domingo, 18 de abril de 2021

REVISTA FARMACIA - La cosecha del 56 no tiene miedo a la Astrazeneca , La región acumula un fallecido más y casi cien nuevos contagios,. / CAFE, COPA Y Tierra de talento - El cantaor Diego del Cachote, un perfecto desconocido hasta ayer ,. / Documental - Fantasmas de hormigón ,. / El escarabajo verde - Una prisión en un pueblo fantasma ,. / Días de cine clásico - Cine - Dos hombres y un destino , Miercoles -21- Abril ,./ Un país para escucharlo - Bizarrap, el productor musical del momento: "Nunca me interesó cantar",.

 

 TITULO: REVISTA FARMACIA - La cosecha del 56 no tiene miedo a la Astrazeneca.  La región acumula un fallecido más y casi cien nuevos contagios,. 

REVISTA FARMACIA -   La cosecha del 56 no tiene miedo a la Astrazeneca , La región acumula un fallecido más y casi cien nuevos contagios , fotos,.

 

La cosecha del 56 no tiene miedo a la Astrazeneca,.

El SES destaca la agilidad y la buena acogida al llamamiento público para inmunizar a los de 65 años del Área de Salud de Mérida,.

Vecinos de Mérida de 65 años entrando en Ifeme a vacunarse esta mañana sin cita/ J. M. romero
 
Vecinos de Mérida de 65 años entrando en Ifeme a vacunarse esta mañana sin cita ,.

Como un clavo a las nueve Miguel y su cuñado Andrés. DNI y tarjeta sanitaria en la mano, chaquetas en el antebrazo y con un ojo a la valla amarilla con el cartel en grande de VACUNAS que corta el paso en Ifeme. «LLevo un año esperando, me da igual la marca que me pongan. Todas son buenas y los virus son todos malos». Miguel y Andrés nacieron,.

 Revista nuestra farmacia de comunidad 2 edicion

La región acumula un fallecido más y casi cien nuevos contagios,.

La víctima es una mujer de 82 años que residía estos días en La Codosera procedente de Barcelona; mientras, se declaran cuatro nuevos brotes,.

La región acumula un fallecido más y casi cien nuevos contagios

Un fallecimiento más y 98 positivos nuevos, el récord en la llamada nueva normalidad. Extremadura ha notificado un fallecido más por covid en las últimas horas, lo que supone la quinta muerte por esta enfermedad tras el estado de alarma. La última vida que se ha cobrado el virus en la región ha sido la de una mujer de 82 años que había llegado, etc,.

 

 Tierra de talento | El cantaor Diego del Cachopo, un perfecto desconocido  hasta ayer

El cantaor Diego del Cachote, un perfecto desconocido hasta ayer,.

Por culpa de la pandemia el joven almeriense dejó de cantar en el único lugar que o hacía, la iglesia. A cambio provechó para estudiar su pasión por el flamenco. Nunca había actuado en público.

Para el maestro José Mercé, en el jurado, la voz de Diego del Cachote tiene un "eco especial", que augura un gran cantaor. Sin embargo el jurado coincidió en animarle a buscar su propio sonido, sin emular tanto a su principal referente, Camarón de la Isla. Jesús Reina  le propuso el ejercicio de pasar dos meses sin escuchar nada de Camarón, sin de artistas que sean muy diferentes.

Diego del Cachote es de Almería, tiene 24 años y interpretó en su actuación unos fandangos de Camarón, acompañado a la guitara por Antonio de Quero.

  TITULO: Documental - Fantasmas de hormigón ,.


Fantasmas de hormigón,.

Las poblaciones de Varosha (Chipre) y Hashima (Japón) dejaron de latir casi al unísono hace 45 años y se convirtieron en insospechados museos al aire libre,.

