sábado, 29 de julio de 2017

EN PRIMER PLANO - A FONDO - SOY UN NIÑO SIRIO Y AHORA TRABAJO DE SOL A SOL EN TURQUIA,./ REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - EL BREXIT PASA POR ORIHUELA,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - EL CURA DE MI VIDA,.

TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO -  SOY UN NIÑO SIRIO Y AHORA TRABAJO DE SOL A SOL EN TURQUIA,.

fotos -  SOY UN NIÑO SIRIO Y AHORA TRABAJO DE SOL A SOL EN TURQUIA,.

Resultat d'imatges de SOY UN NIÑO SIRIO Y AHORA TRABAJO DE SOL A SOL EN TURQUIA,.Trabajan doce horas al día, seis días por semana… para ganar treinta euros. Miles de niños sirios huidos de la guerra son explotados en Turquía. Sus familias dependen de sus ingresos para sobrevivir.

Resultat d'imatges de SOY UN NIÑO SIRIO Y AHORA TRABAJO DE SOL A SOL EN TURQUIA,.Cuando Nuri habla, de su boca infantil salen frases de adulto. Parece que se hiciera mayor de repente, más serio. Se muestra prudente, conciso, sin sentimentalismo superfluo. ¿Qué eres, Nuri, un niño o un adulto? «¿Un adulto joven, a lo mejor? -responde Nuri a sus 14 años-. En casa sigo siendo un niño, pero trabajo, gano dinero, así que ya no soy un niño». Y lleva así desde los 10 años, trabajando 12 horas al día, 6 días por semana. Se levanta a las 7:30, y a las 8 entra en una pequeña fábrica de Gaziantep, al sur de Turquía, cerca de la frontera Siria, una ciudad donde conviven miles de sirios sin papeles y dueños de fábricas, también sirios, con conexiones en puestos claves de la burocracia local.
Nuri se sienta en una silla de plástico junto a los bancos de trabajo donde están las máquinas de coser. Huele a cola. En una radio suena pop turco. Nuri trabaja en silencio, con rapidez; siempre el mismo movimiento: cortar con unas tijeras una ristra de piezas de material sintético que sus compañeros cosen a máquina a las suelas de sandalias baratas para mujer. Con una mano coloca la pieza sobre el regazo, con la otra la corta siguiendo el patrón. Podría hacerlo con los ojos cerrados.

Resultat d'imatges de SOY UN NIÑO SIRIO Y AHORA TRABAJO DE SOL A SOL EN TURQUIA,.La legión infantil siria

En la fábrica donde trabaja Nuri hay sirios adultos y niños, incluso el hijo del dueño, a sus 5 años, echa una mano. Los menores trabajan y ganan lo mismo que los adultos. Son parte de la legión de niños sirios en Turquía -unos 380.000- que no van a la escuela. Nuri es de los mayores. «Ya hay bastantes delincuentes juveniles por aquí -se justifica el dueño de la fábrica-; es mejor tenerlos trabajando que verlos todo el día en la calle sin hacer nada».
A Gaziantep, antes básicamente un lugar de paso, han llegado tantos sirios que los alquileres se han disparado. No en vano en Turquía viven ya 2,9 millones de sirios. La mayoría convive con los turcos en los barrios más humildes de las grandes ciudades, son pocos los que están en campamentos de refugiados. «Los sirios debemos ganarnos el dinero. No deberíamos vivir a costa de nadie», reclama el empresario.

“Es mejor tenerlos trabajando que verlos todo el día en la calle sin hacer nada”, dice el dueño de una fábrica

Nuri podría estar ahora en Alemania si hace 2 años su familia hubiese tenido dinero para huir a Europa. Es decir, antes de que el presidente Erdogan retuviera a los refugiados en la orilla turca del Egeo y de que los países balcánicos cerraran sus fronteras para evitar que siguiera entrando por ellas gente como Nuri.
Es jueves por la mañana y a Nuri le quedan 34 horas de trabajo hasta la tarde del sábado, para recibir sus 120 liras semanales (30 euros). Les da el dinero a sus padres, que le dejan 10 liras para sus cosas. «Somos 9 hermanos y mi padre gana lo mismo que yo. Por eso, los hijos hemos de trabajar. Así son las cosas».
Nuri lo lleva bien, pero sabe que hay otro mundo más allá del mar. Su padre tiene una tableta y en casa hay Internet, aunque lento. Unos parientes que consiguieron llegar a Estados Unidos les enseñaron su nueva casa por Skype. Los dormitorios, el sofá, el baño… «Todo era enorme -dice-. Nunca había visto una casa tan grande». A Nuri, en todo caso, más que acabar allí o en algún país europeo lo que le gustaría es volver a Siria: «Quiero que todo sea como antes».

Siempre malas noticias

Cuando empezó la guerra, su familia se fue a vivir al campo con unos parientes. Su vida, el taller de zapatos de su padre, el colegio de Nuri, los amigos en la calle; todo quedó atrás. Hoy Nuri no sabe bien qué ha pasado en su ciudad natal, Alepo. No le gusta ver las noticias, pero las lee en el rostro de sus padres, siempre malas noticias sobre Siria.
La llegada de los sirios a Gaziantep ha propiciado el auge de un mundo paralelo en los alrededores de su antiquísima fortaleza. Fábricas que producen al margen de la ley para Irak o Turkmenistán, calles llenas de diminutos talleres instalados en los sótanos; los productos suelen ser zapatos baratos, a veces también ropa. Luego están las familias sirias con sus numerosos hijos, que hacen lo mismo que Nuri, pero en sus casas. Las fábricas les llevan el material, y la familia entera
-padres, abuelos y niños- se ponen al tajo.
El trabajo infantil está prohibido en Turquía, pero muchos dueños de fábricas presumen de buenas relaciones con los funcionarios «que se pasan de vez en cuando a inspeccionar». Ven a los niños, pero se van sin hacer nada.
Nuri, de mayor, quiere ser electricista. «Es un trabajo que difícilmente podrán hacer las máquinas -razona a sus 14 años, sopesando los cambios en el mercado laboral al hacer planes de futuro-. Durante mucho tiempo seguirá haciendo falta gente que trabaje como electricista».
Nuri sabe lo que cuestan las cosas. La camiseta que lleva vale unas 15 liras (3,6 euros); los vaqueros, 20 (4,8); y los zapatos, 30 (7,2). Dice que solo podrá permitirse una vida mejor si aprende un oficio que le haga ganar más. «Harían falta unas 2500 liras al mes -afirma-. Así que para una familia de 11 personas nos harían falta unas 1000 liras más a la semana».

La incapacidad de soñar

Cabe pensar que a Nuri, a sus 14 años, se le ha olvidado lo que es soñar. Él prefiere pensar solo en el siguiente paso. Por eso señala a la máquina de coser. Pronto, dice, le gustaría trabajar en una de ellas. No porque le paguen más; es solo que quiere aprender. La máquina, cree Nuri, podría hacerle estar un paso más cerca de tener un oficio de verdad.
«Tengo que ir empezando a pensar en casarme algún día», dice. En Siria, cree, podría permitírselo; allí su familia era dueña de una casa, no pagaban alquiler. Y podía ir al colegio. Tres años fue, antes de la guerra. Le gustaban las matemáticas, dice, los números en general. Pero luego, en 2013, con su llegada a Gaziantep, se acabó el colegio para Nuri. Por culpa del alquiler que su familia tiene que pagar aquí. «Así son las cosas», dice Nuri, una vez más.
Nuri no ha oído nada del acuerdo al que los europeos llegaron con el Gobierno turco. No sabe nada de los 6000 millones de euros que la Unión Europea ha destinado a ayudar a los sirios en Turquía.
Si aceptaran a su familia en el plan de ayuda a los más necesitados, les darían 100 liras al mes por cabeza. Son 9 hermanos, más la madre y el padre, lo que supondrían 1100 liras. Podrían sacar el dinero directamente del cajero automático con una tarjeta. Sin embargo, las ayudas suelen ir a familias en las que, por ejemplo, falta el padre o han quedado a cargo de los abuelos.
Nuri no espera ayudas de ningún tipo. Ya se ayuda él solo. Hay orgullo en su voz cuando lo dice. No se le nota si está cansado, ni por la mañana ni por la tarde ni al caer la noche, él sigue cortando sus piezas de material sintético una tras otra. ¿En qué piensas durante todo este tiempo, Nuri?
«Casi siempre estoy sin pensar en nada -responde-. Bueno, sí, a veces, me acuerdo del domingo pasado. Estuve en el parque, jugamos al escondite».

