TITULO: Cena con mamá - Ludovico Einaudi ,. Viernes - 7, 14 - Octubre ,.
Viernes - 7, 14 - Octubre ,a las 22:00 en La 1, foto,.
Ludovico Einaudi,.
Ludovico Einaudi: “En la música también hemos librado nuestra Segunda Guerra Mundial”,.
El compositor e intérprete italiano, una estrella planetaria del piano que ha colgado el “no hay billetes” para su gira española, vuelve a las esencias con Underwater, una obra gestada en el encierro durante la pandemia y destinada a relajar “la vida acelerada y algo absurda que teníamos”.
Los sonidos de infancia de Ludovico Einaudi (Turín, 66 años) pivotan entre los sonidos del piano que invadían la casa por parte de su madre, Renata, y las discusiones políticas o literarias que sostenían su abuelo Luigi, segundo presidente de la República italiana, o su padre, Giulio, mítico editor de leyenda en toda Europa. Él prefería los primeros. Le evadían. Schumann y Chopin iban más con su carácter retraído que las acaloradas diatribas de la rama paterna. Durante la pandemia, el pianista y compositor se recluyó en el campo piamontino de su infancia y ahora ha vuelto a Turín como base para recalar entre sus giras. Por ejemplo, la que a finales de septiembre le llevará a España, para actuar en Mérida, Córdoba, Sevilla y Madrid, donde lo hará los tres últimos días del mes en el Teatro Real, con prácticamente todo el papel vendido. En ella, Einaudi hará sonar ese piano que, dice, flota y fluye con los sonidos de lo que ha sido su último disco, Underwater, un directo regreso a las esencias que compuso en su encierro durante la pandemia. Alumno de Luciano Berio, aprendió tanto de él como de su madre, un sano eclecticismo que le ha llevado a emparentar a Bach y Vivaldi con los Beatles y a Chopin con Philip Glass, y a ahondar, desde el minimalismo, en la búsqueda de los sonidos que en este tiempo de distorsión y erosión nos acerquen a la armonía y la belleza.
Cuando medito sobre su música, me viene a la cabeza una palabra: agua. Ahora que titula su nuevo disco Underwater, bajo el agua, está claro que no iba tan desencaminado con esa idea.
Pues sí, me gusta la idea del agua porque fluye, como debe hacer la música. Titular mi último disco así tiene que ver también con la sensación de estar sumergido. Una sensación de penetrar en ti mismo. Cuando nadas te colocas en otra dimensión, tu percepción del mundo es ajena a lo sólido, observas desde otra perspectiva.
¿Subconsciente?
Sí, y esta música, al menos lo he intentado, fluye y flota. Te envuelve y evoluciona de otra manera. He intentado que no sufriera interferencias de una esfera artificial. Buscar pureza y alejarla de contaminaciones.
¿Ha conseguido aislarse de la suciedad del ruido para eso?
Es lo que quería, que se desarrollara de manera natural en un proceso propio. Buscar la forma y la emoción pura. Es pura, creo.
Me cuenta esto desde el idealismo, y, cierto, desde la pandemia hemos buscado un contacto más directo en la naturaleza para respirar. Pero ¿no nos hemos sentido además ahogados?
Desde luego. Para mucha gente, la pandemia ha sido un trauma terrible. Pero en mi caso no lo he sentido así. Y como artista expreso mis sentimientos. Para mí, tuvo un efecto positivo y está bien buscarlo y hacer hincapié en ello. Vi cómo algunas especies animales se volvían visibles y el aire se limpiaba por efecto de esa parada. Quizás resultaría más fácil todo si diéramos un paso atrás y disminuyéramos esa vida acelerada, trastornada y algo absurda que teníamos. El hecho de viajar sin disfrutar los destinos, ni verlos, ¿qué sentido tiene? Ahorraríamos muchos recursos.
¿Detenerse es un lujo?
Desde luego, es un lujo, y deberíamos buscar un equilibrio entre lo anterior y lo que venga.
Es una noble aspiración. ¿No estamos algo necesitados de ellas?
Claro. Tenemos que aprender y sacar conclusiones. No será fácil y somos demasiados. Para empezar, algunos mandatarios y líderes deberían dejar de ir a cumbres sobre el clima en jets privados.