Viejo paraíso. Decenas de grandes hoteles ofrecían la mejor selección de habitaciones a los turistas que sucumbían a los encantos de Varosha. Hoy sólo quedan sus esqueletos. /AFP
 
Viejo paraíso. Decenas de grandes hoteles ofrecían la mejor selección de habitaciones a los turistas que sucumbían a los encantos de Varosha. Hoy sólo quedan sus esqueletos.

En las playas de Varosha, Abba sigue siendo una banda de rubicundos muchachos que apunta maneras. 'Waterloo' había triunfado tan solo tres meses antes en el festival de Eurovisión y la canción se imponía en las radios de los bañistas, en dura pugna con 'My only fascination' de Demis Roussos, el orondo ídolo local. Pero el verano de 1974 sería diferente en el barrio chic de Famagusta, la ciudad más importante de la costa oriental de Chipre. No habría hits estivales, barbacoas en el jardín de las villas y tampoco los adolescentes ingleses y alemanes pugnarían por una terraza con vistas al mar donde emborracharse sin mesura alguna. En realidad, el estío no iba a tener fin. Ni los residentes ni los turistas podían imaginar que ellos desaparecerían y el tiempo se iba a congelar. Muy lejos de allí, la vida también se detenía, quizás para siempre. Hashima, población japonesa localizada sobre un islote con vistas a la infortunada Nagasaki, dejaba de existir. En este caso, su desenlace fue menos repentino, pero también rápido, y en menos de tres meses, había cesado la bulliciosa actividad que la caracterizaba. Ambas, a 9.000 kilómetros de distancia una de la otra, estaban destinadas a perpetuar el ecuador de aquella década y su cultura, el plexiglás y el vinilo, la música disco y la arquitectura de hormigón, los primeros desastres medioambientales y los violentos conflictos intercomunales, como aquellos que sacudían, entonces, al Ulster y Chipre.

Varosha, Chipre La ciudad arrasada por Atila

El súbito 'shock' que sacudió Varosha llegó del cielo y no se trata del argumento para el piloto cero de una serie distópica de ciencia ficción. El cataclismo lo provocó la Operación Atila, desatada por Turquía para ocupar una buena parte de la isla. El régimen de Ankara decidió la invasión de Chipre como contundente respuesta al golpe de Estado que derrocó al presidente insular, el arzobispo Makarios. La asonada, impulsada por la Junta Militar que gobernaba Atenas, aspiraba a la enosis, la vieja pretensión de unir la isla con Grecia, que los otomanos han combatido denodadamente. El pequeño país está habitado, aún hoy, por gentes de origen heleno y turco con siglos de conflictiva convivencia.

La población huyó precipitadamente tras la primera caída de proyectiles sobre Famagusta, con una mayoría grecochipriota, y la llegada de tropas. El barrio fue tomado por los invasores y cercado con barreras de alambre con púas. La posibilidad de regreso de sus vecinos se fue diluyendo a medida que Chipre se desgarraba en dos sectores políticamente incomunicados. El lugar tampoco se repobló, como había ocurrido en otras áreas, por nuevos residentes turcochipriotas. La ONU aprobó una resolución en 1984 que reconocía los derechos de los desalojados e impedía el asentamiento de extraños. Varosha estaba condenada a permanecer en el limbo, en un permanente verano ajado por la rapiña y la desidia.

La esperanza de recuperar la conocida como la Riviera chipriota aflora cada vez que se anuncian conversaciones entre los dos gobiernos, el de la República del Norte de Chipre, apoyado por Turquía y no reconocido por el resto del planeta, y el de Chipre, el régimen grecochipriota que sufrió el ataque y aún detenta el 60% del territorio. Pero, inevitablemente, el diálogo suele finalizar sin acuerdos y, aún hoy, Varosha y el aeropuerto nacional, también inutilizado, permanecen en tierra de nadie, mientras que Nicosia, la capital, sigue dividida por un costurón vigilado por dos ejércitos, a la manera del viejo Berlín.

