domingo, 24 de enero de 2016

REVISTA XL SEMANAL PORTADA - CLARA SANCHIS -Actriz,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA -OPINA PUBLICA,.

TITULO: REVISTA XL SEMANAL PORTADA - CLARA SANCHIS -Actriz,.

Clara Sanchis -foto--CLARA SANCHIS -Actriz,.

Nacida en Teruel, en 1968. A lo largo de su trayectoria como
actriz, ha realizado numerosos trabajos en cine y en televisión de la mano de directores como Gonzalo Suárez, Manuel Iborra, Ricardo Franco, Jaime Chávarri o Emilio Martínez Lázaro.
Entre sus interpretaciones en los escenarios, destacan trabajos como “El anzuelo de Fenisa”, de Lope de Vega, dirigida por Pilar Miró , “El Lector por horas”, de José Sanchis Sinisterra , “Hipólito” de Eurípides, dirigido por Emilio Hernández, “Macbeth”, de W. Shakespeare, con dirección de María Ruiz, “El castigo sin Venganza” en la Compañía Nacional de Teatro Clásico con dirección de Eduardo Vasco, “Las Troyanas” de Eurípides con dirección de Mario Gas o “Próspero sueña Julieta” de José Sanchis Sinisterra con dirección de María Ruiz. En 2009 ha participado en la serie de TVE “Amar en tiempos revueltos” y en “Cuéntame”. Colabora semanalmente en el diario La Vanguardia. Conduce el Magazine de música clásica en la 2 de TVE “Programa de mano”. En 2012 ha participado en la serie de TVE “Isabel”.

TRABAJOS TEATRALES:

2012.- Agosto, de Tracy Letts. Dirección de Gerardo Vera. CDN.
2010.- Próspero sueña Julieta de José Sanchis Sinisterra. Dirección de María Ruiz.
2009.- Dos delirios sobre Shakespeare de José Sanchis Sinisterra. Dirección de Natalia Menéndez.
2008.- Las Troyanas de Eurípides. Festival de Mérida y Teatro Español. Dirección de Mario Gas.
2008- Don Juan en los infiernos de Palau i Fabre. Teatro Español. Dirección de Hermán Bonín.
2007.-El curioso impertinente de Guillen de Castro. Con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Dirección Natalia Menéndez.
2006.-Tragicomedia de Don Duardos de Gil Vicente. Con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Dirección Ana Zamora.
2005.-El castigo sin venganza de Lope de Vega. Con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Dirección Eduardo Vasco.
Premio Agora 2005 a la mejor actriz (Festival de Teatro Clásico de Almagro).
2003/2004.-Macbeth de W. Shakespeare. Dirección de María Ruiz. Festival de teatro Clásico de Almagro y gira por España.
2001/2002.-.El Perro del Hortelano. De Lope de Vega. Dirección de Magüi Mira. Centro Cultural de la Villa de Madrid y Teatre Condal. Nominada a los Fotogramas de Plata como mejor actriz.
1999/2000.-El Lector por Horas. De José Sanchis Sinisterra.Dirección de José Luis García Sánchez. TNC y CDN. Nominada a los premios Fotogramas de Plata como mejor actriz. Nominada a los Premios MAX..
1998.-El anzuelo de fenisa. De Lope de Vega. Dirección de Pilar Miró. Teatro de la Comedia.
1997.-Goya. De Alfonso Plou. Dirección de Carlos Martín. Teatro Español.
1995.-Hipólito. De Eurípides. Dirección de Emilio Hernández. Festival de Mérida y Teatro Albéniz.
1994.-Arianna de Fabio Modesti Dirección de Fabio Modesti. Teatro Ringhiera, Milano ( Italia).
1993.-Le ombre di Otello de Fabio Modesti y Clara Sanchis. Festival Internazionale di Teatro di Arezzo. (Italia).
1992.-La viuda Valenciana de Lope de Vega. Dirección Elder Costa.
1991.-El lunático de Ramón Gómez de la Serna. Dirección Emilio Hernández. Sala Olimpia.
1990.-Calígula de Camus, En el Centro de Ricerca Teatrale di Milano. Dirección Carlos Martín (Italia).
1989.-El trio en mi bemol de Rohmer. Dirección Fernando Trueba. Teatro Maria Guerrero. (pianista y actriz)
1987.-Cartas de mujeres de Jacinto Benavente. Dirección Emilio Hernández. (pianista y actriz). Teatro Español.
1986.-Como reses de Matilla, Dirección Antonio Malonda. (pianista y actriz). Sala Galileo.
1985.-Salomé de Oscar Wilde, con la compañía de Nuria Espert. Dirección de Mario Gas. Festival e Mérida.
1984.- Pianista del Teatro de la Comedia.

PREMIOS:

Mejor Actriz por su interpretación en “La Lengua en Pedazos”. Festival de Teatro de Palencia.

 TITULO:   EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA -OPINA PUBLICA,.

Juan Manuel de Prada: "Hay que rehuir el éxito, es una mala puta"

Juan Manuel de Prada. ARXINA (AGENCIAS)El escritor presenta la novela 'El castillo del diamante', su nueva novela histórica que se centra en la figura de Santa Teresa de Jesús

Juan Manuel de Prada. ARXINA ( foto )

Juan Manuel de Prada (Barakaldo, 1970) vuelve a decantarse con su nueva obra por ahondar en importantes episodios históricos que han protagonizado sus últimas publicaciones. Primero fue la División Azul en Me hallará la muerte (2012) y después fijó su atención en el Desastre del 98 en Morir bajo tu cielo. En El castillo de diamante, su nueva novela histórica, se centra en la figura de Santa Teresa de Jesús, de cuyo nacimiento se conmemora ahora el quinto centenario. De Prada se sumerge en el siglo XVI para plantear cuestiones muy actuales como la fe, el papel de la mujer o la relación entre la Iglesia y el poder político.
¿Le ha inspirado el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa para escribir esta novela? ¿Buscó el tema o el tema le buscó a usted?
No, es una novela que quise escribir hace unos siete u ocho años, pero tuve una crisis personal y literaria. Y no la escribí a pesar de que la tenía muy pensada. Cuando se empezó a hablar del quinto centenario, digamos que fue el empujón final, lo que me incitó a recuperar el proyecto.
¿Qué parte de realidad y de ficción hay en la obra? ¿Ha pretendido hacer una novela histórica?
En efecto, Santa Teresa y la princesa de Éboli tuvieron una relación muy tensa, porque la princesa patrocinó la fundación de dos conventos de Santa Teresa, uno de monjas y otro de frailes. Santa Teresa viajó a Pastrana, que era el ducado que el rey les había dado a los príncipes de Éboli y pasó varios meses allí.  También sabemos que la princesa de Éboli, cuando queda viuda, se obstina en meterse monja. Y por último tenemos el dato, aunque más brumoso, de que la princesa denunció a Santa Teresa. La relación entre ellas fue muy conflictiva, con episodios muy dramáticos, casi truculentos. Y bueno, aunque son pocos los datos que tenemos, ahí había una historia muy interesante, una excusa para abordar el drama de estas dos mujeres tan temperamentales y geniales que chocan entre sí y son capaces de entenderse. A partir de ahí fabulo muchas situaciones. Por ejemplo, cómo se conocieron. Pero son unos elementos históricos que se integran en una historia de ficción. En la obra coloca como absolutas protagonistas a dos mujeres poderosas y tremendamente seductoras en el reinado de Felipe II. ¿Por qué cree que algunos lectores le tachan de misógino?
No lo sé (risas). Supongo que tiene que ver con mi primer libro, Coños, que no es un libro misógino. Pero probablemente desde el punto de vista de nuestra época puede resultar osado un título así. Tengo una obra, Las esquinas del aire, dedicada a una de las pioneras del feminismo en España y en mis obras las mujeres pueden ser personajes positivos o negativos, pero son los personajes más complejos. Yo creo que eso son los tópicos que la época quiere adjudicar a los malditos. Yo estoy orgulloso de ser maldito. Alguien decía que hablen de ti aunque sea bien.
En ese combate a muerte de las que, según ha afirmado, cree las mujeres más relevantes e inteligentes del siglo XVI de España, ¿usted por cuál se decanta? ¿O es que son almas gemelas?
Yo esta novela la empecé a escribir por Santa Teresa. Hace diez años empecé a leer a Santa Teresa y, claro, me resultó tan genial, imprevisible, tan sorprendente, ¿no?. Lo que pasa es que he de confesar también, quizá porque la seducción ya estaba hecha y se dice que uno se cansa más de lo que ya está conseguido, que mientras la princesa de Éboli, que para mí era un personaje arisco y espinoso, y del que se sabe menos que de Santa Teresa, pues la verdad es que cuando me puse a escribir he de reconocer que el personaje que me iba cautivando más era el de la princesa de Éboli. Se produjo un fenómeno muy curioso. Yo empecé la novela enamorado de Santa Teresa y al final acabé enamorado de Ana de Mendoza. También es verdad que sobre la princesa, como existe menos documentación, me permitía mayores posibilidades de fabulación. Hay una mayor libertad en este sentido.
Usted asegura que Santa Teresa no era una mujer adelantada a su tiempo, sino de su tiempo. ¿Por qué cree que ha pasado entonces a la historia como una figura moderna y revolucionaria para la época?
Creo que se tiene un concepto falso de la España que vivió, de la España de Felipe II. La España de Felipe II siempre se presenta como una España muy oscurantista, una España donde las mujeres no tenían posibilidades para alcanzar puestos importantes en la vida. Y yo creo que esto es falso. En la España de Felipe II, la realidad es que mujeres como Santa Teresa, mujeres que tomaron la iniciativa de fundar o reformar conventos, fueron muchas. La verdad es que Santa Teresa destacó entre todas por su genialidad, pero en esta novela hay varios personajes que tratan de hacer lo mismo que santa Teresa. En realidad, el reinado de Felipe II se caracteriza porque quiere acabar con las injerencias del Papado en España y así impulsa la fundación de nuevas órdenes, es el caso de los jesuitas, o reforma órdenes ya existentes, de manera que esa reforma impida el control desde Roma. Y es una época que tanto en la Corte como en el mundo político, cultural, religioso hay muchas mujeres que asoman. Santa Teresa en los reinados posteriores sería impensable. No olvidemos que Santa Teresa funda conventos de frailes. Esto hubiese sido imposible en la España del siglo XVII, XVIII, XIX y hasta en el XX. Y si me apura, hoy. Hasta hoy es insólito que una mujer funde una congregación de hombres.
Sorprende que sea tan batalladora con los poderosos.
Ella era muy lista. En la novela incluyo un pasaje que es una carta a una jovencita a la que está tratando de convencer para meterse monja, y en la que ella le indica cómo tiene que comportarse con la gente para conseguir lo que busca. Lo que hoy llamaríamos inteligencia emocional: amoldarse a la forma de ser de la persona que tenemos que convencer. Saber adaptarse al medio para obtener el fruto que tú deseas. Y en esto Santa Teresa era una maestra.
Hablando de figuras poderosas, ¿qué opina de la puesta al día de la Iglesia católica por parte del Papa Francisco?
Está haciendo algo muy importante. Es cierto que hay aspectos discutibles. Hay gente que considera que está poniendo en peligro determinadas verdades de la fe católica. La iglesia en los años 60 y 70 se acercó a las corrientes marxistas, a los años 80-90 y principios del milenio se acercó a corrientes neoliberales, lo que oscureció la doctrina de la IIglesia. El Papa ha abierto el abanico de temas sobre los que se pronuncia un Papa, que ya no solo son cuestiones de moral privada, sino también de moral pública. Y en el aspecto de la moral privada, todas estas cosas que tienen que ver con la familia, etc. , el tema de las nulidades matrimoniales... Creo que son cuestiones peliagudas, pero el Papa se está dando cuenta de que los católicos en la sociedad actual están sufriendo mucho. Porque claro, temas como el divorcio, el aborto, etc, son realidades que están a la orden del día. Yo creo que sin que la doctrina de la iglesia cambie, hay que dar respuestas nuevas. Está esta iniciativa, la de que las mujeres que hayan abortado, puedan ser perdonadas, o el hecho de que las nulidades matrimoniales sean tratadas de una manera distinta sin variar en las causas de la nulidad. Esto me parece interesante.
¿Le enfada que, desde la actualidad, expertos como el recientemente fallecido neurólogo Oliver Sacks expliquen las experiencias místicas de santa Teresa basándose en que sufría ataques de epilepsia del lóbulo temporal?
Más que nada me parece fraudulento. Santa Teresa lo que experimentaba ella lo narraba y lo defendía antes personas que, al igual que hoy en día muchos psiquiatras, lo explicaban como que era una locura. Santa Teresa lo defendió como real y sufrió mucho y tuvo que desafiar a la Inquisición y a muchos eclesiásticos. Entonces me parece terrible que muchos siglos después, sin que ella puede defenderse, se vuelva a repetir esto. Me parece una especie como de necesidad de negar lo espiritual, que me parece un poco horrenda. ¿Por qué una persona no puede tener experiencias espirituales o religiosas? Creo que es tratar de reinterpretar a una persona negando lo que esa persona fue. Es jugar con la memoria de esa persona y, sobre todo, trasladar al pasado nuestra mentalidad de hoy.  A mí esto me parece una falsificación de personajes de otras épocas y un rasgo soberbio tremendo.
¿Le reprochan a menudo que haga ostentación de sus sentimientos religiosos?
Pero es que eso... Uno no puede ocultar sus amores. Uno no puede ocultar que tiene una fe y que quiere, de alguna manera, compartirla con quienes le leen. Uno no puede ocultar las cosas en las que cree porque no sería un escritor, sería un fingidor. El escritor tiene que reservar su capacidad para fingir creando historias, pero no en su forma de ver el mundo. Sería absurdo. No creo que se me pueda reprochar estar al servicio de las jerarquías eclesiásticas, siempre me muestro bastante crítico con ellas. Pero no puedo renunciar a mis creencias, yo lo que soy es aquello en lo que creo. Es natural en un escritor. Uno, al final, a través de lo que escribe, se muestra desnudo en lo que es. Pero esto al lector verdadero no le molesta, le molesta al sectario.
¿Cómo se ve a sí mismo en su oficio? Por ejemplo, ¿es disciplinado?
Sí, eso sí (risas). No por gusto, sino porque creo que es la única manera. No tienes un jefe, no tienes un horario, no tienes que rendir cuentas. Y  eso es peligroso. Yo creo que el mayor riesgo del artista, como su trabajo no tiene forma,  en el sentido de que no tiene un horario, unas instrucciones, su trabajo se desdibuja y puede caer en el diletantismo. Caer en una especie de marasmo. Suplo con la disciplina mi falta de talento. Si tengo alguna virtud es que soy trabajador. También es verdad que he vivido épocas de mayor disipación, porque me he dormido en los laureles o por circunstancias de la vida.
También es un autor controvertido, por las opiniones que vierte en sus artículos, o por sus apariciones televisivas. ¿Cómo lleva este tipo de críticas?
Apariciones televisivas ya nunca más habrá. La televisión distorsiona mucho el mensaje que lanzas, siempre se percibe de forma fragmentaria o sesgada. La televisión no te permite explicarte como quisieras. En cuanto a mis artículos, un escritor tiene que ser testigo de su tiempo y comprometerse con su tiempo, y mi forma de ver las cosas no halaga precisamente a lo que son las opiniones establecidas en nuestro tiempo. Pero a casi todos los escritores que a mí me han resultado hitos en mi formación también les ocurrió esto, como a Unamuno. El escritor está en combate con el mundo y debe sentirse extranjero en el mundo. La controversia es algo para mí necesario, porque creo que la literatura y mi vocación surgen de un fondo de controversia con la realidad, de enfado con la época que me ha tocado vivir.
¿Siente que escribe para una élite, se siente usted parte de ella?
No. en modo alguno. Me gustaría escribir para el pueblo que está siendo engañado (risas). Es verdad que tampoco quiero. Hay gente que considera que soy muy pedante o que tengo una forma de escribir demasiado retórica. No quiero renunciar a mi forma de escribir porque es también el fondo. Uno no escribe de determinada manera porque se levanta y dice ¡Uy, hoy me apetece poner aquí cuatro palabras raras para que la gente se enfade!.  No, es mi forma de escribir. Yo tengo un temperamento barroco y mi forma de utilizar el lenguaje es concreta. Yo procuro escribir sobre asuntos que le interesen a la gente y la propuesta que hago es contra los poderes establecidos. En modo alguno va dirigido a una élite. Además, creo que las élites son las que disfrutan del poder y yo me considero al margen totalmente de cualquier tipo de élite.
¿Qué influencia tuvieron sus lecturas infantiles, con su abuelo, para que llegase a a ser escritor?
Esto es muy gracioso, porque mi abuelo era un hombre apenas sin lecturas, pero me enseñó a leer a una edad muy temprana. Cuando yo fui al colegio, a los tres años, yo ya sabía leer y escribir y esto, naturalmente, cambia toda tu perspectiva de las cosas, porque siendo muy niño, por ejemplo, puedes leer los carteles en la calle y saber lo que es una panadería... Esto me confinaba como a una especie de gueto de extrañeza frente a los niños de mi edad. Y luego mi abuelo me llevó desde muy niño a la biblioteca y allí empecé a leer y sí esto me marcó muy profundamente. A mí me dejaba en la sala infantil. Y ahora cuando reflexiono es espectacular. A lo mejor si mi abuelo no me llevase a la biblioteca yo no hubiera sido escritor. Es algo misterioso, creo que ahí hay algo divino, algo de cosa que uno no puede controlar. Pero mi forma de ser, mi carácter un poco pesimista, tiene que ver con el hecho de aprender a leer muy pronto. Claro, yo le leído a autores que te dejan una herida muy grande cuando solo era un niño. Leer a Dostoievski con 12 años.... Eso te deja una herida muy profunda (risas).
Chesterton es uno de sus escritores más admirados. ¿No se le ha contagiado nada de su alegría?
Es verdad que es un escritor de un temperamento muy distinto al mío. Pero no nos engañemos, pesimismo y optimismo son estados de ánimo, algo muy fugaz. Lo que distingue a los seres humanos es la actitud que tienen ante la vida y ahí se distingue entre desesperados y esperanzados. Esa es la distinción fundamental. Yo siempre me he definido como un pesimista esperanzado. Es verdad que la realidad de mi tiempo no es una visión muy halagüeña, pero tengo una gran esperanza en el ser humano, en su capacidad, con ayuda divina, de cambiar las cosas. De hecho, yo creo que si no fuese así, pues probablemente hubiese dejado de escribir por esos momentos en que lo pasas mal, en que todo se derrumba, en los que las confianzas que tenías en las personas se hunden.. Pues uno tira para adelante, que yo creo que  es la vocación natural del ser humano. El ser humano no ha nacido para desesperarse, aunque es verdad que vivimos tiempos muy duros.
¿Cómo se sobrepone uno al hecho de alcanzar la gloria tan pronto, como le sucedió a usted con el premio Planeta?
Eso es lo peor. Hay un libro, Enemigos de la promesa,  en el que se analiza cuáles son los enemigos a los que se enfrenta el escritor en su vocación. Y le dedica un capítulo al éxito, porque es lo peor. Es el ser famoso, es el que la gente te haga la pelota cuando eres muy joven. Eso es muy malo. Eso es lo peor que le puede ocurrir al artista, porque la tentación de halagar al público es muy grande. La tentación de convertir tu vocación en una prostitución es muy grande. Ese éxito de la juventud lo recuerdo sin nostalgia, como algo que me trastornó mucho, que pudo haberme convertido en un gilipollas integral. Y bueno, doy gracias por haber superado el éxito. Porque al final, la vida de un artista es una carrera de fondo. Hay momentos de gran aplauso, pero también de olvido, de abandono, incluso de abucheo, naturalmente que sí. Y yo creo que donde uno se curte no es en los momento de aplauso, sino en los otros. El éxito es muy peligroso porque te incita a repetirte a ti mismo, te incita a abandonarte en los laureles, a convertirte en una parodia de ti mismo. Muchos grandes artistas, por culpa del éxito, se convirtieron en parodias de sí mismos. Hay que rehuir el éxito, es una mala puta.
¿Cree que la novela está siendo sustituida por otro tipo de entretenimientos?
En estos momentos sería absurdo negarlo. La literatura está en un momento difícil. Hace veinte años, cuando te reunías con amigos, con amigos que no eran escritores, sino que procedían de mundos, clases sociales y trabajos diversos, había un momento de la velada, pues que se hablaba de libros. Ahora se habla de series.
Que a usted le gustan...
Sí, a mí me gustan (risas). Pero la función que antes desempeñaba la literatura, ahora lo hacen otras formas de entretenimiento. La literatura vivió un sueño que a nivel de los países occidentales empieza después de la Segunda Guerra Mundial, que parece que todo el mundo se iba a poner a leer. Y se vive ese sueño maravilloso de que la literatura se va a convertir en algo popular. La realidad nos ha devuelto a la verdad, que es que la literatura es un cosa que importa a una pequeña porción de la población. Y además en nuestra época se añaden otros inconvenientes, como la era digital, con problemas de piratería. Y con todo esto parece como que la literatura se haya acabado. Yo no creo que sea así, porque creo que la literatura es algo que forma parte del ser humano. La necesidad de contar historias con palabras es algo imperecedero. Lo que ocurre es que vivimos un momento de confusión. A lo mejor, la literatura tal y como la concebimos hoy sí tenga que sufrir unos procesos de mutación como ha sufrido muchos a lo largo de la historia. En la antigüedad, a la gente lo que le gustaba eran los poemas épicos y le gustaba escucharlos en la plaza del pueblo. Y hubo un momento en que la gente decidió que la literatura prefería disfrutarla en soledad. Y que en lugar de poemas épicos le gustaba leer novelas. A lo mejor estamos en un momento en que la gente va a dejar de disfrutar leyendo una novela en su habitación y pasa a disfrutar viendo una obra de teatro. No sabemos lo que va a ocurrir. Lo que sí sabemos es que la literatura ha cambiado sus formas, ha cambiado su piel a lo largo de la historia, pero ha mantenido vivo su corazón bombeando sangre. En nuestra época va a ocurrir  algo semejante. Lo que sí que es verdad es que los que habíamos soñado vivir de la literatura, no vemos cómo, cosa que hace veinte años no pasaba.
Por curiosidad, ¿qué serie está usted viendo ahora?
La segunda temporada de True detective. A mí la primera no me gustó, me pareció narrativamente muy confusa. La historia me parecía muy poderosa pero la forma de narrar era muy espesa y la segunda temporada me está pareciendo menos embarullada y visualmente atractiva. Pero quizás de las que están poniendo, la que más me guste sea Homeland.


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