Usted siempre se ha movilizado contra el cambio climático. Incluso rodó un vídeo para Greenpeace en el Ártico —Elegy for the Arctic— que fue todo un alegato.
Las cosas nunca ocurren por casualidad. Me sentí muy sorprendido pero honrado de que Greenpeace me invitara a participar en esa acción. Me empecé a concienciar de ecologismo cuando volvía a esos lugares que para mí, de niño, eran paraísos y comprobaba cómo la naturaleza perdía su empuje y algunas especies desaparecían. Hay espacios en los que el mar ha cambiado de azul a gris. Por no hablar de las aberraciones urbanísticas que destruyen los paisajes e incluso el encanto de las ciudades históricas. Te vas concienciando hasta que te das cuenta del desastre general. Durante años tuve la esperanza de que la situación cambiara. Pero no ha ocurrido, vamos a peor: estamos rodeados de plástico, los peces mueren, no hay tiempo.
¿Podemos encontrar un paralelismo para describir lo que ha ocurrido en la naturaleza con la música? Hubo una generación de compositores anterior a la suya que se dedicó a destrozar la armonía. ¿Han debido ustedes volver a las bases para reconstruirla, incluso buscar la melodía y la belleza?
En los años cuarenta y cincuenta se llegó a una obsesión con la decadencia, con un mundo que se descomponía. Se alcanzó un pico en este sentido. Había ocurrido el desastre de la Segunda Guerra Mundial, y de hecho, en la música, nosotros también hemos librado nuestra Segunda Guerra Mundial. Reconstruirlo todo ha sido difícil, duro. En muchos casos, en el arte hemos tenido que empezar de cero.
¿En cuáles?
No siempre ocurre lo que tienes planeado y, por ejemplo, después de todo eso, en la música iba surgiendo un movimiento de expresión popular muy importante. Este buscaba el baile, la melodía, los ritmos. En una palabra: era joven. Y esa energía, aquella explosión, superó la mentalidad de la música clásica y de aquellos creadores que venían de esa tradición, incluso para ponerla en cuestión. Fue mucho más poderosa.
Y contagiosa.
Como adolescente, yo me deslumbré con aquel mundo. Me influenció mucho más aquella revolución, no solo musicalmente, también como persona. En la manera de comportarme, de vestir, de llevar el pelo. Nos invadía un fuerte deseo de cambiar. Como artista quise trasladar eso a mi mundo, no pude resistirme a ello.
Aunque también le influyó otra figura que venía del otro espacio, como Luciano Berio.
Sí, él fue mi maestro y trabajé con él muchos años. Pero Berio era un personaje muy abierto. Le encantaban los Beatles, la música africana, el jazz… Entendió perfectamente hacia dónde se dirigía el mundo.
Es decir, ¿un hereje en su propio mundo?
Sí, porque aquellos círculos estaban llenos de fanáticos e ideas muy dogmáticas.
¿Por ejemplo, Pierre Boulez y sus seguidores?
Sí, claro, Boulez era listo, inteligente, pero dogmático y fanático. Berio, en cambio, representaba lo contrario. Se conectó con el folk, el pop, y al final lo despachaban con cierta sonrisa de desprecio, de condescendencia. No lo consideraban tan puro del nuevo dogma como debería ser. Sin embargo, para mí, y visto hoy, era un artista fabuloso, que supo conectar desde las raíces el pasado y el presente de manera auténtica.
¿Quizás la clave para evolucionar, incluso revolucionar, sea mostrarse fiel a una tradición en vez de intentar demolerla? En ese sentido, ¿qué ha sido más importante para usted? ¿Bach o el minimalismo?
Bach siempre es un gran punto de partida y una referencia. Cuando necesito inspiración, espiritualidad, complejidad, arquitectura, lo escucho y no falla. Y el minimalismo, en mi caso, es la llave que me abre una nueva forma de trabajar con las armonías, las melodías y el ritmo. En ese sentido, para mí, la figura fundamental es Philip Glass. Esa obra que nunca termina, que parece que se repite pero, en cambio, evoluciona constantemente con una especie de actitud budista. Él es pragmático.
¿Matemático también?
Además, en muchos sentidos. Para mí, en lo que ha sido mi formación e influencias, fundamental.
Una vez, Philip Glass se encontró con Paul Simon. Este le empezó a adular diciéndole cuánto veneraba sus óperas, sinfonías, obra para cámara, orquesta, piano… Y Glass le contestó: “Ah, ¿sí? Pues yo lo cambiaría todo por una de tus canciones”.
Es bueno, es bueno eso. Eso resume la importancia de la música popular. Las melodías de una canción resultan inmortales. Se nos revelan como una pura inspiración divina.
Quizás tanto que dentro de cien años, cuando la gente mire al siglo XX, ¿no serán más importantes Lennon y McCartney que Boulez o Stockhausen?
Desde luego. Serán los clásicos de nuestro tiempo. Yo, de hecho, escucho mucho más a Lennon y McCartney que a Stockhausen. Quizás cuando acudo a ese tipo de compositores lo hago por un deber intelectual que me dura 10 minutos, mientras que a los Beatles podría escucharlos cada día. Y la calidad de emoción que me proporcionan es máxima.
Ni siquiera resulta necesario enchufarlos en un reproductor, andan en nuestras cabezas, continuamente, dentro de nosotros.
Absolutamente. Y el bagaje de referencias musicales que usan es tan enorme que son una enciclopedia musical, a cada paso ensayaban nuevos pasos y tendencias. Como escuchar una tremenda amalgama que va de la música sacra al hinduismo en una sola canción.
Aunque para ser músico, si los Beatles representan una buena referencia, imagino que el hecho de haber nacido en Italia, mucho más.
Sí, claro. Hemos hablado de Bach, pero no de Vivaldi o de Monteverdi…
O Verdi o Puccini. La música occidental nació allí… ¿Pesa?
Sí, aunque nunca me lo planteo así. No pienso en herencias cuando compongo.
Pero ahí deben de andar…
Sí, lo que no sé, en mi caso, es dónde. Mejor que lo analicen otros que yo mismo.
Mejor para usted, porque venir de un país en que se ha inventado la ópera, formas musicales que van del concierto a la sonata o instrumentos como el violín y el piano…, insisto, debe marcar.
Sí, sí. A veces, la relación con la historia puede resultar muy agobiante. Por eso debo centrarme en que brote de manera natural. Si te pones a pensar demasiado en esas cosas, te pierdes. Ese ha sido el problema de los músicos de aquella generación de los cincuenta, que pensaban demasiado en esas cosas.
También su herencia familiar con su país es potente. Su abuelo fue el segundo presidente de la República italiana entre 1948 y 1955. ¿Qué hubiese dicho él si, como pudo ocurrir este año, Berlusconi hubiera sido elegido para ese mismo puesto?
No hubiera tenido una buena reacción. ¡Se removería en la tumba! Estamos viviendo tiempos locos en el mundo y en mi país.
Y de sus padres, ¿qué me cuenta?
Mi padre fue uno de los grandes editores de este país. Con un ambiente así en casa, tan intelectual, la música era mi refugio. Y eso viene por parte de mi madre, su familia era completamente musical. Ella tocaba el piano, y mi abuelo materno, Wando Aldrovandi, triunfó como compositor y director musical. Conoció a Puccini y dirigió algunas de sus óperas, pero con el fascismo emigró al Reino Unido, luego a Australia, y no pudo regresar. Se marchó cuando mi madre tenía 12 años, por trabajo, pero estalló la Segunda Guerra Mundial y no pudo volver. Murió fuera en 1952.
Una triste historia.
Sí, a ella le afectó mucho. En fin, queda su herencia en nosotros. Para mí, la música se convirtió en la manera de permanecer en contacto con las emociones. No identificaba mi mundo con el de la economía, la política, eso que se bebía en nuestra casa. Un ambiente intelectual muy marcado. Yo me sentía en contacto conmigo mismo y completamente libre a través de la música. Para mí resultó fundamental que mi madre me aportara esa faceta. Me tocaba tanto a Chopin como a los Beatles.
Puro eclecticismo.
Total. De Schumann a Bob Dylan o los Rolling Stones, entraba todo. Las canciones son forma, bien, pero también aliento. Te la sacas de encima y vas a otra.
La música de Chopin también tiene algo de eso, en sus formas: estudios, baladas, valses, mazurcas. Imagino que es otra de sus grandes influencias.
Desde luego, también en él la música era algo muy orgánico. Se sentaba, le invadía y lo sacaba fuera. Me fascinan sus Preludios, poseen una construcción armónica increíble. Representaron una revelación para mí. Un piano en mi casa tenía una presencia total. Estuvieras junto a él o en tu habitación leyendo un cómic. Recuerdo que el preludio número cuatro, en concreto, ejercía una especie de embrujo, me producía una atracción muy fuerte, en cierto sentido notabas que le alimentaba y enriquecía. Un don que te interpelaba. Por medio de él, comencé a conectarme profundamente a la música y a apreciarla. No pude ya separarme más de esas emociones, me secuestraron.
Esa influencia se nota en su música, particularmente la de los Preludios.
Sí, también el número 15, que se conoce como la gota de agua, el más largo de la serie, me tocó.
Imagino que fue un niño tímido.
Sí, o, más bien, tranquilo. Todavía lo soy. En una situación donde encuentro mucha gente alrededor, no hablo. Escucho, pero apenas hablo. Sigo así. Discreto, algo retraído. Prefiero una relación uno a uno, ya más de tres me incomoda. Hablo a través de la música, de esa manera creo que soy más interesante. Más que a través de las palabras. Incluso cuando leo las entrevistas que me hacen, pienso que habría podido articular mejor las respuestas. O, si me piden algo escrito, lo reelaboro una y otra vez.
¿Su lenguaje es la partitura y no el alfabeto?
Es así, no llego al mismo nivel ni calidad con el alfabeto que con las notas musicales.
Que eso lo diga el hijo de una leyenda de la edición en Italia…
Sí, aunque tengo una pequeña anécdota en ese sentido que me tranquiliza. Una vez tuve que escribir una nota al programa de una obra de Berio y la leyó Italo Calvino, que era muy amigo de mi padre. Para mí era el tío Italo. Y me dijo: “Disfruté mucho ayer el concierto, pero también de la nota al programa que escribiste”. Eso me hizo feliz. Más cuando hablamos de un escritor que podía emplear días en una frase. Muy obsesivo. Si me hubiese dedicado a escribir, sería como él. Pero en la música me siento ahora mucho más suelto, me resulta más fácil componer.
Hablemos del cine. ¿Cree que ese medio ha construido un puente entre la vanguardia y el clasicismo como modo de expresión?
Sí, las películas representan un nuevo mundo que relaciono con la ópera. Ahí se mezclan diferentes modos de expresión. Estamos viviendo una evolución con las series. En ambos puedes desarrollar nuevas ideas, sonidos, en diálogo con la imagen. Son perfectos para investigar nuevos lenguajes y expresión. Aprendes además de otros compositores y, encima, aumentas mucho tu público.
TITULO: Imprescindibles' estrena en La 2 - Muere a los 63 años el secretario general de la OPEP, Mohammad Barkindo . , Domingo -2, 9 - Octubre ,.
Domingo - 2, 9 - Octubre , a las 21:30 horas en La 2, foto,.
Muere a los 63 años el secretario general de la OPEP, Mohammad Barkindo,.
El técnico nigeriano, que estaba al frente del cartel de países exportadores de petróleo desde 2016, ha fallecido de forma repentina en Abuya,.
El secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el nigeriano Mohammad Barkindo, ha fallecido este martes a los 63 años en Abuya, según ha informado este miércoles Mele Kyari, director ejecutivo de la petrolera nacional del país africano (NNPC). Su muerte, repentina, se produjo apenas unas horas después de hacer el discurso de apertura de la conferencia sobre energía Nigeria Oil & Gas y de reunirse con el presidente nigeriano, Muhammadu Buhari. Las causas del deceso aún no han trascendido.
“Perdimos a nuestro querido doctor Mohammad Sanusi Barkindo. Murió a las once de la noche de ayer, 5 de julio”, ha escrito en Twitter Mele Kyari. “Es una gran pérdida para su familia, para la Corporación Nacional Nigeriana de Petróleo [NNPC, por sus siglas en inglés], para la OPEP y para toda la comunidad global de la energía”. Barkindo acababa de trasladarse definitivamente a Abuya, donde preparaba su futuro profesional tras cerrar su larga etapa de la OPEP.
Arquitecto de la OPEP+, con Rusia
El doble mandato de Barkindo al frente del cartel —liderado de facto por Arabia Saudí, y en el que también participan potencias energéticas de la talla de Irán, Irak, Argelia, Emiratos Árabes Unidos, Libia, Venezuela o la propia Nigeria— comenzó en agosto de 2016. Pocos meses después se creaba la llamada OPEP+, una versión ampliada del club que también daba cabida a Rusia, en cuyo nacimiento jugó un papel esencial. Seis años después, y al no poder renovar en el cargo (dos periodos de tres años es el máximo fijado en los estatutos), iba a ser reemplazado a finales de este mes por el kuwaití Haitham al-Ghais.
Graduado en Ciencias Políticas, Barkindo contaba con un posgrado en Economía del Petróleo por la Universidad de Oxford (Reino Unido), así como con un MBA por la Universidad de Washington. La mayor parte de su carrera profesional había transcurrido en puestos de responsabilidad en entes energéticos de su país y, muy especialmente, en la poderosa NNPC, auténtica correa de transmisión de la política petrolera de Nigeria, de largo la mayor potencia africana.
Durante casi un cuarto de siglo, entre 1986 y 2010, el técnico nigeriano fue el delegado del Gobierno nigeriano ante la OPEP, cuyo funcionamiento controlaba a la perfección desde mucho antes de asumir la secretaría general. Ya en el cargo, tuvo que pilotar uno de los periodos más complejos de su historia, marcado por la pandemia —que hundió el precio del crudo a mínimos históricos, incluso llevándolo temporalmente a terreno negativo— y, en última instancia, por la guerra iniciada por Vladímir Putin en Ucrania, que ha puesto literalmente del revés los mercados energéticos internacionales.
Conocido por su estilo diplomático, Barkindo logró templar ánimos y aglutinar las voluntades de los diferentes miembros del club en los momentos en los que las discrepancias eran máximas. En esa última etapa, las discrepancias giraban, sobre todo, en torno a la cuestión de si los principales exportadores de crudo del mundo debían o no aumentar su producción para estabilizar los mercados y relajar los precios. Un debate que sigue sin resolverse, pero en el que parecen estar imponiendo su criterio los Gobiernos que ven escaso margen de maniobra desde el punto de vista de la producción y que creen que lo mejor es la cautela.
En los últimos meses, la organización con sede en Viena (Austria) ha optado por mantener o elevar solo ligeramente el ritmo de producción actual, solo con ligeros aumentos en la segunda mitad de este año. Todo, a pesar de la alta demanda acelerada por la recuperación económica pospandemia y las crecientes restricciones de oferta derivadas de la invasión rusa de Ucrania, que ha dejado el petróleo de Moscú fuera de juego en la mayor parte de Occidente, ha obligado a un sinfín de países a buscar suministradores alternativos y ha disparado su cotización.
Último discurso
En su último discurso, pronunciado en la conferencia energética de Abuya, celebrada el martes por la tarde, Barkindo señaló que la industria del petróleo y del gas está “bajo asedio” por la escasa inversión. Una situación, dijo, que podría aliviarse si se permite aumentar la producción a Irán y Venezuela, dos países que son objeto de sanciones occidentales y cuya situación ha cambiado radicalmente con el estallido de precios del crudo en los últimos meses: su concurso en el mercado internacional es hoy más necesario que nunca.
En su alocución, el jefe de la OPEP también lamentó la “fragmentación” de la cooperación global en el plano energético y destacó que “los nuevos alineamientos regionales amenazan con revertir años de progreso hacia la creación de un sistema de energía más estable e interconectado”. “No podemos permitirnos que la cooperación multilateral en energía y la seguridad energética global se conviertan en daños colaterales de la geopolítica”, clamó.
TITULO: De seda y hierro - Placeres - Pasión por el color ,. Domingo - 2, 9 - Octubre ,.
El Domingo - 2, 9 - Octubre , a las 20:20 por La 2, foto,.
Placeres - Pasión por el color,.
El escultor gallego expone en Madrid su conocida pieza ‘A filla da porteira’, una de las muestras más destacadas de su habilidad creativa a partir de la madera,.
Hace ya mucho tiempo que a Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 64 años) las ideas de sus nuevos proyectos le vienen a la cabeza mientras pasea por los rincones del neoyorquino barrio de Tribeca, en el que vive desde principios de los noventa. Casi todo lo que se le ocurre lo escribe y dibuja de manera esquemática en pequeños papeles que va acumulando en los bolsillos. Hasta que no retorna a su taller de Cambados, Leiro no sabe si estos apuntes tomarán vida. Serán los troncos de pino, roble o castaño los que le dirán si es posible el nacimiento de nuevos personajes con los que aumentar las fantásticas metáforas que pueblan el mundo del artista. La última parada de las maderas ya convertidas en esculturas se realiza en Madrid, en su espectacular taller junto a la Plaza de Toros. Cinceladas, pulidas, pintadas, salen al mundo listas para ser admiradas en exposiciones y museos de Europa y Estados Unidos. La última muestra está capitaneada por A filla da porteira (2021) y se puede ver en el espacio madrileño de Marlborough hasta el 19 de noviembre.
A sus 64 años, Leiro mantiene el aspecto de tipo corriente, que no vulgar, con el que llegó a estudiar al Madrid de la Transición, cuando por las mañanas muchos corrían en las manifestaciones y por la noche se dispersaban en los locales de la Movida. Vestido de negro con veraniegas bermudas, Leiro podría ser confundido en la mediana distancia con Quentin Tarantino. Comparte con el director estadounidense un similar cuerpo fornido, su irregular pelambrera y una misma mezcla de entusiasmo y humor cuando habla de sus personajes.
La pieza principal de la exposición no es su obra más reciente, pero sí resume perfectamente cómo han evolucionado unos personajes que parecen nacidos de un cruce entre la portentosa imaginación de Lewis Carroll y el poder descriptivo de Chaves Nogales. A filla da porteira (la hija de la portera) es un bloque de madera de castaño de 2,26 por 1,37 metros en el que uno de los personajes, la niña, se cuelga del cuello de quien podría ser la madre. Pintadas de gris y sin rasgos humanos en los rostros, sólo un toque de pintura rosa y amarillo da una pista sobre la niña. El artista quiere que el espectador imagine una historia. Recuerda que la figura de quienes ocupan las porterías de los edificios ha pululado sin descanso por la literatura y dice que, en este caso, le rondaba la idea desde hace mucho. Es la figura de lo que los neoyorquinos reconocen como el “súper”, el superintendente del edificio cuya función está entre la de un portero y un conseguidor.
Por sus grandes dimensiones, A filla da porteira disfruta para ella sola de una de las salas más espaciosas de la galería. Más de una treintena de personajes de diferentes tamaños se reparten por las restantes estancias formando un bosque en el que, como escribió Manuel Vicent en un artículo en EL PAÍS el año pasado, los troncos de los árboles se hubieran convertido en figuras humanas. “Hay trasgos, avatares, gigantes contorsionistas, atormentados por este escultor gallego, proteico e ilimitado, capaz de manejar la sierra más ruda unas veces con la precisión de un bisturí y otras como un arma de defensa personal”, describió Vicent. “Puede uno imaginar que el trabajo de este artista tiene un carácter de lucha muy física contra sus sueños, como una fuerza de la naturaleza”.
Leiro, único varón de una familia de cinco hermanos, aprendió a tallar la piedra en Santiago de Compostela y completó su formación en dibujo y modelado en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. A la capital llegó en 1976, justo un año después de la muerte de Franco, con la Transición en marcha y una euforia cultural imparable.
Su primera exposición relevante fue en la galería Montenegro, en Madrid, cuando tenía 27 años. El dueño murió, pero la suerte hizo que en 1989 conociera en Barcelona al presidente de Marlborough, Pierre Levai, el famoso chamán del arte contemporáneo, que le ofreció un contrato de exclusividad junto a nombres tan conocidos como Jackson Pollock, Henry Moore, Francis Bacon o Lucian Freud.
Cuando en 2004 pudo exponer su obra en el Palacio de Cristal del Reina Sofía, la crítica le vinculó a la transvanguardia italiana y al neoexpresionismo alemán. También al surrealismo, al manierismo gallego y a la escultura románica en su versión policromada. Se le han señalado, además, influencias de Henry Moore o Constantin Brancusi. Pero él mantiene que está influido por toda la escultura que le precede y si se le insiste en citar algún nombre que pueda situar en su estela, solo acepta mencionar a Bruce Nauman por su capacidad de inventar nuevas formas fuera de todo convencionalismo. Antonio Muñoz Molina, profundo conocedor de la obra del artista gallego, escribió que Leiro tiene una parte de artesano contumaz y otra de bromista pop, un humorismo entre vanguardista y cazurro.
A principios de año, Leiro recibió la noticia de haber sido elegido miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, algo que sorprendió a quienes le conocían y, por supuesto, al propio artista. Tiene dos años para preparar el discurso. Habrá que ver si su irreverencia innata le permite entrar en un club como la academia.
TITULO: Noche Sexo - Monica y el sexo - Mal bíblico y símbolo de la impureza ,.
El viernes - 7, 14 - Octubre , 0.40 / Cuatro, foto,.
Mal bíblico y símbolo de la impureza,.
Una mujer nepalí es apartada del poblado y confinada en minúsculas cabañas por estar con la regla.
Las tres religiones monoteístas condenan el periodo. Es un asunto poco estudiado, pese a que el 75% de las mujeres sufren dolor menstrual,.
Decía la feminista Gloria Stein a principios de los años ochenta que si los hombres menstruaran la regla se convertiría en un «acontecimiento masculino envidiable y digno de orgullo». «Los hombres presumirían de su duración y de su caudal. Los adolescentes señalarían la llegada de la regla, ansiado símbolo de virilidad, con celebraciones religiosas y festejos exclusivamente masculinos. El Congreso crearía un Instituto Nacional de la Dismenorrea para combatir los dolores mensuales, y el Gobierno proporcionaría fondos para protecciones higiénicas gratuitas»
En todos los tiempos el periodo ha tenido mala prensa. El islam, el judaísmo y el cristianismo lo consideran algo impuro. Basta con ojear el Levítico para darse cuenta de cuán grande es la maldición: «Cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche».
Aún hoy, miles de años después, la regla sigue suscitando muchos prejuicios en la medicina y en la organización de los servicios de salud. «La menstruación es todavía un tema tabú para la asistencia primaria y permanece invisible para la investigación científica», asegura la endocrina Carme Valls Llobet en su libro 'Mujeres invisibles para la medicina' (Capitán Swing).
«El cuerpo humano no está pensado para que funcione con dolor, y el menstrual no debe pasarse por alto»
El anteproyecto de nueva ley del aborto incluirá un permiso específico y retribuido para las mujeres que sufren menstruaciones e incapacitantes. El presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, Tomás Cobo, no ve con buenos ojos la medida. «No debemos convertir la fisiología en patología. No hay que convertir procesos naturales en enfermedad. Cuando los síntomas son suficientemente importantes como para sospechar la existencia de una patología, es cuando se tiene que ir al médico, pero no antes. Tratar de convertir en una especie de enfermedad un hecho que es puramente natural en la naturaleza del sexo femenino es absolutamente absurdo», asegura.
Cobo sostiene que si acontece un dolor lumbar severo a causa de la menstruación y la mujer no puede desempeñar su trabajo «lo que debe hacer es acudir a su médico y que este valore si solamente es menstrual o existen otros componentes como la existencia de pólipos uterinos». «Lo importante es que el médico decida en un momento determinado si ese proceso le impide desarrollar su actividad profesional», argumenta.
Infradiagnóstico
El codirector del departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universidad de Navarra, Juan Luis Alcázar, alrededor de un 70-75% de las mujeres padecen dolor menstrual. Así lo certifica un estudio que se hizo hace 20 años en la Comunidad de Madrid. Según Alcázar, la dismenorrea, el dolor que se produce antes o durante la menstruación, está infradiagnosticado, lo que hace que muchas veces no esté tratado. «La interiorización de que el dolor menstrual es algo normal provoca que muchas mujeres no acudan al médico. El cuerpo humano no está pensado para que funcione con dolor, y el menstrual es un síntoma que no debe pasarse por alto alegremente».
Un estudio publicado en 2019 en la versión digital del 'British Medical Journal' destaca que las mujeres pierden una media de nueve días al año de productividad a causa del periodo.
La falta de abordaje terapéutico de los trastornos menstruales puede tener consecuencias nefastas. La endometriosis, que sufre entre el 10 y el 15% de la población mundial, suele ser diagnosticada con años de retraso. «Muchas mujeres inician el desarrollo de la endometriosis en la etapa adolescente. Esta enfermedad puede tener consecuencias muy negativas diez o quince años después. Por eso es muy importante la concienciación de la población femenina y de la comunidad médica de la importancia del dolor menstrual», aduce Alcázar.
Las mujeres pierden una media de nueve días al año de productividad a causa del periodo
En la mayoría de los casos, el dolor menstrual reviste la forma de dismenorrea primaria o esencial, en que la afectada no presenta ninguna patología y el sufrimiento se presenta por un incremento del espasmo uterino. «El útero es un músculo que se contrae intensamente como consecuencia de una producción exagerada en sus paredes de unas sustancias que se llaman prostaglandinas», explica el especialista. En otros casos, la dismenorrea es secundaria cuando existen patologías, como miomas, adenomiosis, endometriosis o pólipos al nivel del endometrio. «Alrededor de una cuarta parte de las mujeres que sufren dolor menstrual tienen una dismenorrea severa», anota Alcázar.
El dolor menstrual que no va acompañado de patología aparece en las niñas después de la primera regla, a partir de los 13 y 14 años, y el que concurre con enfermedades uterinas suele manifestarse a partir los 25 años. En ocasiones, la dismenorrea secundaria que se da en ciertas endometriosis puede conducir a una histerectomía o extirpación del útero.
Nicho de consumo
Si bien la regla ocupa un cuarto de vida de las mujeres durante su periodo de fertilidad, esto es, unos cuarenta años, esta realidad fisiológica no está muy estudiada. Pese a ello, alrededor de la menstruación hay un cuantioso nicho de mercado. La periodista Élise Thiébaut argumenta en el libro 'Esta es mi sangre' (Hoja de lata) que el mercado anual de protecciones periódicas (compresas, tampones, copas menstruales, toallitas reutilizables) representa 26.000 millones de euros. «Es decir, el equivalente al PIB de Baréin, un archipiélago petrolero al sur de Arabia Saudí que sin duda estará encantado de conocer este dato».
Migrañas, inflamación mamaria, distensión abdominal, hinchazón de piernas, brotes de acné, dolores musculares, nerviosismo, alteraciones del apetito, retención de líquidos… Son algunos de los síntomas que afectan a las mujeres que sufren el síndrome premenstrual, provocado por un exceso de estrógenos cuando existe una deficiencia de progesterona en segunda fase del ciclo menstrual.
Olga Ocón, ginecóloga del Hospital Universitario Clínico San Cecilio, sostiene que el síndrome premenstrual puede presentar una afectación psicológica severa que redunda en un deterioro de la calidad de vida. Las formas más graves de trastorno disfórico premenstrual (una modalidad severa y a veces incapacitante de aquel) son tratadas con antidepresivos, que ofrecen buenos resultados entre un 40% y un 60% de las mujeres después de entre 12 y 18 meses de tratamiento.
Como las bases neuroendocrinas del síndrome premenstrual han sido poco investigadas, muchas de las variaciones del humor se atribuían al rechazo de las mujeres a su menstruación, o a su naturaleza «histérica», señala Valls. «Todavía actualmente muchas se ven rechazadas por los profesionales de la medicina si se atreven a explicar los síntomas relacionados con el ciclo menstrual».
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