TITULO: REVISTA FARMACIA - Belén comienza a ver la luz tras registrar más de 30 contagiados,.
Belén comienza a ver la luz tras registrar más de 30 contagiados,.
90 personas fueron citadas para las PCR en este centro urbano, se realizaron 64 y todas ellas han sido negativas,.
Belén, con el paso de los días, comienza a ver la luz frente al coronavirus. Tras el foco vinculado a este núcleo de población con más de 30 personas contagiadas, por ahora, no se han hecho público nuevos casos positivos relacionados a estos brotes. Además, las pruebas PCR realizadas el sábado en la plaza de este centro urbano han salido negativas.
Esta acción surgió tras las conversaciones entre el alcalde, José Antonio Redondo, y responsables del Ejecutivo regional, con el fin de dar la posibilidad de que los vecinos de Belén se pudieran hacer esa PCR para analizar la situación de ese foco originado semanas atrás, según el mandatario trujillano. Con esa idea, estuvo personal médico en la plaza de Belén con una instalación de Cruz Roja. Según ha confirmado la Junta de Extremadura, al final, se citaron 90 personas y acudieron 64. El número de participación fue inferior a las primeras estimaciones. De hecho, fuentes vecinales han echado de menos la presencia de jóvenes belereños en estas pruebas.
Hay que recordar que Belén, según el INE, tiene 262 habitantes. Fuentes municipales ya recordaron que estas pruebas eran voluntarias. Asimismo, remarcaron que, al menos, cerca de 70 personas ya se habían hecho la PCR una vez declarado el brote, teniendo en cuenta los contagiados y sus contactos estrechos.
Un vecino en UCI
La mayoría de personas contagiadas de Belén no ha tenido síntomas o han sido leves. También ha habido excepciones. Una de ellas ha sido un vecino de mediana edad con positivo de covid, que ha tenido que ser ingresado en el hospital San Pedro de Alcántara y permanece en la UCI, señalan fuentes médicas. En un principio no tenía patologías previas. Eso sí, por ahora, evoluciona bien. Estas mismas fuentes también sostienen que ya ha habido algunas altas.
Asimismo, recuerdan que muchos de los contagios de las últimas semanas en la ciudad se han producido por reuniones de grupos de amigos o familiares. Ahora, existe el temor de que surjan más casos con las fiestas de Huertas de Ánimas, a principio octubre, aunque no hay ningún acto festivo programado.
Asimetría
Se puso Carmen Calvo una chaqueta de vaca y aclaró que «no seríamos una gran democracia si no supiéramos enfrentarnos a nuestro pasado». Por supuesto, lo de la memoria democrática, histórica o como la quieran llamar es algo importante pero que importa a poca gente. Eso sí, el efecto carraca es ruidosísimo. Llevamos así desde 2007 con picos de atención más altos o más bajos. Ahora toca alto.
Cualquier persona decente está a favor de que se saquen de las cunetas o de donde sea cadáveres de la guerra para que sus herederos puedan volver a enterrarlos. Luego hay gente, como la familia de Lorca, que prefiere que su fusilado se quede donde está, donde esté. Cosa diferente serán otros aspectos de la ley, que ya veremos por dónde sale. Como eso de «la actualización de los contenidos curriculares». Lo peor de todo es que hacen caso a los relatores de la ONU, esos expertos en la nada que meten sus narices en otros países. El colombiano Pablo de Greiff lamentó que «algunos libros de texto» se referían a la Guerra Civil «en términos genéricos, perpetuando la idea de una responsabilidad simétrica». Amárrame los pavos con el colombiano. A ver qué nombre quieren ponerle ahora. Pero bueno, las competencias educativas están transferidas y esto será motivo para otra guerra según el color de quien mande en la comunidad autónoma.
Lo más lamentable con esto de la memoria es que a veces está reñida con la Historia (esa Historia que, si es la reina de las humanidades, no puede ser zarrapastrosa, como dice García de Cortázar). La Historia está sometida a reglas académicas. La memoria es un recuerdo individual. Pero estamos en unos tiempos locos en los que los sentimientos cuentan más que los hechos.
TITULO: Documental - ¡Uy qué mal rollo en el trabajo...!,..
¡Uy qué mal rollo en el trabajo...!,.
«Pasamos ocho horas en el despacho sin hablarnos. Al principio sentía ansiedad pero ya me he hecho una coraza», foto,.
