miércoles, 26 de julio de 2017

EN LA TUYA O EN LA MIA - MIERCOLES -2- AGOSTO - LAS HURDES UN VIAJE REAL ,./ MI CASA ES LA TUYA - MIERCOLES -2- AGOSTO - LA VIDA NOCTURNA DEL ARTE,.

TITULO: EN LA TUYA O EN LA MIA - MIERCOLES -2- AGOSTO - LAS HURDES UN VIAJE REAL ,.

 EN LA TUYA O EN LA MIA - MIERCOLES -2- AGOSTO:
 'En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos, el miercoles -2- agosto a las 22:30 por La 1, etc.


 LAS HURDES UN VIAJE REAL ,.


Resultat d'imatges de LAS HURDES UN VIAJE REAL LAS HURDES UN VIAJE REAL , foto.

Recorremos los mismos pueblos que visitó Alfonso XIII en 1922, pero nos preguntamos cómo es posible que nos encontremos en estas fechas con más paisanos en Bulnes que en el mirador hurdano de las Carrascas,.

Casar de Palomero. Seis de la tarde. Ni la hora ni el lugar son fruto del azar. Hemos querido empezar esta serie de viajes, veraniegos y dominicales, por diversas comarcas cacereñas en Las Hurdes y hemos escogido Casar de Palomero y las seis de la tarde porque fue a esa hora y en este lugar donde Alfonso XIII comenzó su viaje hurdano el 20 de junio de 1922.
Las modernas crónicas de viajes por Las Hurdes suelen pecar de bienintencionadas y juegan con el truco resultón del símil: comparan la comarca de hoy con la tremenda experiencia que reflejaron Buñuel en su película, Unamuno en sus escritos o los periodistas que acompañaron a Alfonso XIII en sus crónicas. Pero dejemos a un lado las comparaciones con mensaje y abordemos la visita con asepsia y curiosidad.
Las Hurdes: 508 kilómetros cuadrados, 37 alquerías dispersas, 7.000 habitantes y seis cabezas de municipio. Casar de Palomero es una de ellas. En 2016 tenía 1.192 habitantes. Lo podemos catalogar como pueblo sorpresa: no tiene fama turística, pero atrapa con detalles como sus tres tipos de calles: las del barrio judío tienen una estrella grabada, las del barrio árabe se anuncian con una media luna y las del barrio cristiano, lógicamente, muestran una cruz en la placa callejera. Sobre los restos de la sinagoga, la ermita de la Cruz Bendita, en la calle Mayor y terminada en 1724; y sobre la antigua mezquita, la iglesia del Espíritu Santo, también del XVIII.
En la plaza Mayor, punto de unión de las tres culturas, está la terraza del bar Las Flores, mentidero de la villa, porque Casar es la única población hurdana con categoría de villa, y la casa que fue de Acacio Terrón, que hoy es de Rosario Terrón y donde tres placas infoman de que allí pernoctó Alfonso XIII en 1922, Juan de Borbón en 1988 y los reyes Juan Carlos I y Sofía en 1998.
Casar tiene tres pedanías: Pedro Muñoz, Rivera Oveja y Azabal, que fue la primera alquería que visitó Alfonso XIII. Azabal, silencio roto por rumor de agua y bisbisear de conversaciones. En una esquina, Vicente Talaván trabaja la madera: moldea taburetes de madera y carracas para las procesiones de Semana Santa, una manera de hacer ruido muy del antiguo reino de León. Vicente nos ve cara de forasteros curiosos y deja su artesanía. Se levanta y hace un tour turístico vertiginoso por la alquería: en dos minutos: nos muestra una campana callejera, que puede tañer todo el mundo, pero que solo se debe tocar si hay incendio; un par de rinconeras llenas de sabor popular y su propia casa: vestigio de arquitectura popular hurdana.
«Suban por ahí, llegarán a una encina, tomen a la derecha y todo derecho hasta Pinofranqueado», nos guía Vicente certeramente y, al punto, llegamos al siguiente destino de este viaje tras las huellas de Alfonso XIII. Pinofranqueado es un pueblo animado cuya vida en verano gira en torno a un precioso paseo fluvial con restaurantes, chiringuitos y zonas de baño. Da gusto caminar junto al agua, siempre en sombra, y subir a los comedores de El Paraíso, El Puente, Castúo y Los Ángeles a tomarse unas patatas "meneás' o una ensalada hurdana de cítricos.
Tras un paseo tranquilo, reanudamos nuestro viaje. La siguiente parada es Caminomorisco. Son las fiestas de San Cristóbal, las primeras del verano en la comarca, y Las Hurdes entera baja al pueblo, que hay ganas de divertirse. El ferial como tal no existe, lo que hay es un caos muy divertido de chiringuitos, puestos ambulantes de comida, cacharros y tenderetes dispuestos a lo largo de la carretera. Se anuncia, por primera vez en Las Hurdes, un espectáculo de enanitos toreros. Curiosa paradoja: desaparecen las charlotadas de media España al tiempo que aterrizan aquí.
El bullicio nos anima en Caminomorisco y el sosiego nos repara en el pueblo siguiente: Cambroncino. En una plaza, charlan las señoras y en lo alto, nos atrapa una iglesia preciosa. Es la de Santa Catalina, del siglo XVII, que pasa por ser una de las mejores de la comarca. Ascendemos hasta las soberbias puertas del templo. El olor de los periquitos endulza la tarde y los pinos decoran, al fondo, el escenario confuso del crepúsculo.
Vegas de Coria es nuestra siguiente parada. El río Hurdano se remansa en su magnifica piscina natural y en la terraza del restaurante Los Ángeles, calidad y tradición, los vecinos mantienen aún esa vieja costumbre de nuestros pueblos de levantar la mirada y curiosear cada vez que pasa un coche.
En Vegas, el rey Alfonso XIII tomó el camino de Nuñomoral y se adentró en la zona más intrincada e impresionante de Las Hurdes. Nosotros vamos a hacer trampa. Es ya casi de noche y debemos aplazar para mañana la parte más peliaguda y emocionante del itinerario, así que dejamos a un lado la carretera de Nuñomoral y seguimos hasta Las Mestas, parada y fonda, donde cogemos una habitación en su estupenda hospedería.
Si los hoteles te lo dicen todo durante los primeros cinco minutos, a la hospedería Hurdes Reales le sobran cuatro porque en un instante te deja claro que allí todo está pensado para que el viajero se sienta a gusto: amplias habitaciones, buenos baños, prácticos armarios, el jardín, el restaurante, las vistas, el personal... Todo encaja.
La Hospedería está instalada en una de las tres factorías que mandó levantar Alfonso XIII en Las Hurdes. Acabada la cena, bajamos al pueblo. Las Mestas es un rincón singular de Las Hurdes donde todo gira alrededor de la saga de los Picho. La coqueta y atrayente Casa de la Miel es de Tío Picho y el restaurante y la cafetería más animados son de Tío Cirilo, ambos son hijos de Tío Picho padre, que tuvo otros 15 descendientes. Además, un sobrino acaba de abrir una tienda de recuerdos hurdanos. Esta sana competencia comercial entre los Picho da vida al pueblo y lo convierte en parada obligada de excursionistas.
Regresamos a la hospedería y nos dormimos leyendo la crónica en ABC del viaje de Alfonso XIII, que, según el cronista, transcurría «por caminos que iban dejando de ser sendas de lobos para empeorar y trocarse en atajos de perdices, por barranqueras pavorosas, y al borde de precipicios». Mañana no iremos por sendas de lobos ni por atajos de perdices, sino por carreteras, pero basta ver su sinuoso trazado en los mapas para que asome la congoja y se trastoque nuestro sueño. Sin embargo amanece un día radiante, huele a monte húmedo, el zumo de naranja del desayuno es de verdad y de buena mañana partimos buscando un horizonte elevado de pizarra, barrancos y alquerías perdidas.
No hemos recorrido ni un kilómetro cuando un merendero y una piscina natural nos retienen. Es temprano, pero ya hay bañistas disfrutando del agua pura. Este charco de La Olla es uno de los más atractivos de las Hurdes. Se puede estacionar fácilmente y la terraza sombreada es una tentación tan fuerte que o haces acopio de voluntad y sigues tu camino o te quedas allí disfrutando toda la mañana.
Las carreteras de Las Hurdes Altas impresionan más en los mapas que en la realidad. Es verdad que se suceden las curvas casi sin pausa, pero el firme es bueno, la anchura suficiente y la señalización, correcta. Ladrillar: capital municipal con iglesia y lindas casitas de piedra y pizarra en la parte baja. En el bar de la carretera: limpieza, baños que para sí quisieran los cafés de las ciudades y un calendario con una chica desnuda. Contradictorias Hurdes de modernidad en la hostelería y casticismo en los calendarios y en los enanitos toreros.
