lunes, 30 de septiembre de 2019

Documental - Un Niágara creado por los romanos,./ Días de cine clásico - Cine Con faldas y a lo loco, , Miercoles -2- Octubre,./ Un país para escucharlo - Cáceres sueña con aviones,.

TITULO: Documental - Un Niágara creado por los romanos,.


Un Niágara creado por los romanos,.

El rafting es una actividad practicada asiduamente en las cataratas de Mármore, que rugen con la fuerza del agua desembalsada.  foto,.

El rafting es una actividad practicada asiduamente en las cataratas de Mármore, que rugen con la fuerza del agua desembalsada. :: r. c./La mano humana modeló hace 2.300 años las cataratas italianas de Mármore, que sedujeron a los artistas de la época del Romanticismo y hoy a los amantes del rafting y del barranquismo,.


A la cascadas de Mármore, las más altas de Europa con sus 165 metros de caída, se las oye antes de poder verlas. Están medio escondidas tras una montaña situada a pocos kilómetros de Terni, en el centro de Italia y a poco más de una hora en coche desde Roma. Sobrecoge contemplar sus tres saltos de agua, el primero de 90 metros y los otros dos de unos 25 metros cada uno. Aún impresiona más cuando te enteras de que esta maravilla no es sólo obra de la naturaleza, sino también de la Antigua Roma. Los ingenieros a las órdenes del cónsul Manio Curio Dentato construyeron en el año 271 antes de Cristo un canal para desviar las aguas del río Velino, que formaban una insalubre zona pantanosa en el altiplano de Rieti, y hacer que confluyeran en el valle del río Nera, un afluente del Tíber. Crearon así el lago artificial de Piediluco, cuya presa controla la cantidad de agua que cae por las cascadas. Cuando se abren las compuertas, lo que ocurre tres veces al día en verano y dos en invierno durante un par de horas cada vez, por las cataratas bajan unos 15 metros cúbicos por segundo. Al cerrarlas el flujo se reduce a unos 3 metros cúbicos.
Esta diferencia de caudal ha convertido a Mármore en un paraíso europeo para los amantes del rafting y del barranquismo. Estas prácticas deportivas, que se desarrollan en horarios diferentes según la aportación que en ese momento el Nera reciba del Velino, tienen lugar en un paraje de una enorme belleza, con una vegetación que parece más propia de los trópicos que del Viejo Continente. «Yo trabajo medio año en mi país, Costa Rica, y la otra mitad aquí. No he encontrado otro emplazamiento con un río que tenga un entorno natural tan parecido al de mi tierra», asegura Ronny, instructor del centro de rafting de Mármore. «Es una de las zonas más bellas del mundo para practicar este deporte. Sólo hay otro sitio donde se empieza un recorrido después de una cascadas. Es en las cataratas Victoria siguiendo el río Zambeze, en la frontera entre Zambia y Zimbabue», confirma Camillo Dall'Oglio, uno de los responsable del centro.

LAS MÁS ALTAS DE EUROPA

Las más altas de Europa
165 metros cúbicos de agua por segundo llevan las cataratas cuando se abre la presa, mientras que el flujo se reduce a unos tres metros cúbicos por segundo cuando se cierra.
Obra de ingeniería: son fruto del canal y la presa que crearon los antiguos romanos en el año 271 a.C. para controlar las aguas del río Velino, que formaban una insalubre zona pantanosa en el altiplano de Rieti, y hacer que confluyeran con el Nera, un afluente del Tíber.
15 metros de caída tienen las cascadas de Mármore, divididas en un salto de 90 metros y dos de unos 25 metros. Son las más altas de Europa y están situadas en Umbria, en el centro de Italia.
Ninguno de los dos exagera. En los alrededor de 45 minutos que dura el recorrido en lancha neumática, al visitante le da tiempo tanto a divertirse con los rápidos como a maravillarse con la belleza natural del bosque de rivera del valle del Nera y con la historia del lugar. Un antiguo puente romano de piedra y un tramo donde el río atraviesa un pequeño arco natural, excavado por el agua bajo una gigantesca roca, son probablemente los dos panoramas más sugestivos del entorno, amén de las cascadas. Tampoco faltan algunos curiosos edificios de viejas fábricas abandonadas, ejemplos de arqueología industrial y del uso del curso del río como fuente de energía. El trayecto con la lancha acaba en una zona de aguas tranquilas donde el visitante puede bañarse antes de volver a la catarata. Aprovechando el momento en el que la presa reduce el flujo que viene desde el Velino, se inicia allí el recorrido de barranquismo por el cauce del Nera. Es algo más exigente físicamente que el de la balsa, pero brinda la maravillosa experiencia de dejar llevar el cuerpo por la corriente entre pozas y zonas de aguas más rápidas.
«Otra de las particularidades de este emplazamiento es la temperatura del agua. En verano está a unos doce grados centígrados. Está menos fría que la de los ríos del norte de Italia, cuya agua proviene del deshielo de los Alpes», dice Pietro Dall'Oglio, creador junto a su hermano del centro de rafting de Mármore. «Que sepamos con antelación cuándo son las oscilaciones del flujo del río nos permite además controlar bien que no haya peligros en el curso y limpiarlo de ramas que puedan quedar atrapadas», explica Pietro. No sólo son palos lo que los instructores encuentran. Hace unos días saltaron a los medios italianos después de que, durante un descenso con un grupo de visitantes extranjeros, se encontraran con que la corriente del río arrastraba una cría de corzo. Consiguieron salvarla, protagonizando un vídeo que no tardó en difundirse de forma viral por las redes sociales.

