lunes, 18 de agosto de 2025

EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO -CENA - DOMINGO -LUNES - EL ARBOL DE TU VIDA - Martes - 19 , 26 - Agosto - Carmen Posadas - Hombres perplejos ,. / Lunes - 18 , 25 - Agosto - Imprescindibles - Muere Terence Stamp, actor de 'Superman', a los 87 años ,. / ELLA & - De qué hablamos cuando hablamos de reseñas ,. / EL BAR ESQUINA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - PESADILLA EN LA COCINA - Jueves - 21 , 28 - Agosto - Casa Marcial, una cocina tres estrellas en una aldea de una docena de habitantes ,.

 

 TITULO:  EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO -CENA - DOMINGO -LUNES - EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES - 19 , 26  - Agosto - Carmen Posadas - Hombres perplejos,.

EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES -  19 , 26 - Agosto   ,. 

 
 Conducido por Toñi Moreno, el espacio investiga el árbol genealógico de los personajes más queridos de nuestro país. El martes - 19 , 26 - Agosto  
a las 22:30 por antena 3, etc.


 EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - Carmen Posadas - Hombres perplejos  ,.

 EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - Carmen Posadas - Hombres perplejos, fotos ,.

 Carmen Posadas - Hombres perplejos,.

 Carmen Posadas: «Muchos hombres se enamoran de mujeres clónicas»

 Carmen Posadas,.

Me pregunto cuándo alguien entre mis colegas masculinos se decidirá a escribir sobre la que podríamos llamar la mayor revolución social de los últimos años, por no decir, milenios. Hablo de cómo se ha modificado el equilibrio de poder entre hombres y mujeres y todas las consecuencias que tal fenómeno genera. Un cambio de paradigma que comenzó más o menos en los años sesenta con la comercialización de la píldora anticonceptiva y que ha ido permeando en la sociedad con sus luces y sus sombras hasta el presente. Esta misma pregunta se la hizo hace un par de años la escritora británica Caitlin Moran y, en vista de que ninguno se animaba, decidió abordar ella la cuestión en su libro ¿Y los hombres qué? solo para recibir una catarata de críticas demoledoras por parte de los integrantes de sexo masculino.


 Juan Diego Botto: «Hay matrimonios de los que hay que huir y otros a los  que darles otra oportunidad»

( Desayuno )

Salgo a la calle muy temprano el primer día tras el enmascaramiento. En el recorrido escaso que separa mi casa de la panadería me cruzo con unas pocas personas que caminan cabizbajas con el rostro liberado ya de las ataduras profilácticas a las que nos ha venido obligando la pandemia. Percibo en ellos algo de duda o de desvalimiento, como si se adentraran sin brújula ni mapa en un territorio ignoto donde el peligro más insospechado puede aguardar a la vuelta de la esquina, y me pregunto si no se traslucirá en mis pupilas algo semejante, ahora que el aire aún frío de la mañana penetra sin filtros en mis fosas nasales y los pulmones van recibiendo el suministro fresco con una mezcla de alivio y estupor. Mientras la panadera entra y sale del obrador para recoger y colocar las barras y las hogazas recién horneadas, la 

 

 Patatas revolconas al pimentón con huevos fritos, receta de la abuela ¡para  chuparse los dedos!

 ( Cena )

cristalera me muestra, como si de una pantalla de cine se tratara, la actitud prudente de la gente que pasea por las calles, titubeante y sigilosa como si se sintieran en la clandestinidad o temieran que alguien los reprenda. Ni ellos ni yo hacemos nada malo, porque la ley nos ampara desde anoche, pero flota algo raro en el ambiente y no acierto a saber de qué se trata. En una esquina se detienen dos hombres que, según deduzco, llevan un tiempo sin tener noticias uno del otro y acaban de encontrarse por sorpresa. Sus facciones denotan algo parecido a la extrañeza y sólo tras llevarse la mano a los bolsillos y enfundarse la preceptiva mascarilla comienzan a charlar con la familiaridad de dos viejos conocidos que se quieren bien. Hace unos días, alguien me comentó que había leído no sé dónde un artículo que hablaba de lo que nos costará adaptarnos a cosas que, aun siendo bien antiguas, se nos antojarán absolutamente novedosas. El mero hecho de que alguien nos tienda la mano —vuelve a hacerse después de mucho tiempo, también se dan abrazos, y algún beso esporádico si la confianza es extrema— provoca una sacudida eléctrica en el subconsciente y despierta la duda de si se debe corresponder o aún procede ofrecer el codo. La visión de nuestros rostros, que fue tan natural como la propia respiración, desvela el enigma reciente y sobrevenido de nuestra propia apariencia y nos recuerda que seguimos siendo algo más que unos ojos huidizos en las aceras por las que paseamos al lado de un enemigo invisible. Me decía aquella persona, al referirse al reportaje en el que se especificaba lo que nos aguardaría en los nuevos tiempos, que las mascarillas inducen en quien observa la convicción de que el rostro humano es simétrico y, por extensión, perfecto, y que al despojarnos de ellas se pone en evidencia nuestra fealdad. Me ha ocurrido alguna vez con ciertas amistades o con algunos compañeros de trabajo: en las escasas ocasiones en que las circunstancias les permitían desenmascararse, me descubrí sorprendido al contemplar facciones que no recordaba o que mi mente había idealizado cuando se veía obligada a reconstruirlas —a imaginarlas— a partir de su frente y sus ojos. y en las que apreciaba ahora matices que no recordaba. Supongo que algo similar les habrá ocurrido a quienes se han visto cara a cara conmigo, desposeído yo de cualquier camuflaje facial, con mi nariz y mi boca y mi barbilla a la vista después de meses de ocultamiento. Leo por ahí declaraciones de gente que se resiste a prescindir de la mascarilla y puede que tal decisión no tenga que ver tanto con el riesgo de contagio como con el temor a reanudar una exposición de la que sólo ahora adquirimos plena conciencia. Como si de pronto nos violentara eso de vernos las caras, acaso porque en ellas se traslucen —la mirada es el espejo del alma, dicen— las trampas y las medias verdades que los ojos, por avezados que estén, siempre desmienten.

Más que una naturalista

"Emilia Pardo Bazán fue en realidad una escritora valiente y decidida que no se dejó atrapar por las convenciones ni por el qué dirán"

Se está produciendo en estos últimos años, por fortuna, un redescubrimiento o reivindicación, o ambas cosas a la vez, de Emilia Pardo Bazán, una escritora que fue mucho más que la autora de Los pazos de Ulloa —aunque si sólo hubiese sido eso tendríamos igualmente motivos de sobra para honrarla— y sobre cuya obra se vierte una nueva luz en este centenario de su muerte. Recibo una reedición de La sirena negra que Nocturna Ediciones ha llevado a cabo con sus habituales delicadeza y esmero y también cae en mis manos un volumen en el que, bajo el título Cuentos fantásticos, la editorial Eolas ha reunido veinte relatos que aglutinan las diferentes perspectivas desde las que la intelectual gallega se aproximó a un género que siempre resulta sospechoso para cualquier canon que aspire a coquetear con la ortodoxia. Cada uno de esos libros da buena cuenta de la amplitud de intereses de Pardo Bazán —curtida como estaba en la lectura de Maupassant, Poe o E. T. A. Hoffman— y la ausencia de prejuicios con que se lanzaba a una escritura virtuosa y, a la vez, carente de cualquier solemnidad impostada. Si La sirena negra trasluce el desconcierto que la asolaba en sus últimos años, al sentirse exiliada en una época que dejaba de pertenecerle, sus historias sobre la presencia de lo sobrenatural en los asuntos consuetudinarios destilan la frescura que emana del atrevimiento y se leen con la fruición y el gozo que deparan los textos en los que se advierte la huella de la satisfacción. Todas sus prosas demuestran que aquélla a quienes los manuales de literatura tienden a presentar, sin más, como una representante aventajada del naturalismo español, fue en realidad una escritora valiente y decidida que no se dejó atrapar por las convenciones ni por el qué dirán y construyó a lo largo de sus seis décadas de vida una obra que merece plenamente la atención que desde hace poco, y esperemos que para siempre, se le está deparando.

Desescaladas prolíficas

"Los tiempos posteriores al confinamiento están resultando especialmente benéficos para algunos amigos que no paran de asomar por los escaparates de las librerías"

Los tiempos posteriores al confinamiento están resultando especialmente benéficos para algunos amigos que, tras el enclaustramiento forzado de 2020, no paran de asomar por los escaparates de las librerías, bien con obras pergeñadas en aquellos meses ominosos o bien con títulos que ya tenían listos entonces y cuyo lanzamiento se vio postergado por los avatares pandémicos. Uno de ellos es Miguel Munárriz, que desde el otoño hasta ahora ha puesto a circular nada menos que tres antologías en torno a la obra literaria de Luis Eduardo Aute, la joven poesía asturiana y los textos que él mismo ha venido publicando en Zenda a lo largo de estos años. Algo similar ocurre con Luis García Jambrina, que retomó las andanzas de Fernando de Rojas en El manuscrito de barro antes de unirse a Manuel Menchón en La doble muerte de Unamuno y anuncia ahora una reedición revisada y ampliada de Muertos S. A., su primer y aclamado libro de cuentos. El último caso es el de Manuel Rico, que me envía ahora El raro vicio de escribir la vida (Huso), un volumen de título inequívoco en el que se recopilan textos escritos entre 2007 y 2014 y que no nació en el confinamiento, sino a consecuencia de él, porque la urgencia de llenar las horas muertas desembocó en una ordenación del material acumulado y en ese proceso aparecieron textos antiguos que daban buena cuenta de algunas obsesiones perpetuas que cobraban nueva vigencia. Algo similar ocurre en Cuaderno de historia (Pre-Textos), su último poemario, que también él mismo me hizo llegar hace unos meses y hunde sus raíces en 2009 para aproximarse con atinada cautela hacia un presente que sólo admite sombrías perspectivas de futuro. Sus versos sintetizan ese afán de Rico por ejemplificar cómo la peripecia personal influye en la colectiva y viceversa, una obviedad que es preciso recordar porque no siempre se asume y cuya muestra más acabada acaso se encuentre en la última estrofa de «Encierro y soledad», el poema más reciente del libro, con una datación y un indisimulado guiño a Eliot que nos remiten a la primavera del primer año de la peste: «Mas llegaron las lluvias y el mes más cruel / siguió acumulando soledades / y señales nocturnas, y las flores / soñaron reinventarse pero tú estabas solo y encerrado / y perplejo.»

 

TITULO:  Lunes - 18 , 25 - Agosto  -   Imprescindibles - Muere Terence Stamp, actor de 'Superman', a los 87 años ,. 


LUNES - 18 , 25 - Agosto -  Imprescindibles  -  Muere Terence Stamp, actor de 'Superman', a los 87 años ,.

Imprescindibles, serie de documentales sobre los personajes más destacados de la cultura española del siglo XX cada semana en La 2, el lunes - 18 , 25  - Agosto , foto ,. 
 
 Muere Terence Stamp, actor de 'Superman', a los 87 años,.
 
 Terence Stamp

 Terence Stamp,.

El actor, nominado al Oscar, protagonizó películas como 'Las aventuras de Priscilla, reina del desierto',.

Terence Stamp, que se dio a conocer como actor en el Londres de los años 60 y llegó a interpretar al archienemigo General Zod en las exitosas películas de Hollywood «Superman» y «Superman II», ha fallecido este domingo a los 87 años, según informó su familia. El actor, nominado al Óscar, protagonizó películas como «Teorema», de Pier Paolo Pasolini, en 1968, y «Una temporada en el infierno», en 1971, hasta «Las aventuras de Priscilla, reina del desierto», en 1994, en la que interpretó a una mujer transgénero.

