UN PAIS PARA COMERSELO - FRANCISCO REAVIVA LA ESPERANZA DE PAZ EN LA REPUBLICA CENTROAFRICANO,.
Francisco reaviva la esperanza de paz en la República Centroafricana,.
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Tras visitar un campo de refugiados, al Papa no le permiten acudir a uno de los barrios más conflictivos de Bangui donde fueron secuestrados dos católicos,.
«Santo Padre, han matado a tres jóvenes cuando salían del campamento de refugiados que hay en la parroquia de Fátima». El cordobés Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, fue el encargado de dar la noticia en el almuerzo que el Papa mantuvo ayer con los miembros del episcopado de la República Centroafricana (RCA) en su primer día de visita a Bangui. A Aguirre le acababa de informar uno de los sacerdotes combonianos de esta iglesia, situada en una de las zonas más calientes de la capital y en la que son continuos los enfrentamientos entre los rebeldes musulmanes Seleka y las milicias cristianas y animistas Antibalaka (Antimachete). Sus ataques a civiles desde que el país se sumió en el caos hace ya tres años han provocado varios miles de muertos y un millón de refugiados y de desplazados internos, alrededor del 20% de la población total del país.
Al escuchar lo que le contaba Aguirre, Francisco se dirigió al nuncio apostólico (embajador de la Santa Sede), Franco Coppola, y le preguntó: «¿Puedo ir a la parroquia de Fátima?». «No, Santo Padre, es demasiado peligroso». Con estas palabras Francisco mostraba por partida doble que no le da miedo meterse en los avisperos. Lo hizo primero al desoír las recomendaciones de las últimas semanas para que suspendiera el viaje que le hizo llegar el Gobierno francés, que cuenta con 900 soldados desplegados en la capital centroafricana. Una vez en Bangui, volvió a demostrar esa «buena dosis de inconsciencia» de la que hace gala al querer plantarse en uno de los barrios más conflictivos del país, donde son habituales los tiroteos, asesinatos y quemas de viviendas.
Tras varias horas de informaciones confusas sobre el ataque a estos refugiados, finalmente se supo que no eran tres sino dos las víctimas y que habían sido secuestrados, no asesinados. A diferencia de lo que ha venido ocurriendo en los últimos meses cada vez que los Seleka o los Antibalaka se llevaban a algunos civiles del grupo social rival, esta vez el incidente acabó bien y los dos jóvenes no acabaron decapitados o degollados. Fueron liberados y pudieron regresar con los suyos, lo que fue calificado por algunos centroafricanos como «un milagro» logrado gracias a la visita papal. Los mismos calificativos se ganó el hecho de que la misión de Naciones Unidas en el país (Minusca), formada por 9.000 soldados y 1.500 policías, abandonara su habitual indolencia e intentara localizar a los dos desaparecidos.
Prioridad
Visitar República Centroafricana era una prioridad para Francisco. Quería poner todo su peso como líder espiritual para llamar la atención del conflicto que vive este país y tratar de impulsar la reconciliación nacional. Bangui, de hecho, fue el primer destino al que quiso viajar en su viaje a África. Las etapas en Kenia y Uganda se añadieron después.
En las calles de la capital, el Papa fue aclamado como si se tratara de un mesías. «Esperamos todos que su visita traiga un nuevo aire al país que pueda cambiar los corazones y nos lleve de una vez a la paz», contaba Marcelin Ngueremoundjou, uno de los 4.000 'scouts' voluntarios que echaron una mano en la seguridad. De 38 años, Marcelin vivió en primera línea uno de los momentos más emotivos que Bergoglio ha tenido en estos dos años y medio de pontificado: su visita a un campamento de desplazados levantado junto a la parroquia católica de St. Sauveur. Situada en la zona céntrica de la capital, acoge a cerca de 4.000 personas, en su mayoría mujeres y niños. Los pequeños recibieron al Papa formando un pasillo y mostrando en las manos pañuelos en los que habían escrito palabras como paz, reconciliación, amor, justicia o educación. Llevaban en las manos los anhelos del país.
Francisco fue saludando a cada uno de los pequeños y bendiciendo a todos los adultos que se lo pedían. «Estoy bendecido, estoy bendecido», gritaba un joven como loco después de conseguir su objetivo. En su breve saludo, el Papa hizo un llamamiento a favor de la paz y la reconciliación, el mismo mensaje que dejó en su discurso tras reunirse con la jefa de Estado de la transición, Catherine Samba-Panza.
TÍTULO: TAPAS Y BARRAS - Generación Masterchef .
TAPAS Y BARRAS - Generación Masterchef . fotos.
Generación 'Masterchef'
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El concurso que ha puesto de moda los fogones entre los más pequeños regresa hoy a TVE. Un loco del brócoli, un devoto de la Macarena, una niña argentina, dos hermanos... en total 16 'minichefs' se juegan llegar a la final la noche de Reyes,.
Tienen entre 8 y 12 años pero ya se manejan entre fogones con un desparpajo absoluto. Todo por culpa de 'Masterchef Junior', cuya tercera edición se estrena esta noche a las 21.15 horas en TVE. El 'talent' culinario ha conseguido despertar en los niños una inédita pasión por la cocina. «Pasan mucho tiempo con las abuelas, pidiéndoles que les enseñen trucos. ¡Son divertidísimos!», explica Samantha Vallejo-Nágera, que volverá a ser juez del programa junto a Pepe Rodríguez y Jordi Cruz, mientras que Eva González será la encargada de conducir el formato.
Y entre el plantel de 16 risueños 'minichefs', apodo con el que se conoce a los participantes de este formato, que aspiran a conseguir los 12.000 euros de premio para su formación, destacan este año una argentina, dos hermanos, una aspirante que se come gran parte de lo que cocina, un devoto de la Macarena, una apasionada del brócoli y otro que le encanta viajar.
«Mis ídolos son Alexis Sánchez (jugador del Arsenal) y Jordi Cruz», confiesa Lucas, un joven aspirante de Barcelona de 10 años. Unas preferencias que reflejan a la perfección cómo la cocina se ha colado entre las profesiones preferidas de los niños. Él fue seleccionado en un 'casting' en el que participaron otros 6.000 candidatos y que sorprendió por su nivel a los miembros del equipo de 'Masterchef'.
«Me dices eso hace tres años y pienso que me estás tomando el pelo. Pero nuestro objetivo no es conseguir que todos los niños sean cocineros de mayores porque si no sería un mundo aburridísimo. Esto es un programa de televisión al fin y al cabo, pero nos ha servido para trasladar la cultura de la cocina a los más pequeños», contaba Pepe Rodríguez a este periódico durante la presentación del programa a los medios. Él tiene fama de ser el juez más blando de los tres y lo confirmaba cuando le asomaron las lágrimas al ver un adelanto del programa en vídeo: «En todas las grabaciones se me saltan las lágrimas, ¡soy un llorón!».
En cambio, su compañero Jordi Cruz explicaba la repercusión del programa en términos culinarios: «Es un platazo de diez; tenemos buena materia prima, los chavales; estamos en una gran casa, que es TVE; tenemos un gran equipo, y encima tenemos un cliente que le apetece venir a nuestra casa y le gusta».
Una piscina de chocolateEste año la final coincidirá con la noche de Reyes, por eso se ha adelantado su estreno. Para guardar el secreto del ganador esta vez TVE ha optado por confiar en que los niños no lo desvelen a destiempo, a diferencia de hace dos años, cuando el último programa se grabó apenas dos días antes de su emisión.
Como novedades, el programa ha celebrado una de las pruebas en el teatro romano de Mérida, ha viajado a Ámsterdam y se ha llenado una piscina con 2.000 litros de chocolate. Una proeza que ha requerido que buena parte del equipo de casi 200 personas tuviera que arrimar el hombro para montar este paraíso para los amantes del cacao, en el que más de uno (jurado incluido) no dudó en darse el baño más dulce.
Esta noche el arranque está dedicado al lejano oriente, y las pruebas serán platos típicos de Japón. Veremos al jurado disfrazado de samurái y de geisha. «Yo no soy mucho de disfrazarme, pero he hecho un esfuerzo», admitía Pepe guiñando el ojo. «¡Qué dices Pepe, pero si te encanta! No le creas», le reprendía Samantha. Ellos son así, también fuera del plató.
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