REVISTA MUJER HOY - foto,.
-foto Care Santos (escritora): "Escribo porque necesito retener la vida",.
Dice que las historias familiares encierran todas
las claves de la literatura: amor, muerte, maternidad, tiempo... Y ella
se ha propuesto recogerlas a través de la vida de sus abuelos.
"He sido la mujer agobiada, triste por no poder escribir para atender a sus hijos, pero también la que, cuando se pone a escribir, tiene toda esa experiencia como madre, porque los hijos son un laboratorio del ser humano. Por eso no entiendo la literatura sin la maternidad. Afortunadamente, he tenido el apoyo que se le supone a cualquier hombre: una pareja que me ha entendido muy bien".
Pero, desde su debut en 1995 con Cuentos cítricos hay dos Cares en muchos otros ámbitos. La autora y colaboradora de Mujerhoy, premiada y aclamada por la crítica, escribe en dos lenguas catalán y castellano y se traduce de la una a la otra; es una novelista superventas para jóvenes 'La muerte de Kurt Cobain' , 'Los ojos del lobo' y para adultos su novela 'Habitaciones cerradas' ha sido llevada a televisión por Adriana Ugarte y Alex García; es crítica literaria; y rechaza las etiquetas, pero está orgullosa de venderse bajo el rótulo "para mujeres".
Su última novela, 'Diamante azul' (Destino), indaga, una vez más, en esas mujeres fuertes a las que educaron para ser débiles, pero esta vez en su propia familia. Cuenta, entre otras, la vida de su abuela Teresa, "una adelantada a su tiempo", y tiene todos los ingredientes de una saga decimonónica, pero también de un fresco de época en el que resuenan Dickens, la novela de suspense, la literatura gótica, la fascinación por los autómatas o los héroes solitarios del Romanticismo.
Mujerhoy. ¿Es 'Diamante azul' un homenaje a su abuela?
Care Santos. Sí, desde luego. Me pregunto si mis novelas están llenas de mujeres fuertes debido a su ejemplo. Siempre hizo cosas revolucionarias, fue la moderna de la familia. Y, como ella, hay muchas mujeres de esa época, principios del siglo XX que fueron contra corriente, llegaron antes a cosas que hoy tenemos muy asumidas, y que lucharon con todas sus fuerzas para salirse con la suya.
MH. ¿Ha partido usted de sus propios recuerdos?
CS. Quería escribir la historia de amor entre mis abuelos. Me la contó mi abuela, que murió cuando yo era adolescente. Recordaba muy bien cómo la narraba y cómo me impresionaba. Para el resto he tenido que documentarme y acudir a la memoria familiar.
MH. Cita una frase: "El pasado es como otro país".
CS. Sí, y el interés por ese país viene con la edad; a los jóvenes les interesa más el futuro. Quería hablar sobre mi familia, pero lo iba postergando. Quizá no me sentía preparada. Yo soy de proceso lento, me cuesta tomar decisiones, y esta era importante. Pero llega ese momento de madurez en que te planteas de dónde vienes, qué le debes a la gente que te precedió, qué compartes con ellos, por qué tú eres tú. Las historias familiares son maravillosas, pero hace falta tiempo para darse cuenta. Uno dedica la vida a rastrear historias ajenas, hasta que un día ve que en su propia tradición hay algo muy valioso.
MH. ¿Cree que lo que heredamos es una mochila de la que no podemos deshacernos?
CS. Por supuesto. Somos un pasado acumulado, aquello que nos han dado. Pero muchas veces no estamos dispuestos a reconocerlo.
MH. Para eso sirven las novelas, escribe, "para hacer volver a los muertos". ¿Ha sido una especie de misión?
CS. Me pregunto a menudo por qué escribo. Desde niña he tenido la sensación de que la vida se me escapa. Y creo que escribo por esa necesidad de retener la vida.
MH. ¿Ha tenido la sensación de saldar cuentas?
CS. He tenido una sensación muy bonita, porque de mi tatarabuelo Silvestre, uno de los personajes, lo único que sabíamos era el nombre de pila. Y cuando me puse a investigar su vida, descubrí que era muy interesante, casi un pionero. He tenido, sí, la sensación de devolverle su historia, que no nos había llegado. Por eso, escribir es retener la vida. Ahora mis hijos, mis nietos, podrán leer la historia de Silvestre y la de Teresa. Me gusta pensar que he contado algo que nadie recordaba.
MH. ¿Fue diferente la preparación de esta novela por tratarse de su familia?
CS. El trabajo de documentación no ha diferido mucho. Usé archivos, registros industriales, libros de patentes. E hice un ejercicio que recomiendo: citar uno por uno a todos los que quedaban vivos de la época, preguntarles y dejar que hablaran. Parece que las historias de hace 100 años están muertas, pero siempre queda algo: el recuerdo de un objeto espectacular que nadie ha visto, pero del que siempre oyeron hablar, por ejemplo. Fue un rompecabezas muy interesante. Arqueología familiar.
MH. ¿Da miedo meterse en la historia de la propia familia?
CS. Sí. Entraña un peligro. Los novelistas trabajamos con personajes, no con personas, aunque nos basemos en ellas. No aspiro a la recreación exacta, ni a emular el trabajo de un historiador. Y tampoco a encontrar parientes perfectos. Pero he obrado con cautela, he cortado la historia en unos años lejanos para no herir la sensibilidad de los que siguen vivos. Y he guardado cosas para dentro de unos años.
MH. ¿Escribirá más sobre su familia, entonces?
CS. Algún día. Tengo alguna que otra novela en la recámara con material personal. Quizá retome personajes de esta que apenas están esbozados, añadiendo otra parte de la historia que queda por contar. Pero no es el momento.
MH. Las sagas familiares constituyen un género literario en sí. Usted ha escrito muchas.
CS. Sí. Ahí me siento como pez en el agua. ¿Hay tema más importante que la familia? No solo nos habla de lo que más nos importa: las relaciones, la maternidad, la muerte, la pérdida... sino también del paso del tiempo. Es un compendio de los temas que más me interesan. Siempre acabo volviendo a la familia, aunque intente evitarlo.
MH. En 'Diamante azul' aparecen rasgos físicos repetidos, maldiciones, objetos que parecen vivos... ¿Podemos hablar de realismo mágico?
CS. Me gusta mucho la comparación. Durante gran parte de mi vida habría dicho sin dudar que García Márquez era mi escritor favorito. Quizá ahora no lo diría tan a ciegas. Pero nuestra vida está llena de realismo mágico...
MH. ¿De cosas inexplicables?
CS. Claro. Solo hay que estar atento. El reloj que aparece en la novela, el que toca cada vez que tiene que morir alguien, existe. Era de mi abuela y lo tiene una prima mía, que cuenta esa historia de una forma incluso más exagerada.
MH. Traza también usted el retrato de una época.
CS. Sí, mostrar la sociedad en la que los personajes se mueven nos ayuda a comprenderlos. Eso tiene mucho interés desde nuestro punto de vista de lectores actuales. Puede que mis novelas tengan un universo decimonónico, pero deben estar ancladas en la manera de contar a un lector actual, acostumbrado a la rapidez, a la acumulación de acción.
MH. ¿Es la memoria femenina distinta a la masculina? Hay un anecdotario familiar que suele transmitirse de madres a hijas...
CS. Creo que el interés por la arqueología familiar es femenino, no sé por qué. Quizá emocionalmente necesitamos más explicaciones, espejarnos, encontrar ejemplos... Pero es cierto que, salvo muy contadas excepciones, la tradición oral es femenina.
MH. ¿Y tiene sentido hablar de literatura femenina, por y para mujeres?
CS. La novela que nace a finales del siglo XVIII, y de la que somos deudores, nació, sobre todo, dirigida a un público femenino. Es lógico que las mujeres se hayan sentido cómodas en ella, porque obedece a nuestros intereses, pasiones y necesidades. A mí ya no me preocupa pensar si escribo para mujeres o para hombres. Es probable que esta novela les interese más a ellas, aunque yo a más de uno les daría un curso acelerado sobre literatura supuestamente femenina. Entenderían quizá mejor el mundo en el que viven.
MH. Pero hablar de literatura femenina ¿no coloca a las escritoras y a las lectoras en un lugar menor?
CS. No sé que decirte. Yo no me ofendo fácilmente. Me molestan las etiquetas, pero hoy, en el mundo editorial, decir que algo es para mujeres es un halago. Me da lo mismo. Que me lea quien quiera, quien tenga ganas de emocionarse. Me trae sin cuidado si eso es para hombres o para mujeres.
MH. ¿No será que los hombres suelen tener una pomposidad especial cuando hablan de sí mismos?
CS. Desde luego [Risas]. Hay un tipo de hombre muy buen vendedor de sí mismo. Y quizá nosotras adolecemos de lo contrario, de ir de humildes. Dentro de la literatura no hay segundos, ni primeros, sino gustos, tendencias... Hay cada vez más agentes, editoras y críticas, pero al prestigio no ascendemos. Basta preguntarse cuántas mujeres hay en la Real Academia. O en las listas de premios. Eso sí que me irrita.
- Literatura juvenil: maestra en un género nada menor
TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO - ¿ A QUE JUGAMOS ?,.
foto
Tras sufrir un traumatismo craneoencefálico o accidente cerebrovascular, muchas personas se ven limitadas en movilidad, lo cual repercute tanto en las familias como en el propio afectado con respecto a las facilidades para salir a la calle en su día a día. Esta situación hace que aumente el tiempo en casa y las horas sin saber qué hacer, generando situaciones de angustia, depresión, ansiedad y otros.
Por ello, os vamos a dar unas pistas para que desde casa empecéis a realizar vuestra propia rehabilitación cognitiva y mantengáis la mente activa.
Cuando escuchamos hablar de procesos cognitivos, pensamos en cosas complejas, complicadas y que implican unos conocimientos previos lo cual, nos induce a pensar en que las personas mayores no son capaces de realizar estas tareas, pues bien, lo cierto es que no es necesario más que tener ganas de pasarlo bien.
¿Quién no ha jugado alguna vez al dominó?
La mayoría de nosotros, hemos participado en este juego alguna vez, nuestros abuelos, tíos o padres durante momentos de reunión han participado en este juego. Si analizamos con detalle este típico juego de mesa, podemos descubrir que, sin darnos cuenta, estamos utilizando nuestra cognición para poder llevarlo a cabo. Funciones como la atención, la memoria de trabajo y a corto plazo, el cálculo, la percepción visual, y la capacidad de flexibilizar nuestras opciones de juego están en funcionamiento cuando participamos en esta actividad.
Los mismo pasa con el parchís, cuando jugamos mostramos una actitud competitiva, planificamos cómo derrotar a nuestros adversarios y debemos gestionar el movimiento de nuestras fichas para poder avanzar en la partida (resolución de problemas). Trabajamos también el cálculo, la atención y la impulsividad ya que debemos esperar nuestro turno y respetar el de los compañeros.
Además de estos juegos, podemos encontrar las damas, el ajedrez y las cartas, que aunque parezcan sencillos, son una herramienta de trabajo muy útil y accesible para todos además de ser una manera divertida de realizar un buen trabajo cognitivo.
Dejando de un lado las actividades grupales, también podemos disfrutar de un tiempo de trabajo individual donde reforzamos otras muchas áreas cognitivas.
Aquí entran en juego los pasatiempos. Estos pequeños libritos que todos hemos llevado alguna vez para la playa, nuestros viajes o simplemente para desconectar, nos ayudan a mantener las capacidades cognitivas como el lenguaje, la atención y concentración y sobre todo la paciencia. Podemos encontrar desde sopas de letras, crucigramas, cruzadas, actividades donde debamos identificar diferencias ó errores entre varias imágenes, seguimiento visual de varias líneas, etc.También podemos aumentar nuestro nivel de dificultad y atrevernos con el famoso sudoku, donde todas tus funciones ejecutivas, planificación, organización, pensamiento lógico, memoria de trabajo y a corto tiempo, atención, coordinación y paciencia, estarán a prueba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario