que Facebook impida al titular de una página examinar los comentarios antes de que sean publicados. Así, exactamente así, se desenvuelve el Poder en nuestra época: haciéndole creer a todo quisque que su voz es sagrada, que nadie podrá acallarlo ni poner trabas a su libre expresión. Y aparentemente así ocurre: a nadie se le pone un bozal, a nadie se le amenaza con castigos en caso de que profiera inconveniencias, a nadie se le somete a 'censura previa'. En teoría se puede decir o escribir cualquier cosa, como el usuario de Facebook puede dejar en el 'muro' de Facebook el comentario que le venga en gana. Naturalmente, se trata de un espejismo: el discrepante se queda satisfecho y tranquilo tras el desahogo; y así, una vez desahogado, se le puede condenar de inmediato al ostracismo, se le puede mandar a freír gárgaras o, mucho más delicadamente, se le puede dejar que siga desahogándose hasta quedarse afónico, sin que lo escuche nadie, o permitiendo benévolamente que lo escuche tan sólo su tía la de Cuenca. Todas estas posibilidades las hallamos en los diversos modos con que Facebook permite 'administrar' los comentarios.
Puede el titular de la página, si el comentario es de su agrado, pulsar un «me gusta». Este premio es asimilable a la condecoración que en esta fase democrática de la Historia se concede a los que halagan los oídos del Poder, que a cambio les pasa la mano por el lomo, los beneficia con diversos momios y los aureola de un (falso) predicamento, designándolos «periodista de referencia», «intelectual comprometido», «escritor de prestigio», siempre (¡por supuesto!) que repitan como loritos las consignas que al Poder interesan, aunque luego se hagan los machotes y los polemistas en esas fruslerías en las que el Poder admite discrepancias, a través de sus negociados de izquierdas y derechas.
Pero donde la 'administración' de comentarios de Facebook se asimila a las diversas técnicas de censura es en las diversas maneras en que pueden ser borrados. Existe el 'bloqueo' del comentarista, que sería el equivalente a la condena al ostracismo, que hoy se logra sobre todo silenciando al réprobo en las tribunas mediáticas. También Facebook permite la 'eliminación' de los comentarios enojosos, que sería el equivalente al castigo a modo de aviso que se reserva a los díscolos, apartándolos de ciertas tribunas, restándoles visibilidad, ensordeciendo su voz, obligándolos a bregar con una turbamulta de voces adversas, etcétera. Pero el modo más refinado de censura que ofrece Facebook es el 'ocultamiento' del comentario enojoso: de este modo, se puede impedir que ese comentario sea leído por otras personas que no sean el propio comentarista y su círculo de allegados, que sin embargo creerán ingenuamente que su comentario no ha sido censurado. En esta fase democrática de la Historia esta forma de censura, tan sibilina y aséptica, es la más utilizada por el Poder, que a las voces más enojosas las va recluyendo poco a poco mediante técnicas indoloras, melifluas y muy discretas en el ostracismo, sin llegar a acallarlas del todo, permitiendo que se dirijan a una parroquia cada vez más pequeña y endogámica, condenándolas a la irrelevancia, mientras el Poder se encarga de apacentar a las masas, formateando sus cerebros y sus almas para que las voces auténticamente discrepantes les resulten ininteligibles, y echándoles a cambio en el pesebre voces que discrepan en fruslerías.
Por supuesto, esta es la forma de censura más eficaz, pues a la vez que consigue minimizar los efectos de las voces discrepantes logra que tales voces sigan desgañitándose, creyendo ingenuamente que son escuchadas. Hasta en el funcionamiento de Facebook se esconden enseñanzas provechosas.

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