VAROSHA

Demolición:
El 90% de sus edificios debería ser demolido y la rehabilitación exige una gran ayuda económica internacional.
33.000
grecochipriotas de Varosha abandonaron sus casas en julio de 1974 ante el avance del ejército turco.

Los mensajes y deseos plasmados en notas de papel, escritos por los antiguos residentes y sus descendientes, proliferan entre la herrumbre que rodea el perímetro de la urbe prohibida. El último intento por resolver el problema tuvo lugar en 2004, cuando Chipre se integró en la Unión Europea. Entonces, los habitantes de las dos zonas fueron convocados a un referéndum para aprobar la definitiva reintegración, pero los de fe cristiana rechazaron la reunificación porque estimaban que ofrecía demasiadas ventajas a los musulmanes septentrionales.

La parálisis política impulsa el deterioro de los flamantes hoteles. El Argo, allí donde bebían y se peleaban Elizabeth Taylor y Richard Burton, se desmorona lentamente, al igual que sucede con el King George, el Asterias o el Florida. Tal y como ocurrió en Benidorm durante la década de los sesenta y primeros años de los setenta, los promotores turísticos erigieron un 'skyline' en torno a la playa de Grossa en el que primaba un uso intensivo del suelo. Aquellas torres orgullosas muestran ahora sin reparo sus sobrios esqueletos, mientras que las residencias de las urbanizaciones de lujo hace tiempo que fueron saqueadas.

La iniciativa Famagusta Ecocity Project intenta revertir el proceso y propone un acuerdo entre las partes. El proyecto planea derribar los rascacielos moribundos y transformar el barrio costero en una ecociudad que asuma todas las innovaciones de la energía verde. Según esta tesis, el acuerdo y la conexión administrativa con Famagusta, dotada de un atractivo casco histórico y un dinámico puerto comercial, lo convertirían en un polo de atracción internacional.

Pero los turcos se oponen a cualquier componenda parcial del conflicto y siguen reclamando un pacto global. Ni las cadenas humanas en torno a las barreras o los buenos propósitos de Obama consiguieron cambiar esta férrea posición.

Todo intento de desbloqueo se estrella contra la cerrazón que impide cualquier cambio del estatus impuesto por Naciones Unidas. Antiguos residentes combaten la añoranza llevando a cabo rutas para los visitantes que quieren contemplar los vestigios de uno de los últimos conflictos bélicos de Europa e imaginar cómo era la cotidianidad hace cuatro décadas y media. Algunas excursiones permiten internarse en el enjambre de edificios heridos y contemplar sus jirones y las heridas de bala que pueblan las fachadas, pero hay que seguir las rutas establecidas porque, entre las ruinas, pueden esconderse bombas sin desactivar.

Los afortunados que penetran en las avenidas JFK o Leonidas pueden imaginar el drama de los que, súbitamente, lo perdieron todo, y asisten impotentes a la degradación de la zona, invadida por la suciedad y la maleza. Una contundente prueba de ese proceso es la firma Dickran Ouzounian & Co, representantes de Toyota, que se fue dejando tras de sí 52 vehículos de los modelos Corolla, Carina y Celica, que se oxidan irremediablemente en el interior del establecimiento.

La naturaleza se ha vengado del hombre y aprovechado la fatalidad. La reputada playa de Grossa, la mejor de su tiempo, es la única del Mediterráneo donde las tortugas marinas desovan sin temor a depredadores. La solución para Varosha, en griego, o Marash, según terminología turca, parece circular al pausado ritmo del galápago hacia un destino desconocido, quizás, un nuevo estatus, tal vez, el colapso definitivo.

Isla sin vida. Hashima pasó de tener la mayor densidad de población del planeta (en los años 50, 5.300 personas vivían en 0,08 kilómetros cuadrados) a cero habitantes en menos de 20 años.
 