Una oda de Lord Byron

Además de deportes fluviales, el visitante de las cascadas de Mármore puede disfrutar de varios senderos de diferente dificultad, participar en visitas guiadas y practicar escalada, paracaidismo o completar un recorrido especial para bicicletas de montaña. La simple contemplación de las cascadas lleva siglos atrayendo a viajeros de todo el mundo, como demuestra el hecho de que Mármore fuera una etapa habitual en el 'Grand Tour' que algunos jóvenes ricos franceses, británicos y alemanes comenzaron a realizar por Italia desde el siglo XVII. Además de Venecia, Roma o Nápoles, les gustaba detenerse en este lugar, al que no le ha faltado quién le escriba y quién le pinte. «Las cascadas han sido inmortalizadas por infinidad de poetas y pintores. Atrajeron mucho a los artistas del Romanticismo porque encarnaban sus valores», cuenta Stefano Grilli, guía del parque de Mármore. El intelectual e idealista inglés Lord Byron, considerado el padre del Romanticismo, escribió una famosa oda a las cascadas, que visitaron en diversas ocasiones el poeta Percy Bysshe Shelley y su esposa, Mary Shelley, autora de la celebérrima novela 'Frankenstein'. También hay testimonios de que se detuvieron en el lugar otros escritores de renombre como el alemán Goethe, el inglés Charles Dickens o el italiano Giacomo Leopardi.
Un punto privilegiado para contemplar de cerca el primer y mayor salto de las cascadas, en el que en ocasiones se forma el arcoíris, es la torre de la 'Specola', mandada construir por el papa Pío VI en 1781 cuando este territorio formaba parte de los Estados Pontificios. Lleva más de 200 años seduciendo a los turistas con la panorámica que ofrece, el llamado 'velo de la novia'.
Además de visitantes ilustres, no le faltan a Mármore las leyendas crecidas a su alrededor ni los supuestos orígenes mitológicos. Los antiguos romanos contaban que la ninfa Nera se enamoró de un joven pastor llamado Velino, lo que disgustó a Juno, diosa del matrimonio, por lo que transformó a Nera en un río que tomó su nombre y discurrió hasta el punto exacto donde ambos se habían visto por primera vez. Velino la buscó desesperadamente hasta que una sibila le informó de lo sucedido, así que el pastor se tiró por un barranco para encontrarse con su amada, dando así lugar a las cascadas de Mármore, eterno símbolo de su amor.
Algo más terrenal es el origen del nombre. Deriva de la gran cantidad de cal que transportan las aguas del Velino, cuya sedimentación y estratificación provoca la creación del mármol travertino. Por eso los antiguos romanos decían que este río tenía la capacidad de petrificar.
Destino obligado del 'Grand Tour', el recorrido por Italia que hacían los primeros viajeros europeos en los siglos XVII y XVIII, Mármore lleva siglos maravillando a pintores y literatos. Lord Byron dedicó una oda a las cascadas, que también visitaron Shelley, Goethe y Dickens.
Mármore es en la actualidad un magnífico destino para deportes fluviales y de aventura. Rafting, barranquismo, escalada, ciclismo y senderismo son algunas de las actividades al aire libre que pueden realizarse en este paraje de gran belleza natural, situado a poco más de una hora en coche de Roma.

   TITULO:   Días de cine clásico -Cine  Con faldas y a lo loco ., , Miercoles -2-Octubre,.
 

  Este miércoles  -2- Octubre a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.


 

Reparto
Con faldas y a lo loco , , , , , , , , , , , , , , ,
 
 
Época de la Ley Seca (1920-1933). Joe y Jerry son dos músicos del montón que se ven obligados a huir después de ser testigos de un ajuste de cuentas entre dos bandas rivales. Como no encuentran trabajo y la mafia los persigue, deciden vestirse de mujeres y tocar en una orquesta femenina. Joe (Curtis) para conquistar a Sugar Kane (Monroe), la cantante del grupo, finge ser un magnate impotente; mientras tanto, Jerry (Lemmon) es cortejado por un millonario que quiere casarse con él.


 
TITULO:   Un país para escucharlo  - Cáceres sueña con aviones,.
 
Un país para escucharlo,.

  • Martes -1- Octubre a las 23:00 horas en La 2, foto,.
  •  
  • Cáceres sueña con aviones,.

    Cáceres, desde un avión durante un vuelo Badajoz-Madrid. :: A.T./
    Cáceres, desde un avión durante un vuelo Badajoz-Madrid.

    El cacereño ve estelas en el cielo y recuerda su campo de aviación


    Sobre el cielo de Cáceres, en estos atardeceres limpios y tranquilos de otoño, se distinguen a veces hasta ocho aviones surcando el cielo. A los cacereños, esto de ver aviones nos provoca melancolía. Tenemos grabado en nuestra memoria sentimental el recuerdo del viejo campo de aviación y nos frustra saber que quizás nunca más volvamos a tener aeropuerto.
    Así que miramos el cielo, nos fijamos en las estelas de los aviones y, ya que no podemos volar en ellos, intentamos adivinar si va a llover: cuando las estelas de los reactores son delgadas y rectas, sequía segura, pero si engordan y se tornan vaporosas, entonces se acerca la lluvia.
    Si el cielo de Cáceres fuera como el de Badajoz, zona militar y espacio aéreo restringido, no nos martirizarían tanto los recuerdos, pero el cielo de la provincia cacereña está lleno de aerovías que la sobrevuelan y es paso obligado de las aeronaves que van a o vienen del sur de Portugal, Canarias y Sudamérica así que nuestra melancolía no tiene cura: siempre hay una estela recordándonos lo que fuimos.
    La aviación en Cáceres es la historia de una frustración, pero también de un fracaso. Hasta cinco veces se prometió que la ciudad tendría un aeropuerto, la última en 2006, pero ni aeropuerto ni tan siquiera un aeródromo, que es el último consuelo prometido.
    El campo de aviación de Cáceres presentaba hace un siglo un estado parecido al que presenta hoy, convertido en aparcamiento de tierra la semana de feria y los días de concierto en el recinto hípico. Nunca tuvo pistas asfaltadas y siempre fue un descampado casi circular de unos 1.000 metros de diámetro con varios hangares. Se inauguró en la ferias de mayo del año 1912 y ese año y el siguiente, el piloto francés Henry Tisier realizó una exhibición con su monoplano subiendo a cien por hora hasta 800 metros de altura.
    La capital cacereña tuvo sus años de gloria en el primer tercio del siglo XX, cuando el viejo aeródromo de la carretera de Mérida era escala de los vuelos Vitoria-Tánger y Madrid-Lisboa. En el periódico cacereño Nuevo Día del viernes 4 de noviembre de 1927, Narciso Maderal, director del rotativo, que durante la Guerra Civil llegaría a ser alcalde de Cáceres, y Crespo, su redactor jefe, escriben la crónica de un viaje regular entre Cáceres y Lisboa a bordo del trimotor Junkers que hacía aquella ruta internacional. Parten del aeródromo cacereño en compañía de un representante de películas norteamericano y de un teniente coronel portugués, que venían de Madrid, y 105 minutos después aterrizan en Lisboa.
    Aquellos vuelos entre Madrid y Lisboa dejaron de hacer escala en Cáceres por la dejadez de las autoridades locales. La compañía aérea pidió que se arreglara el firme de la pista porque en invierno se embarraba y los trimotores se atascaban, pero nada se hizo. También solicitaron la instalación de señales para distinguir el aeródromo en los días de poca visibilidad, pero se les respondió que se guiaran por las torres y el humo de las minas de Aldea Moret. En vista de tanta desidia, los vuelos comerciales se olvidaron de Cáceres y hasta ahora.
    El campo de aviación cacereño tuvo otro momento de mucha actividad durante los dos primeros años de la Guerra Civil. Albergó escuela de pilotos y fue base de los bombarderos Junker de la alemana Legión Cóndor, cuya plana mayor ocupó los castillos de las Arguijuelas. También hubo cazas de la Aviación Legionaria Italiana, como los Fiat Cr-32 de los capitanes Dequal o Joaquín García-Morato y los tenientes Mantelli y Franceschi, que hostigaban a los aviones republicanos en las proximidades de Madrid.
    La llegada de los reactores, que necesitaban más de un kilómetro para aterrizar, y el encajonamiento del Campo de Aviación de Cáceres, que no tenía posibilidades de expansión, dieron la puntilla al embrión de aeropuerto, que cerró definitivamente en 1970. Desde entonces, los cacereños miran las estelas en el cielo y sueñan.

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