miércoles, 31 de marzo de 2021

Juego de Niños - Chongqing aprende con la UEx a mejorar su campo ,. Sábado -3- Abril ,. / LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - La Noche D - Fiesta ,. / EL CLUB COMEDIA - El sobrino de Dios ,.

 

 TITULO: Juego de Niños - Chongqing aprende con la UEx a mejorar su campo ,. Sábado - 3- Abril ,.   
 

Juegos de niños,.

  Sabado - 3- Abril a las 22:00 por La 1, foto,. 

Juego - Chongqing aprende con la UEx a mejorar su campo,.

 

Chongqing aprende con la UEx a mejorar su campo,.

Esta universidad asiática incorpora a profesores de la institución extremeña que enseñan allí ciencia de los alimentos y seguridad alimentaria,.

Alumnos que empiezan la doble titulación enChina impulsada desde la UEx en la inauguración del curso 2019/2020. /HOY
 
Alumnos que empiezan la doble titulación enChina impulsada desde la UEx en la inauguración del curso 2019/2020.

Chongqing es una ciudad al suroeste de China de 31 millones de habitantes. Tiene trece universidades y una de ellas, la Universidad de Tecnología de Chongqing, en concreto su división de Educación, tiene puesto el ojo en la Universidad de Extremadura desde hace cuatro años., etc,.

TITULO: LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - La Noche D - Fiesta ,.

LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE  -La Noche D -  Fiesta ,.  ,fotos.

La noche D - Fiesta

No te pierdas un programa para reírte el martes  -6- Abril  a las 22:10 en La 1.

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La noche D - Fiesta,.

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Para decir adiós a la primera temporada de ‘La Noche D’, Dani Rovira y los suyos se reúnen, como siempre, con invitados de primerísimo nivel: Hugo Silva, Asier Etxeandía, Lolita, Fernando Tejero y Francis Lorenzo. Todos números uno en sus profesiones, pero también fiesteros de categoría.

 

TITULO:  EL CLUB COMEDIA - El sobrino de Dios ,.

Marisa Marín: «Hasta que me llegue la muerte, reiré y lo pasaré bien»,.

Hace apenas tres meses que Marisa Marín tuvo que enterrar a su primogénito, Nacho. La fundadora de los colegios Iale ha visto morir a dos de sus cuatro hijos y a su marido, y sigue con las mismas ganas de vivir,.

Marisa Marín, en la escalera de su chalé en l'Eliana, al lado del colegio Iale que fundó junto a su marido, fallecido hace unos años./Jesús Signes
 
fotos / Marisa Marín, en la escalera de su chalé en l'Eliana, al lado del colegio Iale que fundó junto a su marido, fallecido hace unos años.

Detrás del colegio Iale que ayudó a fundar junto a su marido, fallecido hace ya algunos años, vive Marisa Marín, en una casa que hasta hace poco era el conservatorio del complejo escolar de L'Eliana. Mudarse cerca de la familia fue la única concesión que le hizo a su hijo Jandro, que quería que viviese con ellos; Marisa reconoce que siempre ha querido mantener su independencia. «Mi hija me ve con la edad que tengo», dice, sorprendida, como si el carné de identidad no significara nada. No parece, al menos para ella, porque a pesar de los golpes que le ha dado la vida, Marisa Marín sigue levantándose cada día con ilusión. El pasado jueves, como la novia en la boda, la reina de la sociedad valenciana nos hace esperar unos minutos mientras se acaba de arreglar y aparece impecable, con su característico mechón blanco, con una perfecta manicura rojo Chanel y, eso sí, vestida de negro. Hace apenas tres meses que murió su hijo mayor, Nacho.

-¿Qué pasó?