Una limonada y una bicicleta

Un sueño pequeño sí que tiene. Gaziantep es una ciudad muy grande, dice, y él apenas la conoce. Le gustaría explorarla, a ser posible con una bicicleta. «Una buena bici te cuesta un par de cientos de liras, menos si es un modelo viejo». Cuenta que también trabaja para poder comprársela, que ya lo tiene hablado con sus padres. De las 10 liras que le dejan que se quede como paga, siempre aparta algo para la bicicleta.

En Turquía hay 380.000 niños sirios que no van a la escuela. En las fábricas trabajan y ganan lo mismo que los adultos

¿Qué cosas te compras con tu dinero, Nuri? «Los domingos me compro una limonada en el parque». Por la tarde, a las 8, cuando vuelve a casa con su familia y después de cenar, Nuri tiene un rato para sí mismo. Si le dejan, coge la tableta de su padre. Hay un juego on-line que le encanta. Cuando las horas se le empiezan a hacer eternas en la fábrica, Nuri piensa que ojalá fuese ya de noche para poder jugar un rato.

La conexión japonesa

El juego va de un soldado que dispara a americanos, a rusos, a alemanes. «Juego contra otros niños, de todo el mundo», cuenta Nuri. Incluso con uno en Japón. Los niños en Japón juegan un rato antes de ir al colegio, allí ya es por la mañana temprano cuando Nuri se conecta en Gaziantep después de todo un día en el taller. Nuri juega para olvidarse del trabajo, de ese mismo movimiento repetido siempre, cortar la misma pieza según el modelo una y otra vez. Mientras juega, todo eso se le va olvidando poco a poco. «Disparando, me relajo», confiesa.
Nuri apenas tiene tiempo para las cosas que suelen hacer los chicos de su edad, como saltar al lago desde las rocas, meter un gol, ver películas y series, dar vueltas por la ciudad; Nuri no tiene tiempo para olvidarse del tiempo. Normalmente, cuando dan las 11 o las 12, ya está tan cansado que apaga la tableta, se echa junto a sus hermanos pequeños y se duerme al instante. Ellos se van a la cama mucho antes, todavía son niños.

 TITULO:  REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - EL BREXIT PASA POR ORIHUELA,.

fotos - EL BREXIT PASA POR ORIHUELA,.

Una mini-Inglaterra en plena Costa Blanca alicantina. El municipio de Orihuela se ha convertido en el mayor refugio de británicos en Europa: más de 15.000; la mayoría, jubilados. Su futuro depende de cómo se resuelvan las negociaciones del ‘brexit‘. Ellos quieren quedarse… y no solo por el sol y la playa. 

actualidad, brexit, reino unido, orihuela, xlsemanalLos negociadores del ‘brexit’ deberían darse una vuelta por Orihuela Costa, un paraje de Alicante de lo más peculiar, pues es el lugar de Europa donde, proporcionalmente, residen más británicos fuera del Reino Unido. Casi la mitad de la población.
Las discusiones acaban de empezar y, de momento, ni los políticos ingleses ni los europeos tienen idea de si será un divorcio a cara de perro o una ruptura civilizada. Lo único que parece claro es que habrá víctimas colaterales. Y los primeros damnificados serán los expatriados de uno y otro bando. Por un lado, los tres millones de europeos que residen en el Reino Unido (130.000 españoles); por el otro, el millón largo de británicos que viven en la UE (300.000 en España). Ambos colectivos se han convertido en los rehenes de la negociación. Y, como tales, también en moneda de cambio. Por eso es tan interesante sondear lo que sucede en Orihuela Costa. La suerte de los 15.000 súbditos de Su Graciosa Majestad -la mayoría, jubilados- está ligada a la de los europeos que viven y trabajan en Londres o Mánchester. Es un canje.

El refranero inglés

Orihuela Costa es una amalgama de urbanizaciones -La Zenia, Cabo Roig, Playa Flamenca, Punta Prima, Dehesa de Campoamor, Villamartín…- en el municipio de Orihuela, aunque su idiosincrasia no encaje mucho con la de la cuna del poeta Miguel Hernández. Esto no es la huerta. Son lomas y descampados que se empezaron a urbanizar hace 30 años, engañosamente cerca de la línea de playa, pues la Nacional 332 -un tramo con alta siniestralidad- y la autopista Cartagena-Alicante parten la zona. Así, para bañarse en el mar lo más práctico suele ser coger el coche, algo a lo que muchos residentes ingleses son remisos, intimidados ante la idea de conducir por la derecha.

Muchos eran partidarios del ‘brexit’, pero sospechaban que iban a ser los paganos de la ruptura y optaron por no votar. Ahora tienen miedo

No es la única diferencia con los usos y costumbres de los ‘nativos’. «Donde fueres, haz lo que vieres» es un clásico del refranero español, pero no es un proverbio inglés. Donde van, hacen lo que hacen en su casa. Orihuela Costa, de hecho, es una pequeña Inglaterra, con sus pubs, sus periódicos, sus abogados y agentes inmobiliarios, sus supermercados con judías de bote, su ternera galesa y su té negro; y no les faltan ni sus locales de apuestas ni sus charity shops, tiendas de segunda mano con las que se financia a las organizaciones de voluntarios.
Algunos llevan más de una década aquí y solo saben decir ‘hola’, ‘adiós’ y ‘gracias’ en español. Ajenos a la cultura local, se apañan con lo básico, como ya hicieran en la India cuando tenían un imperio. La diferencia más notable con la lluviosa patria son los 300 días de sol al año que disfrutan, y que vienen fenomenal para la artrosis. Pero si alguien deja caer la palabra ‘gueto’, se les tuerce el gesto.
actualidad, brexit, reino unido, orihuela, xlsemanal
En la zona hay unas 50.000 viviendas. La burbuja inmobiliaria se infló aquí a base de planes urbanísticos que se fueron superponiendo a la buena de Dios, y el resultado es un laberinto donde los navegadores se pasan el trayecto recalculando. El ‘ladrillazo’ pegó duro, aunque se vuelven a ver grúas y vallas con anuncios de apartamentos en venta por doquier.

Con el ‘brexit’ en las narices

En verano, el lugar se parece a otras localidades costeras. El aeropuerto de Alicante está a tres cuartos de hora. Vuelos baratos cargados de humanidad sedienta y tatuada. La media de edad baja con los turistas. Y se ven prostitutas en las rotondas y cunetas en plena siesta. Pero Orihuela Costa no creció a lo alto, como Benidorm. No se ven edificaciones de más de tres pisos. La mayoría son bungalós y adosados. Hay pocos chalés. Es clase media de la Inglaterra de ‘provincias’ y se lo pueden permitir porque es barato: 50.000 euros un apartamento, 100.000 una casa con jardín, 150.000 con piscina… Y, a rebufo de los jubilados, han llegado jóvenes ‘curritos’ para trabajar en el sector servicios.
La incertidumbre es total. Paradojas de la vida, muchos son partidarios del brexit. Lo de recuperar la soberanía y el control de las fronteras lo tienen muy interiorizado, aunque aquí se hayan acostumbrado a unos trámites aduaneros más que relajados. Pero se barruntaba que podrían convertirse en los ‘paganos’ de la ruptura; así que la mayoría, divididos entre lo que les dictaba el corazón y lo que les decía la cabeza, optaron por no votar. Y ahora se ven en el limbo. Y les ha entrado el miedo. ¿A qué le temen?
Para empezar, a que el brexit les afecte al bolsillo. Y vaya… la primera, en la frente. La libra ha caído más de un 20 por ciento desde el portazo a la UE. Y no se recupera. Y, como cobran sus pensiones en pounds, recuerdan con añoranza que hace poco más de un año cuando cambiaban 1000 se convertían en 1400 euros y hoy apenas rascan 1100.
Claro que la vida aún es barata comparada con Inglaterra. Sobre todo, alcohol y tabaco. Antes del brexit, sin embargo, la prestación daba para comer o cenar fuera tres veces por semana y hoy se tienen que apretar el cinturón. Algunos le dan al golf, pero muchos más juegan a los bolos. O se piden una pinta y les dura toda la tarde. Y encima ya se habla de que les van a congelar las pensiones, como a los que viven en países extracomunitarios [aquí se revalorizan cada año].

El ‘brexit’ ya les ha afectado al bolsillo: cobran sus pensiones en libras. Esta moneda ha caído más de un 20 por ciento

Otro miedo -pavor en este caso- es perder la cobertura sanitaria gratuita. Los acuerdos de reciprocidad entre países comunitarios garantizan su derecho a ser atendidos en hospitales españoles sin rascarse el bolsillo. El Reino Unido paga a España 285 millones por las molestias, y los ingleses están contentísimos con la atención que reciben, que consideran mejor incluso que la que de su país, donde la sanidad pública pasa horas bajas. Si se quedan sin la tarjeta sanitaria europea, la mayoría dice que hará las maletas y volverá al Reino Unido. El problema es que muchos vendieron al venir, así que la vivienda que compraron en España ya no es segunda residencia. Tendrán que venderla para poder regresar. Y si se produce una estampida, los precios se desplomarán.

Ingleses a la espera

actualidad, brexit, reino unido, orihuela, xlsemanalLos últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) apuntan a que el éxodo puede haber comenzado. El año pasado abandonaron Alicante 24.000 británicos. Y lo que sucede en la Costa Blanca también preocupa en la Costa del Sol. El mercado inmobiliario está a la expectativa. Los ingleses, principales compradores, están a verlas venir, y el negocio se mantiene gracias a rusos y escandinavos. Así que hay mucho en juego en las negociaciones, que en teoría durarán dos años. De momento, todo son especulaciones. Un brexit duro significaría, a bote pronto, que para viajar al Reino Unido, y viceversa, habría que solicitar un visado. O, al menos, rellenar un formulario y pagar una tasa de entrada, como se hace hoy al volar a Estados Unidos.
En cuanto a los permisos de residencia y trabajo, a los expatriados ingleses también les preocupa, aunque muchos ni se hayan molestado en empadronarse. A los europeos residentes en el Reino Unido, por el contrario, ya les están amargando la existencia con un papeleo kafkiano, que incluye un formulario de 85 páginas para solicitar la residencia permanente. Las autoridades británicas piden, entre otros requisitos, detallar el número de viajes realizados al extranjero, con fechas de salida y entrada, y demostrar que se ha trabajado de manera ininterrumpida los últimos cinco años. Además, están tumbando una de cada tres solicitudes. Por eso muchos rezan por un brexit blando, en el que los cambios sean más bien cosméticos. Pero si los trabajadores europeos en el Reino Unido quedan relegados a ciudadanos de segunda, la UE advierte que actuará en consecuencia. Un toma y daca que puede ser desastroso. Y que dolerá a todos, británicos y españoles, y no solo en Orihuela Costa.

Brian Cleverdon: funcionario

“A España no le interesa que nos vayamos”
actualidad, brexit. orihuela, xlsemanal «Lo que estamos viendo es una gran estupidez. Primero nos metieron en la UE y ahora nos sacan sin tener nada planeado… Yo vendí mi casa en el Reino Unido para comprar aquí, y a estas alturas ya no estoy para meterme otra vez en jaleos de compraventas. A España no le interesa que nos vayamos. La economía de esta zona depende de nosotros».