Isla sin vida. Hashima pasó de tener la mayor densidad de población del planeta (en los años 50, 5.300 personas vivían en 0,08 kilómetros cuadrados) a cero habitantes en menos de 20 años. /  fotos,.
Hashima, Japón El acorazado varado

La muerte de Hashima llegó en invierno. Sus habitantes fueron convocados al gimnasio de la localidad el 15 de enero y allí las autoridades de la ciudad les comunicaron el fin de su trabajo, una posibilidad que ya barajaban todos los vecinos ante la caída de la producción. Porque Hashima o Gunkanjima, como también es conocida, no era una población al uso, sino una explotación minera de la empresa Mitsubishi vinculada a una veta submarina de hulla. El carbón, que sentó las bases del Imperio del Sol Naciente, ya no tenía cabida en el Japón moderno. Esa decisión implicaba el desalojo ordenado de los últimos empleados y el abandono de una isla urbanizada hasta la extenuación desde el descubrimiento del filón en 1887.

El pequeño islote, adyacente a la mina, había sido sometido a un proceso de edificación acorde a las necesidades logísticas. La enorme demanda de personal provocó la construcción de toda una urbe sobre menos de kilómetro y medio de superficie. La historia de Hashima ejemplifica la voluntad nipona de construir una potencia mundial. Su desarrollo exigió una arquitectura vertical sobre hormigón armado que llegó a erigir 30 rascacielos sobre un territorio diminuto. En 1917, la empresa levantó el Nikkyu, de diez plantas, el más alto del país, para alojar a una población que superaba las 5.000 personas, técnicos y obreros que descendían hasta la mina a través de ascensores.

HASHIMA

Apocalíptico:
Las excursiones organizadas sólo permiten una visita controlada a este escenario de apariencia posnuclear.
480
metros de largo y 150 de ancho medía la miniurbe construida sobre la isla; allí cohabitaron cinco mil personas.

La 'Metrópolis' nipona era un laberinto de escaleras, patios y túneles que comunicaban por debajo todas las construcciones y que acogía hoteles, restaurantes, casinos, un hospital e, incluso, un burdel. El superpoblado espacio carecía de privacidad y todo atisbo de vegetación. Como sucedía en la película de Fritz Lang, los residentes vivían en un microcosmos, relativamente aislado, ya que toda la ínsula fue amurallada para protegerse de los habituales tifones que azotan la costa japonesa. El suministro dependía del exterior y la climatología adversa solía generar escasez de alimentos.

La estratificación también evidenciaba una rígida pirámide social. Tan sólo el director de la firma contaba con una vivienda individual, los ejecutivos gozaban de apartamentos con todo tipo de servicios y los empleados sin cualificación sólo disponían de una habitación de unos diez metros cuadrados con aseo y cocina compartidos.

El devenir de Hashima corre parejo a la ambición del régimen. En 1941, cuando la aviación japonesa se abatió sobre Pearl Harbour, la isla proporcionaba más de 400.000 toneladas de mineral. El esfuerzo no menguó durante la Segunda Guerra Mundial, pero el masivo enrolamiento de los jóvenes dio lugar a la captura de chinos y coreanos para mantener el aparato productivo en las profundidades marinas.

Las condiciones de los trabajadores forzados eran tan penosas que, durante cuatro años, fallecieron más de 1.300 obreros, la mayoría de enfermedad, agotamiento, desnutrición o ahogados cuando trataban, en vano, de huir de aquel infierno y llegar a la costa, a unos 20 kilómetros de distancia. El sobrenombre de la Isla del Acorazado proviene de esa época, cuando la isla semejaba una prisión flotante de la que era imposible escapar. Los caídos eran incinerados en el horno de una isla cercana.

El petróleo sustituyó al carbón en los 60 y la titánica existencia de Hashima dejó de tener razón económica. Mitsubishi cedió su propiedad a la ciudad de Nagasaki y los operadores turísticos reemplazaron a las empresas de transporte que la conectaban con tierra firme. Los visitantes podían descubrir también los hábitos de consumo de mediada la década de los setenta, cuando Japón ya gozaba de su gigantesco milagro económico.

La isla posee un pasado tan glorioso como aterrador. Hace cuatro años la Unesco la incluyó dentro de Patrimonio de la Humanidad como vestigio del proceso industrializador, si bien su destino se halla aún más en entredicho que la malhadada Varosha. La erosión salina y el paso destructivo de los tifones deterioran rápidamente la ciudad barco, provocan constante derrumbes y amenazan la viabilidad de los recorridos. Los técnicos japoneses, siempre pragmáticos, consideran que sería demasiado caro recuperarla y, así, evitar que un testigo de su ambición en el siglo XX desaparezca para siempre.

Otras urbes perdidas

Agdam

La guerra, el saqueo y la vegetación, han causado enormes estragos en Agdam, una ciudad azerí que fue tomada por los armenios durante el conflicto de Nagorno Karabaj de 1993. La población contaba con 30.000 habitantes. Su actual posición en zona de amortiguamiento entre dos ejércitos impide su recuperación. Además, los habitantes del área han acelerado la devastación tras proveerse en sus ruinas de materiales de obra.

Kolmanskop

El hallazgo de diamantes dio lugar a la creación en 1908 de Kolmanskop (arriba), ciudad de estilo centroeuropeo situada al sur de la colonia alemana de Namibia. Tras la I Guerra Mundial, la caída de la producción provocó su declive y definitivo abandono en 1954. Su peculiar arquitectura, invadida por las arenas del desierto del Namib, la semejan más a un poblado del Lejano Oeste.

TITULO:  El escarabajo verde - Una prisión en un pueblo fantasma,.

 

Una prisión en un pueblo fantasma,.

El puñado de habitantes de Brieva teme que la llegada de Urdangarin altere su tranquilísimo modo de vida,.

Vista del centro penitenciario de Ávila./Óscar Chamorro
 
Vista del centro penitenciario de Ávila. / foto,.

Sí, existe. Hay un pueblo en España en el que no hay un solo bar ni una sola iglesia. Es más, no hay una sola tienda. Ni un solo comercio más allá de una carpintería que parece que nunca abre. Se llama Brieva y, en realidad, no es un pueblo, es una de las seis pedanías de la ciudad de Ávila y su denominación oficial es Brieva-Vicolozano porque se unió a la aldea de al lado por cuestiones administrativas.

Brieva, a solo siete kilómetros de la capital abulense, está en las antípodas de la ampulosa Ginebra de la familia Urdangarin o de la bulliciosa Palma de Mallorca que abrió de par en par sus puertas a la hija y al yerno de don Juan Carlos. En Brieva solo hay seis calles, una plaza, quince casas, unos cuantos animales y 30 habitantes censados.

Censados porque en la calle no se ve un alma y eso que ayer fue un día muy especial para esta aldea que copó las portadas de los informativos. Casi se respira el ambiente de las fiestas patronales en honor a La Asunción de agosto. «Al menos, hay gente en la calle, tenéis que ver esto en un día normal. No te encuentras a nadie. Absolutamente a nadie», apunta Fernando, un operario de jardines del Ayuntamiento de Ávila, al que el sus jefes enviaron ayer precipitadamente a Brieva (ya que solo viene dos veces al año para mantenimiento) a segar las malas hierbas embravecidas por las lluvias que amenazan con comerse literalmente el camino rural que da acceso a la puerta de visitas de la cárcel.

Parece que el consistorio abulense quiere dar buena imagen a la veintena de periodistas que ayer por unas horas consiguen resucitar este pueblo casi fantasma.