-Padecía un cáncer de vejiga, que le diagnosticaron muy tarde porque siempre tuvo mucho miedo a los médicos. Pese a ello, fue un enfermo increíble, estuvo en la UCI, se recuperó. Lo trataron tan bien... En agosto volvió a casa y la persona que le había cuidado en el hospital venía todos los días a curarlo. A mitad de septiembre empezó a recibir un tratamiento de inmunoterapia en el IVO porque ya no podía recibir más quimio. En la segunda sesión le detectaron Covid. Lo aislaron, y el cuidador que lo acompañaba se quedó con él en la habitación y ya no pudo salir. Hacíamos videollamadas, nos reíamos, hablaba con sus hermanos, sus sobrinos. Y él repetía: «quiero irme a casa». Una noche llamó el cuidador y dijo que tenía una fiebre muy alta. El médico me confesó: «Doña Marisa, se muere». Yo le dije que quería estar con mi hijo (le cuesta seguir). Y me contestó que no. Le vi morir, y yo le pedía a su cuidador que por favor le sujetara la mano, que no se la soltara. Qué bueno fue, cómo le cuidó. Puede que no haya nada más cruel en el mundo que saber que tu hijo se muere y no poder estar con él. Eso me acompañará toda mi vida.

-Dicen que una madre no debería ver morir a sus hijos. Usted ha enterrado a dos.

-Cuando falleció Nacho, lloré tanto que mis ojos se quedaron pequeños, porque no lo aceptaba, era imposible que me estuviera sucediendo. Pero llegó un día en que miré a mi alrededor y empecé a ver las cosas que estaban por hacer en la casa. Que el pájaro había que cubrirlo por la noche, que los helechos estaban secos, que por qué se ponía todos los días un mantel tan feo. Me dijeron: «usted ya está bien». Y pensé: «Es cierto, estoy mandando, ya soy yo (ríe)».

J. Signes

-Y ahora se arregla todos los días.

-Hay algo que tengo muy claro, y es que yo quiero una vida viviendo. No estoy dispuesta a hacerlo con miedo. Y si hay un concierto, me arreglo y voy. Porque con las medidas de seguridad podemos seguir disfrutando, que con la música en directo salgo renovada. Me pasa igual con Alcocebre, donde voy cada fin de semana, y conduzco yo misma. Si es que lo hago desde que tenía veinte años, cuando me movía en moto por Valencia... Conducir me da libertad. Mi hija me dice: «¿tú sabes los años que tienes?». Y yo le contesto: «¿y tú sabes que yo tengo tres ángeles en el cielo que me protegen?». Al final le digo: «mira, Elia, mientras tu madre haga cosas, sea lo que sea, tu madre vive. El día que no haga nada, ese día adiós».

-¿No tiene miedo a morir?

-Cuando llegue la muerte bienvenida sea, pero no voy a llamarla ni la voy a rechazar. Dios me ha dado mucho, grandes alegrías, un marido y unos hijos increíbles. Soy una privilegiada, pero también me ha quitado tanto... Y aquí estoy. Si siempre les dije a mis alumnos que hay que ir adelante y a mis hijos que nunca retrocedáis, ¿cómo voy yo a hacerlo? Por eso, cuando llegue la muerte, no hay problema, pero hasta entonces, a reír y a pasarlo bien, lo mejor que pueda.

-¿Ha encontrado la forma de estar ocupada?

-En memoria de mi hijo Luis creamos los colegios en Estados Unidos e Inglaterra. Cuando murió mi marido me quedé muy hundida, porque él había sido mi bendición. Después de llorar mucho sentí la inspiración de crear la Orden del Querer Saber, que tanta vida me ha dado. Ahora, con Nacho, le dije: «dame una ocupación». Y lo tuve claro: voy a transmitir mis conocimientos sobre educación. Para ello, he creado una web y una cuenta de Instagram, porque si puedo ayudar a alguien estaré feliz. No es justo que los niños no tengan el mejor maestro y no reciban la educación que merecen, y que los padres no les dediquen el tiempo necesario. Que las nuevas tecnologías no pueden sustituir a un padre.

«Este es un país con mucha gente ignorante porque sólo lee el móvil» Marisa Marín

-Siempre lo ha visto muy claro. Hace un tiempo escribió un libro donde plasmaba sus ideas sobre la educación.

-Cada vez que abro una página del libro pienso que es un manual imprescindible, que no hay una idea que no sea auténtica, que no transmita lo que un niño necesita. Este es un país con mucha gente ignorante porque solo se lee en el móvil y eso no permanece. Leer un libro, el ejemplo en los padres, es muy importante.

-Ha sido maestra de muchas generaciones.