Al principio me metía en la cama y no dormía. Solo pensar que al día siguiente tendría que encargarle un trabajo a mi compañera me generaba una ansiedad... Nunca ha aceptado que yo sea la coordinadora del departamento, porque en su anterior trabajo estaba acostumbrada a mandar. Llevamos casi dos años compartiendo despacho, nos sentamos a medio metro y apenas nos hablamos. Hola y adiós y, si hay que comentar algo, lo hacemos por email. Es francamente desagradable, pero ya me he hecho una coraza...».
Con este ánimo regresaba Paula Blanco –madrileña de 40 años– de las vacaciones hace unos días, «amargada» por el ambiente enrarecido que hay en la oficina. Desde hace casi 15 años trabaja en una entidad que desarrolla proyectos sociales, educativos y de emprendimiento, un trabajo antes «ilusionante» que ahora se le hace cuesta arriba. «Somos un grupo pequeño, apenas quince personas, y jamás he tenido problemas con nadie. Pero ella es desconfiada. Si está tomando un café en la máquina y suena mi teléfono, viene corriendo a ver con quién hablo, ha estado espiando detrás de la puerta... ¡Hasta coge rabietas!».
Decir que Paula y su compañera no se llevan bien se queda corto para describir una situación muy habitual: el mal rollo entre los compañeros de trabajo. Unos desencuentros de intensidad variable que van desde la indiferencia forzada, como en el caso que nos ocupa, hasta el 'mobbing' (acoso psicológico en el trabajo), «considerado un delito e incluido en el código penal», advierte Elisa Sánchez, psicóloga especializada en conflictos laborales y directora de Idein.
– ¿Por qué los compañeros de trabajo tienen esa mala fama?
– Porque pasamos mucho tiempo con ellos. Además, las tareas laborales suelen conllevar trabajar en equipo, lo que requiere habilidades como escucha empática. Esto, unido a que hay muchos entornos que son muy competitivos y estresantes, hace aflorar nuestros miedos. Es natural que en este contexto puedan surgir roces, malentendidos, peleas... y que lo personalicemos en gente concreta.
De hecho, reconoce la especialista, «una de las ventajas del teletrabajo ha sido, precisamente, perder de vista a algunos compañeros». Aunque eso no ataja un problema de compleja resolución. «Cuando hay un conflicto en la oficina hay que abordarlo desde el inicio. No la primera o la segunda vez que ocurre, pero no dejar pasar más de tres veces la conducta que te ha molestado y tener una conversación con esa persona. En un momento tranquilo, en privado y hablando desde la empatía: 'Son las diez y a las nueve has quedado en enviarme los datos que necesito para el informe y no los he recibido, quería saber qué ha ocurrido'. Si eso no funciona, hay que hablar con el jefe para buscar una solución».
Los trepas
Claro que a veces es con el propio jefe con el que existe ese desencuentro. «Normalmente se tiene peor concepto de los jefes que de los compañeros. Tiene que ver con el estilo de liderazgo y con cómo nos llevemos con el concepto de autoridad. Hay quien tuvo un padre muy autoritario y en su infancia siempre escuchó eso de 'esto es así porque lo digo yo, y punto', y se encuentra un jefe parecido y se le remueve todo. También hay muchos casos, de mujeres sobre todo, a las que les gustaría 'mandar' de otra forma pero tienen que asumir el rol del líder clásico autoritario para encajar en las reuniones de su empresa. O se tienen que volver muy burocráticas porque esa es la manera de hacer las cosas en su compañía. Entonces un empleado le pide un día libre y le hace rellenar un papel con una solicitud para enviarla al departamento de no sé qué. Y eso genera malestar, empiezan a decir que 'Fulanita se ha vuelto una mandona'. Y no, no se ha vuelto una mandona, simplemente su puesto le exige actuar así». Así que lo ideal, advierte Elisa Sánchez, es que en la empresa haya «protocolos para prevenir y resolver conflictos, o mediadores que intervengan».
– Normalmente la cosa no pasa del reproche. Uno muy habitual entre compañeros es decir de alguien que es «un trepa».
