LOS AMULETOS QUE OBAMA LLEVA EN LOS BOLSILLOS,.
El presidente de EE UU desveló a la 'youtuber' Ingrid Nilsen cinco de los objetos personales que le acompañan cuando sale de casa,.
-foto--Obama, con un 'amuleto'.
Desde que empecé mi carrera hacia la Casa Blanca, la gente comenzó a entregarme regalos que significaban algo para ellos», desveló Barack Obama a la 'youtuber' Ingrid Nilsen en una entrevista emitida por la cadena NBC News. Al parecer, el presidente de EE UU guarda los que tienen un mayor significado para él en un cuenco, de donde cada mañana elige lo que quiere llevarse en los bolsillos. «Me recuerdan a la gente que he ido conociendo por el camino y las cosas que me contaron».La periodista ya había pedido previamente al político que acudiese a la cita con un puñado de ellos, los más relevantes, para que explicara su historia ante las cámaras. Y así lo hizo. En un momento de la conversación, Obama se desabrocha la chaqueta y rebusca en sus bolsillos para mostrar un rosario que le regaló el Papa Francisco: «Yo lo admiro mucho. Este objeto me hace pensar en la paz y en promover la comprensión y el comportamiento ético». Después le tocó el turno a una pequeña estatuilla de Buda que le regaló un monje budista. A continuación, dejó de lado la espiritualidad para enseñar una ficha metálica de póquer que alguien le regaló en un bar de Iowa en el año 2007. Fue la única concesión terrenal, porque inmediatamente pasó a sujetar una figurilla de Hánuman, deidad de la mitología hinduista que es representada con cuerpo de hombre y cara de mono, al parecer obsequio de una mujer. Para despedirse, escogió una crucecita copta de Etiopía.
TITULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - Mi unica alternativa es interpretar a un anciano o un muerto - Michael Caine actor,.
Mi unica alternativa es interpretar a un anciano o un muerto - Michael Caine actor,.
-fotos--Michael Caine: Siempre trato de interpretar personajes muy distintos a mí,.
El actor británico es uno de los protagonistas de la película «La juventud», de Paolo Sorrentino,.
Al
encontrarlo en el ascensor del Hotel Park Hyatt en Toronto, Michael
Caine es el primero en saludar. Siempre cordial y sin ningún aire de
estrella, ha sabido mantener el éxito a lo largo de sesenta años de
carrera, desde que eligiera como apellido artístico Caine -por la
película «El motín del Caine». Es uno de los candidatos al Oscar por su
trabajo en la película «La juventud», de Paolo Sorrentino, por la que ya
obtuvo el galardón al mejor actor en los premios de Cine Europeo.
¿Cómo elige sus papeles, hoy, en este momento de su carrera?
Tengo un punto de vista muy básico: soy feliz con estar en una película donde necesiten a un actor de 83 años. Hace tiempo que lo descubrí, porque la alternativa era dejar de trabajar. Llegó un momento en que empezaron a ofrecerme esa tipo de películas y ya no podía rechazarlas. Con «La juventud», incluso, cuando me dijeron que me querían enseñar el guión y vi que era de Paolo Sorrentino, contesté que no se preocuparan en mandármelo, que iba a aceptar igual -se ríe-. Me sorprendió que hubiera escrito una película en la que yo pudiera estar, no podía creer que él supiera de mi -vuelve a reírse-, porque vive en un mundo de genios.
¿Pero si le ofrecen una película donde no es el protagonista se lo piensa dos veces?
Me acuerdo que una vez, después de leer el guion, se lo mandé de vuelta al productor, diciendo que el personaje era demasiado pequeño. El me lo reenvió y me aclaró: «No quería que leyeras la parte del amante, quería que leyeras el personaje del padre». Y en ese mismo momento cambió mi carrera. De repente me di cuenta que ya no iba conseguir siempre a la «chica», pero al menos iba a conseguir trabajo. Y en el camino gané un par de Oscars, no me fue tan mal. Ahora, la única alternativa es interpretar o bien a un anciano o bien a alguien muerto. Y soy bastante inteligente, porque elegí al anciano -ríe nuevamente-. Me parece una mejor idea, porque tengo tres nietos y sigo viviendo... por ellos.
