martes, 25 de julio de 2017

ME RESBALA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO -EXTREMEÑOS SIN MIEDO,.

TITULO: ME RESBALA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - EXTREMEÑOS SIN MIEDO,.

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Francisco Javier Salguero es veterinario en Reino Unido. :: hoy

Extremeños sin miedo

Francisco Javier Salguero es veterinario en Reino Unido.

Los jóvenes siguen siendo emigrantes temerarios, como sus abuelos

J. R. Alonso de la Torre
Resultat d'imatges de ME RESBALATurismo paisano. Terraza de verano. Encuentro con los parientes del pueblo o con los amigos que se quedaron aquí. Los turistas paisanos son la segunda generación de emigrantes. Trabajan en Bilbao o en Barcelona y allí han nacido sus hijos, que ya han acabado sus carreras y se buscan la vida como pueden. Los hijos de los que se quedaron también son ingenieros, economistas, músicos, cocineros...
Resultat d'imatges de tapas y barras¿Qué tal el niño, qué tal la niña? En realidad, los niños hace tiempo que dejaron de serlo y ahora ya son unos mozos pintureros muy capacitados. Dicen de ellos que es la generación mejor formada de la historia de España, aunque siempre habrá quien discrepe y asegure que ahora ya no se exige lo que antes ni en la escuela ni en la universidad. Pero esto no viene al caso, lo importante es que están muy preparados, tienen sus carreras, saben sus idiomas y se han especializado en el difícil arte de la supervivencia.
Lo curioso del caso y lo que me lleva a escribir sobre este tema es una constante que he escuchado en todas estas conversaciones entre padres turistas paisanos emigrantes y padres extremeños que se quedaron aquí. Hace años, quienes venían en verano de Cataluña, País Vasco o Madrid contaban las andanzas de sus hijos yéndose en verano unas semanas al extranjero para perfeccionar el inglés o moviéndose por Europa unos días. Sus padres presumían de un cosmopolitismo de julio y agosto que los hacía parecer más de mundo, más importantes, como si ese único dato de los hijos moviéndose con soltura por Europa ya justificara su salida del pueblo y su estancia en otras regiones más desarrolladas.
Resultat d'imatges de UN PAIS PARA COMERSELOSin embargo, desde hace un par de años, las tornas han cambiado. El pariente extremeño-catalán o extremeño-donostiarra relata las andanzas de su hijo de empresa en empresa, encontrando de vez en cuando algún trabajo de mil euros, y sus viajes esporádicos, entre subempleo y subempleo, a Londres o a Dublín para perfeccionar el inglés y conocer mundo. Pero es ahora la madre extremeña, que se quedó aquí, la que presume de hijos cosmopolitas, pero cosmopolitas a lo bestia.
«Pues la niña está en San Francisco y el niño en Melbourne, trabajan allí en empresas de lo suyo, de ingeniería», cuenta una señora en la cola del Lidl. «Mi niño es músico», explica otra madre a su compañera de secador, que ya fue compañera en la escuela del pueblo, que ahora vive en Hospitalet y que se interesa por los bolos del hijo de su amiga: «¿Y le salen muchas verbenas por los pueblos vecinos?». La respuesta de la madre del músico es tan inesperada que la compañera de secador se queda con la boca abierta: «No, si está en China, hizo el conservatorio superior en Badajoz, toca la viola y está en una orquesta nacional. Beethoven y eso. Anda todo el día de conciertos: hoy en Hong Kong, mañana en Seúl, al otro en Manila».
En las regiones más desarrolladas, mal que bien, siempre sale algún trabajo esporádico y temporal de mil euros. Aquí, ni eso. Así que nuestros hijos se van lejos y sin miedo. No tienen empleos que los aten aquí. Y es una pena, pero es así. El otro día, charlaba con una política importante en un jardín y me contaba que su hija trabaja en Londres en una gran empresa y está encantada. Yo le refería mi caso: el 50% de mis sobrinos en edad laboral están trabajando en Estados Unidos, bien haciendo autopistas o empleados y acabando un máster en Dallas, bien impartiendo clase en el MIT de Boston (primera universidad del mundo durante los seis últimos años). El otro 50% trabaja en Madrid. Todos se han formado en Cáceres: chicos del Sagrado, de las Josefinas, del Licenciados.
Me sorprende el arrojo de los jóvenes extremeños para lanzarse al mundo e irse lejos. No sé si es genética de conquistadores o es, como sucedió en el siglo XVI y también en 1960-70, porque no les queda otra salida que largarse. Son extremeños sin miedo. Como emigrantes temerarios, somos los primeros.

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