TITULO: A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - Despidase de los chollos,.
A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER,.
Escucha 'A vivir', con Javier del Pino, el programa líder de las mañanas del fin de semana en la Cadena SER.
Despidase de los chollos,.
foto / Quienes lo prueban aseguran que hay pocas formas de viajar más satisfactorias que hacerlo sobre una motocicleta. Descubrir el mundo desde el manillar de una moto ofrece alicientes que enriquecen en gran medida la experiencia. Como la integración con el entorno, el paisaje, las personas e incluso el clima, algo más sencillo de conseguir desde un vehículo tan frágil y abierto. Y con un aliciente añadido para quienes prefieren huir de las rutinas turísticas: facilita una independencia de movimiento realmente valiosa para la improvisación.
Entre las muchas propuestas que existen actualmente para recorrer el mundo a los mandos de una mítica Harley, o de una clásica Royal Enfield, escogemos 10 de las más atractivas que se pueden realizar este 2018.
Hasta hace no demasiado, circular por las carreteras de Cuba conduciendo una moto era una opción compleja para los turistas extranjeros. Ahora es más sencillo gracias a La Poderosa Tours, empresa dirigida por Ernesto Guevara, el hijo del Che, que debe su nombre al apodo que recibió la Norton 500 con la que su padre recorrió Sudamérica en 1952, viaje que inspiró la película Diarios de motocicleta (2004). La agencia ofrece dos rutas de diferente duración al manillar de modernas Harley-Davidson, y una forma diferente de descubrir la isla partiendo desde La Habana y visitando algunos de sus puntos más emblemáticos: Cienfuegos, Trinidad, Varadero, Santa Clara…
El acceso al turismo internacional está restringido en este pequeño reino situado en el Himalaya oriental, fronterizo con China e India. Pero la agencia Rakatanga, establecida en Nueva Delhi y especializada en viajes en moto por varios países de Asia, invita a disfrutar de los paisajes y lugares más emblemáticos de Bután –como el monasterio de Taktshang, conocido como la Madriguera del Tigre, colgado de un acantilado cerca de Paro– en una ruta de 1.000 kilómetros, oeste a este, a los mandos de máquinas legendarias como las Royal Enfield. La agencia cuenta con una única salida para el próximo mes de mayo.
Destino inevitable en el imaginario de cualquier viajero, Kenia ofrecen tantos alicientes por sí misma que añadir a la ecuación la posibilidad de descubrirla sobre una moto eleva en gran medida la intensidad de la experiencia. Siempre con absoluto respeto al medio natural y a sus habitantes, los tours propuestos por todo un especialista como Gustavo Cuervo, recorren diversos escenarios salvajes del país –desde la reserva Masai Mara al parque nacional de los montes Aberdares o el lago Baringo– pilotando potentes motocicletas todoterreno. Hay varias salidas disponibles a lo largo del año.
Uno de esos viajes que cualquier motorista anhela hacer al menos una vez en la vida. Más de 4.000 kilómetros recorriendo Estados Unidos desde Los Ángeles a Chicago (o viceversa, según preferencias), con visitando escenarios tan emblemáticos e impresionantes como Las Vegas o el Gran Cañón del Colorado. Existen pocas formas más efectivas de contemplar la diversidad paisajística del país norteamericano que rodando tranquilo durante dos semanas sobre grandes motos americanas, y atravesando hasta ocho estados distintos: California, Arizona, Nuevo México, Texas, Oklahoma, Missouri, Illinois y Wisconsin. Route 66 Experience dispone de tres salidas (abril, mayo y agosto) durante 2018.
Una propuesta diferente para esta esta Semana Santa: un periplo motero entre Bombay y Goa por la carretera costera del mar Arábigo, conduciendo una clásica Royal Enfield en compañía de Alicia Sornosa, periodista especializada en motor y experta viajera. Diez días inolvidables que invitan a descubrir la cultura, la gastronomía, el colorido e incluso el caótico tráfico de India, pero desde la tranquilidad que ofrece un vehículo de asistencia y la compañía de un guía local de El País Viajes. Única salida el próximo 23 de marzo.
Harley-Davidson es mucho más que una marca, es todo un estilo de vida. La mítica compañía estadounidense cumple 115 años de historia en 2018 y lo celebrará con dos grandes eventos que reunirán a miles de sus fieles. Al margen del inevitable encuentro en su sede de Milwaukee (Wisconsin), el más accesible para moteros en Europa se celebrará en Praga entre los días 5 y 8 de julio. Una oportunidad excepcional para disfrutar de la maravillosa capital checa –o escaparse hacia el sur de Bohemia para visitar la bella localidad de Cesky Krumlov– aprovechando la celebración de un evento único repleto de todo tipo de actividades.
No faltan este año rutas temáticas como Miles&Music, un tour de dos semanas de Eagle Rider que va enlazando algunos de los lugares donde se forjaron estilos musicales como el jazz, el blues o el country en Estados Unidos. Desde Chicago hasta Nueva Orleans, en el profundo sur (o viceversa), más de 2.400 kilómetros de carretera con paradas en enclaves tan especiales como la humilde casa de madera en la que nació Elvis Presley, en Tupelo (Misisipi), los míticos Sun Studios en Memphis (Tennessee) o la animada escena nocturna de Nashville, la Ciudad de la Música.
Los aficionados al motociclismo tienen la posibilidad de recorrer en moto ocho países europeos viviendo una experiencia única entre medias: un gran premio de MotoGP desde dentro en el circuito de Brno, asistiendo al GP de la República Checa, con acceso al ‘paddock’ para charlar con los mejores pilotos del Mundial. La ruta de la agencia especializada organizaDOS arranca el 31 de julio en Barcelona, embarcando en un ferri hasta Génova (Italia) para recorrer desde allí algunas de las carreteras legendarias de los Alpes hasta llegar a Brno. Y de regreso al puerto italiano, paradas en Bratislava (Eslovaquia), Budapest (Hungría), Zagreb (Croacia) y la histórica ciudad Verona (Italia).
Evocador como pocos escenarios, el desierto del Gobi es la guinda de un viaje de ocho días en moto todoterreno a través de los paisajes de Mongolia que propone la agencia 30mps. Con un 70% del trazado por pistas a través de altas montañas, estepas interminables, dunas y glaciares, y salida y llegada desde Ulan Bator, capital mongola, la organización dispone de un vehículo 4x4 de apoyo a los participantes, además de experimentados guías que garantizan en cada etapa la seguridad de la caravana.
Algunos de los mejores paisajes del norte de Vietnam son ahora accesibles para los amantes de la moto. Concretamente, en una ruta de 10 días desde Hanoi, la capital, que visita la región montañosa de Sapa y sus verdes arrozales en cascada; la meseta Dong Van, las cascadas de Ban Gioc o la fascinante bahía de Ha Long. Escenarios impresionantes y reviradas carreteras en las que se circula al manillar de manejables Honda de 250cc, siempre acompañados por un guía local y un vehículo de asistencia. Esta propuesta de Roadventure arranca el 2 de mayo.
TITULO: LA
BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - No callarás,.
La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura.
Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna,
retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un
análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio
denominado La Brújula de la Economía) y el debate político., etc,.
La Linterna La Cope ,.
'La Linterna' es el programa de radio informativo, político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Ángel Expósito, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 23:30 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a 'La Linterna de la Iglesia', dirigida y presentada por Faustino Catalina,.
No callarás,.
foto / En una sociedad que ha dejado de ser católica estaría bien contar con alguna voz católica de referencia, siquiera para no tener que avergonzarnos de algunos silencios, como el de los abusos sexuales,.
Vivíamos mucho peor con Diocleciano, pero quien hoy siga considerándose católico tendrá que conllevar algún que otro estupor. En apenas dos generaciones hemos pasado del catolicismo unánime a la ruptura en la transmisión de la fe: los abuelos tal vez rezaban el rosario en familia, pero los nietos ya no han sido bautizados. A mediados del XIX, el poeta Matthew Arnold escuchaba la bajamar de la fe en Inglaterra como “un clamor largo y melancólico”: por contraste, en España, el proceso de secularización ha sido mucho más tardío pero mucho más veloz. La contestación a la antropología cristiana ya es mayoritaria tanto en la política como en la sociedad españolas: este fenómeno, quizá previsible en países noreuropeos, lo era mucho menos en un país de monocultivo eclesiástico, y sin embargo el catolicismo ha perdido batalla tras batalla cultural desde la Transición. Por otra parte, la ilusión del catolicismo de masas —aquellas Jornadas de la Juventud impulsadas por el papa Wojtyla— ha cedido paso a un reajuste de los números, del mismo modo que hay una relación directa entre el avance de las comunidades protestantes en América Latina y el declinar de las católicas. En fin, cómo olvidarlo: tenemos dos papas. ¿La nave zozobra? Como mínimo, volvemos a las dimensiones —según había visto Ratzinger en la posguerra— del pequeño rebaño.
No está claro, sin embargo, que haya habido una sustitución de la cantidad por la calidad, del catolicismo inercial por el comprometido. El post Concilio puso en olvido una nota hasta entonces propia de las comunidades católicas: antaño conocidas por una piedad irritante de tan terca, hemos visto el languidecer no solo de los creyentes, sino de la propia práctica religiosa. En la raíz de este abandono late una desorientación: la dificultad de responder a la pregunta que sirvió para convocar todo un Concilio, y que busca establecer qué relación debe tener la Iglesia con el mundo contemporáneo. No es la primera vez que un concilio tarda en revelar sus frutos. Pero parece claro que la respuesta sigue siendo discutida: como muestran las controversias en torno a la liturgia, la Iglesia lleva décadas sin suturar una divisoria cada vez más visible entre —a falta de otros nombres— progresismo y tradicionalismo. Y estamos en ese momento de desunión en el que ya no se entiende no posicionarse.
Vista como frikismo extemporáneo, apego estetizante o militancia reaccionaria, la opción romana carece en nuestra época del humus que la hizo interesante en otros tiempos: las décadas existencialistas, por ejemplo, o esos años del siglo XX en que, según rezaba la boutade, uno se convertía “al partido católico” o a “la iglesia comunista”. No es solo el cristianismo: a punto de transitar por su primer cuarto, nuestro siglo se ha caracterizado por el silencio, cuando no el descrédito, de lo sagrado, en todo lo que va de Dawkins a Harari. La propia fe, que hasta hace no tanto era también una manera de ordenar el mundo, se ha reducido al papel de guía o transformación personal. De ahí también algunas manifestaciones contemporáneas que, con su dosis de sentimentalismo y ñoñería, han llevado a una religión dramática como el catolicismo al terreno de la autoayuda.
En sociedades abiertas como la nuestra, cualquier opción tiene que hacerse hueco en el buffet libre de las ideologías. Por el momento, es una jugada que los católicos españoles no hemos jugado con brillantez, quizá por falta de costumbre. Con todo, lo más llamativo es que, tal vez por miedo a la cancelación, el catolicismo español —sus intelectuales y escritores— haya preferido replegarse y jugar cómodo allá en los límites de su propia parroquia, donde su prédica será aplaudida, y toda llamada a la guerra cultural será tan jaleada como, en último caso, intrascendente: ¡Id por Sotogrande y predicad el Evangelio!
En una sociedad que ha dejado de ser católica estaría bien —como en Francia, Inglaterra, Alemania— contar con alguna voz católica de referencia, siquiera para no tener que avergonzarnos de algunos silencios. Uno no imagina a Julián Marías sin dedicar tiempo y folios a los abusos infantiles, a un escándalo que ha supuesto tanto dolor para tantos, y que ha golpeado esa última confianza que tenían en la iglesia muchos que ya no tenían fe.
¿Cuándo ha habido más deber de hablar, cuándo ha sido más urgente no callarse? Incluso los obispos han estado más rápidos que los intelectuales. En los años cincuenta, el actor Alec Guinness se convirtió al catolicismo. Mientras rodaba El padre Brown, vestido de cura, en Francia, un niño pequeño se le acercó y le tomó de la mano: al actor le impresionó hondamente la confianza que la simple ropa talar podía despertar en una criatura inocente. Asombra recordar esa escena hoy, sin duda. Tanto como duele pensar si no habrá estado mal repartido el tiempo dedicado al debate del nasciturus y el dedicado a la defensa de los niños abusados.
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