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DESAYUNO CENA FIN DOMINGO - REVISTA BLANCO Y NEGRO - El condensador de fluzo - ¿Ha desconectado en vacaciones?,. , fotos,.
¿Ha desconectado en vacaciones?,.
Un 28 por ciento de los españoles reconoce que no es capaz de desconectar del trabajo durante las vacaciones, lo que puede perjudicar seriamente la salud Relax en las vacaciones.
( Desayuno )
mundo es capaz de desconectar totalmente de la vida laboral, un problema que puede terminar perjudicando la salud.
( Cena )
En España, un 28 por ciento de los trabajadores reconoce que no es capaz de desconectar del trabajo durante las vacaciones, según un estudio de Randstad.
Esta 'obsesión' puede aumentar el nivel de estrés fuera del horario laboral, provocar dificultades para dormir, impedir disfrutar del ocio y del tiempo libre e incluso generar depresión y ansiedad.
De la misma forma que el cuerpo necesita un descanso diario, también es recomendable dar unos días de 'relax' a la mente. Para ello, la psicóloga y responsable del gabinete de Orientación Educativa de la Universidad Francisco de Vitoria, Florencia Poy, ha recomendado seguir estos diez consejos para desconectar durante las vacaciones.
1. Dejar terminadas todas las tareas antes de las vacaciones.
Para evitar darle vueltas a las cosas que quedan por hacer, como aquel correo electrónico que quedó por enviar o esa llamada a un cliente especial, lo mejor es asegurarse, antes de las vacaciones, de que todo ha quedado cerrado o encaminado. De esta forma, se evitan las preocupaciones que puedan interrumpir la tranquilidad de las vacaciones.
2. Elige un lugar tranquilo.
Un pequeño pueblo al borde del mar o un paraje idílico en la montaña son ideales para las vacaciones. El lugar elegido debe inspirar paz y tranquilidad y, a ser posible, en plena naturaleza.
3. Un momento perfecto para descubrir un libro o una serie.
El tiempo libre durante las vacaciones es ideal para conocer y disfrutar de la cultura. Un libro para leer en la playa, la última temporada de la serie de moda o una película son unos compañeros fantásticos para relajarse.
4. Un buen descanso es muy importante.
Por la noche se debe intentar dormir sin preocupaciones para asegurar un buen descanso, y no está de más echarse una siesta después de comer para reponer fuerzas.
5. Sal a pasear, solo o en compañía.
Caminar, solo o acompañado, es una buena actividad física que además libera la mente de las preocupaciones del día a día. Además, si el mar está cerca, un paseo por la playa es especialmente relajante y estimula el sistema circulatorio.
6. Disfruta de la familia y los amigos.
Durante las vacaciones se suele pasar más tiempo con los seres queridos. Es aconsejable aprovechar estos días para disfrutar de su compañía, cultivar el sentido del humor y evitar enfadarse por banalidades.
7. Nada de prisa.
El estrés del trabajo y el ritmo frenético del día a día puede hacer olvidar que también se puede vivir sin horarios y sin correr de un lado para otro. Durante las vacaciones, es aconsejable tomarse todo el tiempo que se necesite para realizar las tareas y dejar las prisas para la vuelta al trabajo.
8. Los niños pueden ayudarte a desconectar.
Al igual que se puede disfrutar de la familia, las vacaciones son un período ideal para pasar más tiempo con los hijos. Sus juegos y su forma de ver la vida estimulan la creatividad de los más mayores y permiten desconectar totalmente.
9. Di adiós al mundo digital.
El teléfono móvil, las tabletas digitales, las consolas o el ordenador pueden servir de entretenimiento, pero es preferible olvidarse de las tecnologías. Otras actividades son igual de divertidas, permiten desarrollar la imaginación y descansar la mente y no necesitan batería.
10. Volver a la rutina antes de volver al trabajo.
Unos días antes de volver al trabajo es aconsejable recuperar la rutina anterior para que el cambio no sea tan drástico. Tras este período desestresante, será mucho más fácil incorporarse a la vida laboral sin ningún problema.
TITULO: Las rutas Capone - Una de romanos ,.
Una de romanos ,.
foto / El soldado Cato y el centurión Macro viven sangrientas batallas contra los bárbaros en el siglo I. Y logran enorme éxito como protagonistas de apasionantes novelas de nuestro siglo -Edhasa acaba de publicar en España 'La profecía del águila'-. El responsable: este fornido escritor británico,.
La llegada de un joven recluta a una fortaleza de la segunda legión, la poderosa Legión Augusta, en la frontera del Rin, en el umbral de los hostiles bosques germanos, es el punto de arranque de una de las más emocionantes creaciones de la literatura de aventuras de los últimos tiempos. Ese recluta, Quinto Licinio Cato, y su superior y luego amigo, el curtido centurión Lucio Cornelio Macro, soldados romanos de la época del emperador Claudio (siglo I de nuestra era), viven peripecias asombrosas y afrontan tremendos peligros sirviendo bajo las águilas en diferentes campañas militares. Sus aventuras, plenas de salvajismo y violencia, pero también de valor y amistad, las cuenta el británico Simon Scarrow (Lagos, Nigeria, 1962), el último gran valor anglosajón de la narrativa histórica, en una serie de novelas de las que ya se han publicado seis en España (editorial Edhasa) con gran éxito. Scarrow describe como si las hubiera presenciado las batallas entre legionarios y bárbaros, y hace que el lector experimente la vida en el ejército romano con toda su dureza. Sanguinarias batallas en las que se resbala con las tripas del vecino, emboscadas, motines, la invasión de Britania, la instrucción bajo un centurión adecuadamente llamado Bestia El escritor es capaz de conjurar grandes escenas, pero también de evocar detalles como el rechinar de una silla de hierro sobre un suelo de mosaico. No es extraño el éxito de sus novelas si se piensa además que las legiones romanas han resucitado en nuestros días y marchan de nuevo por toda Europa merced a la proliferación de grupos de reconstrucción histórica, gente que se dedica a recrear la indumentaria, el armamento y los usos de los soldados del pasado, como la activa asociación inglesa Ermin Street Guard, que incluye caballería, o la catalana Legio Gemina de Tarragona.