Extraña

Fernando descarga sus herramientas junto al consultorio del pueblo -cerrado, solo abre un rato los martes y otro los viernes-. La sombra de las tres torretas de la cárcel se proyecta sobre la pedanía. La prisión lo marca todo en este pueblo. Es una construcción extraña que está en el mismo centro de Brieva, perfectamente integrado con las casas del pueblo. De hecho, las viviendas de los funcionarios (dentro del perímetro de seguridad del establecimiento) parecen ser parte de la aldea.

Los campos de flores amarillas y violentas no desentonan demasiado con los muros de hormigón de cinco metros y las concertinas. Es una mezcla soprendente que, sin embargo, después de unos minutos parece armónica a ojos del visitante.

Ni siquiera tener una cárcel como epicentro de la vida urbana altera la atmósfera cien por cien rural que se respira. «Es que aquí todo es muy tranquilo. Los vecinos van a los suyo y la gente de la cárcel a lo suyo», señalaba ayer el alcalde pedáneo de Brieva-Vicolozano, el popular Mariano Lidio Rodríguez, un pequeño ganadero designado desde hace tres años como regidor de estas tierras por el Ayuntamiento de Ávila.

«Se nos viene una gorda encima. Nuestro mayor miedo es que todo este lío cambie nuestro modo de vida. Esperemos que no, pero ese temor existe. Queremos que nada cambie en Brieva, que la vida siga igual», dice Rodríguez abrumado mientras los periodistas hacen cola para entrevistarle en el camino de tierra rodeado de flores silvestres que da acceso a la cárcel.

El alcalde, junto a su mujer, Begoña, se han autoconstituido en una suerte de comité de bienvenida e información a los foráneos. Begoña, encantada de colaborar, responde sin titubear a todas las preguntas. «No creo que nada cambié. La presencia de la prisión es permanente, pero no influye para nada. A veces vemos alguna de las presas de permiso dando una vuelta, pero nada más. Esperemos que esto sea para bien y que sirva para dar a conocer el pueblo», vaticina la mujer.

La esposa del alcalde es muy optimista porque, desde luego, Brieva, ni con Urdangarin como reclamo, tiene mucho futuro turístico, aunque la desconcertante imagen de su moderna cárcel como centro neurálgico del vetusto pueblo abulense al menos amerite una parada y un rápido vistazo. Eso sí, sin un café.

TITULO:  Días de cine clásico - Cine -  Dos hombres y un destino   ,. , Miercoles -21- Abril ,.

  Este  Miercoles -21- Abril a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.

 Dos hombres y un destino

Reparto
 
 
Un grupo de jóvenes pistoleros se dedica a asaltar los bancos del estado de Wyoming y el tren-correo de la Union Pacific. El jefe de la banda es el carismático Butch Cassidy (Newman), y Sundance Kid (Redford) es su inseparable compañero. Un día, después de un atraco, el grupo se disuelve. Será entonces cuando Butch, Sundance y una joven maestra de Denver (Ross) formen un trío de románticos forajidos que, huyendo de la ley, llegan hasta Bolivia. 
 
 

TITULO:   Un país para escucharlo -  Bizarrap, el productor musical del momento: "Nunca me interesó cantar",.

 

Un país para escucharlo,.
 
 

Este martes -20- Abril   , a las 23.00 por  La 2, foto.

 Bizarrap, el productor musical del momento: "Nunca me interesó cantar" |  Música

Bizarrap, el productor musical del momento: "Nunca me interesó cantar",.


Del cuarto de su casa a tener once millones de oyentes mensuales en Spotify. A sus 22 años, el argentino Bizarrap (1998) ha logrado crear un imperio desde los pocos metros cuadrados de su home studio: "Creo en la mística de las personas y los lugares"


Del cuarto de su casa a tener once millones de oyentes mensuales en Spotify. A sus 22 años, el productor argentino Bizarrap (1998) ha logrado crear un imperio desde los pocos metros cuadrados que tiene su estudio casero en Ramos Mejía, ciudad cercana a Buenos Aires.