Michael Caine nació en Londres el 14 de marzo de 1933. Su verdadero nombre es Maurice Joseph Micklewhite. Y habiendo vivido la Segunda Guerra Mundial, en su juventud también se alistó en la Armada británica y luchó después en la Guerra de Corea, viviendo muchas más peripecias reales que la ficción de tantas de sus películas. Nada más regresar a Inglaterra, se inclinó hacia el teatro y consiguió trabajó como asistente del encargado del escenario. Y cuando se decidió a pasar al otro lado para trabajar como actor, adoptó el nombre de Michael Caine. Consiguió popularidad internacional en el año 1964, con la película «Zulú», sobre la guerra en Suráfrica entre los guerreros zulúes y la Armada británica. Pero fue el papel del mujeriego «Alfie» (1966) lo que le conviritió en una verdadera estrella de cine, y por el que recibió su primera nominación al Oscar. En 1973 volvió a ser candidato por la película «Sleuth». En 1984 llegó la tercera nominación por su trabajo «Educando a Rita». A la cuarta fue la vencida: gracias a Woody Allen ganó su primer Oscar en 1987 con la película «Hannah y sus hermanas», aunque no pudo ir a recibirlo porque estaba rodando «Tiburón». Tres años después lograría nuevamente ña estatuilla por «Las normas de la casa de la sidra», y en 2003 llegaría una nueva nominación gracias a la película «El americano impasible». En 1993 la Reina de Inglaterra le otorgó el título de «Comandante de la Orden del Imperio Británico» por sus servicios como actor. Y en el año 2000, el mismo día del cumpleaños de la Reina, fue nombrado «Caballero de la Orden del Imperio Británico», recibiendo el título de Sir Michael Caine (aunque en el Palacio de Buckingham le nombraron caballero con su verdadero nombre, Maurice Micklewhite).
¿De entre todas sus películas, cuál es la que más le comenta la gente cuando lo ve por la calle?
Hay toda una nueva generación de jóvenes que hoy me admiran por haber sido el mayordomo de Batman y todos me conocen de ahí. Jovencitos de 12 años me paran en la calle para pedirme un autógrafo aunque no tienen la menor idea de quién soy. Para ellos, soy el mayordomo de Batman. Ese soy yo.
¿Es verdad que eligió Cannes para el estreno mundial de «La juventud» porque hacía cincuenta años que no iba?
Yo estuve en Cannes hace cincuenta años con la película «Alfie», que ganó un premio, aunque yo no, y nunca más volví. Pero en realidad me gusta tanto esta película que hubiera ido a cualquier parte.
¿Se imagina rodando una nueva versión de «Alfie»?
¿Y le gustaría volver a optar al Oscar con «La juventud», en la que sería su sexta candidatura?
No me preocupa ganar premios. La película me encanta y creo que Paolo Sorrentino es uno de los mejores directores del mundo. Todo el reparto es brillante. Si alguno de nosotros recibe un premio, creo que deberíamos recibirlo todos.
En «La juventud», Michael Caine interpreta a un director de orquesta que se niega al increíble ofrecimiento de dirigir una función especial para la Reina de Inglaterra, mientras su gran amigo, que interpreta Harvey Keitel, prepara la producción de una película con Jane Fonda, todo ello en medio del ambiente romántico del cine de Paolo Sorrentino.
¿Por qué la película se llama «La juventud»?
Por los dos viejos que miran a una bella mujer sin ropa en una piscina. Eso describe la juventud. Los dos miramos, perdidos, al ver lo que nunca vamos a conseguir de nuevo y es muy triste. El poster me hace llorar.
¿Y usted se parece en algo al personaje que interpreta?
No le veo nada mío, y esta vez no bromeo. Yo siempre trato de interpretar personajes que estén muy alejados de mi realidad, porque esa es la mejor forma de probarme como actor. En mis papeles en el cine nunca se verá nada de mi propia personalidad.
¿Y se inspiró en algún director de orquestas en particular?
¿No le molestó rodar las escenas donde tiene que mostrar su cuerpo bastante desnudo?
Bueno... No me importó porque es el único cuerpo que tengo. Tampoco quería parecer Mr. Universo. Para la gente que no tiene mi edad, es bueno que conozcan el cuerpo que ellos tendrán algún día, así que no se crean muy inteligentes con ese tema -más risas.
Su personaje se niega a dirigir una orquesta para la Reina de Inglaterra y en un momento de la película dice que nunca la vio contenta. ¿Sabe qué opina ella del filme?
Ella me nombró Caballero y eso es algo que se vive solo una vez. Pero casi meto la pata porque, aunque ella no suele hablar mucho, me puso la espada en el hombro y me dijo: «Siento que usted ha hecho lo mismo que yo por un largo tiempo». Y yo estuve a punto de contestar, pero enseguida recapacité y me di cuenta que si lo decía me iba a cortar la cabeza en vez de nombrarme «Sir» -le cuesta parar de reír-. Otra vez estuve en una fiesta con ella y tenía al lado a un hombre tan aburrido, que ella misma me preguntó «¿Señor Caine, sabe algún chiste?» Y yo le dije «Ninguno que pueda contarle a usted». Pero ahí no termina la historia, ella misma me dijo «Bueno, mientras piensa uno, yo le voy a contar otro». Y me contó un chiste... que odio no poder recordar. Pero es bueno saber que, a pesar del paso de la edad, conservamos el buen sentido del humor.
¿Cómo elige sus papeles, hoy, en este momento de su carrera?
Tengo un punto de vista muy básico: soy feliz con estar en una película donde necesiten a un actor de 83 años. Hace tiempo que lo descubrí, porque la alternativa era dejar de trabajar. Llegó un momento en que empezaron a ofrecerme esa tipo de películas y ya no podía rechazarlas. Con «La juventud», incluso, cuando me dijeron que me querían enseñar el guión y vi que era de Paolo Sorrentino, contesté que no se preocuparan en mandármelo, que iba a aceptar igual -se ríe-. Me sorprendió que hubiera escrito una película en la que yo pudiera estar, no podía creer que él supiera de mi -vuelve a reírse-, porque vive en un mundo de genios.
¿Pero si le ofrecen una película donde no es el protagonista se lo piensa dos veces?
Me acuerdo que una vez, después de leer el guion, se lo mandé de vuelta al productor, diciendo que el personaje era demasiado pequeño. El me lo reenvió y me aclaró: «No quería que leyeras la parte del amante, quería que leyeras el personaje del padre». Y en ese mismo momento cambió mi carrera. De repente me di cuenta que ya no iba conseguir siempre a la «chica», pero al menos iba a conseguir trabajo. Y en el camino gané un par de Oscars, no me fue tan mal. Ahora, la única alternativa es interpretar o bien a un anciano o bien a alguien muerto. Y soy bastante inteligente, porque elegí al anciano -ríe nuevamente-. Me parece una mejor idea, porque tengo tres nietos y sigo viviendo... por ellos.
Michael Caine nació en Londres el 14 de marzo de 1933. Su verdadero nombre es Maurice Joseph Micklewhite. Y habiendo vivido la Segunda Guerra Mundial, en su juventud también se alistó en la Armada británica y luchó después en la Guerra de Corea, viviendo muchas más peripecias reales que la ficción de tantas de sus películas. Nada más regresar a Inglaterra, se inclinó hacia el teatro y consiguió trabajó como asistente del encargado del escenario. Y cuando se decidió a pasar al otro lado para trabajar como actor, adoptó el nombre de Michael Caine. Consiguió popularidad internacional en el año 1964, con la película «Zulú», sobre la guerra en Suráfrica entre los guerreros zulúes y la Armada británica. Pero fue el papel del mujeriego «Alfie» (1966) lo que le conviritió en una verdadera estrella de cine, y por el que recibió su primera nominación al Oscar. En 1973 volvió a ser candidato por la película «Sleuth». En 1984 llegó la tercera nominación por su trabajo «Educando a Rita». A la cuarta fue la vencida: gracias a Woody Allen ganó su primer Oscar en 1987 con la película «Hannah y sus hermanas», aunque no pudo ir a recibirlo porque estaba rodando «Tiburón». Tres años después lograría nuevamente ña estatuilla por «Las normas de la casa de la sidra», y en 2003 llegaría una nueva nominación gracias a la película «El americano impasible». En 1993 la Reina de Inglaterra le otorgó el título de «Comandante de la Orden del Imperio Británico» por sus servicios como actor. Y en el año 2000, el mismo día del cumpleaños de la Reina, fue nombrado «Caballero de la Orden del Imperio Británico», recibiendo el título de Sir Michael Caine (aunque en el Palacio de Buckingham le nombraron caballero con su verdadero nombre, Maurice Micklewhite).
¿De entre todas sus películas, cuál es la que más le comenta la gente cuando lo ve por la calle?
Hay toda una nueva generación de jóvenes que hoy me admiran por haber sido el mayordomo de Batman y todos me conocen de ahí. Jovencitos de 12 años me paran en la calle para pedirme un autógrafo aunque no tienen la menor idea de quién soy. Para ellos, soy el mayordomo de Batman. Ese soy yo.
¿Es verdad que eligió Cannes para el estreno mundial de «La juventud» porque hacía cincuenta años que no iba?
Yo estuve en Cannes hace cincuenta años con la película «Alfie», que ganó un premio, aunque yo no, y nunca más volví. Pero en realidad me gusta tanto esta película que hubiera ido a cualquier parte.
¿Se imagina rodando una nueva versión de «Alfie»?
«No me preocupa ganar premios por "La juventud" La película me encanta y creo que Paolo Sorrentino es uno de los mejores directores del mundo»«Alfie» es extraordinaria, porque cuenta la historia de un mujeriego, y yo todavía estoy casado con la misma mujer desde hace 46 años. Si tuviera que hacer la película de nuevo, probablemente la haría como un viejo Alfie de 82 años que no es tan viril -ríe de nuevo-. Sería muy diferente.
¿Y le gustaría volver a optar al Oscar con «La juventud», en la que sería su sexta candidatura?
No me preocupa ganar premios. La película me encanta y creo que Paolo Sorrentino es uno de los mejores directores del mundo. Todo el reparto es brillante. Si alguno de nosotros recibe un premio, creo que deberíamos recibirlo todos.
En «La juventud», Michael Caine interpreta a un director de orquesta que se niega al increíble ofrecimiento de dirigir una función especial para la Reina de Inglaterra, mientras su gran amigo, que interpreta Harvey Keitel, prepara la producción de una película con Jane Fonda, todo ello en medio del ambiente romántico del cine de Paolo Sorrentino.
¿Por qué la película se llama «La juventud»?
Por los dos viejos que miran a una bella mujer sin ropa en una piscina. Eso describe la juventud. Los dos miramos, perdidos, al ver lo que nunca vamos a conseguir de nuevo y es muy triste. El poster me hace llorar.
¿Y usted se parece en algo al personaje que interpreta?
No le veo nada mío, y esta vez no bromeo. Yo siempre trato de interpretar personajes que estén muy alejados de mi realidad, porque esa es la mejor forma de probarme como actor. En mis papeles en el cine nunca se verá nada de mi propia personalidad.
¿Y se inspiró en algún director de orquestas en particular?
«No me importó mostrar mi cuerpo casi desnudo porque es el único que tengo. Tampoco quería parecer Mr. Universo»La verdad es que me inspiré en dos directores de orquesta profesionales, que son los que me enseñaron. Y mi personaje lo basé en el más expresivo de los dos, por el bien de la película... El secreto es que tenía un audífono a través del que uno me hablaba, mientras tenía un video del otro, delante mío, mostrándome los movimientos, así sabía lo que venía. Ensayé durante cuatro semanas. Fue genial porque el concertino se acercó a mí al final y me dijo al oído: «¿Sabes que estuviste mucho mejor que el director que tuvimos la semana pasada?» -y vuelve a reírse.
¿No le molestó rodar las escenas donde tiene que mostrar su cuerpo bastante desnudo?
Bueno... No me importó porque es el único cuerpo que tengo. Tampoco quería parecer Mr. Universo. Para la gente que no tiene mi edad, es bueno que conozcan el cuerpo que ellos tendrán algún día, así que no se crean muy inteligentes con ese tema -más risas.
Su personaje se niega a dirigir una orquesta para la Reina de Inglaterra y en un momento de la película dice que nunca la vio contenta. ¿Sabe qué opina ella del filme?
Ella me nombró Caballero y eso es algo que se vive solo una vez. Pero casi meto la pata porque, aunque ella no suele hablar mucho, me puso la espada en el hombro y me dijo: «Siento que usted ha hecho lo mismo que yo por un largo tiempo». Y yo estuve a punto de contestar, pero enseguida recapacité y me di cuenta que si lo decía me iba a cortar la cabeza en vez de nombrarme «Sir» -le cuesta parar de reír-. Otra vez estuve en una fiesta con ella y tenía al lado a un hombre tan aburrido, que ella misma me preguntó «¿Señor Caine, sabe algún chiste?» Y yo le dije «Ninguno que pueda contarle a usted». Pero ahí no termina la historia, ella misma me dijo «Bueno, mientras piensa uno, yo le voy a contar otro». Y me contó un chiste... que odio no poder recordar. Pero es bueno saber que, a pesar del paso de la edad, conservamos el buen sentido del humor.
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