La cita con Scarrow es un lugar muy pertinente: en la sección dedicada a la ocupación romana de Britania del Museo de Londres. El museo es un edificio feo y moderno rodeado de una arquitectura inhóspita. Sin embargo, guarda tesoros como la lápida de Celsus, un policía militar (speculator) de, precisamente, la Legión Augusta, o el cráneo de un legionario decapitado durante la revuelta de Buodica. Y se alza junto a los restos de la antigua muralla romana, parte de los cuales pueden observarse desde el interior del centro. El día es asquerosamente lluvioso, así que uno llega a la entrevista tan empapado como si los druidas lo hubieran arrojado al Támesis para sacrificarlo a sus ásperos dioses.
Scarrow, un individuo de aspecto insultantemente sano y juvenil, fornido, alto y duro -aunque luce unas incongruentes gafas de cristales gruesos-, observa a su interlocutor con inicial aprensión.
Perdone que le diga, así de entrada, que tiene usted aspecto de manejar con destreza el 'pilum', la lanza arrojadiza de los legionarios.
Lo he probado, con un grupo de reenactment, de recreación histórica. Era un arma impresionante, muy efectiva.
Que se doblaba al impactar para que no pudiera arrojártelo a su vez el enemigo.
No; verá, esa es una teoría antigua, de escuela; la realidad, al probar pila diseñados como los de los romanos, nos ha demostrado que estaban construidos así para penetrar una línea de escudos, atravesarlos y herir a los que se protegían detrás.
No hay nada como la práctica. Recuerdo a un profesor de historia griega que hacía correr desnudos a sus alumnos varones para demostrar que los atletas helénicos utilizaban algún tipo de suspensorio. El dolor de testículos hacía inolvidable la lección.
Toda la experiencia con la gente de los reenactment me ha sido fundamental para escribir con realismo. Aprendes que si una sandalia militar romana, una calligae, se raja tienes que quitártela, porque si no produce cortes en la piel. Detalles así te hacen escribir con pertinencia.
Pues no quiero imaginar cómo se documentó para la terrible escena de una de sus novelas en la que los britanos destripan a un grupo de legionarios, no sin antes castrarlos. ¿Qué cree que sorprendería más a una persona de hoy si se la dejara caer en medio de una batalla de la antigüedad?
El choque, la escala de la carnicería. Las batallas modernas son dispersas. En las antiguas, los combatientes luchaban cuerpo a cuerpo; esa proximidad, el ensañamiento, la desesperación Incluso Waterloo, con 45.000 muertos en sólo seis kilómetros cuadrados, no fue tan impresionante como debió de ser Cannae, donde murieron 60.000 romanos, la mayoría por arma blanca, en un espacio mínimo.
Se están haciendo cosas interesantes en la excavación de los lugares relacionados con la actividad militar romana.
Sí; por ejemplo, en Rochester, donde hay un importante fuerte romano (Bremenium), y donde, precisamente, está atestiguada la presencia de una cohorte de hispanos.
Pensaba en el extraño cementerio romano excavado en York: 56 esqueletos de tipos corpulentos, posiblemente legionarios, y la mitad decapitados. Parece algo de sus novelas. Nadie sabe que les pasó a esos hombres.
En realidad, es magnífico para un novelista que no sepamos qué sucedió exactamente en el pasado; permite inventar libremente. No obstante, ir a los sitios, recorrer los antiguos escenarios históricos es muy útil; te da el sentimiento. Para mi nueva novela he estado en Jordania, con la familia, visitando las ruinas de un campamento romano.
En su quinta novela de la serie, 'El águila abandona Britania', hay una escena terrorífica en la que legionarios romanos exterminan a los habitantes de un poblado britano de una manera que recuerda la matanza de My Lai. ¿Pensaba en las guerras modernas, en Irak?
Es difícil no sentirse impactado por lo que ocurre en Irak, incluso cuando la propaganda del Gobierno sigue insistiendo en que hacemos una guerra preventiva, justa, cuando en verdad es una guerra senatorial. La guerra es horror y masacres de población, aunque el ejército de EE UU se ha empeñado desde Vietnam en la absurda teoría del blanco seguro.
¿En qué se basaba el poder de las legiones? ¿Tecnología?
No hay una razón única. Pero la primera es que eran el mayor ejército profesional de la época. El Decus Belli, el verdadero Símbolo de la Guerra encarnado. Se nos olvida muy a menudo que los legionarios eran profesionales, a diferencia de sus enemigos. Los persas, por ejemplo, se reunían en gran número, pero sólo para una campaña, y luego se desmovilizaban. Los combatientes celtas eran algo más estables, pero su ética de la guerra los hacía buscar el cuerpo a cuerpo individualmente para realizar proezas heroicas conforme a su ideal. Los legionarios romanos luchaban en orden cerrado y con enorme disciplina, y eso marcaba la diferencia. La organización era además muy efectiva. El romano era un ejército muy grande, pero estructurado en unidades muy pequeñas, de menos de cien hombres.
Se les venció a veces: Aníbal; Arminio, en la selva de Teoteburgo
Fueron excepciones. Normalmente los enemigos de los romanos parecían empeñados en presentar batalla de la mejor manera posible para el rival: grandes batallas en espacios abiertos y sin más estrategia que el ataque en masa. La forma correcta de vencer a los romanos no era plantarles cara, sino hostigar sus líneas de aprovisionamiento y someterlos a una costosa y enervante guerra de guerrillas. Así se hizo algunas veces en Britania y dio buen resultado.
En última instancia, en las batallas de la antigüedad lo que contaba era el físico: si tienes que abalanzarte sobre un tipo y matarlo a base de golpes y tajos con un arma blanca, tienes que estar en forma.
