TÍTULO; BLOC DEL CARTERO, El perro antisistema -
- Tengo
la foto delante, mientras tecleo esto. Y me encanta. Ha sido tomada en
una calle de Atenas, pero podría haber ocurrido en cualquier ...
Tengo la foto delante, mientras tecleo esto. Y me encanta.
Ha sido tomada en una calle de Atenas, pero podría haber ocurrido en
cualquier lugar de Europa; o, al menos, en no importa qué lugar de la
Europa indignada, furiosa, que en los últimos tiempos, harta de tanto
cuento, tanto recorte y tanta indecencia oficial, se echa a la calle,
cada vez con más energía, para ajustar cuentas, o intentarlo, con la
clase política y financiera: con los responsables últimos -los primeros,
tampoco hay que olvidarlo, somos nosotros mismos- de la trampa
siniestra en la que desde hace tiempo estamos metidos. Para escupir con
dureza en la cara de esa casta desvergonzada, intocable en sus infames
privilegios, que ha hecho de nuestras vidas su negocio y de Bruselas su
criminal coartada.
La imagen tiene mucha fuerza. Muestra la primera línea de una manifestación violenta, de ésas con lanzamiento de piedras, barricadas y contenedores de basura incendiados. Está tomada de frente, desde el lado de la policía, abarcando el despliegue de manifestantes que se enfrentan a los antidisturbios: pañuelos cubriendo la cara, pasamontañas, cascos de motorista, sudaderas de felpa con la capucha subida. Algunos, prevenidos hasta lo profesional, llevan máscaras antigás, y al fondo tremolan algunas banderas rojas. El suelo entre ellos y los policías está alfombrado de piedras y trozos de ladrillo que acaban de volar por los aires. En realidad es una foto de guerra, pienso al mirarla. De esta otra guerra cercana, fruto natural de tantas mentiras, incompetencia, latrocinios e injusticias, que hace tiempo estalló en nuestras ciudades y corazones, y que canallas encorbatados se esfuerzan en negar, en desmentir, con sonrisas hipócritas, retórica imbécil y palabras huecas que a pocos lúcidos engañan.
El perro está en esa primera línea. Es un chucho de pelaje dorado y hocico flaco, y sin duda su amo es alguno de los manifestantes que, más próximos a él, se enfrentan a los policías: no sé si el que lleva puesto un casco de motorista o el que, a la izquierda de la imagen, se mueve medio agachado con una máscara antigás ocultándole el rostro y una bandera roja recogida en la mano. El perro está casi entre ambos, también en movimiento, abiertas las patas para plantarlas con coraje en el suelo, algo adelantada una de ellas, subidas las orejas por efecto de la acción. Le ciñe el cuello algo oscuro, que parece un collar o uno de esos pañuelos perroflautas tipo John Wayne. Y mira con resuelta atención hacia donde miran los hombres que están a su lado, entreabierta la boca como para un gruñido o un ladrido de cólera. No parece asustado en absoluto por el tumulto, ni intimidado con el estruendo de los pelotazos de la policía y los gritos de los manifestantes. Está allí, valeroso, firme, corriendo leal junto a su amo, dando la cara en plena refriega como dispuesto, también él, a abalanzarse contra las barreras de la ley y el orden establecidas por los de siempre.
Uno tiene el lacrimal reacio, a estas alturas. Sin embargo, o quizá por eso, consuela comprobar que todavía hay cosas que te remueven otras cosas por dentro. La estampa de ese perro decidido, fiel, enfrentado a la policía sin abandonar a su amo en plena refriega, es una de ellas. Lo miro en la foto y, mientras sonrío, se me ocurre que quizá no esté ahí sólo por eso. A su manera, sin saberlo, puede que ese chucho también libre su propia guerra antisistema. Batiéndose no sólo por su amo, sino por sí mismo. Por sus colegas: cachorrillos regalos de Navidad que meses más tarde acabarán abandonados en una cuneta; por los perros maltratados, apaleados hasta morir por canallas sin conciencia; por los que acaban ahorcados en el monte cuando son viejos, arrojados vivos a un pozo o liquidados de un escopetazo; por los que enloquecen amarrados con dos metros de cadena o mueren de hambre y sed; por los que son sacrificados sin necesidad pudiendo salvarse; por los que nadie reclama y acaban deslizando su sombra por el corredor de la muerte; por los que infames sin escrúpulos utilizan en peleas clandestinas donde se juegan enormes cantidades de dinero; por esos perrillos drogados que, ante la pasividad de las autoridades, algunos mendigos utilizan para mover a piedad y luego se desembarazan oscuramente de ellos... Y sí. Miro la foto del perro antisistema que se enfrenta a la policía en una calle de Atenas y concluyo que tal vez también él tenga cuentas propias que ajustar. Y que todo será más noble y luminoso mientras junto a un hombre que lucha haya un buen perro valiente.
La imagen tiene mucha fuerza. Muestra la primera línea de una manifestación violenta, de ésas con lanzamiento de piedras, barricadas y contenedores de basura incendiados. Está tomada de frente, desde el lado de la policía, abarcando el despliegue de manifestantes que se enfrentan a los antidisturbios: pañuelos cubriendo la cara, pasamontañas, cascos de motorista, sudaderas de felpa con la capucha subida. Algunos, prevenidos hasta lo profesional, llevan máscaras antigás, y al fondo tremolan algunas banderas rojas. El suelo entre ellos y los policías está alfombrado de piedras y trozos de ladrillo que acaban de volar por los aires. En realidad es una foto de guerra, pienso al mirarla. De esta otra guerra cercana, fruto natural de tantas mentiras, incompetencia, latrocinios e injusticias, que hace tiempo estalló en nuestras ciudades y corazones, y que canallas encorbatados se esfuerzan en negar, en desmentir, con sonrisas hipócritas, retórica imbécil y palabras huecas que a pocos lúcidos engañan.
El perro está en esa primera línea. Es un chucho de pelaje dorado y hocico flaco, y sin duda su amo es alguno de los manifestantes que, más próximos a él, se enfrentan a los policías: no sé si el que lleva puesto un casco de motorista o el que, a la izquierda de la imagen, se mueve medio agachado con una máscara antigás ocultándole el rostro y una bandera roja recogida en la mano. El perro está casi entre ambos, también en movimiento, abiertas las patas para plantarlas con coraje en el suelo, algo adelantada una de ellas, subidas las orejas por efecto de la acción. Le ciñe el cuello algo oscuro, que parece un collar o uno de esos pañuelos perroflautas tipo John Wayne. Y mira con resuelta atención hacia donde miran los hombres que están a su lado, entreabierta la boca como para un gruñido o un ladrido de cólera. No parece asustado en absoluto por el tumulto, ni intimidado con el estruendo de los pelotazos de la policía y los gritos de los manifestantes. Está allí, valeroso, firme, corriendo leal junto a su amo, dando la cara en plena refriega como dispuesto, también él, a abalanzarse contra las barreras de la ley y el orden establecidas por los de siempre.
Uno tiene el lacrimal reacio, a estas alturas. Sin embargo, o quizá por eso, consuela comprobar que todavía hay cosas que te remueven otras cosas por dentro. La estampa de ese perro decidido, fiel, enfrentado a la policía sin abandonar a su amo en plena refriega, es una de ellas. Lo miro en la foto y, mientras sonrío, se me ocurre que quizá no esté ahí sólo por eso. A su manera, sin saberlo, puede que ese chucho también libre su propia guerra antisistema. Batiéndose no sólo por su amo, sino por sí mismo. Por sus colegas: cachorrillos regalos de Navidad que meses más tarde acabarán abandonados en una cuneta; por los perros maltratados, apaleados hasta morir por canallas sin conciencia; por los que acaban ahorcados en el monte cuando son viejos, arrojados vivos a un pozo o liquidados de un escopetazo; por los que enloquecen amarrados con dos metros de cadena o mueren de hambre y sed; por los que son sacrificados sin necesidad pudiendo salvarse; por los que nadie reclama y acaban deslizando su sombra por el corredor de la muerte; por los que infames sin escrúpulos utilizan en peleas clandestinas donde se juegan enormes cantidades de dinero; por esos perrillos drogados que, ante la pasividad de las autoridades, algunos mendigos utilizan para mover a piedad y luego se desembarazan oscuramente de ellos... Y sí. Miro la foto del perro antisistema que se enfrenta a la policía en una calle de Atenas y concluyo que tal vez también él tenga cuentas propias que ajustar. Y que todo será más noble y luminoso mientras junto a un hombre que lucha haya un buen perro valiente.
- Andreu Buenafuente se despedía en mayo de 2012 apagando -literalmente- las luces de Buenas noches y Buenafuente (Antena 3).MAÑANA REGRESA A LA SEXTA
-foto-Buenafuente: «A los políticos no les veo la gracia por ningún lado»
Vuelve con 'En el aire' tras año y medio alejado de la televisión: «Es muy emocionante abrir el chiringuito otra vez»
Andreu Buenafuente se despedía en mayo de 2012 apagando -literalmente- las luces de 'Buenas noches y Buenafuente' (Antena 3). La audiencia no le había respaldado. Año y medio después regresa a La Sexta con 'En el aire' (desde mañana, de lunes a jueves, a las 00.15 horas), un programa de 'late night' en el que las redes sociales tendrán mucho que ver. Con él, su inseparable 'sobrino', Berto Romero, además de un nutrido grupo de nuevos colaboradores.- Va a tener que encender la luz y gastar de nuevo. Vuelve al 'late night', su franja por excelencia.- Sí, vamos a abrir el chiringuito otra vez, lo que es muy emocionante. Es una franja en la que estamos bien y en la que vivimos momentos muy bonitos. No hay que vivir del pasado, pero hay un cierto confort a la hora de trabajar.- ¿Y cómo lleva lo de trasnochar de nuevo?- Lo he echado un poco de menos porque llevo toda la vida en esto y siempre he trabajado de noche. Me parece que no va a ser demasiado doloroso.- Por cierto, cuidado que 'En el aire' es un título que puede tener doble sentido...- Sí (risas). Es un poco la sensación que ahora tenemos todos de que estamos dando un salto. Esperemos que caigamos en terreno seguro. Pero también es un homenaje a la radio, donde estuve más de 20 años, y siempre me gustó mucho aquel cartel de 'aire'.- ¡Y un título sin su nombre!- Sí, aunque abajo en pequeño lo pone (risas). Es un título que te desconecta un poco de Buenafuente, pero tampoco engañas a nadie. La gente después dirá que es el programa de Buenafuente.- ¿Está recuperado ya del palo anterior?- ¡Si no estuviese recuperado sería ya un amargado! (risas). Esas cosas pasan en la televisión y uno le quita hierro, porque si no te bloquearías.- ¿Se ha reinventado o sigue siendo Buenafuente cien por cien?- ¡Nooo! Esto de reinventarse está un poquito manoseado. Me gusta más hablar de evolucionar, de adaptarte, de ser actual...- ¿Y se cansa usted de Buenafuente?- No, no, no. A veces me canso de lo que supone Buenafuente, porque Andreu va adosado de alguna manera a este personaje televisivo. Como yo digo, el día que estés mal, no salgas de casa porque Buenafuente va contigo.- ¿Teme más a la audiencia o a las críticas en Twitter?- Me gusta trabajar sin temores, creo que bloquean y no ayudan. Hay que escuchar todo lo que, con respeto, dicen de ti porque te ayuda, pero la peor crítica es la que se hace el propio equipo cuando acaba el programa.- Un vidente ha vaticinado que será líder de audiencia a mitad de la temporada. ¿Se queda más tranquilo?- ¡Claroooo, hombre! Quieras que no, uno sale con más relax cuando un vidente te dice eso (risas).- Por ahora lo de volver al 'prime time' ni loco, ¿no?- Ahora no. Déjeme que haga esto y luego ya veremos.- Regresa a la Sexta. ¿Quién es más gracioso, Buenafuente o Wyoming?- ¡Qué pregunta más terrible! Es imposible de resolver. Cada uno hace lo que puede y yo, bromas aparte, lo respeto mucho. Es muy sano que esté Wyoming en la televisión en España.Los 'chicos Buenafuente'- 'En el aire' cuenta con un buen ramillete de colaboradores. Ya comentan que igual que hay 'chicas Almodóvar', tenemos 'chicos Buenafuente'....- Eso es muy bonito, pero no tiene más mérito que haber tenido la suerte de rodearme siempre de muy buen talento, que ha sumado mucho y me ha empujado. Creo que es una de las cosas bonitas que va a quedar cuando lo deje.- Con todo ese equipo, ¿algún político se atreverá a ir a 'En el aire'?- ¿Por qué no? Es un programa abierto y si el político tiene algo interesante que decir y se adapta a nuestro tono, pues adelante. Pero ponemos el foco en otros sitios más allá de la política.- Pues muchos consideran que los políticos son los mejores humoristas de este país...- No estoy de acuerdo. No les veo la gracia por ningún lado. Hacen su trabajo con más o menos fortuna, pero para mí el humor es otra cosa.- ¿Qué ha hecho Andreu Buenafuente en este año y medio aparte de escribir libros?- Me he puesto con mi empresa, en la que tenía que arrimar el hombro. También he hecho un documental sobre la comedia, he preparado otros proyectos... Ahora pienso que podría haber descansado, pero no sé estar parado.- Porque la crisis también le ha tocado bastante, ¿no?- ¡Por supuesto! Estoy en este mundo como todos. Siempre busco la manera de ayudar y creo que el programa es una de las mejores maneras. Hago humor y ayudo por ahí.- ¿Ha visto la tele en este tiempo?- Poquito. Soy mal espectador.- ¿Y para cuando un 'reality' de Buenafuente a lo 'Alaska y Mario?- Alguna vez lo he dicho de broma, pero qué va. La gente quiere ver a Buenafuente un ratito por la noche y luego hacer sus cosas. No hace falta más.
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