TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO, LA CARTA DE LA SEMANA, LA NUEVA CENSURA,.
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Tengo un amigo empeñado en instruirme en el manejo de las redes
sociales, que para mí resulta tan esotérico como el manejo de las redes
cangrejeras. El otro día, mientras probaba inútilmente a enseñarme el
funcionamiento de Facebook, me mostró el modo de 'administrar' los
comentarios que sus amigos dejaban en su página; y enseguida mi atención
quedó prendida de sus explicaciones, porque me di cuenta de que los
diversos modos en que Facebook permite 'administrar' los comentarios son
perfectamente asimilables a las diversas formas de censura, hasta
llegar a la más eficaz y sibilina de todas.
Me sorprendió, en
primer lugar, que Facebook impida al titular de una página examinar los
comentarios antes de que sean publicados. Así, exactamente así, se
desenvuelve el Poder en nuestra época: haciéndole creer a todo quisque
que su voz es sagrada, que nadie podrá acallarlo ni poner trabas a su
libre expresión. Y aparentemente así ocurre: a nadie se le pone un
bozal, a nadie se le amenaza con castigos en caso de que profiera
inconveniencias, a nadie se le somete a 'censura previa'. En teoría se
puede decir o escribir cualquier cosa, como el usuario de Facebook puede
dejar en el 'muro' de Facebook el comentario que le venga en gana.
Naturalmente, se trata de un espejismo: el discrepante se queda
satisfecho y tranquilo tras el desahogo; y así, una vez desahogado, se
le puede condenar de inmediato al ostracismo, se le puede mandar a freír
gárgaras o, mucho más delicadamente, se le puede dejar que siga
desahogándose hasta quedarse afónico, sin que lo escuche nadie, o
permitiendo benévolamente que lo escuche tan sólo su tía la de Cuenca.
Todas estas posibilidades las hallamos en los diversos modos con que
Facebook permite 'administrar' los comentarios.
Puede el titular
de la página, si el comentario es de su agrado, pulsar un «me gusta».
Este premio es asimilable a la condecoración que en esta fase
democrática de la Historia se concede a los que halagan los oídos del
Poder, que a cambio les pasa la mano por el lomo, los beneficia con
diversos momios y los aureola de un (falso) predicamento, designándolos
«periodista de referencia», «intelectual comprometido», «escritor de
prestigio», siempre (¡por supuesto!) que repitan como loritos las
consignas que al Poder interesan, aunque luego se hagan los machotes y
los polemistas en esas fruslerías en las que el Poder admite
discrepancias, a través de sus negociados de izquierdas y derechas.
Pero
donde la 'administración' de comentarios de Facebook se asimila a las
diversas técnicas de censura es en las diversas maneras en que pueden
ser borrados. Existe el 'bloqueo' del comentarista, que sería el
equivalente a la condena al ostracismo, que hoy se logra sobre todo
silenciando al réprobo en las tribunas mediáticas. También Facebook
permite la 'eliminación' de los comentarios enojosos, que sería el
equivalente al castigo a modo de aviso que se reserva a los díscolos,
apartándolos de ciertas tribunas, restándoles visibilidad, ensordeciendo
su voz, obligándolos a bregar con una turbamulta de voces adversas,
etcétera. Pero el modo más refinado de censura que ofrece Facebook es el
'ocultamiento' del comentario enojoso: de este modo, se puede impedir
que ese comentario sea leído por otras personas que no sean el propio
comentarista y su círculo de allegados, que sin embargo creerán
ingenuamente que su comentario no ha sido censurado. En esta fase
democrática de la Historia esta forma de censura, tan sibilina y
aséptica, es la más utilizada por el Poder, que a las voces más enojosas
las va recluyendo poco a poco mediante técnicas indoloras, melifluas y
muy discretas en el ostracismo, sin llegar a acallarlas del todo,
permitiendo que se dirijan a una parroquia cada vez más pequeña y
endogámica, condenándolas a la irrelevancia, mientras el Poder se
encarga de apacentar a las masas, formateando sus cerebros y sus almas
para que las voces auténticamente discrepantes les resulten
ininteligibles, y echándoles a cambio en el pesebre voces que discrepan
en fruslerías.
Por supuesto, esta es la forma de censura más
eficaz, pues a la vez que consigue minimizar los efectos de las voces
discrepantes logra que tales voces sigan desgañitándose, creyendo
ingenuamente que son escuchadas. Hasta en el funcionamiento de Facebook
se esconden enseñanzas provechosas.
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