Bueno, de nuevo la profesionalidad ayuda mucho. El modo de acercarse en la batalla es muy importante. El legionario tenía mucha sangre fría, no acometía ciegamente jamás. El uso del escudo, que era de muy buen diseño y calidad, estaba perfectamente regulado. El equipamiento en general era excelente. Iban bien protegidos. Estamos acostumbrados a su imagen, pero un legionario romano era algo impresionante: casco, coraza, gran escudo. Llevaba una panoplia de armas variada y testada durante siglos. En el hombre contra hombre sucedía a menudo que el enemigo era físicamente superior, lo dice el propio Tácito comparando a los legionarios individualmente con los germanos, pero en la batalla cuentan mucho más otros factores. La instrucción, la capacidad de pelear en equipo, la calidad del armamento.
Gente correosa los legionarios
Esa imagen homogénea y pulida de las legiones a que estamos acostumbrados es una visión de Hollywood que yo odio. La coraza musculada, por ejemplo, que se ve tanto en las películas, es un adorno muy tardío, debía de ser poco menos que una extravagancia. La única pieza básica igual que llevaban los legionarios era el escudo, el scutum, básico para la manera romana de hacer la guerra. Los escudos debían encajar para hacer la testudo, la tortuga. Algunas unidades llevaban la loriga segmentada, más fácil de manufacturar que la cota de mallas. En cuanto al resto del equipo, irían de forma más o menos semejante, pero con un alto grado de customización. Estamos hablando de profesionales que servían largos años bajo las águilas, capaces de marchar 30 kilómetros en un día con la implementa completa de campaña y los pertrechos. Irían adaptando el equipo a sus necesidades hasta un nivel de efectividad brutal. Parte del éxito de los romanos es que eran muy pragmáticos, no se dejaban sujetar por las tradiciones.
La espada no cambió.
No, el gladius era corto, lo tomaron de los hispanos. Cuando reconocían que algo funcionaba lo incorporaban a su equipo sin problemas.
En muchas cosas el ejército romano recuerda al británico de otras épocas. Lo que escribió Onasandro sobre las legiones de Quintus Veranius Nepos (motivación, etcétera) podría aplicarse a las tropas de Slim o Montgomery.
Efectivamente, muchos de mis lectores, algunos ex soldados, me lo han señalado. Había un código de unidad, honor y orgullo muy similar detrás. Eran ejércitos en el extranjero, que luchaban en primer lugar por los compañeros, con fuertes vínculos de camaradería; en segundo lugar, por su bandera -sus águilas-, y en tercero, por la misión divina de expandir su patria y el modelo de sociedad de ésta.
¿Qué les animaba? Usted describe muy bien el tipo de horror cruel y sangriento que era cada lucha: cabezas que se abren como una sandía, chorros de sangre brotando de cuellos lacerados Por no hablar del tétanos y la gangrena que aguardaban indefectiblemente a la mayoría de los heridos.
Hace poco hablaba con un oficial estadounidense y estaba deseando ir a Irak, aunque sabía el pozo de mierda que es aquello. Es un espanto, pero los militares profesionales saben que esa es su razón de ser. Los legionarios romanos conocían perfectamente la atmósfera del combate. Además, eran producto de una férrea ideología, y todas las ceremonias y tradiciones del ejército iban encaminadas a reforzarla.
Ayudaría mucho el riesgo a que los diezmaran si la legión no funcionaba, una brutal penalización que, por cierto, aparece en 'El águila abandona Britania'
Ese castigo existía, efectivamente. Marco Antonio, por ejemplo, diezmó dos cohortes que se arrugaron durante la invasión de Partia en el 36 antes de Cristo. Lo explica Frontinus en su Estratagemas.
¿Qué le llevó a escribir novelas de romanos?
Desde que era pequeño me atraían. En la escuela, el Kent College de Canterbury, tuve dos profesores de latín extraordinarios. Soy negado para el latín, como para todos los idiomas en general, pero me encantaba la cultura romana. Y desde siempre quise ser novelista; leía a Bernard Cornwell, Patrick O'Brian, Lindsey Davis, y eso era lo que deseaba hacer. En especial, escribir algo parecido a las novelas de Cornwell, pero ambientado en el mundo de Roma.
¿Por qué escogió la aproximación militar, y no, en cambio, no sé, el mundo de las vestales?
Siempre me ha fascinado el mundo militar. Incluso estuve a punto de alistarme en el ejército. No me refiero a las batallas, sino a ese mundo particular, cerrado, con su disciplina. Me interesaba especialmente la figura de los suboficiales, y su lenguaje propio. No me alisté finalmente porque, por supuesto, no quería ir a luchar a ningún sitio. Pero la fascinación por lo militar, por sus códigos, ha persistido, aunque me produce horror la guerra y estoy en contra de ella.
¿No cree que eso que dice es bastante contradictorio?
No. La atracción por lo militar y el espanto a la vez por la guerra es algo que sienten bastantes personas. Mire, yo viví en África de niño, por el trabajo de mi padre, y observé la guerra de cerca. El chico que ayudaba en la cocina en casa, un día cogió un machete y se fue a matar gente. La guerra saca el monstruo que llevamos dentro. Soy plenamente consciente de eso. Pero a la vez me interesan los soldados, tengo buenos amigos entre ellos. Me parece que una parte de los que se alistan son gente muy idealista, aunque, por supuesto, también hay tipos sórdidos, que a través de lo militar muestran su lado bestial. Me parece también muy interesante todo ese mundo de brillantes uniformes y desfiles cuando el propósito, en última instancia, es herir y matar a otra gente, a veces de la forma más cruel.
Sus novelas consiguen transportar al lector a la antigüedad, lo cual, en el caso de las batallas, es considerablemente acongojante.
Tengo la sensación de ver a través del papel. Cuando me dejo llevar por la historia me siento arrebatado: percibo olores, sonidos, veo imágenes. No digo que sea un médium de la antigüedad, pero ésta fluye de una manera natural ante mis ojos. Me es muy útil, por supuesto; como le he dicho, toda la experiencia con la gente de los reenactments: ver cómo se monta y dispara una ballesta ayuda mucho a describirlo en los libros.
Uno de los secretos de lo bien que funcionan sus novelas es no sólo la calidad de los secundarios -el emperador Claudio, el general (y futuro emperador) Vespasiano, el intrigante Narciso, el malvado (y también futuro, aunque breve, emperador) Vitelio-, sino especialmente la química entre los protagonistas: el joven, culto y nervudo Cato, demediado entre su honestidad natural y su condición de soldado, y el veterano centurión Marco, primitivo pero decente a su manera. Un tipo que cuando le preguntan qué tal es servir en las legiones en Britania, donde se ha enfrentado a la salvaje revuelta de Caractaco, responde lacónicamente: "Frío". La verdad es que usted podría ser muy bien Cato.
Es cierto que es un poco como yo. A Macro lo imagino, en cambio, con los rasgos de Bob Hoskins.
Ha necesitado cinco libros para que sus personajes llegaran a Roma. No es hasta el sexto título, 'La profecía del águila' (recién aparecido en Edhasa), cuando Cato y Macro ponen los pies en la urbe. ¿Le daba miedo Roma?
Muchos escritores la han descrito. No haré estar a Cato y Macro mucho tiempo allí. No me interesa mezclarlos en el mundo de intriga de la capital.
Otra novedad es que no sólo cambia de escenario -hasta ahora, Britania; en el nuevo título, Italia y las costas de Illyricum, en el Adriático-, sino de medio: de combates en tierra a la lucha en el mar, contra los exasperantes piratas ilirios, que se han hecho con una de las reliquias más preciadas de Roma.
Ha sido muy interesante adentrarse en la guerra naval antigua; la organización de la flota romana, la forma de maniobrar de los trirremes, el uso de las catapultas o del corvus, la plancha de abordaje. Ha sido un reto porque es un marco mucho menos conocido.
Le queda a usted una marina romana muy nelsoniana: los marinos contestan "aye, sir" a los oficiales, y el cirujano de a bordo se refiere a la lista de bajas como "la cuenta del carnicero".
Es cierto, son guiños. Pero la descripción de las naves y de la navegación es fruto de mucho trabajo documental.
En la novela nos reencontramos con el 'portisculus', el tipo que marcaba con un tambor el ritmo de los remeros, personaje inmortalizado en 'Ben-Hur'.
Se le denominaba más comúnmente pausarius, porque los remeros bogaban o dejaban de hacerlo de acuerdo con sus órdenes. Y por cierto, los remeros romanos no eran todos esclavos, como muestra Hollywood, sino una mezcla en la que había hombres libres a los que se pagaba un salario.
No hay muchas mujeres en sus novelas, lo que parece lógico dado que están centradas en el mundo masculino del ejército. Pero hay alguna importante, como la madre de Macro, Portia, en 'La profecía del águila'.
Me ha sorprendido saber que hay muchas lectoras de la serie. En Gran Bretaña y Estados Unidos son casi la mitad de mis lectores. En el nuevo libro, el séptimo, que está centrado en la rebelión de Judea, aparecerá otro carácter femenino fuerte. No tengo nada en contra de las mujeres; de hecho, me he casado con una.
A causa de 'La profecía del águila' ha tenido una sonada bronca con la querida Lindsey Davis, a la que no le gustó que hiciera aparecer al padre de su héroe, el detective romano Marco Didio Falco, como un borracho que pega a su mujer y a sus hijos, y al propio Marco como un mocoso que "mete la nariz donde no le llaman".
Recibí varias cartas de lectores que me decían que por qué, dado que me movía en una época sólo un poco anterior, no introducía una mención al detective romano de Davis, y yo, que soy un fan de Falco, lo hice como un homenaje. No podía imaginar que Lindsey Davis reaccionaría así: se puso furiosa. Tuvimos que retirar las dos páginas en que aparecía la referencia. (En la edición española se han cambiado los nombres).
Su última novela, 'The eagle in the sand', transcurre en la provincia de Siria, vaya cambio de escenario
Cato y Macro son destinados allí, en lo que más o menos es hoy Jordania, para poner orden en unas tropas indisciplinadas, pero se encuentran con una revuelta. Viajé a la zona para documentarme, con toda mi familia, y tuve la excepcional oportunidad de visitar un campamento romano que acababan de excavar. Una experiencia romana de primer orden.
Sus héroes viven en un peligro constante. Probablemente era así la vida en las legiones, pero que acaben siempre salvando la piel, incluso en situaciones tan límite, ¿no atenta contra la verosimilitud?
Es cierto, esa es una de mis principales preocupaciones. Cuando deje de ser creíble su supervivencia, acabaré la serie. De todas formas, hay que recordar que Cato y Macro son guerreros, lo normal es que afronten crisis habitualmente. Y yo espero no haber dado soluciones inverosímiles para salvarlos.
Los soldados aparecen como peones sacrificables por un mando duro, despiadado, ambicioso o corrupto, o todo a la vez.
Eso era así, y así sigue siendo.
¿Puede sobrevivir psicológicamente Cato, un joven culto y sensible, tras matar a tantos hombres con sus propias manos?
No lo sé. Eso depende del individuo. Conozco personas reales que llevan una vida familiar perfecta y han hecho pedacitos a gente. Con Cato, realmente no lo sé; no sé qué precio va a pagar por vivir envuelto en luchas y masacres. Un vecino mío fue soldado en la II Guerra Mundial, estuvo en Dunkerke, El Alamein, en decenas de combates terribles. Una noche, en Montecassino, salió de patrulla y fue el único del pelotón que regresó. Tardó años en hablarme de lo que había ocurrido. Creo que Cato tiene una inteligencia moral, y ésa es una de sus ventajas en la batalla. Pero algún día tendrá problemas con su oficio. Lo de Macro, un tipo más simple, es más fácil.