Sheila Rowell: ingeniera

“Nuestros países tienen demasiados intereses en común”
actualidad, brexit. orihuela, xlsemanal
Vine con mi marido hace 11 años de vacaciones y, cuando nos jubilamos, antes de la burbuja, compramos cuando más caro estaba. Aquí no hay suficientes servicios para todos, especialmente en verano. Ambulancias, Bomberos y Policía deben venir de otros municipios, y el Ayuntamiento no hace un reparto equitativo. Muchos ingleses no se empadronan y, claro, se nos tiene menos en cuenta. Hay inquietud. La gente no se cree que las negociaciones puedan acabar mal. Tenemos demasiados intereses en común. Trabajo como voluntaria. Ayudamos a gente de cualquier nacionalidad que ha sufrido un accidente o está enferma. El voluntariado es algo que llevamos dentro. Y aquí hace falta. No hay suficientes servicios sociales».

John Skilton: Agente inmobiliario

“Si me quedo sin cobertura sanitaria, vendo mi casa y me voy a Gibraltar”
actualidad, brexit, reino unido, orihuela, xlsemanal
Llevo en Orihuela Costa 14 años. Antes viví en Rodesia [actual Zimbabue] cuando era colonia británica. Trabajé con viñedos en Sudáfrica. Se hace un vino excelente allí. Me encanta vivir en España, pero uno se hace mayor y ya tiene sus achaques. Si me quedo sin cobertura sanitaria, lo tengo clarísimo. Vendo mi casa y me voy… ¡a Gibraltar! Por qué no? Es un sitio pequeño, pero con sol. Los gobiernos de España e Inglaterra deben ser flexibles y llegar a acuerdos que no perjudiquen los derechos de las personas. Es algo que les interesa a ambos. Los ingleses dejamos aquí nuestro dinero y pagamos impuestos. También hay muchos españoles en el Reino Unido. Así que les conviene entenderse. Que piensen en la gente, que para eso les pagamos».

Rose Baker: enfermera

“Hay incertidumbre, pero, como el ‘brexit’ irá para largo, pensamos en el aquí y ahora”
actualidad, brexit, reino unido, orihuela, xlsemanal
Aquí, sobre todo, se habla de la posibilidad de perder la sanidad gratuita. Muchos se irían. Lo demás son engorros -papeles para viajar, para pedir residencia…-, pero eso es básico. España tiene un gran nivel. Puedo comparar porque trabajé en el sistema de salud cuando era el orgullo de Inglaterra. Hay incertidumbre, pero, como las discusiones irán para largo, preferimos pensar en el aquí y ahora».

Jodie Laven: camarera

“Hablar español es una cuestión de respeto. Y los españoles te aprecian más”
actualidad, brexit, reino unido, orihuela, xlsemanal
El brexit me preocupaba mucho, pero ha pasado ya tiempo y todo sigue igual. Todavía lo tengo en la cabeza, pero ya no le doy tantas vueltas. Llegué a Orihuela Costa hace dos años con mi pareja. No encontraba trabajo y mi suegro nos dijo que aquí se vivía muy bien. Trabajo de camarera en un pub inglés. Pero quiero integrarme. Aún no hablo español con fluidez, pero ya entiendo casi todo. Hablar el idioma es una cuestión de respeto. Y los españoles te aprecian más, creo. Lo valoran. Si las negociaciones acaban en desastre, me afectaría. Mi futuro y mis proyectos dependen de que haya un buen acuerdo. España no quiere que los ingleses nos vayamos. Yo me llevaría un gran disgusto si tengo que regresar, quiero echar raíces aquí».

 TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - EL CURA DE MI VIDA,.

 foto - el lagarto juancho - EL CURA DE MI VIDA,.