Veamos: en 2020 fue el artista argentino más escuchado en el mundo superando los 1'2 billones de reproducciones. En España, su colaboración con Nathy Peluso rompió las listas de éxitos durante varias semanas e incluso llegó al puesto 70 del Top Global. En YouTube ya ha sido reproducida más de 200 millones de veces convirtiéndole en un referente del género urbano. Y todo ello sin cantar.

Gonzalo Julián Conde -su nombre real- nos atiende desde su icónico estudio al otro lado del Atlántico. Rodeado de luces led de color azul, no faltan los complementos que lo hacen inconfundible: una gorra con sus letras bordadas y las gafas ocultando la mitad de su rostro.

"La primera vez que fui con anteojos noté que la gente no me reconocía. Después me mandé hacer esta gorrita y ya es como una marca medio registrada. Al principio era muy tímido y me servía mucho más, pero hoy en día es como que estoy más tranquilo, ¿viste? Y está bueno también poder, qué se yo, estar caminando ahí en la calle. Ayer un pibito de mi edad estaba escuchando la nueva session, me miró y ni tenía la más mínima idea de que era yo. Bizarrap se caracteriza por esto, mi cara es muy normal", relata entre risas.

Cuenta que a día de hoy sigue utilizando FL Studio, el mismo programa de edición de audio que se descargó a los 13 años: "Nunca me interesó cantar. Yo quería ser dj en realidad y eso me llevó a querer producir mis propias canciones. Veía a Skrillex y aspiraba a eso".

Hace cuatro años empezó a tomarse en serio su trabajo como productor aunque no fue hasta hace dos cuando realmente llegó el boom gracias a las BZRP Music Sessions , canciones en las que se junta con artistas de todo tipo.

Por allí, además de la citada Nathy Peluso han pasado los españoles Don Patricio y Bejo. También referentes de la industria urbana actual como Nicki Nicole, Cazzu o Trueno. Con este último ha logrado además el hito de firmar el freestyle más visto de la historia en cualquier idioma con 176 millones de reproducciones.

"Yo siempre digo que estoy dispuesto a trabajar con todo el mundo, pero trato de ir acomodando. Me tiene que gustar mucho un artista y lo llamo yo generalmente, ¿viste? Y si quiere trabajar, trabajamos. Más que nada es así porque, te juro, no tengo tiempo para más", dice mientras explica que quiere mantener el ritmo de publicación de un tema al mes.

Sus lanzamientos se convierten en tendencia en apenas minutos después de ser publicados. Ha logrado potenciar la carrera de varios artistas y ya resuena entre sus fans posibles colaboraciones con Bad Bunny, Mike Towers o C Tangana.

"Creo que no hay género para países. Ahora saqué una canción con L-Gante que es una cumbia villera, un genero acá muy característico. Siento que acá le va a ir mucho pero qué se yo, hoy en día con TikTok y esas cosas a la gente le entran las canciones", apunta.

¿Sientes presión? "Hay presión, pero yo estoy tranquilo porque voy a seguir haciendo lo mismo. Cada vez más ojos te juzgan, pero la gente que entiende lo que es Bizarrap sabe para dónde voy y de dónde vengo. Ellos entienden cada movimiento que voy haciendo", cuenta. Aunque prefiere no hablar del futuro.

Confiesa que no le gusta mostrar sus cartas y cuida mucho sus ideas "para que no las repliquen por ahí". Lo que sí tiene claro es que, mientras pueda, seguirá haciendo música desde el estudio de su casa en el que ha nacido su éxito.

"Me dicen desde siempre que cambie de estudio pero yo no quiero. Me gusta mostrarle a la gente que puede hacer temas y que los escuche un montón de gente desde un home studio. Como acá, desde una habitación muy chiquitita con poca capacidad. No entramos muchos pero te juro que tiene magia. Yo soy re supersticioso. Creo en la mística, ¿entendés? En la mística de la gente, de un lugar... Siento que entrás [sic] acá y hay una energía diferente".


 

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