Sus dos personajes hacen gala de un valor sorprendente, de un valor nada habitual, vamos. Son lo que se dice dos héroes de tomo y lomo.
De hecho, eso pasa en la vida real. Se puede explicar la existencia del valor, del heroísmo en la guerra, de dos maneras: unos dirán que es por fidelidad y lealtad entre compañeros; otros, porque los soldados actúan como un rebaño. El sentimiento de grupo juega en todo caso un papel muy importante para no salir corriendo. En el valor en batalla hay una extraña mezcla de miedo y disciplina. Sea como fuere, los soldados no se interrogan sobre el particular. Es su oficio.
¿De dónde cree que procede toda la fascinación por el mundo romano que vivimos ahora mismo? Ahí están los grupos de 'reenactments', que se popularizan por toda Europa; las películas de éxito como 'Gladiator', las series televisivas como 'Roma', las novelas como las suyas
Hay algo bizarro, lejano, extraño, en el mundo romano; algo que fingimos que no entendemos y que nos sorprende, y nos atrae. La mezcla de lujo y violencia, crueldad incluso. En el fondo se trata de que nos reconocemos nosotros mismos: los romanos somos nosotros, pero con límites morales más laxos.
Simon Scarrow da muestras de nerviosismo. Pero no es porque se avecine un ataque celta, sino porque se le hace tarde para el tren de regreso a casa. Así que uno se queda con las ganas de comentar algunas cosas que han quedado en el tintero, como el uso del pesado escudo romano que se utilizaba para ultimar con su afilado borde a los enemigos caídos.
El escritor se ha ido, pero sus palabras quedan flotando entre los vestigios de antigüedad que se exponen en el museo, inyectándoles nueva vida. La sombra de un aquilifero, el soldado que cargaba el águila símbolo de cada legión, se alarga en la penumbra de las salas mientras el museo se dispone a cerrar. En el silencio resuenan los gritos de las remotas batallas de Roma y el recuerdo de Lucius Petrosidius, el portaestandarte de César que pereció por salvar su emblema en la lucha contra los eburones de Ambiorix en el año 54 antes de Cristo.
TITULO:Un
país mágico - La primera vuelta al mundo,.
El sabado - 3, 10 - Septiembre a las 18:30 por La 2, foto,.
La primera vuelta al mundo,.
La vuelta al mundo de Elcano empieza hoy con dos pájaros muertos,.
Entre las muchas fechas célebres que ha dado la conmemoración de los 500 años de la vuelta al mundo aparece la del 21 de diciembre de 1521. Hoy Juan Sebastián Elcano se erige en protagonista de esta historia e inicia la vuelta a casa,.
Hoy hace 500 años, el 21 de diciembre de 1521, la nao Victoria, bajo el mando de Juan Sebastián Elcano, soltaba amarras al otro lado del mundo para completar su entera circunferencia. Entre enormes dificultades, las dos naves que aún resistían, la Trinidad y la Victoria, de las cinco que hacía dos años y tres meses habían zarpado de Sanlúcar de Barrameda bajo el mando del portugués Fernando de Magallanes, habían conseguido llegar a destino, el Maluco, las islas de las Especias, y se disponían a volver a casa con las bodegas bien cargadas de clavo. Todo estaba preparado en el moluqueño puerto de la isla de Tidore cuando el 17 de diciembre se presentó el rey al-Mansur con regalos personales para el rey de España: “Un esclavo, dos bares de clavo […] y dos pájaros bellísimos, muertos”, dice el cronista Antonio Pigafetta. O quizá fueron cinco pájaros, según le contó después Maximiliano Transilvano, secretario del emperador Carlos, al arzobispo de Salzburgo en una carta del 5 de octubre de 1522, cuando todavía no hacía un mes que la nao Victoria había amarrado en Sevilla tras dar la vuelta al mundo.
¿Dos pájaros muertos? En realidad, era un regalo muy exclusivo, digno de emperadores. Aquellas aves eran un producto mercantil autóctono de Nueva Guinea y las Molucas, muy reputado como símbolo de poder y codiciado desde antiguo en todo el Sudeste asiático, China y la India, también en Persia y Turquía. De esos pájaros muertos lo sabe todo José Ramón Marcaida, porque los estudia desde sus trabajos doctorales, y son, evidentemente, las extraordinarias aves del Paraíso. Muertas y sin patas, como si fueran exóticos plumeros, empezarían a llegar a Occidente tras el regreso de la nao Victoria para que con sus hermosísimas plumas de colores se adornasen ricos tocados de gente importante, también para ocupar lugares preferentes en abigarrados gabinetes de curiosidades o para ser estudiados con admiración por sabios naturalistas. Incluso la literatura alegórica y moral se sirvió de esas plumas para ejemplificar lo que había de ser una vida virtuosa apenas comparable a la de los ángeles. Solo hay que acercarse al Museo del Prado y buscar al rey Baltasar en la Adoración de los Magos de Rubens para observar una de esas aves en el turbante del más exótico de los sabios que viajaron a Belén, pero hay muchas más dispersas por la historia del arte europeo.