Resultat d'imatges de el lagarto juancho 
Escribía el gran Leonardo Castellani que muchos obispos piensan fatuamente que la Santísima Trinidad la forman, en realidad, cuatro personas: el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y el obispo de la diócesis. Así le debe de ocurrir al obispo de Zamora, que acaba de jubilar con impasibilidad de burócrata a don Rogelio, mi amado párroco, el cura que ha perdonado muchas veces mis pecados más renegridos y ha salvado muchas veces mi fe de la tentación del desistimiento (provocada, sobre todo, por esos mitrados que se creen en unión hipostática con la Santísima Trinidad). Don Rogelio tiene exactamente los mismos años y los mismos meses que el Papa; aunque goza de una salud robustísima que ya la quisieran para sí el Papa y, desde luego, el obispo que lo jubila. Pero para quienes se creen la cuarta persona de la Santísima Trinidad no rige aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio; y, en lugar de jubilarse con viento fresco, se ponen a jubilar tan frescamente.
Por supuesto, don Rogelio ha obedecido la caprichosa orden episcopal sin rechistar. Pero yo voy a rechistar un poco, que para eso no estoy bajo disciplina eclesiástica. La jubilación sumaria de don Rogelio es una desconsideración sórdida y deleznable hacia el mejor cura que jamás haya conocido, lleno de franqueza y bonhomía, lleno de un amor abnegado e incombustible a su vocación y a sus fieles. Un cura de los que, como pide el Evangelio, lo dejan todo por seguir la llamada; de los que no dejan tan sólo sus pertenencias, sino que dejan incluso de pertenecerse, para hacer donación de su vida entera, sin guardarse nada para sí. De los que pasan a pertenecer a Cristo y, por extensión, a los pequeñuelos en quienes Cristo se encarna cada día.
Conocí a don Rogelio cuando llegó a mi parroquia, hace más de treinta años, siendo yo todavía adolescente. Lo recuerdo tal y como ahora mismo es, lleno de franqueza y bonhomía, lleno de brío juvenil y calmosa sabiduría, rubicundo y orondo, con la sonrisa ancha y los ojillos vivaces. ¡Cuántas veces le habré llorado mis cuitas! ¡Y cuántas habré gozado de su amistad desvelada! También me he peleado con él algunas veces, porque don Rogelio es cura de paisano que no se pone la sotana ni aunque lo maten (¡tampoco, gracias a Dios, el horrendo clergyman!) y defiende a ultranza el Concilio Vaticano II, que yo siempre pongo como chupa de dómine, para encorajinarlo. Alguna vez he logrado que se cabree ante mis intemperancias (aunque, ahora que no me lee, he de reconocer que las suelto para que rece por mí, pues sé que su oración es mano de santo contra las asechanzas del Enemigo, e incluso contra las asechanzas de los obispos). Cuando don Rogelio se cabrea (que es muy raramente), lo mismo que cuando se sonroja (que es muy a menudo), la sangre se le sube a las mejillas; y entonces su rostro, coronado por el penacho de pelo bermejo que ya le blanquea, se vuelve un incendio benigno en el que se funden el fuego acérrimo de la fe, el fuego vigilante de la esperanza y el fuego hospitalario de la caridad.
Don Rogelio se marcha después de haber suscitado casi una decena de vocaciones sacerdotales entre los jóvenes de su parroquia, hazaña de la que tal vez no puedan presumir muchos obispos con ínfulas de cuarta persona de la Santísima Trinidad (pues cada uno da lo que tiene). Se marcha después de haber aliviado las penurias materiales de muchas familias que nunca podrán olvidarlo, después de haber atendido espiritualmente a varias generaciones de zamoranos que hoy lloramos huérfanos su marcha. Guardo infinidad de recuerdos de estos más de treinta años de amistad con don Rogelio, aunque ninguno tan reparador como el abrazo que me dio, después de rezar un responso ante el cadáver de mi abuelo, haciéndome sentir que el inmenso amor que el difunto siempre me había profesado se refugiaba en su corpachón, y allí hacía su nido. Aunque nos gastamos mutuamente las mayores confianzas, nunca le he retirado el tratamiento de ‘don’, que viene de dominus; y es que nadie merece tanto como él que se le llame ‘don’, porque el Señor está dentro de él, porque el Señor lo habita las veinticuatro horas del día, todos los días de su vida. Don Rogelio es un sagrario abierto de par en par y con la llama siempre encendida. Es un cura de una pieza, es un cura capaz de mover montañas, es el cura de mi vida; y su marcha de la parroquia me deja medio muerto, con soledad y llanto, como a tantos otros feligreses que entienden más fácilmente el misterio de la Santísima Trinidad (¡y mira que es difícil!) que la caprichosa e impasible burocracia episcopal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario