¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE -
¡Atención y obras! es un programa semanal que, en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.
La energía que te da el arte es un antídoto contra la desesperanza - DAVID FOENKINOS,.
"La cultura judía no ha tenido ninguna importancia en mi vida”,.
-foto--David Foenkinos indaga en ‘Charlotte’ en la vida de una pintora exterminada por los nazis, a través de una biografía novelada que ha escrito como un largo poema,.
Cuando era pequeño, a David Foenkinos (París, 1974) le diagnosticaron
“una enfermedad de viejos”. Estuvo a punto de morir por una extraña
infección de la pleura, la membrana que recubre los pulmones, más
habitual entre septuagenarios que entre alumnos de primaria. La
experiencia convirtió al novelista francés en uno de esos niños
prematuramente tristes, conscientes antes de tiempo de cómo terminará
todo. Las novelas de Foenkinos se habían distinguido hasta ahora por su
tono ligero y su comicidad amable, el antídoto que debió de encontrar
para afrontar las pequeñas miserias de la existencia. Así era hasta Charlotte
(Alfaguara), su último libro, que el año pasado se hizo con el
prestigioso premio Renaudot y ya lleva cerca de 400.000 copias vendidas
en Francia. En él, Foenkinos redescubre la biografía apasionante y
trágica de Charlotte Salomon, semiolvidada pintora judía que fue
exterminada en Auschwitz a los 26 años.
El escritor dio por casualidad con el expresionismo evocador y autobiográfico de esta artista, hace más de una década, en una exposición en Berlín. Foenkinos compara su hallazgo con el más contundente enamoramiento. “Fue un choque muy fuerte, una especie de flechazo, que logró movilizar mi intelecto, pero también mis emociones”, explica el escritor, encadenando cigarrillos en una terraza de su barrio, al este de París. “Me fascinó que, en pleno 1942, una mujer sometida a la dominación y la violencia lograra transformar esas fuerzas oscuras en una obra de arte tan poderosa”. Foenkinos se obsesionó con su personaje. Pasó meses vagando frente a su antiguo domicilio en el barrio berlinés de Charlottenburg. Importunó a quienes pudieron ser sus vecinos o a funcionarios de archivos históricos que le tomaron por “un psicópata”. Recorrió las calles de Villefrance-sur-Mer, el pueblo de la Costa Azul donde se refugió durante cuatro años, antes de ser delatada por un vecino y de ser capturada por los nazis. Charlotte se acababa de casar y estaba embarazada.
En las páginas del libro, transluce la fascinación experimentada por Foenkinos, así como una colosal idolatría. Hasta el punto que resulta inevitable preguntarse si, más allá de las fronteras marcadas por la historia, existe cierta identificación con su personaje. “Ser judío significa poder acostarse con mujeres rubias”, escribió hace años con desaprensión en una novela falsamente autobiográfica, ¿Quién se acuerda de David Foenkinos? (Seix Barral). Al recorrer la vida de Salomon, se diría que este descendiente de judíos norteafricanos ha asumido que su origen religioso también implica otras cosas. “No existe ninguna identificación”, descarta el escritor. “Y menos en cuanto a la cultura judía, que no ha tenido ninguna importancia en mi vida, como tampoco en la suya. No puedo decir, a la manera de Flaubert, que Charlotte sea yo. Pero sé que ahora estaré ligado a ella para siempre. Seré como el presidente de una secta consagrada a rendirle culto”, ironiza.
Tanto o más que por su historia, el libro sorprende por la forma escogida para relatarla. Foenkinos dispone las frases en versos libres y breves, igual que en un largo poema narrativo. “La escribí así porque era la única manera de poder respirar al llegar al final de la frase. No lo llamaría poesía. Y, de hecho, tampoco biografía. Es una novela, aunque todo lo que cuente sea cierto”.
El destino de Foenkinos cambió con La delicadeza, fábula sentimental y sarcástica sobre una joven viuda, que vendió cerca de un millón de ejemplares en Francia y fue adaptada al cine por el propio escritor y su hermano Stéphane, con Audrey Tautou como protagonista. Antes, había sido un escritor conocido pero no siempre celebrado, tal vez perjudicado por esa ligereza que a veces se confunde con la inconsistencia. Pese a las buenas críticas obtenidas con Charlotte, hay quien le ha reprochado que intente adquirir legitimidad literaria sirviéndose de un asunto tan grave como el exterminio nazi. “Es absurdo. Para mí, un libro sobre la Segunda Guerra Mundial es igual de importante que otro que solo proporciona entretenimiento. Me influye tanto Woody Allen como Michael Haneke; me gustan igual Louis de Funès y Walter Benjamin. Tener humor y fantasía es un don mayor”, asegura.
Es consciente de que el establishment literario no siempre está de acuerdo con sus palabras. El pasado otoño, Foenkinos se erigió en favorito para el premio Goncourt, el más importante de las letras francesas, pero terminó eliminado en la última ronda. “Es cierto que existe una prima a la seriedad. Si no me dieron el Goncourt, supongo que fue a causa de lo que he escrito antes”, admite. Siempre le quedará otro reconocimiento, que considera todavía mayor: haber logrado resucitar el nombre y la obra de Salomon, que se expondrá en Villefranche-sur-Mer a partir de mayo y luego en Niza a partir de septiembre. Además, la editorial francesa Le Tripode reeditará en octubre ¿Vida o teatro?, el monumental volumen que dejó Salomon antes de morir, formada por 1.600 acuarelas, gouaches, textos autobiográficos y piezas musicales.
El escritor dio por casualidad con el expresionismo evocador y autobiográfico de esta artista, hace más de una década, en una exposición en Berlín. Foenkinos compara su hallazgo con el más contundente enamoramiento. “Fue un choque muy fuerte, una especie de flechazo, que logró movilizar mi intelecto, pero también mis emociones”, explica el escritor, encadenando cigarrillos en una terraza de su barrio, al este de París. “Me fascinó que, en pleno 1942, una mujer sometida a la dominación y la violencia lograra transformar esas fuerzas oscuras en una obra de arte tan poderosa”. Foenkinos se obsesionó con su personaje. Pasó meses vagando frente a su antiguo domicilio en el barrio berlinés de Charlottenburg. Importunó a quienes pudieron ser sus vecinos o a funcionarios de archivos históricos que le tomaron por “un psicópata”. Recorrió las calles de Villefrance-sur-Mer, el pueblo de la Costa Azul donde se refugió durante cuatro años, antes de ser delatada por un vecino y de ser capturada por los nazis. Charlotte se acababa de casar y estaba embarazada.
En las páginas del libro, transluce la fascinación experimentada por Foenkinos, así como una colosal idolatría. Hasta el punto que resulta inevitable preguntarse si, más allá de las fronteras marcadas por la historia, existe cierta identificación con su personaje. “Ser judío significa poder acostarse con mujeres rubias”, escribió hace años con desaprensión en una novela falsamente autobiográfica, ¿Quién se acuerda de David Foenkinos? (Seix Barral). Al recorrer la vida de Salomon, se diría que este descendiente de judíos norteafricanos ha asumido que su origen religioso también implica otras cosas. “No existe ninguna identificación”, descarta el escritor. “Y menos en cuanto a la cultura judía, que no ha tenido ninguna importancia en mi vida, como tampoco en la suya. No puedo decir, a la manera de Flaubert, que Charlotte sea yo. Pero sé que ahora estaré ligado a ella para siempre. Seré como el presidente de una secta consagrada a rendirle culto”, ironiza.
Tanto o más que por su historia, el libro sorprende por la forma escogida para relatarla. Foenkinos dispone las frases en versos libres y breves, igual que en un largo poema narrativo. “La escribí así porque era la única manera de poder respirar al llegar al final de la frase. No lo llamaría poesía. Y, de hecho, tampoco biografía. Es una novela, aunque todo lo que cuente sea cierto”.
El destino de Foenkinos cambió con La delicadeza, fábula sentimental y sarcástica sobre una joven viuda, que vendió cerca de un millón de ejemplares en Francia y fue adaptada al cine por el propio escritor y su hermano Stéphane, con Audrey Tautou como protagonista. Antes, había sido un escritor conocido pero no siempre celebrado, tal vez perjudicado por esa ligereza que a veces se confunde con la inconsistencia. Pese a las buenas críticas obtenidas con Charlotte, hay quien le ha reprochado que intente adquirir legitimidad literaria sirviéndose de un asunto tan grave como el exterminio nazi. “Es absurdo. Para mí, un libro sobre la Segunda Guerra Mundial es igual de importante que otro que solo proporciona entretenimiento. Me influye tanto Woody Allen como Michael Haneke; me gustan igual Louis de Funès y Walter Benjamin. Tener humor y fantasía es un don mayor”, asegura.
Es consciente de que el establishment literario no siempre está de acuerdo con sus palabras. El pasado otoño, Foenkinos se erigió en favorito para el premio Goncourt, el más importante de las letras francesas, pero terminó eliminado en la última ronda. “Es cierto que existe una prima a la seriedad. Si no me dieron el Goncourt, supongo que fue a causa de lo que he escrito antes”, admite. Siempre le quedará otro reconocimiento, que considera todavía mayor: haber logrado resucitar el nombre y la obra de Salomon, que se expondrá en Villefranche-sur-Mer a partir de mayo y luego en Niza a partir de septiembre. Además, la editorial francesa Le Tripode reeditará en octubre ¿Vida o teatro?, el monumental volumen que dejó Salomon antes de morir, formada por 1.600 acuarelas, gouaches, textos autobiográficos y piezas musicales.
TITULO: VIAJANDO CON CHESTER - EL CHAPO, EN LIBERTAD CULTURAL,.
VIAJANDO CON CHESTER
Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.
EL CHAPO, EN LIBERTAD CULTURAL,.
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El narcotraficante Joaquín Archivaldo Guzmán Loera está entre rejas pero sus fechorías no dejan de inspirar canciones, documentales y hasta óperas mexicanas,.
El Chapo es libre. Nunca dejó de serlo, pues jamás perdió la soltura para fluir entre compases, voces roncas y contoneos; ni su presencia en santuarios y mercadillos; ni su esencia, que quedó grabada en el asfalto y los adoquines que un día pisó. Así, aunque el narcotraficante Joaquín Archivaldo Guzmán Loera esté preso, El Chapo -su alias y leyenda- sigue libre para inspirar a la narcocultura, que disfraza al criminal de ídolo.
Los de la calaña de Guzmán se apropiaron hace más de tres décadas del prefijo 'narco' -'adormecimiento' en griego clásico-, como indicó el escritor colombiano Alexander Prieto. Hoy, esas cinco letras han trascendido al narcotráfico y se anteponen a palabras como cultura. Tras la narcocultura hay aspiraciones vitales; manifestaciones de un narco idealizado, 'héroes populares' que efectúan 'prodigios casi divinos', ídolos dignos de imitar como El Chapo. El prefijo 'narco' aunado con cultura encierra un sueño perverso.
Uno de los primeros ejemplos de cómo El Chapo abastece a la narcocultura está en La Tuna, su pueblo natal. Allí, al mirar hacia 'El Cielo' los vecinos no solo miran la bóveda celeste, también dirigen sus ojos a una mansión que, con sus muros de tonos rosados e inmensa antena, contrasta con las humildes moradas del entorno. Es la mansión de la madre de Guzmán, un ejemplo de la narcoarquitectura.
La estela de edificios 'ilustres' va más allá. Un claro ejemplo es la ciudad de Mazatlán, marcada por su impronta desde que lo detuvieran allí mismo en 2014; o Los Mochis, donde ahora lo acaban de apresar. En la primera localidad, la fascinación que despierta El Chapo se refleja, entre otras cosas, en la 'Ruta de los narcos caídos' que realiza el 82,6% de los taxistas, de acuerdo con el trabajo de los investigadores Arturo Santamaría y Silvestre Flores.
Al pasar por Mazatlán es casi inevitable encontrar un sombrero, un cinturón o una camiseta con el rostro o el nombre del apodo de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera. Tampoco faltan recuerdos donde se puede leer 'Dios salve al Chapo' ni carteles en los que el lema de 'se busca' es motivo de orgullo.
NarcocorridosLa presencia de El Chapo también se muestra en los narcocorridos. El especialista Juan Carlos Ramírez-Pimienta destaca 'Tambores de Guerra' de los Buchones de Sinaloa, una amenaza rítmica y contundente, donde el grupo da voz a Guzmán Loera y advierte que «no me esperaba ataques del Gobierno, esta vez perdí, luego me los pelo».
El narcocorrido va más allá de las evasiones o capturas de Guzmán: se recalca que «el chaparrito es parte del pueblo» y existen incluso los de temática religiosa. En estos últimos, apunta Ramírez-Pimienta, se transmite el mensaje de que «el dinero sucio se limpia cuando va para buenos fines». De esa manera, se evidencia una de las formas más peligrosas de legitimación social de criminales como Guzmán: las narcolimosnas llegan a ciertos templos y a zonas golpeadas por catástrofes antes que la acción del Gobierno.
El fenómeno 'narco' no se limita a los corridos. Tras la reciente captura de El Chapo ha surgido un tema de reggaetón que gira en torno a este personaje. Ahora bien, lo más insólito ha sido la adaptación operística titulada 'Únicamente la verdad. La verdadera historia de Camelia', que se inspira en la protagonista del narcocorrido 'Contrabando y Traición', de los Tigres del Norte.
Los temas dedicados al ensalzamiento y a la apología de capos como Guzmán Loera forman parte de la banda sonora de las 'Chapomarchas', es decir, de las manifestaciones que reivindican la liberación de «nuestro Chapo». Estas concentraciones, ubicadas esencialmente en la región natal de El Chapo, Sinaloa, suelen acabar en ermitas clandestinas donde se venera a los santos 'canonizados' por la narcocultura, como explica el profesor alemán de Ciencias Políticas y Sociología Günther Maihold.
El 'narcosanto' más importante en la tierra de El Chapo es Jesús Malverde, un malhechor de principios del siglo XX. Al rezar su novena, se le pide velocidad para huir y esconderse. Sin embargo, esta religiosidad va todavía más allá. En otro Estado azotado por el narcotráfico, Michoacán, se 'santificó' en 2011 al fundador de uno de los cárteles más nocivos para el país, 'La Familia'. Se trata de Nazario Moreno ('San Nazario', 'El Chayo' o 'El Más Loco') que fue dado por muerto en dos ocasiones por las autoridades mexicanas.
Estas historias han llegado a la gran pantalla y también a la pequeña. Dos ejemplos son el documental 'La leyenda del Chapo', de Angus MacQueen y Guillermo Galdós, y la serie 'Joaquín El Chapo Guzmán: El varón de la droga', basada en la narconovela homónima del exnarcotraficante colombiano Andrés López, donde se destaca, como hiciera el propio Chapo en su controvertida entrevista a 'Rolling Stone', su paso de «niño humilde a recio macho con las agallas» de ser El Chapo.
Unos 70.000 muertosSolo hay una parte de El Chapo sin explotar intensamente: los efectos de sus actos. El Chapo reconoció haber ordenado entre 2.000 y 3.000 muertes. Las autoridades elevan las víctimas a 70.000. Son los 'daños colaterales' que ciertos artistas tratan de visibilizar, dejando claro que no son parte de la narcocultura.
Ejemplos de esta cultura que enfrenta los 'logros' y las 'bondades' de lo narco con la devastación son las obras de las sinaloenses Teresa Margolles y Rosa María Robles. Estas dos mujeres, que han vivido el ambiente del que germinó El Chapo, crearon experiencias artísticas crudas y reales. Así, Margolles inundó de 'sangre' una sala de la Bienal de Venecia que fue limpiada por familiares de víctimas del crimen organizado; mientras que Robles puso frente a los ojos de la sociedad sinaloenses los edredones usados para cubrir los cuerpos sin vida y algunos restos mortales; tras ser incautados por las autoridades, la artista manchó con su sangre otras ropas de cama.
Toda esta intensidad e inmensidad narcocultural, tantas expresiones derivadas de las atrocidades y los excesos de Joaquín Guzmán Loera, muestran a un criminal en libertad, que fluye con soltura entre bailes, páginas y compases; en parroquias, salones y mercadillos. Muestran a un Chapo que sigue libre, en libertad cultural.
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