lunes, 21 de febrero de 2022

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TITULO: Cena con mamá -  Elena Rivera ,.  Viernes - 18, 25  - Febrero ,.

 

Viernes  -  18, 25 - Febrero a las 22:00 en La 1, fotos,.

 

Elena Rivera: "Maté a Karina y ya no veo Cuéntame",.

Elena Rivera: "Maté a Karina y ya no veo Cuéntame"

Elena Rivera. Zaragoza, 1992. Fue tantos años Karina en 'Cuéntame' que se hartó de ser la chica perfecta y en 'Sequía', su nueva serie en TVE, es una policía dura. En persona no es ni lo uno ni lo otro, sino algo mejor: una tía normal. También está a punto de estrenar 'Alba', en Antena 3.

Interpretaste en teatro 'El arte de la entrevista', ¿algún consejo que me quieras dar antes de empezar?
Busca la brecha. Había una frase literal que decía: "La brecha, ahí está la entrevista". Como entrevistada, me mola eso: ver que la conversación fluye y no es el típico cuestionario de ahora toca la segunda pregunta, la tercera... y da igual la respuesta. Me gusta lo otro, el reto de intentar torear mientras tú vas buscando por dónde entrar para encontrar la brecha.
En realidad, depende de ti, de hasta dónde estés dispuesta a mostrar.
Es cierto y, en general, solía responder lo que se espera, sin exponerme demasiado, pero últimamente, me he aburrido de eso. ¿Por qué no mostrarte como eres y que no todo sea tan perfecto y previsible? No me gusta esta obsesión que vivimos con la perfección.
La farsa de Instagram.
Exacto. Con las redes sociales, ahora todo es postureo, enseñar sólo nuestra mejor parte y todo lo que nos llega es maravilloso e historias de éxito. Muestras siempre tu lado perfecto y todo te va fenomenal y, en realidad, no es así. Ni para mí ni para ti ni para nadie. Todos tenemos días malos y fracasos, escondiéndolos mandamos un mensaje equivocado a quien nos sigue. Las redes sociales y la obsesión por parecer perfectos han potenciado todo lo que está ocurriendo con la salud mental, que es un problema que ha existido toda la vida, pero se está multiplicando.
A las actrices jóvenes, ¿se os presiona para dar esa imagen?
Como actriz hay veces que piensas que, si no exhibes siempre esa perfección con las marcas de maquillaje o la firma que te viste para un photocall, igual ya no te llaman. Es una profesión en la que todo gira en torno a nuestro físico y es un coñazo. ¿Por qué no mostrar también la realidad de las mujeres? No todas tenemos que estar en 90-60-90 ni estar viviendo cosas maravillosas ni ser la madre perfecta, que ese es otro tema... Yo ya lo empiezo a notar. Este año cumplo 30 y todo el rato es: "Bueno, Elena, ¿qué? ¿Para cuándo los hijos?". Todo este tipo de cosas son constantes. Hay una presión permanente por cumplir lo que se espera de ti como mujer: estar siempre guapa, luego la maternidad...
¿Te has aburrido de ser la que los demás esperan que seas?
Pues un poco. No soy abanderada de nada, pero soy consciente de que mi profesión me da un altavoz que intento aprovechar para defender cosas en las que creo. Por ejemplo, me preocupa esto que vemos ahora de niñas superjovencitas, aún más en esta profesión, que corren a operarse en cero-coma para ajustarse a esos cánones de belleza que nos marcan desde crías. Por eso me gusta mostrar naturalidad, la normalidad de una mujer. Estoy muy orgullosa de poder decir que soy normal dentro de este mundillo tan anormal.
¿Cómo se mantiene esa normalidad cuando llevas saliendo en televisión desde los seis años?
Con seis añitos estaba ya en programas cantando, luego Cuéntame... Sé que no es una infancia convencional, pero en mi casa, y esto quiero remarcarlo, mis padres me inculcaron desde el principio que esto era un extra a mi vida de niña normal. Igual que otros compañeros iban después del cole a fútbol o piano, mi extraescolar era esta. Veían que yo era feliz, pero siempre me empujaron a seguir con los estudios y mantener los pies en la tierra. Aún los mantengo, porque esta profesión cambia de un día para otro. Soy una privilegiada porque he estado en proyectos de éxito, siento que me valoran mucho y para lo joven que soy ya tengo unas tablas, pero hay veces que pienso: "Joder, me abruma esto un poco". Hay un punto en que o tienes bien claras las cosas o es sencillo que se te vaya el perolo. Cuando veo ahora estos pelotazos de chicos que no han hecho nada y en 10 días, son famosísimos por una serie y millones de personas les siguen y les adulan... Yo entendería que a esa gente, si no tiene una base en su casa, la fama les vuelva locos.
¿Remarcas esa actitud de los tuyos porque siempre hay recelos con los padres de niños artistas?
Sí, porque aunque no es lo que yo lo he vivido, como he estado muchos años en esos concursos y castings de niños sí he visto padres así, de los que ven al niño como un producto. Hay mucha gente así y me da una pena terrible, se me rompe el alma. Por eso valoro la suerte que he tenido de que en mi casa fuese todo lo contrario. Era yo la que tiraba de mis padres, porque había algo en mí que me empujaba hacia esta profesión. Eso sí, luego siempre me han apoyado desde la sombra, sobre todo hasta los 18 años, que teníamos que estar yendo y viniendo desde Zaragoza todo el día para compaginar el cole con el rodaje de Cuéntame.
Decías antes que en esta profesión todo cambia rápido y has acabado Magisterio Infantil, ¿aún no te fías?
Pues igual no. Las prácticas me coincidieron con una obra de teatro con Aitana Sánchez-Gijón y Roberto Enríquez y fue una paliza porque estaba por el día en un colegio y luego la obra y la gira los fines de semana. Los críos me pegaban de todo, llegaba sin voz... Todo era un sufrimiento. Y Roberto me decía: "Elena, ¿qué necesidad tienes? Si eres una tía que con todo lo que llevas y el talento que tienes, no te va a faltar trabajo". Y yo me acordaba de algo que me decía mucho mi padre: "No te confíes cuando te regalen mucho la oreja". A mí me ha ido fenomenal, pero la vida es muy larga y nunca se sabe. Tener la carrera me da la seguridad un poco absurda de saber que tengo ahí un plan B y, además, me molaba salir de la burbuja en la que inevitablemente estás cuando desde muy pequeña participas en una serie de éxito que veían todas las semanas seis o siete millones de personas.
Hablabas también antes de salud mental, ¿has necesitado ayuda para navegar esta vida atípica?
Por ahora no he tenido necesidad de terapia, pero nadie está exento de que esto te pueda ocurrir ahora o dentro de equis años. Algo bueno, entre comillas, que nos ha dejado la pandemia es que al fin se están mostrando realidades que han existido toda la vida y era tabú tratar. Tenemos que quitarnos los prejuicios de "fíjate la loquita o el loquito" si alguien necesita ir al psicólogo. Hay que seguir invirtiendo en salud mental porque es un escándalo ver las cifras de gente joven para la que su única salida es el suicidio. Se me ponen los pelos de punta. Eso es que no estamos haciendo las cosas bien como sociedad. Hay que normalizar que se hable de este tipo de enfermedades que son transversales: da igual la edad que tengas, en lo que estés trabajando o tu clase social.
Cuando una sale en 'Cuéntame' durante tantos años, ¿la normalidad desaparece de su vida?
La gente te está viendo todas las semanas, eres parte de su familia y de su casa. La fama está ahí, pero en general no tengo queja. Hay momentos desagradables porque hay gente con educación y gente sin ella, pero yo intento empatizar con quien le hace una ilusión tremenda saludarte o hacerse una foto. Eso sí, de algún sitio sí me he tenido que marchar porque se ha convertido en un agobio. Cuando el primero abre la veda y empieza el boca a boca, es mejor irte a casa, pero lo he llevado bastante bien.
En 'Sequía' eres una policía dura. ¿Huyes de tu estereotipo?
Llegó así, pero luego sí que he pensado que me viene guay para acelerar ese cambio de la niña que ha crecido toda la vida en las teles de este país. Cuando me fui de Cuéntame, mi personaje era madre y se había casado, pero había algo de los niños que empezamos siendo que se había quedado en nuestra imagen. He rechazado bastantes proyectos que iban otra vez al público más adolescente y al niñerío porque, sin pensarlo demasiado, sí iba buscando algo más adulto. Ese empaque es lo que más me mola de la serie, que no es ese proyecto por el que luego te petan los seguidores en redes, pero es importante en mí carrera para crecer.
Necesitabas matar a Karina.
Sí, la verdad es que sí. Entre Sequía e Inés del alma mía, que fue la serie que hice nada más dejar Cuéntame y era una tía rollo Juana de Arco, he sentido que dentro del sector me miran distinto, que ven una transformación. Este camino era el idóneo, que se vea que Elena hace tiempo que ya no es aquella niña.
¿No te dio vértigo dejar el producto más seguro de la ficción española?
Muchísimo, fue un salto al vacío total, tuve miedo. Lo que pasa es que yo sería una imbécil muy poco ubicada si me quejase de cómo me ha ido, porque terminé de rodar Cuéntame un viernes y el lunes ya estaba ensayando una obra de teatro de Andrés Lima. Eso paró el miedo. Pero el riesgo era enorme cuando decidí que me iba. Ricardo [Gómez, Carlitos en la serie] me comunicó que él lo dejaba y eso me iba a afectar inevitablemente por la vinculación de nuestros personajes. Aun así, me ofrecieron seguir. Sin embargo, pensé que para la esencia de la serie y para mí como actriz, era el momento del punto final. Ahí sí me cagué. Empecé en Cuéntame como un juego con 12 años y con 27 era como salir de golpe a la vida real. Ese miedo y esa incertidumbre existieron porque había la posibilidad, y bien gorda además, de que me pasase como a tantos actores de una serie mítica que nunca logran que el sector y el público se lo tomen en serio en otro papel. Pero la respuesta que yo he recibido ha sido todo lo contrario: "Estábamos deseando que te fueras para poder currar contigo". Una maravilla.
¿Sigues viendo 'Cuéntame?
No, ya no la veo. Maté a Karina, como decíamos, es una etapa que terminó y me quedo con aquel recuerdo. Les deseo lo mejor, pero es pasado. Igual suena muy romántico esto, pero a las cosas hay que ponerles un punto y final, guardar el buen recuerdo y seguir con tu vida.

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