– Es más frecuente en organizaciones muy competitivas, en áreas comerciales, en empresas familiares o con una dirección muy personalista, donde hay que agradar para promocionar. Se pueden analizar desde un punto de vista psicológico los factores de la personalidad de estos trepas. Por ejemplo, tienden a estar muy orientados a resultados, el fin justifica los medios, son competitivos y pueden utilizar estilos 'yo gano, tú pierdes', siendo lo importante que yo gane, claro. Anhelan la deseabilidad social y, en muchos casos, tienen asociada su autoestima a lo que consiguen, es decir, 'soy lo que tengo'. Por otro lado, suelen ser personas que cumplen con sus tareas y los plazos previstos. Siempre que no sean de esos que se cuelgan las medallas de los demás, claro. Porque en este grupo también hay quien no se esfuerza lo suficiente o no tiene las capacidades o el talento y se aprovecha de los logros de otras personas para atribuirse los éxitos como si fueran propios.
– También se escuchan quejas por lo contrario, porque alguien es «un vago».
– En este caso puede tratarse de personas que están pasando por alguna situación difícil o que no están motivadas en su trabajo porque han tenido conflictos previos que no han resuelto adecuadamente. Este tipo de conductas suele ser más habitual que la del trepa, pero no son perfiles tan antagónicos como parece, los dos son egoístas y van a lo suyo: el trepa, a ascender; el vago, a no hacer nada. El más dañino emocionalmente es el trepa, ya que el vago te sobrecarga de trabajo, pero es pasivo, mientras que el otro suele ser agresivo.
Sean estas u otras causas las que originan el desencuentro, la experiencia le dice a Elisa Sánchez que una situación así en el trabajo amarga «lo que la persona se deje amargar». «Una recomendación es no tomarlo como algo personal, porque seguramente no lo es. Suele tratarse de un patrón de conducta general».
Pena de cárcel
Que puede derivar en un caso de 'mobbing'. Un delito recogido en el artículo 173 del Código Penal que acarrea «una pena de prisión de seis meses a dos años» a quienes «en el ámbito de cualquier relación laboral o funcionarial y prevaliéndose de su relación de superioridad, realicen contra otro de forma reiterada actos hostiles o humillantes que, sin llegar a constituir trato degradante, supongan grave acoso contra la víctima».
El 'mobbing' empezó a investigarse en los años 90 y un informe del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo recoge la definición que de ello hizo Heinz Leymann, un psicólogo alemán y el pionero investigador del acoso laboral: «El 'mobbing' se refiere a la violencia psicológica extrema que se ejerce de forma sistemática, al menos una vez por semana y durante más de seis meses, sobre otra persona en el lugar de trabajo». ¿Y cómo se llega a eso? Pues a veces sin darnos casi cuenta. «El origen suele hallarse en algún conflicto interpersonal que no se resolvió y se ha cronificado», advierte David González Trijueque en su tesis 'El acoso psicológico en el lugar de trabajo: epidemiología, variables psicosociales y repercusiones forenses' (Universidad Complutense de Madrid).
En su trabajo, González Trijueque cifra en un 47,2% los casos de 'bossing', esto es, acoso de un jefe a un empleado. El doble de frecuente que el 'acoso horizontal', es decir, entre compañeros –también contabiliza un 9,1% de casos de acoso 'ascendente', de un empleado hacia el jefe–. «El acoso horizontal se suele alargar mucho en el tiempo. Cuando te acosa tu jefe, te vas de ese puesto o de esa empresa en cuanto puedes, pero cuando es un compañero es más difícil de gestionar», advierte Elisa Sánchez.
«Llevo catorce años trabajando en una fundación social y nunca he tenido un roce con ninguno de mis compañeros. Hace dos años dos chicas cogieron la baja y tuve que asumir la coordinación del proyecto que llevaban ellas. Como no podía hacerlo sola, contrataron a la mujer de un compañero. A todos nos pareció bien. Tenía 50 años y se acababa de quedar sin trabajo, así que ¿qué mejor que ayudar a alguien conocido? Al principio entró muy suave, muy dulce, pero enseguida empezaron los problemas. La política de mi empresa es que a las reuniones con el subdirector solo vamos los coordinadores de cada departamento, en este caso yo. Ella considera que debe acudir también y empieza a enfadarse, a gritar... En dos ocasiones ha pillado una rabieta y se ha marchado llorando del despacho. En su anterior puesto esta mujer era jefa, llevaba a un equipo de personas y se ve que estaba acostumbrada a mandar. Entonces llega aquí y no acepta que ya no es jefa de nada. Yo tampoco me considero jefa, ¡ni de mi casa!, pero soy la coordinadora del departamento. Enseguida se demuestra una persona desconfiada. Cada vez que llamo por teléfono a alguna compañera de trabajo, aunque sea para comentar un tema personal, el colegio de los niños o lo que sea, me dice que ponga el altavoz, cree que si no lo hago le oculto información. Ha estado hasta espiando detrás de la puerta, tiene cosas de patio de colegio. A mí todo esto me ha generado mucha ansiedad, es pensar que le tengo que mandar hacer algo y me entran los nervios, así que muchas veces acabo haciendo yo tareas que le corresponden a ella solo por no pedírselo. Yo al principio no dormía, era pensar en volver al trabajo tras las vacaciones de Navidad y ponerme mala, me llevaba la salud, y mi pareja hasta me decía que dejara el trabajo. El marido de esta mujer, con el que yo siempre me había llevado estupendamente, ha dejado de hablarme porque cree que no la dejo progresar. Así que nos sentamos a medio metro pero solo nos decimos hola y adiós. Tras las vacaciones he hecho un esfuerzo por 'templar' la cosa y le he preguntado qué tal el verano. Es de lo poco que hemos hablado en tiempo...».
«El problema de la mujer con la que Paula tiene el conflicto es que está descolocada. No ha asumido su nuevo rol en la empresa y eso le lleva a conductas inmaduras e irrespetuosas. Tiene que hacer el 'duelo' de su anterior puesto de trabajo, donde era jefa. Decir que quiere ir a las reuniones de la subdirección es solo la punta del iceberg de su problema. Ella tiene una necesidad de reconocimiento y no asume su nuevo papel, no admite que ella no es la coordinadora. Paula debe transmitirle que la valora y reconoce su trabajo, pero dejarle claro que quien coordina el proyecto es ella. Que le informará de cualquier cosa que se aborde en las reuniones pero que no puede ir. Que eso no significa que la excluya ni que no la vea capacitada, sino que es un aspecto funcional de la empresa. Es un conflicto con mala pinta que requeriría de la mediación de una tercera persona», opina la psicóloga Elisa Sánchez.
«Dos compañeros quieren agosto libre, ¿cómo repartir?»
«Un clásico de los conflictos en el trabajo son los turnos o el reparto de vacaciones», comenta la psicóloga Elisa Sánchez. Y nos plantea una situación cotidiana a modo de 'acertijo', para hacernos pensar... «Imaginemos que dos personas quieren las vacaciones en agosto, a la vez, pero no puede ser. El jefe debe tomar una decisión. ¿Cuál?»
– Lo justo sería mitad del mes para cada una ¿no?
– Eso resuelve el problema, sí. Es justo, sí. Pero ¿satisface a alguna de las dos personas? No, a ninguna. Es como el experimento de la naranja: dos personas quieren la misma naranja. ¿Qué hacemos? La partimos por la mitad, ¿no? Pero ninguna se queda contenta. ¿Por qué? Porque una quería la naranja para hacer zumo y, por tanto, solo necesitaba los gajos, y la otra la quería para hacer un bizcocho y solo necesitaba la corteza para la ralladura. Si les hubiésemos preguntado para qué querían la naranja, habríamos podido repartirla de manera más satisfactoria: para una la peladura y para la otra el interior. Pero optamos por la opción 'a priori' más equitativa, que era la equivocada en este caso.
– ¿Qué hacemos entonces con los compañeros que 'peleaban' por tener ambos libre agosto?
– Preguntemos para qué quieren agosto. Uno te dice que solo coincide ese mes con la mujer y el otro que tiene la boda de su hermano. Sabiendo esto, probablemente el que coincide con la mujer le ceda gustoso una semana al compañero para que acuda a la boda, quizá incluso negocien luego las vacaciones de Navidad de manera más favorable para el segundo. ¿Qué habría pasado en caso de repartir quince días para cada uno? Que al que coincidía con la mujer le iban a parecer cortos y el que se iba de boda se iba a encontrar con días sobrantes a los que no le habría importado renunciar. Habría sido un reparto equitativo, sí, pero insatisfactorio para ambos. Y ese malestar podría cronificarse y hacer que estallara el conflicto cada vez que se acercara el reparto de las vacaciones.
TITULO: El escarabajo verde -¿Tendremos por fin coches voladores?,.
¿Tendremos por fin coches voladores?,.
Las
pruebas de un nuevo modelo realizadas en Japón reavivan esta vieja
aspiración de la humanidad, esencial en el futuro que nos prometió la
ciencia ficción, foto,.
Los coches voladores han acabado convirtiéndose en el símbolo de la mayor estafa de todos los tiempos. El ser humano se pasó buena parte del siglo XX imaginándose cómo iba a ser el XXI, porque más allá de la frontera del año 2000 (o, vale, del 2001) nos zambulliríamos en esa época repleta de maravillas que llamábamos vagamente 'el futuro'. Y, en nuestras visualizaciones de ese fantástico porvenir, siempre surcaban el cielo vehículos veloces y silenciosos, los nietos de nuestros torpes automóviles, que ya habían aprendido a volar. Estaban ahí, en el 2015 de 'Regreso al futuro' y también en el 2019 de 'Blade Runner', indeseable por muchas otras razones, pero hemos llegado a 2020 y seguimos buscándolos inútilmente por encima de nuestras cabezas. En 1967, en un libro que publicó 'Wall Street Journal', los expertos pronosticaron que medio siglo después funcionaría un sistema global de comunicaciones capaz de transmitir información rapidísimamente, que los padres podrían elegir el sexo de sus hijos mediante inseminación artificial y, vaya por Dios, que nos desplazaríamos en bonitos coches voladores.
Calvin, el niño de la tira de cómic 'Calvin y Hobbes', resumió en una viñeta la decepción por este presente tan poco futurista: «¿Dónde están los coches voladores? ¿Dónde están las colonias en la luna? ¿Dónde están los robots personales y la cabina de gravedad cero, eh? (...) ¿Dónde están las mochilas propulsoras? ¿Dónde están los rayos de desintegración? ¿Dónde están las ciudades flotantes?». Las atractivas fantasías del cómic y el cine, por mucho que a menudo tuviesen cimientos científicos, se están resistiendo a saltar a la realidad. «Ciertas mejoras no son tan fáciles como parece prometer la ciencia –asiente Manuel Barrero, director de la revista de cómic y cultura popular 'Tebeosfera'–. Un objeto cotidiano como la fregona ha tardado más de cien años en ser robotizado, y aun así no funciona bien del todo. Con el coche ha pasado algo parecido porque es un invento redondo, como el martillo o la escoba, y para convertirlo en volador tiene que dejar de ser coche para ser un poco avión o un poco helicóptero. Cine y cómic han potenciado la idea de esta transformación, sobre todo a través de las películas de James Bond o los cómics de Batman, Nick Fury o Fantastic Four, por poner ejemplos notorios».
El propio Henry Ford se las prometía muy felices cuando, en 1940, soltó una profecía ineludible en este contexto: «Recuerden mis palabras: llega la combinación de avión y automóvil. Pueden sonreír si quieren, pero va a llegar». Sus palabras se vuelven a sacar del baúl de los recuerdos cada vez que se registra un avance en los proyectos para fabricar y comercializar un coche volador. Las últimas noticias llegan de Japón, donde la compañía SkyDrive ha llevado a cabo el 25 de agosto una prueba de su modelo SD-03, una especie de dron tripulado por un piloto que se elevó unos tres metros, voló durante cuatro minutos y dio la vuelta a una pista de 10.000 metros cuadrados. El SD-03 es lo que se conoce técnicamente como eVTOL, un vehículo eléctrico de despegue y aterrizaje vertical, de cuatro metros de largo y otros cuatro de ancho, propulsado por ocho motores y con dos rotores en cada esquina. La compañía asegura que venderá un modelo biplaza para 2023 (por entre 250.000 y 400.000 euros) y que supondrá el primer paso hacia «una nueva forma de vida», pero aquí se impone una puntualización: si miramos las imágenes de la prueba esperando encontrarnos con los aerocoches de nuestros sueños, el efecto equivaldrá a comparar una carrera de Usain Bolt con los vacilantes primeros pasos de un niño.
De azotea a azotea
Los japoneses de SkyDrive no están solos, ni mucho menos: en la última década, se han multiplicado las iniciativas dentro de lo que llaman «movilidad aérea urbana». En ello están firmas tan potentes como Airbus, Toyota, la alianza de Porsche y Boeing o la de Hyundai y Uber, además de un montón de empresas pequeñas y entusiastas que muestran en sus webs representaciones artísticas de sus vehículos en pleno vuelo. Porsche y Boeing estiman que los drones de pasajeros estarán en el mercado dentro de cinco años. Uber asegura que tendrá un servicio de taxis aéreos, de azotea a azotea, para 2023. Y los expertos de Morgan Stanley han concluido que los coches voladores pueden volverse habituales para 2040, un siglo después de la predicción de Henry Ford. «Siguen existiendo limitaciones, sobre todo relacionadas con las baterías y la tecnología de propulsión», alertan, además de recordar tareas pendientes como «reducir el coste y el ruido». En Florida, el Paramount Miami Worldcenter, que se inauguró el año pasado, ya está coronado por una plataforma para aerocoches. Los promotores dicen que así el edificio está preparado para lo que vaya ocurriendo en el próximo siglo, aunque parece probable que sus primeros inquilinos saquen más partido de las cinco piscinas y el campo de fútbol.
Varias empresas aseguran que tendrán sus modelos en el mercado en los próximos cinco años, aunque sigue habiendo limitaciones con las baterías, la propulsión, la reducción del ruido y el coste
Los coches voladores están impulsados por los avances en la tecnología y en la inteligencia artificial, pero a la vez hay incontables dificultades que lastran su puesta en marcha, su tránsito por las calles (o por encima de ellas) y no digamos ya su 'democratización'. El problema quizá radique en que nos hemos hecho demasiadas ilusiones demasiado pronto, hasta dar forma a un ideal muy alejado de la realidad. «Si llamamos coche volador a un vehículo que puede llevar a dos, tres, cuatro personas de un punto a otro, eso ya lo tenemos: se llama helicóptero y existe hace mucho», recuerda Ambrosio Liceaga, gestor de proyectos de los institutos de investigación de la Universidad Pública de Navarra, que insiste en que la existencia de una tecnología no implica su adopción generalizada. «Yo he venido a trabajar en Segway, a mí me encanta, pero objetivamente no ha sido un éxito: surgió cuando no había una infraestructura adecuada de carriles bici y con un precio muy caro, y luego, cuando ya hemos tenido una infraestructura más razonable, la gente ha preferido los patinetes. Yo creo que con los automóviles voladores va a pasar algo parecido: eso no significa que vayan a desaparecer totalmente, pueden tener un nicho de mercado concreto para algunas aplicaciones. Los modelos que se están produciendo tienen una autonomía de unos quince minutos, poquísimos: por un precio mucho más barato, un helicóptero ultraligero te da hora y media o dos horas de autonomía». ¿No habrá ninguno como los de las películas? «Existen algunos límites físicos. Para que un coche vuele, necesita mover aire, y eso hace ruido y puede consumir mucha energía, si no quieres unas palas muy grandes».
Desde luego, no resulta muy alentador que Elon Musk, el de Tesla y SpaceX, capaz de apuntarse el primero a las ensoñaciones más descabelladas, considere mala idea los coches voladores. Además de alertar sobre su ruido, los ve una pizca peligrosos:«Si alguien descuida el mantenimiento, podría soltarse un tapacubos y guillotinarte. Los niveles de ansiedad no van a mejorar con cosas que pesan un montón zumbando alrededor de tu cabeza», ha dicho.
Raúl Castro y el caballo
Ambrosio Liceaga nos recuerda además que la historia está repleta de diseños que no llegaron a nada. «Ya hay coches voladores, aunque se conocen más los fracasos que los éxitos discretos, de vender veinte, treinta o cincuenta modelos y quebrar porque no había un mercado suficiente». Ejemplos clásicos son el Waterman Aerobile de finales de los años 30, del que se fabricaron cinco vehículos, o el Convaircar de los 50, para el que se estimó un mercado de 160.000 unidades pero solo se hicieron dos, o los seis Aerocar construidos entre finales de los 40 y los 60: en uno de ellos llegó a volar Raúl Castro, el líder cubano, y al aterrizar se llevaron por delante un caballo. Las viejas fotos muestran chocantes híbridos de automóvil y avioneta o helicóptero, como criaturas mitológicas de la modernidad, mucho más fieles a la idea de coche que los prototipos actuales, que muchas veces descartan la posibilidad arcaica de rodar: «A mí me hace mucha gracia el 'bugui' con un parapente –comenta Liceaga–, porque es una solución simple y eficaz que resuelve el tema, pero contrasta enormemente con la idea de coche volador de la ciencia ficción. No tiene imagen atractiva, pero es fiable: es el contraste entre los sueños y la realidad».