La familia dijo en un comunicado que Stamp falleció el domingo por la mañana. «Deja tras de sí una obra extraordinaria, tanto como actor como escritor, que seguirá conmoviendo e inspirando a la gente durante muchos años», dijo la familia. «Pedimos privacidad en estos momentos tan tristes».

Nacido en el East End de Londres en 1938, hijo de un fogonero de remolcador, soportó los bombardeos de la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial antes de dejar la escuela para trabajar inicialmente en publicidad, y finalmente ganó una beca para ir a la escuela de arte dramático. Famoso por su atractivo físico y su impecable sentido de la moda, formó una de las parejas más glamurosas de Gran Bretaña junto a Julie Christie, con quien protagonizó «Lejos del mundanal ruido» en 1967. También salió con la modelo Jean Shrimpton y fue elegido como musa por el fotógrafo David Bailey.

Tras no conseguir el papel de James Bond para suceder a Sean Connery, apareció en películas italianas y trabajó con Federico Fellini a finales de la década de 1960. Abandonó el centro de atención y estudió yoga en la India antes de conseguir su papel más destacado: el del general Zod, el líder megalómano de los kryptonianos, en «Superman» en 1978 y su secuela en 1980. A continuación, apareció en otras películas, como «Valkiria», con Tom Cruise, en 2008; «Destino oculto», con Matt Damon, en 2011, y películas dirigidas por Tim Burton.

TITULO:   ELLA & - De qué hablamos cuando hablamos de reseñas,.

De qué hablamos cuando hablamos de reseñas,.

 De qué hablamos cuando hablamos de reseñas

 foto - Portada - Libro - La vida a ratos - Juan José Millás,.

Decía Piglia algo así como que la crítica literaria se estaba convirtiendo en una forma elevada o encubierta de la autobiografía. Hace pocos días que un escritor, periodista y reseñista me dijo que las reseñas de libros, a estas alturas, solo sirven para agradar al escritor de cuyo libro se hace la reseña. Para agradarle, claro, o para molestarle. Al reseñar La vida a ratos, una novela disfrazada de diario, o un diario disfrazado de novela, como los mismos editores de Alfaguara lo han definido, no pretendo ni lo uno ni lo otro. Ni agradar a Juan José Millás, pero tampoco perturbarle. Tampoco pretendo escribir una autobiografía velada. O sí. Qué sé yo.

Hace unas semanas también leí una reseña de otro escritor y periodista en la que se quejaba amargamente de que en casi todas las reseñas que leía, el reseñista también hablaba de sí mismo. Revisé entonces sus propias reseñas. No me sorprendió comprobar que en más de una de las que él había escrito hablaba de su mujer y de su hija. En otras se quejaba de las reseñas que daban demasiada información sobre el libro o sobre el autor, se quejaba de las académicas, se quejaba de las encomiásticas o caníbales, se quejaba de esto y de aquello otro, pero ahí sigue, ahí seguimos, reseñando libros. ¿Para qué lo hace? ¿Para quién lo hace? ¿Por qué lo seguimos haciendo todos, si tanto nos quejamos de la inutilidad de las reseñas?

"Dice Millás que él no busca escribir con humor, que le molesta, o le molestaba, cuando le decían que se reían con sus libros"

Igual escribir reseñas no sirve para nada. Pero entonces tampoco sirve para mucho escribir libros. ¿Sirve para algo escribir 450 páginas sobre la vida de un escritor, muchas de las cuales se perderán en la memoria como lágrimas en la lluvia? ¿Quién le dice a un escritor consagrado que podría haberse ahorrado unas cuantas decenas de párrafos? ¿Quién le dice a alguien que está contando su vida que quizá esté hablando demasiado?