Una vecina nos indica el camino de la fuente vieja. Bendita comarca donde los vecinos tienen la buena costumbre de ofrecerse al turista para que no se pierda ni un detalle de cada alquería. Las colmenas jalonan el camino. Tierra de flores y plantas, variedad de miel hurdana: la de tomillo cuida el estómago, la de brezo, sana el corazón y la de encina lo cura todo.
Riomalo de Arriba o la esencia de Las Hurdes. Calle Plasencia: doce casas abandonadas en 30 metros. Hace años, un consorcio de empresas compró la mayor parte de las viviendas y los corrales del pueblo para construir un complejo turístico, pero llegó la crisis, nada se ha obrado y las casas están en ruinas y sin que sea posible arreglarlas.
En una casita de la aldea, Trini atiende a Gonzalo y a María José, dos turistas llegados desde Valencia. Trini vive en Cabezo, donde su marido regenta un complejo de casitas rurales. Ella es la responsable del centro de interpretación de Riomalo de Arriba y explica que la miel ya era una riqueza hurdana antes de la Edad Media, que en el siglo XIX llegó la castaña y que el siglo pasado tocó la china de repoblar con pinos y eucaliptos en lugar de con árboles autóctonos. De hecho, abundan los topónimos referidos a los robles, pero no abundan los robles.
Estamos haciendo la senda de Alonso XIII por carretera, el rey la hizo por caminos, que están perfectamente señalizados para los amantes de las rutas a pie. Y la estamos haciendo al revés: de las Mestas, donde el rey se despidió de la comarca, a Martilandrán. Ascendemos desde Riomalo a lo alto del puerto y allí, en el mirador de las Carrascas, contemplando las montañas y los valles de los ríos Ladrillar y Hurdano, uno se pregunta por qué lleva media hora en este mirador y su soledad es completa. Benditas Hurdes, tan bellas como cualquier comarca española montañosa, pero tan ignoradas por los extremeños. ¿Cómo es posible que uno se tropiece con más paisanos en Bulnes que en Casares de Hurdes?
Pueblo encantador Casares, con su plaza porticada municipal y el campanario exento de su iglesia. Descendemos hacia Nuñomoral con paradas en La Huetre y Asegur: el río, el valle, la gente... Nuñomoral, centro comarcal de servicios, Cerezal, Martilandrán y el río Malvellido en lo hondo, el agua corriendo sobre las lanchas y el abrupto meandro donde Buñuel rodó la escena con truco de la cabra: el animal se cae por el barranco que da al meandro, la voz en off anuncia que en Las Hurdes solo se come carne de cabra cuando se despeñan, pero la realidad es que la de la película cae porque Buñuel le dispara con una pistola.
Pero dejemos a Buñuel, incluso dejemos a Alfonso XIII, que no pudo acercarse a El Gasco, y terminemos nuestro viaje en uno de los valles poblados más estrechos de Europa, en esta alquería con volcán, centro de interpretación de la casa hurdana, barrio antiguo con auténtica arquitectura popular y dos restaurantes, El Bodegón y La Meancera, donde podremos disfrutar de exquisita carne de cabrito hurdano sin necesidad de que se despeñe ni le disparen.
Existen muchas zonas montañosas en la provincia de Cáceres pero el relieve de Las Hurdes constituye toda una singularidad, natural para los vecinos de Pinofranqueado, Casar de Palomero, Caminomorisco, Nuñomoral, Casares de Hurdes, Ladrillar y todas las alquerías que se agrupan en estos municipios. Ellos han convivido con la belleza y con las dificultades de este paisaje que han gestionado desde siempre. Un relieve que ha condicionado la arquitectura tradicional, las comunicaciones, el modo de vida, la ganadería, la apicultura y la agricultura de montaña. También el sector forestal, no sin las preocupaciones que ahora intenta superar el proyecto Mosaico. Las Hurdes saben que ésta singularidad que en tantas ocasiones fue un factor limitante, ha de comportarse como un recurso de progreso. Cada vez más personas son capaces de apreciar la rica diversidad de flora y fauna que habita en los robledales, brezales y castañares de sus montes o en los bosques de galería que acompañan a los sinuosos cursos de agua que caracterizan el paisaje hurdano, en el que los pinos contrastan con las huertas obligadamente diminutas que se aprietan en cada meandro cerca de las poblaciones y que nos permiten tomar la más fotogénica imagen de esta comarca tan cacereña.

 TITULO: MI CASA ES LA TUYA - MIERCOLES -2- AGOSTO - LA VIDA NOCTURNA DEL ARTE,.
 MI CASA ES LA TUYA - MIERCOLES -2- AGOSTO:

  'Mi casa es la tuya ', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos, el miercoles -2- agosto a las 22:00 por telecinco , etc.


  LA VIDA NOCTURNA DEL ARTE,.

La vida nocturna del arte,.

‘Suite nocturna’, instalación de la muestra ‘Guía nocturna de museos’, que se puede ver en la Sala Tabacalera de Madrid
‘Suite nocturna’, instalación de la muestra ‘Guía nocturna de museos’, que se puede ver en la Sala Tabacalera de Madrid / foto

Fernando Maquieira ha invertido siete años en fotografiar de noche las principales pinacotecas del mundo. «Cuando trabajo estoy tan excitado como un niño»

Al fotógrafo Fernando Maquieira le gustan los museos cuando cierran, se quedan en silencio, sin público, y se apagan las luces. En las tinieblas, planta su trípode y captura con su cámara lo inaprensible, la tenue luz que irradia una escultura, los contornos evanescentes de un cuadro. Entonces los lienzos y la piedra cobran vida. ‘La maja desnuda’, de Goya, recupera todo su erotismo cuando apenas se entrevén sus curvas y se adivinan sus ojos. «Fotografiando los museos de noche cumplo una fantasía. Durante muchos años me he dedicado a reproducir obras de arte para libros, lo cual exige un proceso muy meticuloso y una luz muy determinada. Pero a oscuras, con otra luz o simplemente sin ella, las obras transmiten otras emociones más evidentes y directas», asegura el fotógrafo. La exposición ‘Guía nocturna de museos’ se puede ver hasta el 3 de septiembre en la Sala Tabacalera, en Madrid. Es una muestra que forma parte de la selección oficial de PhotoEspaña 2017.
A lo largo de los siete últimos años Maquieira se ha colado en medio centenar de museos. En todos ellos, desde el M. Zilinskas Gallery de Kaunas (Lituania) a la Tate Gallery de Londres, pasando por el Prado de Madrid, la Galería de la Academia de Florencia o el Metropolitan de Nueva York, se ha movido con el sigilo de un gato o la desvergüenza del mirón. Porque, al final, la tarea de este fotógrafo es sorprender a las obras de arte en la intimidad, cuando no son observadas. Fernando Maquieira trata de insuflar misterio a sus creaciones, un ingrediente que, a su juicio, debería tener toda fotografía. Misterio y sentido del humor, una característica muy presente en el cine pero que ha sido despreciada por los fotógrafos.
Ni miedo ni aprensión. Maquieira está tan concentrado en su trabajo que no tiene tiempo para asustarse por las líneas desvaídas de óleos y esculturas en la oscuridad. «Al principio sientes un subidón cuando por fin te dan el permiso para fotografiar un museo de noche, que es la parte menos creativa del asunto. Antes siempre procuro visitarlo de día y tomo notas. Pero realmente estoy tan atento a todos los detalles que no puedo gozar lúdicamente del momento. Eso sí, estoy tan excitado como un niño».
De hecho, coloca el trípode a una altura muy baja, la que supone debe tener un crío de diez años. Lo que persigue es proyectar una mirada asombrada y limpia, la que sólo se tiene en la infancia. «A veces estoy solo y otras acompañado por vigilantes de seguridad, que al cabo de un tiempo suelen aburrirse y se alejan de mí. En la Galería de la Academia de Florencia me dejaron a solas y pude conocer todo de primera mano. Supongo que querrían ver el fútbol o algo así. ¡Jugué con el cuadro de luces, encendiéndolo y apagándolo a mi antojo!»
Con esa obsesión de retratar el arte a oscuras, Maquieira ha vivido experiencias que a otro humano le están vetadas. Ha visto ‘Las Meninas’ en el centro capitular del Museo del Prado, las momias egipcias del Arqueológico Nacional, los sátiros danzantes de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando o los prisioneros que custodian al ‘David’ de Miguel Ángel y que iban a figurar en la tumba del Papa Julio II. «A través de todo ello se construye un discurso distinto. Las obras de arte no fueron creadas para habitar en los museos. Fueron hechas para que las vieran unos pocos o incluso nadie, porque muchas de ellas estaban pensabas para alojarse en los mausoleos. Al convivir todas juntas se crea algo artificial, es como si alguien va a un concierto y escucha mil orquestas de manera simultánea». La exposición trata de recrear la experiencia vivida por el fotógrafo, cuando los ojos se acostumbran a la oscuridad, ese momento en que, de no verse nada, empiezan a emerger trazos difusos. Es lo que le ocurrió cuando, en medio de la noche, el cuerpo desvaído de ‘La maja desnuda’ comenzó a revelársele tenuemente. «En el Prado, ‘La maja desnuda’ hace un ejercicio descarado de ‘striptease’. Al estar al lado de su doble vestida, el lienzo se desconecta de su inicial erotismo. Pero cuando estás solo frente a ella, ves que tiene los ojos abiertos y te está mirando, todo es muy sugerente».

Susto en el Arqueológico

Pese a que se declara inmune a los sustos, Maquieira se llevó uno bueno cuando estaba abstraído en la cámara funeraria en que se muestran las momias egipcias del Museo Arqueológico Nacional. «Iba con una linterna para moverme entre las sombras. De repente, un vigilante me dio un toque en la espalda. ‘Ahora viene mi compañero’, me dijo. Del sobresalto casi me da una angina de pecho».
Fotógrafo fronterizo entre dos eras, entre la película y el píxel, el autor de ‘Guía nocturna’ trabaja con cámaras analógicas de gran formato a las que incorpora un soporte digital. Una vivencia parecida a la de Maquieira se llevó a cabo en el Rijksmuseum de Ámsterdam. El centro quiso premiar a la persona que redondeaba la cifra de diez millones de visitantes con una noche dentro de la pinacoteca. El afortunado fue Stefan Kasper y durmió frente a una de las mejores obras del museo: ‘La ronda de noche’, de Rembrandt. Kasper pudo descansar a pierna suelta y con la comodidad que da disponer de una cama, una mesilla, agua y libro, además de las atenciones del chef de la propia entidad cultural.
En un mundo saturado por las fotos de los móviles, cada vez es más difícil sobrevivir al tsunami que desatan Instagram y otras redes. Es lo que Joan Fontcuberta ha llamado ‘posfotografía’. Para el teórico, el Quijote hoy enloquecería no leyendo novelas de caballería sino viendo fotos en un ordenador. Maquieira cree que, con cada clic, la fotografía se devalúa y queda despojada de su poder. Aun así, aspira a dotar a sus instantáneas de un nuevo significado. Para ello se plantea realizar iniciativas «a muy largo plazo». Por el momento, ya ha inmortalizado animales disecados dentro del proyecto Ánima –una forma de devolverles la vida– o ha intentado captar la esencia de la fe. Monjas, frailes y templos han sido encerrados dentro de su objetivo.

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