Nos seguiremos refugiando, mientras tanto, en la fantasía, con el consuelo de que 'The Jetsons' ('Los Supersónicos', la serie de dibujos indisociable del concepto de coche volador) transcurre en 2062. Si pudiese darse una vuelta en alguno, ¿qué vehículo de ficción elegiría nuestro experto en cómic? «Lo tengo claro –responde al momento Manuel Barrero–, me montaría en el coche volador de Zorglub, uno de los villanos de las aventuras de Spirou y Fantasio. Tiene un diseño que todavía hoy resulta extraordinariamente seductor... ¡y eso que Franquin lo dibujó por primera vez en 1959! Lo malo es que no me dejarán pilotarlo y me voy a tener que conformar con alguno de los cacharros majaretas de Mortadelo y Filemón». Lo dice con resignación, porque en este tema ya nos hemos acostumbrado todos a acabar decepcionados.
TITULO: Días de cine clásico - Cine - El tercer hombre , Miercoles -23- Septiembre ,.
Este miércoles -23-Septiembre a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.
- Reparto
- Comienzos de la Guerra Fría, en Viena, 1947. El norteamericano Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austríaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los estados aliados de la II Guerra Mundial. Holly va a visitar a Harry Lime, un amigo de la infancia que le ha prometido trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche en plena calle. El jefe de la policía militar británica le hace saber a Martins que Lime estaba gravemente implicado en el mercado negro. Pero a Martins no le cuadra un detalle: todos dicen haber visto a dos hombres en el lugar del atropello intentando ayudar a Lime, pero un testigo asegura haber visto a un tercer hombre... Adaptación de la novela homónima de Graham Greene
TITULO: Un
país para escucharlo -La feria del Libro mira al cielo en sus últimos días de actividad ,.
Un país
para escucharlo - La feria del Libro mira al cielo en sus últimos días de actividad ,.
Este martes 22 Septiembre de , a las 23.00 por La 2, foto.
La feria del Libro mira al cielo en sus últimos días de actividad,.
El diálogo de Pilar Galán con Fernando Savater de esta tarde se traslada del Jardincillo a la Casa de Cultura,.
La Feria del Libro del 2020 entra en su recta final mirando al cielo, ante la lluvia que se anuncia, y con varias novedades en su programación obligadas por cuestiones personales de las participantes, como la ausencia a última hora de la escritora local Anabel García o el retraso en una semana de la presencia de Inma Chacón.
El lunes se retomaron las actividades organizadas por la concejalía de Cultura con una exposición en la zona peatonal sobre Benito Pérez Galdós, 'El retratista del siglo XIX', coincidiendo con el centenario de su muerte, además de talleres de teatro infantil en el centro cultural La Gota o el final de los cuentacuentos de Fernandula y Lulo.
El miércoles el protagonista fue el profesor Alejandro González Terriza, que imparte en La Gota un taller de escritura creativa dirigido a los amantes de la literatura que deseen escribir. Lo ha titulado 'Condiciones de luna' y se prolongará durante doce sesiones semanales.
Diálogo con Fernando Savater
En cuanto a lo que queda de programa, esta tarde llegará una de las citas destacadas de la feria con el diálogo que Pilar Galán mantendrá con el escritor y filósofo Fernando Savater, prevista inicialmente en primavera y que tuvo que suspenderse en su día ante el inicio del estado de alarma. Hoy iba a ser en el Jardincillo, escenario de las intervenciones de Manuel Vilas y Javier Cercas, pero se ha trasladado a la casa de cultura ante la amenaza de lluvia.
El viernes será un escritor de la zona, David Porrinas, de Castañar de Ibor, el que presentará libro, 'El Cid, historia y mito de un señor de la guerra', mientras que el sábado lo hará la escritora local, y colaboradora de HOY Navalmoral, Noemí García Jiménez. En ambos casos, en principio, en el Jardincillo, salvo que la lluvia obligue a llevarlo a la Casa de Cultura.
Los actos en torno al libro terminarán el domingo con la presencia de Inma Chacón, programada para el anterior, y con una obra de teatro, 'Manco y de la Mancha', con Chema Pizarro.
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