El vicentino Pigafetta vio aquellos maravillosos bolon divata, los “pájaros de Dios” de vuelo eterno, porque, al no tener patas, no se podían posar. Aunque él sí se las vio: de la largura “de un palmo y son delgadas como una pluma de escribir”. Qué gran interrogante se hubiera evitado la historia natural occidental de haber leído la Relazione del primo viaggio intorno al mondo del caballero Pigafetta. Pero también es cierto que un Paraíso lleno de bellas aves sin patas, obligadas a volar durante toda la vida, era un mito de indiscutible fuerza seductora para pasar a desmentirlo de un plumazo. El secretario Maximiliano Transilvano las llamó manucodiatas, “que quiere en su lengua decir ave de Dios”, y no podían ser más que seres paradisíacos, porque se alimentaban de aire o de rocío y, durante su vida en vuelo, las hembras incubaban los huevos sobre la espalda de los machos, protegidos por vistosas plumas que eran como hojas de helechos (así aparecerán dibujadas en los tratados de historia natural). Las manucodiatas morían de cansancio y caían al suelo; solo entonces, dice el secretario, se podían coger. Estaban muertas, sí, pero eran incorruptibles y, además, si se les arrancaba una pluma, les nacía otra por muy muertas que estuvieran. Transilvano las vio celestiales, como reliquias, por eso los gobernantes indonesios las lucían en las batallas, porque las aves de Dios los convertían en inmortales.
Fue un mito duradero, por demasiado espectacular, por su hermosura, por la maravilla que significaba la existencia de un pájaro ápodo. Lo cierto es que los que las cazaban, al disecarlas, las mutilaban. Ese era el secreto. Y tras el ave del paraíso (con patas para Pigafetta), llegan otros curioseos interesantes del cronista vicentino, por ejemplo, la costumbre del rey de la isla de Bachán, quien “antes de entrar en combate o de hacer alguna cosa de gran importancia, hacía que lo sodomizara dos o tres veces un esclavo que solo tenía para ese servicio”. ¿Dos o tres veces?
Y el 18 de diciembre las dos naves españolas soltaban amarras del puerto de Tidore. Primero salió la Victoria, pero, al poco, tuvo que volver, porque la Trinidad no la seguía. Tenía una importante vía de agua que le entraba por la quilla. Había que tomar una decisión: la Victoria zarparía para “no perder los vientos de levante que empezaban entonces a soplar”, y la Trinidad, una vez reparada, al haber perdido el viento, “tomaría la ruta hacia Darién, que está en el otro lado del mar, en la tierra del Yucatán”. Esta información de Pigafetta es valiosísima, porque indica que las naves pretendían volver por la ruta del cabo de Buena Esperanza y no por el Pacífico, ruta que las había llevado hasta allí. Y ese era un derrotero prohibido al navegar por aguas que, según el Tratado de Tordesillas, pertenecían a Portugal. En cualquier caso, aquella vía de agua haría que las naves se separasen, y es entonces cuando el lector de la crónica de Pigafetta se entera de que este no formaba parte de la tripulación de la Trinidad, la antigua nave capitana de Magallanes en la que había zarpado de Sanlúcar, sino de la Victoria de Juan Sebastián Elcano.
Lo de la avería era grave: el maestre Juan Bautista de Punzorol calculó que había para unos 50 días de reparaciones, varando en seco la Trinidad. A su vez, los de Victoria aprovecharon para desembarcar 70 quintales de clavo por temor a que la nave no aguantase, y Pigafetta añade que algunos hombres decidieron quedarse "por miedo a morirse de hambre”.
Por entonces, el perseguidor portugués António de Brito estaba cerca de cumplir su objetivo. Era esa una persecución que había empezado hacía mucho, en abril de 1520, cuando la Armada de Magallanes todavía estaba en aguas de la Patagonia atlántica (en pleno motín de los mandos españoles, que el capitán mayor atajó con dureza), y que confirma la temprana preocupación del rey Manuel I de Portugal por aquella expedición. Encargó la caza de las naves de Magallanes en Oriente a Jorge de Brito, al que acompañaba su hermano António, y en agosto de 1520 ya estaba en la India, aunque no zarpó hacia la malaya Malaca hasta un año después, en mayo de 1521, con siete naves y unos 300 hombres. Tras un encontronazo en Sumatra donde Jorge de Brito perdió la vida y su hermano tomó el mando, el 1 de agosto arribaban a Malaca para un mes después zarpar hacia Java. No pudo evitar invernar en Java António de Brito a la espera del monzón que le permitiese llegar a Banda, la isla de la nuez moscada y el macis, quizás no tan apreciados como el clavo, pero casi.
El 21 de diciembre de 1521, Elcano abandonaba Tidore con la Victoria. Eran “47 europeos y 13 indígenas”, dice Pigafetta ya navegando entre infinidad de islas, hasta arribar a Timor, la isla del sándalo, el 25 de enero de 1522. Nunca llegó a saber Elcano lo cerca que había estado de su perseguidor, porque António de Brito aguardaba en Java, mientras la Victoria hacía escala en Timor, a unos 300 kilómetros de distancia. Los dos bellos pájaros muertos y sin patas llegarían a destino.
TITULO: Diario
de un nómada - Las huellas de Gengis Khan - Getaria espera aún la llegada de Elcano ,.
El domingo- 4, 11 - Septiembre , a las 19:00 por La 2 , fotos,.
Getaria espera aún la llegada de Elcano ,.
Cuando caminas calle abajo por la arteria principal del casco viejo de Getaria y llegas al recodo donde la fachada de la iglesia te obliga a girar a la derecha y enseguida otra vez a la izquierda para meterte en un pequeño túnel bajo el templo y salir por ahí a la muralla del mar piensas que, si en uno de eso recodos te sale de repente Juan Sebastián Elcano, mozo aún, no te sorprendería lo más mínimo.
Y es que, si un día se inventa el túnel del tiempo, será en este pequeño rincón urbano de una de las villas marineras más célebres de Euskadi que no ha cambiado de fisonomía desde tiempos del navegante (siglo XVI), si exceptuamos que ahora en vez de casas de pescadores con velas y redes remendadas en las puertas hay bares y restaurantes con parrilla de pescado a la vista.
La iglesia de San Salvador de Getaria es un soberbio templo gótico de una altura descomunal para una villa pesquera tan pequeña, lo que delata que hace 500 años había más poderío económico que ahora. Lo que también había —entonces y ahora— es poco espacio para embutir semejante templo dentro de los límites amurallados, así que se optó por soluciones prácticas: la nave principal está en cuesta y además descentrada con respecto al altar mayor y la cabecera. Pero ya se sabe, si un vasco se empeña en meter una catedral en un palmo de terreno, la mete.
Getaria es junto con Donosti una de las villas más antiguas de Gipuzkoa. Y uno de sus puertos más seguros gracias al abrigo de los temporales de noroeste que ofrece el monte de San Antón —el conocido como Ratón de Getaria—; antes isla y desde el siglo XVI unido a tierra artificialmente. Sin embargo, por lo que se ha hecho más famosa aún es por uno de sus hijos ilustres: Juan Sebastián Elcano, nacido en una familia acomodada de pescadores y marinos getaiarras y que terminó por avatares de la vida comandando la única nao que regresó de la expedición de Magallanes, convirtiéndose junto con otros 17 supervivientes en el primer hombre en dar la vuelta al mundo.
Como aquella gesta duró tres años, de 1519 a 1522, las celebraciones se están estirando en el tiempo. En Sevilla se festejó la salida de la expedición en 2019. En Chile repicaron las campanas para celebrar el descubrimiento y paso del Estrecho de Magallanes en 2020.
Y para no solaparse con tantos fastos, Getaria, su ciudad natal, va a esperar al 6 de septiembre de 2022, cuando se cumplan justo 500 años del regreso de la nao Victoria a Sanlúcar de Barrameda, para echar el resto. Se están preparando celebraciones, exposiciones y actos culturales no solo en Getaria, sino en todo el País Vasco, que culminarán con una gran escenificación del desembarco en su villa natal (festejo que lleva casi un siglo celebrándose cada cuatro años, solo que esta vez será mucho más multitudinario y ambicioso). Incluso el Gobierno vasco ha decretado día festivo para toda la comunidad ese 6 de septiembre del año que viene. Será el Día de Elcano.
En Getaria están contentos con la llegada de esa fecha, pero se lamentan de que el presupuesto para este V Centenario sea ínfimo y que vaya a suponer poco para el pueblo si se compara con el de 1922, el cuarto centenario de la gesta.
Hace 100 años, en la convulsa y pobre España de la década de los años veinte, se decidió echar la casa por la ventana y levantar un monumento gigantesco en la cumbre del monte San Antón para “honrar la memoria y resaltar la importancia de Elcano en aquella gesta y a la vez impulsar el reconocimiento internacional de la villa”, me cuenta Xabier Alberdi, director del museo Naval de Donosti, mientras paseo con él por el pueblo en busca de las huellas del marino guipuzcoano. El proyecto ganador fue el del arquitecto canario Miguel Martín Fernández de la Torre, que propuso una estatua de piedra tallada de 50 metros de altura con motivos marinos y a mayor gloria de Elcano.
El megaproyecto nunca llegó ni a iniciarse. En su lugar se construyó otro mucho más modesto sobre uno de los baluartes que quedaban de la muralla —y que hoy es uno de los puntos de visitas obligada en Getaria—, pero gracias a todos esos movimientos se hicieron cambios estructurales en la villa, que por aquellos entonces tenía casi el mismo intrincado urbanismo medieval que en época de Elcano. Se le dotó de nuevos viales, carretera de circunvalación y se mejoraron los accesos al puerto. Fue su Expo 92 o sus Olimpiadas. Los fastos que cambiaron la fisonomía de Getaria.
Lugar imprescindible de conocer es también el museo de su otro hijo famoso, el modisto Cristóbal Balenciaga, nacido aquí en 1895. Dicen que empezó su carrera cosiendo un vestido para la marquesa de Casa Torres. Su museo está en un edificio moderno anexo al palacio de Aldamar, la casa de veraneo de esa familia nobiliaria que tanto le ayudó, y en él se puede hacer un recorrido a través de sus creaciones por toda una época de la moda.
Se debe hacer una visita a alguna de sus famosas bodegas de txakoli (Getaria fue la primera denominación de origen de este vino blanco típico de la costa vasca que se elabora con uva hondarribi beltza y hondarribi zuri). Por ejemplo, a Bodegas Txomin Etxaniz, un histórico. O a Bodegas Gaintza, que también tiene visitas guiadas. Y luego subir a pie hasta el Ratón de Getaria, donde hay un faro y unas fantásticas vistas de la costa vasca desde el cabo Machichoco, por el oeste, hasta el cabo Higuer, frontera con Francia por el este.
Pero no nos engañemos, la inmensa mayoría de viajeros que recalan en Getaria —y son muchos— viene en busca de otra cosa muy concreta: el buen yantar y sus parrillas de pescado. Es un destino gastronómico de primer orden en Gipuzkoa y los fines de semana sus restaurantes, donde miman los pescados hechos siempre en parrilla de carbón y a la vista de la clientela, se ponen a reventar y cuesta encontrar mesa (mejor reservar, ¡el que avisa no es traidor!).
TITULO: Un trío en la cocina - Estos son los 100 jóvenes talentos de la gastronomía,.
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Estos son los 100 jóvenes talentos de la gastronomía,.
Estos son los 100 jóvenes talentos de la gastronomía: una ganadora de ‘Masterchef’, cocineros revelación o una pastora,.
El Basque Culinary Center publica la segunda edición de una lista que reconoce el trabajo de menores de 30 años emprendedores, empleados de equipos de cocina, comunicadores y otros perfiles variados “comprometidos” con el sector,.
Marta Verona tiene 27 años, ganó la sexta edición de Masterchef hace cuatro y desde entonces se ha convertido en una de las jóvenes voces de la nutrición y la alimentación saludable con más proyección a través de intervenciones en televisión y radio y su cuenta de Instagram, en la que acumula más de 150.000 seguidores. Mario y Sergio Tofé son hermanos y copropietarios de uno de los restaurantes más demandados de Madrid, Éter, ubicado en el barrio de Legazpi, y en el que conseguir una de sus cuatro mesas es casi misión imposible. Tanto ellos como Verona son apenas tres de los 100 jóvenes talentos de la gastronomía, según el Basque Culinary Center. Una lista que se ha desvelado este lunes y con la que se pretende realzar el trabajo de menores de 30 “comprometidos” con el sector, según ha señalado el director del centro, Jose Mari Aizega, durante la presentación.
“La gastronomía es un sector súper amplio”, ha señalado Aizega, nombrando a continuación a productores, emprendedores, divulgadores y start ups. “Desarrollamos una visión de 360 grados de la gastronomía porque entendemos que no solo va de cocineros y cocineras”, ha añadido. Es por este motivo que la lista —que puede consultarse íntegra aquí— no solo la integran jefes y segundos de cocina, sino que entre los seleccionados se encuentran también jefes de sala, sumilleres, responsables de gestión y recursos humanos, comunicadores, pastores y agricultores, inventores, panaderos y pasteleros e investigadores.
Esta es la segunda vez que la institución, que el año pasado celebró diez años de vida, publica el listado —que no funciona como un ranking— en el que se ha querido destacar, por ejemplo, la actitud emprendedora en grandes ciudades como la de los hermanos Tofé y Sara Pastor, copropietaria de Pastora, un local en Madrid dedicado al café de especialidad proveniente de pequeños productores de Colombia, y de aquellos que han apostado por volver a su pequeño lugar de origen después de formarse para generar empleo, riqueza y vida. Es el caso de Javier Sanz, galardonado en esta edición, y jefe de cocina y copropietario de Cañitas Maite y el recién abierto Oba junto a su amigo Juan Sahuquillo. Ambos ya ganaron el premio a Cocinero Revelación de Madrid Fusión en 2021 y en apenas dos años y medio han pasado de trabajar los dos solos a ser “40 personas en el equipo entre distintos negocios”, tal y como ha destacado el propio Sanz en su intervención. “Sin los otros 38 no seríamos nadie. Hay que estudiar cómo se gestionan equipos”, ha dicho el cocinero.
En esa corriente de jóvenes que apuestan por arrancar un proyecto se encuentra también Miriam Delgado, que con 25 años es, además de alcadesa de su pueblo de apenas 50 habitantes, Villaquirán de la Puebla (Burgos), agricultora y ganadera y utiliza las redes sociales para dar visibilidad a las nuevas generaciones del campo. “Cada vez más la gente joven encontramos más obstáculos. Para acceder a las ayudas hay que hacer tanto papeleo y ponen tantas trabas que al final desistes”, ejemplifica Delgado, quien asegura que este reconocimiento es importante porque contribuye a que “las personas jóvenes puedan seguir luchando y se sientan apoyadas para seguir o empezar con un negocio”. “Como alcaldesa de mi pueblo siempre tengo muy en cuenta intentar ayudar a la gente joven que quiera quedarse. Las entidades locales somos tan pequeñas, somos minoría y no se nos escucha en las administraciones; por eso es tan importante que los jóvenes salgan a pedir y luchen”, añade.
Los requisitos para optar a ser incluido en la lista son tres: tener 30 años o menos, “contribuir de forma positiva en la cadena de valor de la gastronomía”, y no haber integrado una edición anterior. En la actual, en torno a un tercio de los elegidos son empleados de restaurantes, casi todos ellos distinguidos con estrellas de la Guía Michelin, soles de la Guía Repsol o por el listado de The World’s 50 Best Restaurants. Pesa también la presencia de los emprendedores que han abierto sus propios restaurantes u otro tipo de negocios y que representan el 21%. En cuanto a representación territorial, hay perfiles pertenecientes a todas las comunidades autónomas, aunque con una mayor presencia de País Vasco, Cataluña y Madrid. Además, hay tres jóvenes que trabajan fuera de España, en Andorra, Eslovenia, y Copenhague, como es el caso, este último, de Álvaro de Juan, segundo de cocina de Noma, comandado por René Redzepi y considerado por The World’s 50 Best Restaurants como el mejor restaurante del mundo.
En la actualidad, el Basque Culinary Center, además de ofrecer formación universitaria en diferentes campos de la gastronomía, cuenta con un centro de investigación y una incubadora para start-ups.
TITULO: Documentos TV -Más allá de la masculinidad,.
Documentos TV,.
Documentos TV - Más allá de la masculinidad ,.
Martes -6, 13 - Septiembre a las 00:00 horas en La 2, foto,.
Más allá de la masculinidad,.
Documentos TV,.
'Documentos TV' analiza cómo, desde que son niños, a los hombres se les enseña a desconectar de sus sentimientos y de su vulnerabilidad, a huir de la vergüenza y la impotencia, para pasar al dominio y la venganza. En la semana del 8M, Día Internacional de la Mujer, el programa estrena ‘Más allá de la masculinidad’.
Una nueva masculinidad está en marcha
Muchos hombres quieren hoy recuperar esa parte emocional de sí mismos, mutilada en la infancia, y mostrarse tal como son. Hace medio siglo, la psicología feminista identificó que el silencio y la invisibilidad eran las heridas que debían sanarse en las mujeres. Para los hombres esa herida es la desconexión.
Desde muy pequeños, a los hombres se les enseña a abandonar una parte de sí mismos: aquella que tiene que ver con expresar sus sentimientos, mostrar sus debilidades y desconectar de otras personas, en pos de ser fuertes e independientes.
Los psicólogos aseguran que la esencia de la masculinidad tradicional pasa por hacer pensar que el hombre puede huir de la vergüenza, de la impotencia, de la incapacidad y pasar a la superioridad, al dominio y a la venganza. Y aquí es donde prende la raíz de la violencia.
Pero cada día más hombres tienen el coraje de romper con las reglas establecidas y dan un paso firme en busca de una nueva masculinidad.
Poder llorar, expresar sus sentimientos y hablar de sus vulnerabilidades sin ser juzgados es la meta de ese nuevo hombre que ha apostado por una masculinidad más humana.
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