La vida a ratos, el extenso diario (o novela) de Juan José Millás, me ha recordado a La novela luminosa, la extensa novela (o diario) de Mario Levrero, solo que con menos dramatismo, y con diferente sentido del humor. Millás lo contrapone a propósito frente a la insignificancia de la existencia; a Levrero, en cambio, le brotaba como sin querer, teniendo por tanto un efecto más duradero. Sin embargo, dice Millás que él no busca escribir con humor, que le molesta, o le molestaba, cuando le decían que se reían con sus libros. A mí me parece uno de los mayores halagos que puede recibir un escritor

La vida a ratos también me ha recordado al Dietario voluble de Enrique Vila-Matas. Dos hombres mayores y solitarios que hablan solos por la calle, dos personas, o personajes, que desean que su vida sea más emocionante, más extraordinaria, anormal, incluso paranormal. Las recurrentes visitas que hace el escritor de La vida a ratos al oculista, al otorrino, a la psicoanalista, al baño o al centro comercial son meras etapas del largo deambular de un hombre agotado por la intrascendente realidad.

"¿Es esa vida que se describe minuciosamente la verdadera vida de Millás?"

Pero, ¿es Juan José Millás el mismo hombre en la realidad que el Juan José Millás que se muestra en la ficción? Seguramente no. Seguramente no es más que la representación de un yo que no es él aunque lleve su nombre. Un juego de espejos. Una mezcla de exhibicionismo y ocultación. Una farsa. Ese tipo de cosas que pasan cuando uno escribe sobre sí mismo. Millás también ha dicho que leer este libro es como asomarse a una mirilla desde la que contemplar su vida. Pero ¿es esa vida que se describe minuciosamente la verdadera vida de Millás?

No deja de resultar curioso, extraño o sintomático que un escritor de más de setenta años se apunte a la autoficción, como se dice ahora, o a la más pura y simple autobiografía. ¿Es paradigmático que un escritor septuagenario se adapte a la moda de la transparencia literaria y biográfica, o es que no existe esa moda, o es que hablar de moda es una forma de desprestigiar cierto tipo de literatura, o es que las necesidades del escritor están por encima de las modas, o es que nos estamos volviendo más introspectivos y ensimismados, o es que siempre hemos sido así pero lo evitábamos por pudor o cautela, o es que todos tenemos las mismas ganas de explicarnos a través de la escritura, o es que los escritores están obsesionados consigo mismos, o es que la escritura es y siempre ha sido y siempre será autobiográfica, como nos previno Borges?

Millás ha asegurado en más de una entrevista que su novela está llena de contradicciones, y que “para escribir sobre la realidad tienes que estar en conflicto con ella”. Que se escribe desde la confusión. En eso estamos de acuerdo. Eso, confusión, es lo que parece que no nos queda más remedio que sentir a quienes escribimos libros y reseñas, sobre nosotros y sobre otros, y por lo tanto a quienes siguen y seguirán leyendo nuestros libros y nuestras reseñas. Escribir libros y reseñar libros puede que no sirva para nada, pero no nos queda más remedio que hacerlo. La vida, la verdadera, es una perpetua contradicción.

O no. O sí. O qué se yo.

 

TITULO: EL BAR ESQUINA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - PESADILLA EN LA COCINA - Jueves - 21 , 28  - Agosto - Casa Marcial, una cocina tres estrellas en una aldea de una docena de habitantes  ,.  


Jueves   - 21 , 28 - Agosto - Pesadilla en la Cocina es un programa de televisión español de telerrealidad culinaria, presentado por el chef Alberto Chicote, emitido habitualmente los jueves a las 22:30 en La Sexta. Nuevas broncas, enfrentamientos y arcadas; Alberto Chicote regresará con nueva temporada de Pesadilla en la cocina. Tras una temporada de descanso, Pesadilla en la cocina vuelve Alberto Chicote con las pilas bien cargadas. El chef de laSexta intentará reflotar nuevos restaurantes y se enfrentará a nuevos retos, etc.

EL BAR ESQUINA -  REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - Casa Marcial, una cocina tres estrellas en una aldea de una docena de habitantes ,.  

EL BAR ESQUINA -  REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO -  Casa Marcial, una cocina tres estrellas en una aldea de una docena de habitantes   , fotos,.

 

 Casa Marcial, una cocina tres estrellas en una aldea de una docena de habitantes ,. 

Carne a la vista ,.

La familia Manzano, que alcanzó el reconocimiento de sus paisanos hace décadas con su pitu de caleya y la famosa croqueta, ofrece tres menús degustación con lo mejor que da Asturias,.

 Marcial Manzano con su hijo Nacho en el restaurante Casa Marcial, que ha conseguido tres estrellas Michelin

 Marcial Manzano con su hijo Nacho en el restaurante Casa Marcial, que ha conseguido tres estrellas Michelin,.

 

La Salgar es una pequeña, minúscula, aldea a tres kilómetros de Arriondas. Están censados una docena de habitantes. A La Salgar no se llega por casualidad. Se accede a este pueblín a través de una serpenteante carretera en la que es mejor no toparse con otro vehículo de frente. La Salgar es fin de camino, de trayecto. Es naturaleza viva, Asturias en su máxima expresión. Allí se asienta desde décadas Casa Marcial, lo que comenzó como una tienda de ultramarinos, un vende todo, y casa de comidas que hoy acapara los titulares de todos los puntos de España tras cosechar este martes su tercera estrella Michelin. 

 

Casa Marcial es piedra de otros siglos, también hormigón de este. Es tradición y vanguardia. Casa Marcial es Nacho Manzano, es también sus hermanas Esther y Sandra. Es pasado, son sus padres; es futuro, Chus, el hijo de Esther que asegura la continuidad de la raza. Todos ellos han mamado los guisos que a fuego lento, en cocina de carbón, elaboraba la matriarca. Casa 

 

 

Marcial es pitu de caleya, es su famosísima croqueta. Casa Marcial es un viaje por los cinco sentidos, en el que el paladar se encuentra ante platos que son técnica, arte y buen gusto. Es autenticidad. Combinación que le ha servido a la familia Manzano para catapultarse al olimpo de la gastronomía. «Nuestra cocina es una prolongación de nuestra manera de entender la vida, exprimiendo la localización y la tradición como punto de partida para crear nuestro propio lenguaje culinario», dice el cocinero en la página web del restaurante, que en las últimas horas ha multiplicado las visitas en busca de saber más sobre qué se come en esta aldea del Occidente asturiano, a pocos metros del mirador del Fitu, desde donde se tiene una privilegiada vista de la costa cantábrica.

Casa Marcial dispone de tres menús degustación: El Cachuchu (220 euros), El Fitu (165), La Salgar (130). Y en su carta se encuentran propuestas como judías a la brasa, esencia de merluza y champiñón; fabes roxes, caldo de calamata, atún ahumado, grasa de vaca y arándanos, pitu guisado al estilo de su madre, cresta y sus higaditos o flores, saúco y helado de kombucha.

-Menú Nordeste, el Cachuchu: consta de 15 pases. El festín comienza con un caldo ahumado de llámpares (unos moluscos marinos) y sigue con la famosa croqueta de jamón, un crujiente de mejillón, judías a la brasa, esencia de merluza y champiñón o níscalos escabechados, zanahoria asada, piñones y romero. Entre los platos de pescado, se incluye la trucha en aroma de su hábitat, jugo primaveral y levadura o el mero a la brasa y ensalada crujiente de hierbas, y de carnes, destaca el pitu guisado al estilo de mi madre, cresta y pate de sus higaditos. Precio: 220 euros (con maridaje, 119 euros más).

-Menú El Fitu: 12 platos. También comienza con el caldo de llámpare y la croqueta de jamón. Después, se pueden degustar recetas como las fabes roxes, caldo de kalamata, bonito ahumado, grasa de vaca y arándanos o el calamar atemperado, salsa de tinta, mole de fabes y scoby. Precio: 165 euros (90 más si se incluye maridaje)

-Menú La Salgar: la opción más económica. 10 pases. Arranca con la croqueta y continúa con platos como la cuajada de apio, algas, pepino y granizado de acederas o la merluza en su esencia, holandesa y licuado de lechuga. También incluye una selección de quesos asturianos. Precio: 130 euros (con maridaje, 60 euros más).

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