-Una de las mayores alegrías es cuando voy por la calle y escucho: «¡Doña Marisa!». En el momento en que sonríen les identifico, porque la risa no cambia. Además, aquellos que fueron más complicados y más difíciles son los que más recuerdo. Y qué placer saber que tantos hayan llegado donde querían. Estando mi hijo en la UCI un cirujano se acercó, se acordaba mucho de mí, y empezó a decir cuántos compañeros eran médicos como él. Me siento muy orgullosa de haber formado parte de su vida. Yo creo que esta es la mejor profesión del mundo, y ya les he dicho que en mi lápida tiene que poner: «maestra hasta el fin».

-Debe de ser un orgullo que, además, sus hijos hayan seguido y hayan hecho crecer las escuelas que crearon usted y su marido.

-Es una de las cosas de las que me siento muy orgullosa. Jandro es un clon del padre, positivo, siempre disponible, con la botella medio llena. Yo, en cambio, siempre la vi medio vacía.

 
J. Signes

-Me da la impresión de que ya no.

-No. Hay que ver cómo la vida te hace cambiar.

-¿Y su hija Elia?

-Es clavada a mí (ríe). Se lo digo, y ella contesta: «con menos genio». Pero creo que me hace santa (ríe). Nacho era el bueno. Tenía el humor de mi marido pero, además, ayudaba a todo el mundo. Yo le decía: «tengo que escribir un libro sobre ti». Se perdió un gran taxista, porque conocía todo, daba igual si había que ir a Paiporta, a Benigànim o a cualquier barrio de Valencia. Yendo por L'Eliana me paran para decirme lo bueno y lo servicial que era. Cómo he llorado. Me acuerdo del día del funeral, hubo un diluvio y yo pensé que no iba a venir nadie. Se llenó la iglesia. Lo querían mucho. Lo echo de menos terriblemente.

-¿Cómo se lleva con la soledad?

-Me llevo genial con la soledad. Mi hijo Jandro me insistía en que quería que me fuera a vivir con ellos. Y yo le decía: «tu madre vive independiente». A mi gente cerca sí, pero un rato. Si queremos que nuestros hijos vuelen, los padres no pueden ser una carga.

«No hay nada más cruel que saber que tu hijo se muere y no poder estar con él» Marisa Marín

-Se ha definido como una mujer fuerte, con las ideas claras. ¿Ahora más que nunca?

-Ahora veo, observo y descubro más. Antes me pasaban cosas desapercibidas. Y le pongo un ejemplo. Ayer tuvimos zoom con la Orden del Querer Saber. Uno de los temas que planteé era hablar de qué había significado para cada una de ellas la orden. Decían: «sois mujeres valientes, luchadoras…» Y yo dije: «somos». Porque no hay que excluirse. Todas somos únicas y especiales.

Hace unos años, Marisa Marín contaba que su nieta quería ser como ella de mayor. Ella se ríe, y recuerda cómo su marido le repetía: «no olvides nunca que donde tú estás está la presidencia». Su marido reafirmó la fortaleza que le venía ya de serie, de cuando su padre, cuando todavía no había acabado la universidad, le puso una academia y le dijo que podía con todo. Y vaya si pudo. «El me hacía sentir importante, me hacía creer en mí misma». Hace tiempo que no necesita que nadie se lo diga.

-¿Todavía va al colegio?

-Sí. Y los niños me preguntan: «¿por qué hablas así?» -Marisa tuvo hace unos años un problema de salud y le quedó afectada el habla-. Yo les respondo que no puedo hablar de otra forma y ellos lo aceptan sin más. Tengo muchas cosas que hacer. Hay días que le digo a Nacho: «te dije que me ocuparas, pero no tanto».

«Si siempre les dije a mis hijos: «no retrocedáis», ¿cómo voy yo a hacerlo?» Marisa Marín

-Se toma la vida con humor, a pesar de todo.

-La vida es cómo te la tomes. Yo procuro reír todos los días, si no por fuera, por dentro. También lloro.

Llama a Ángel, un chico que había estado, mientras, arreglando el jardín. «Él fue el cuidador de Nacho. Mientras yo viva, nunca le faltará de nada». Salimos y desde el chalé de enfrente se escucha un grito: «¡abuela!». Marisa ríe, de nuevo.

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