The Hellacopters, Marlango y Vega, este martes en 'La Hora Musa',.
- En el reportaje, desde los estudios de Abbey Road, los 50 años del 'White Album' de The Beatles,.
- Martes 13 de noviembre, a las 22:55 en La 2, fotos.
La Hora Musa' contará este martes con la música en directo de Marlango y The Hellacopters. Además, el programa musical de La 2 presentado por Maika Makovski, tendrá a Vega en la azotea y el reportaje de Víctor Clares sobre el 'White Album' de The Beatles.Maika Makovski recibe en el plató la visita de una de las bandas más esperadas de la temporada: The Hellacopters. El hard rock de esta banda sueca inundará el escenario con un directo salvaje y cargado de vibrantes riffs. El grupo, que estuvo casi quince años en activo y que se disolvió en 2008, ha iniciado una gira muy esperada por sus fieles.Marlango será otro de los grupos protagonistas del programa. Leonor Watling y Alejandro Pelayo, después de cuatro años sin grabar ningún álbum, presentan 'Technicolor', un disco conceptual que propone una banda sonora de una película que se han ido imaginando. Además, Maika Makovski se subirá al escenario para versionar junto al grupo una de las piezas más importantes de la copla.En la azotea, la música de la cantautora Vega. La cantante cordobesa presenta en directo algunos de los sencillos de su último trabajo, 'La Reina Pez', un álbum con el que celebra 10 años sobre los escenarios. Pop-rock clásico y lleno de los particulares imaginarios de Vega.Y para el reportaje de esta semana Víctor Clares vuelve a Londres para visitar uno de los verdaderos templos de la música: los estudios de Abbey Road. En esos mismos estudios se grabó hace 50 años el famoso 'White Album', el disco blanco de The Beatles. Para celebrar su aniversario, Clares entrevista a Giles Martin, hijo de George Martin, mítico productor de la banda. Con él los espectadores descubrirán algunas de las curiosidades de este álbum legendario.'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski y dirigido por Jero Rodríguez, emite actuaciones en vivo de grandes grupos nacionales e internacionales.
TITULO: LA LOTERIA DEL JUEVES - LOTERIA NAVIDAD -La sombra de Carmena,.
LA LOTERIA DEL JUEVES - LOTERIA NAVIDAD -La sombra de Carmena, fotos.
La sombra de Carmena,.
Huye de los focos, se desenvuelve mejor en la penumbra, se considera una “política circunstancial”. Marta Higueras es una de las personas más desconocidas y con mayor poder dentro del Ayuntamiento de Madrid; la mano derecha de la alcaldesa, Manuela Carmena, con quien comenzó a trabajar hace 25 años en la judicatura. Y también una de las pocas personalidades que han declarado abiertamente su homosexualidad.
La sombra de Manuela Carmena
es alargada. Tiene un rictus serio. Una mirada ceñuda. Una altura de
1,78 metros y una zancada pasmosamente rápida. Su pisada rompe el
silencio en el Ayuntamiento de Madrid, cuando los funcionarios ya han
desaparecido y la cuarta planta del palacio de Cibeles padece el
silencio de la digestión a eso de las cinco y pico de un martes de
octubre. Brillan sus zapatos de charol sobre la tarima de un largo
pasillo. Por lo demás, todo parece gris en ella: el corte de pelo a lo
MacGyver, el atuendo como de uniforme, su biografía pública sin un solo
apunte personal. A menudo, no la reconocen a la entrada de los edificios
oficiales. No cuenta con una trayectoria en mítines y tertulias. Y su
nombre no dice mucho para quien no siga la política local: Marta María Higueras Garrobo,
madrileña, de 54 años, teniente de alcaldesa de Madrid, delegada del
Área de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo; presidenta de
la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo y de Mercamadrid. La sombra
de Carmena.
Afilada, expeditiva,
Marta Higueras se adentra en el último despacho: el de “la jefa”, así
suele llamarla cuando le vibra el móvil y la alcaldesa se encuentra al
otro lado. O simplemente “Manuela”, cuando rememora los 25 años de
amistad que las unen, y el día en que la convenció de que liderara las
confluencias de izquierda en las elecciones locales de 2015 bajo el
paraguas de Ahora Madrid: “Solo me presento si tú vienes conmigo”, le dijo Carmena. “¿Dónde firmo?”, respondió Higueras.
Los ventanales del despacho de la alcaldesa vierten sobre la calle de Alcalá. La estancia tiene dos alturas, recuerda a un loft
del extrarradio. En el perchero cuelga una bolsa de tela con el lema
“Cities for climate”. Tras el escritorio de Carmena hay una mesa de
reuniones, donde ya se encuentran ambas despachando: licencias, cambios
de uso, la oposición. En la frente de la alcaldesa, bajo una madeja de
pelo rubio y alocado, aún brilla la cicatriz de un accidente casero.
Concluida la reunión, Higueras muestra una mesa diminuta donde suele
sentarse a trabajar. La concejal tiene despacho propio en otra punta de
la ciudad, a orillas del Manzanares. Pero el cargo, a menudo, le exige
quedarse aquí, estratégicamente colocada en penumbra y justo a mano
derecha de Carmena, como una alumna aplicada. Quizá la más aventajada.
Dice: “Manuela ha sido modelo creativo toda la vida. Cuando le preguntas
algo, contesta con una respuesta original. Luego, darle forma a lo
mejor cuesta. A los demás nos toca intentar descender esa idea a algo
concreto. Pero ese modelo creativo nos ha llevado —y lo digo porque he
trabajado muchísimos años con ella— a hacer cosas que eran impensables”.
"Carmena es modelo creativo”, dice Higueras. “A los demás nos toca transformar sus ideas en algo concreto”
Higueras no habla:
percute palabras como una locomotora. Y se desplaza por Madrid, de
reunión en reunión, al mismo ritmo. Siempre en la parte de atrás de un
pequeño Renault eléctrico, donde desbordan sus largas piernas. Con dos
móviles en la mano que no paran quietos: suena uno y es Dolores Sancho, su asesora; le da un nombre, una fecha y el número de un fondo buitre. Higueras cuelga y explica: “Tenemos un desahucio
y estamos intentando pararlo, vamos a ver”. Se lanza una juanola a la
boca y la muerde. Comienza a llamar. Tardará 35 minutos en frenarlo. O,
más que frenarlo, en desplazar el problema: el fondo le concede un mes
para negociar una salida con los okupas del piso, una persona mayor
enferma y su hijo con discapacidad, con ingresos de 350 euros mensuales.
“Es un tema complicado, de muchísimo calado. Hemos parado desahucios
por impago de hipotecas. Pero es distinto con desahucios por ocupación”.
La cartera de
Higueras exige un contacto continuo con personas sin techo, sin papeles,
sin casa, sin escolarizar, sin ingresos, sin nadie que los visite en la
vejez. En un contexto aún de recortes, parece imposible no ir con el
agua al cuello en su concejalía. Tal y como define su área Luis Nogués,
uno de los colaboradores de Higueras, responsable de Emergencia Social:
“Esto es un observatorio desde el que se ven los nuevos problemas de la
ciudad. En estos momentos vivimos de forma dramática el del alojamiento,
que pone de manifiesto la polarización social”. Muestra en su teléfono
un mensaje a las 10.44: un desahucio, y otro poco después. “Esto es el
día a día”.
Higueras no se
considera política. Si acaso, “política circunstancial”. “Hay a quien le
gusta estar ante la cámara, comunicando todo el rato cosas aunque no
sepa de qué va. Si a eso nos referimos con política, lo llevo mal. Me
defino mejor como gestora de lo público”.
La alarma de
Higueras, que vive en el distrito de Arganzuela, suena siempre a la
6.30. Pero para entonces, dice, ya se ha planificado el día. Coloca su
primera reunión a las ocho de la mañana y a partir de ahí se suceden
citas en batería: con el consejo de la EMVS, con su equipo para evaluar el proyecto de la tarjeta de vecindad, con los operadores de Mercamadrid; con Paloma O’Shea,
directora de la Escuela de Música Reina Sofía; con “las portavozas” de
los grupos municipales para el almuerzo, y así, más o menos, hasta las
diez de la noche, cuando regresa a casa “muerta”, tira los zapatos, se
ducha y se mete en la cama, a menudo sin cenar. Entre medias, en
cualquier momento puede llamar “la jefa”, y entonces la agenda corre el
riesgo de “saltar por los aires”. Aunque con Carmena hay rutinas fijas,
como el almuerzo de los lunes con el círculo reducido de gobierno. La
alcaldesa cocina y lleva la comida. El menú Carmena del 1 de octubre:
gazpacho de sandía, albóndigas y un postre turco con calabaza y yogur
griego.
Higueras nunca ha militado en ningún partido. Y cuando aterrizó en el Ayuntamiento
se sabía poco de ella: que había hecho de Esperanza Aguirre en la
preparación de los debates; que era mediadora penal y había ejercido un
cargo directivo en el Gobierno vasco de Patxi López.
Su último puesto fue como secretaria de una consejera del Tribunal de
Cuentas. Entonces, Carmena, ya jubilada, se pasaba a menudo por su
trabajo y desayunaban juntas. Fue en uno de esos cafés cuando esta le
confesó: “Fíjate lo que me han ofrecido. ¡Anda que a quién se le ocurre!
Si nadie me conoce”. Higueras respondió: “¿Cómo que no te conoce nadie?
Manuela, es la ocasión que no podemos perder para echar a la derecha
después de 25 años”.
Se conocieron en 1993
en los juzgados de la plaza de Castilla, en Madrid. Higueras era una
oficial de justicia que no llegaba a los 30; Carmena, 20 años mayor,
entró como juez decana,
pero arrastraba ya un halo de heroína de la Transición: había militado
en el PCE, defendido a obreros en aquel despacho laboralista de Atocha
donde la extrema derecha mató a cinco personas en 1977
y exhibido sus dotes para aplacar, ya como jueza de pelo revuelto e
ideas renovadoras, el viejo y corrupto sistema judicial. A la plaza de
Castilla se la conocía como “plaza de la Astilla” (la mordida para hacer
que los asuntos se tramitaran o dejaran de hacerlo). Y en la puerta del
servicio de notificaciones, donde trabajaba Higueras, un cartel resumía
el engranaje: “Lo urgente lo tramitamos en dos años”. Aquel verano de
1993 aprovecharon para organizar una pequeña revolución.
"Es una de las pocas de las que tengo buena opinión”, dice Begoña Villacís, de Ciudadanos
Dolores Sancho, hoy
asesora de Higueras, lo recuerda bien. Sancho, de 73 años, trabajaba
también en los juzgados. Pero había conocido a Carmena mucho antes: la
Guardia Civil mató de un tiro a su marido en 1971 tras haber sido
detenido por repartir propaganda obrera. Carmena había sido su abogada.
Aquel verano de 1993, siguiendo la iniciativa de Marta, y con la
aprobación y el aliento de la decana, tiraron de la estantería al suelo
los asuntos pendientes y empezaron de cero. “Mandamos el primer mes unas
3.000 notificaciones”, cuenta Sancho. “Cuando el 1 de septiembre
llegaron el resto de funcionarios de vacaciones, se encontraron colas
industriales. Y dijimos: ‘Mientras esté Carmena de decana, el dinero
[ilegal] no puede funcionar. Cada papel habrá de ir en su orden. Según
entra, sale. Hubo una resistencia monstruosa porque era una gran
economía”. Según ella, el episodio define a Higueras: “Encontró una solución
que el resto no veía. Ideó el sistema de notificaciones, planificamos
las rutas. Teníamos 400 funcionarios saliendo a la calle. Y les
mejoramos la vida, a cambio de no cobrar [astillas]. Llegó un momento en
que lo entendieron”. De su relación con Higueras y Carmena dice: “Somos
amigas y hermanas”.
La alcaldesa también
recuerda aquella época: “Marta era muy joven. Extraordinariamente
inteligente. Era sorprendente ver cómo conseguía organizar y comprometer
en un momento a los que la rodeaban en hacer su trabajo eficaz y
eficiente”. En 1996, cuando Carmena fue nombrada vocal del Consejo
General del Poder Judicial, se llevó a Higueras con ella y poco a poco
se fue solidificando una amistad de esas en que se funden lo laboral y
lo personal: llevan dos décadas yendo juntas cada verano a montar en
bicicleta. Este último rodaron por los castillos del Loira, en Francia.
En palabras de la alcaldesa: “Marta siempre ha ido creciendo como
persona, ganando en seguridad y capacidad para abordar las situaciones
difíciles y muy especialmente para negociar. Es la persona que conozco
con mayor capacidad de negociación, de buscar las soluciones a los
conflictos”.
Cuando Carmena
desaparece, a Higueras le toca asumir el mando. En marzo de este año,
con la regidora en París y ella de alcaldesa en funciones, un mantero
senegalés, que llevaba 12 años sobreviviendo indocumentado en Madrid, murió de un infarto en Lavapiés.
Se interpretó erróneamente que había fallecido tras un control policial
y el barrio se convirtió en una batalla campal. “La policía hizo lo
correcto”, rememora Higueras una mañana, en el asiento trasero del
vehículo, mientras cruza una atascadísima Puerta del Sol. “No agredió,
ni hostigó [al fallecido]. Hizo su trabajo. Y ya está. Lo que no podemos
consentir es esto”, añade, y señala por la ventanilla la acera repleta
de manteros. “Es una
actividad ilegal y tenemos obligación de evitar que exista, porque
perjudica al comercio, al tránsito, a las personas que compran productos
falsificados, por sus posibles consecuencias para la salud”. Medita un
rato. “Muchas de estas personas tienen una orden de expulsión. Pero como
no se les expulsa,
viven con nosotros. Y no les damos salidas ni tienen derechos. Conjugar
esos intereses es complicado. Mientras el Gobierno no facilite
alternativas, la gente tiene que ganarse la vida”.
En el mohín de sus
labios parecen confluir las convicciones de una mujer legalista. Pero
bajo las gafas le asoman unos ojos nerviosos. Da la sensación de que
esos dos polos de su rostro expresaran su forma de entender el trabajo:
la política, para Higueras, consiste en conciliar intereses en
conflicto. Cuando se le pregunta cuál es la mayor barrera que ha
encontrado para sacar adelante proyectos, contesta: “La maquinaria del
Ayuntamiento”. Reconoce su capacidad limitada para cambiar el mundo
desde el ámbito local; a menudo, las soluciones pasan por el Gobierno
central. “Una posibilidad”, prosigue, “es conceder permisos de trabajo
temporales. Nadie puede contratar a estas personas porque no tienen
permiso de residencia ni de trabajo. No tienen otra forma de subsistir.
No creo que la alternativa sea mantenerlos, sino que se busquen la vida.
Yo no tengo esa competencia. Lo que sí tengo es la tarjeta de vecindad
[una especie de DNI para inmigrantes]. Para obtenerla, mi primer
requisito es que se empadronen. Para saber quiénes viven aquí. No
queremos fantasmas. Los reconocemos como habitantes. Y eso les otorga
derechos en lo que sí tengo competencia. Que no vendan, no cobren, no
vivan… Esto no funciona”.
Un miércoles de
octubre, Higueras se sienta en su despacho en la sede de la Concejalía
de Equidad. La puerta está abierta y a menudo la interrumpen (una firma,
una llamada, una reunión). Sobre la mesa hay una taza con un lema: “Lo
que parece imposible a veces solo tarda un poco más”; y de un corcho
cuelga una bandera arcoíris. El pasado junio, durante el 40º aniversario de la primera marcha del Orgullo en Madrid, Higueras agradeció en su discurso
a los activistas LGTBI —“Tenía 13 años, una familia muy conservadora,
estudiaba en un colegio de monjas francesas… Solo puedo daros las
gracias por haberme salvado la vida”—, convirtiéndose en una de las
pocas políticas que han abierto la puerta del armario. “A los 13 o 14 te
sientes fuera de juego”, añade en su despacho. “No tienes referentes,
te sientes distinta, sabes que no eres como las demás. Cuando empiezas a
ver que no eres la única, que hay alguien a quien preguntar y te
cuenta… Eso te salva la vida. Aunque lo dije en aquel genérico de los
movimientos, yo no estaba en nada de eso. Pero conocí a una persona que
me abrió los ojos: la profesora de literatura del colegio. No era monja,
sino de las otras. Estuvimos conversando porque yo había escrito una
redacción que le llamó la atención. Fue una suerte. Porque sientes que
estás haciendo algo malo. Y lo ocultas para que no se entere nadie. Y
porque, si se entera tu padre, puede ser el horror. Intentas ser otra
persona, para que estén orgullosos de ti. Siempre sale mal, al menos en
mi caso. Y eso era lo que escribí en aquella redacción… Un momento”, se
interrumpe, “me da el sol, voy a bajar la persiana”.
"A los 13 años sentía como si hiciera algo malo. No tenía referentes”, dice Higueras sobre su orientación sexual
Higueras no lleva
maquillaje, pero cada mañana se embadurna de crema factor 50 porque es
alérgica al sol; el cuello de la camisa disimula unas manchas rojizas
que le trepan hacia la barbilla. Quizá por eso se desenvuelve cómoda en
la penumbra. También es alérgica al alcohol y a la fruta. Y nunca come
verdura. Se intuye en ella a una mujer curtida a contracorriente. Los
botones de su camisa, por ejemplo, se encuentran a la derecha: las
compra en la sección masculina. “Las de chicas me quedan estrechas de
hombros y cortas de mangas. Y las de hombres, además, son más bonitas”.
Tras ensombrecer el despacho, cuenta que jamás explicitó su orientación
sexual en casa: “Nunca di la opción a mis padres ni ellos me la dieron a
mí. Como eso era malo, feo y pernicioso, con no hablarlo es como si no
existiera”. A los 22 se fue a vivir con su actual pareja —llevan 34 años
juntas—. “Y ella tiene dos hijos, que a su vez tienen hijos. Por tanto,
soy abuela. Tengo cinco nietos”.
Higueras estudió
Geografía e Historia porque le gustaba picotear de todo. De niña era una
lectora voraz, sobre todo de la Biblia, aunque hoy no se considera
religiosa. A ella le gustaba jugar con los chicos, estuvo en dos equipos
de baloncesto y siempre organizaba los juegos con sus hermanos (según
su hermana, “nos mandaba”). Higueras anotaba las reglas: por ejemplo, en
el de “los niños en la Luna”, el banco era la nave; uno pilotaba, otro
organizaba el alunizaje y ella iba detrás “con la metralleta”. Su gran
pasión es el teatro. Y los videojuegos
de rol, en los que suele elegir el personaje del mago. “El fundamento
es ir mejorando y resolviendo puzles. Me engancha esa progresión del
personaje ”.
Después de su
encuentro en 1993 con Carmena y de seguirle los pasos al CGPJ, donde se
dedicó a montar servicios judiciales pioneros por España, le ofrecieron
ser asesora del Gobierno vasco en materia de justicia. Pasó ocho años
allí, bajo distintos Gobiernos del PNV, hasta que con la llegada del
Ejecutivo socialista de Patxi López, en 2009, fue nombrada directora de
Justicia. La magistrada Victoria Cinto,
viceconsejera de Justicia con Patxi López, y por tanto jefa directa de
Higueras, destaca sus logros: la puesta en marcha de un servicio de
intermediación hipotecaria en los años duros de los desahucios, similar
al que después nació en Madrid; su implicación en los itinerarios de
reinserción de presos de ETA; su trabajo con menores infractores; su
cualificación en justicia restaurativa y en asuntos de violencia de
género.
De aquí a 50 años,
Higueras imagina una ciudad de Madrid “más habitable, más paseable, más
respirable”. Y defiende que el tráfico de hoy (debido a las obras) y la
incertidumbre ante la próxima restricción de coches en el centro son
hitos necesarios en ese camino. Un viernes de octubre, la acompañamos al
pleno en el que se debate la nueva ordenanza de movilidad. Antes de empezar, Begoña Villacís,
portavoz de Ciudadanos, asegura: “Marta es de las pocas de las que
tengo buena opinión”. Durante el debate, en cambio, su grupo se lanza a
la yugular: “Tenemos un pufo para los próximos años”; y el PP pide a
Carmena que no convierta Madrid “en un búnker de sus experimentos
sociológicos”.
Tras ser aprobada la ordenanza, el portavoz popular, José Luis Martínez-Almeida,
muestra también otro tono: “El trato político con Marta es correcto. Es
una persona razonable, con la que se puede dialogar, a pesar de las
posiciones enfrentadas. Tiende al acuerdo, aunque estos pactos tienden a
no ser ejecutados. No es una política en estado puro, sino de exclusiva
confianza de Carmena. Y ejerce de apagafuegos dentro del grupo de Ahora
Madrid”.
En busca de una voz crítica en los corrillos, nos acercamos a Carlos Sánchez-Mato,
exconcejal de Hacienda cesado por Carmena, y una voz disonante de Ahora
Madrid. Cuando se le pide que valore la gestión de Higueras, arquea las
cejas: “No me corresponde a mí”. Otra de las concejalas cesadas por
Carmena, Celia Mayer,
declinó ser entrevistada sobre Higueras. Pero hay quienes opinan,
dentro de Ahora Madrid, que Higueras podría haber hecho mucho más con
los recursos a su alcance (por ejemplo: de las 4.500 viviendas sociales
prometidas, no se llegará al millar al término de la legislatura), y lo
achacan a su incapacidad para gestionar una superconcejalía y a su
escasa visión política. Quien habla, lo hace solo a puerta cerrada, y
sin nombre: “Es una buena asistente de Manuela. Punto. Su único valor
positivo es la lealtad”.
A Higueras le tocó extinguir uno de los grandes incendios de la legislatura: el Plan Económico-Financiero. Un conflicto similar al que se dio entre Bruselas y Atenas en tiempos de Varoufakis, pero entre el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro —que amenazó con intervenir el Consistorio si no cumplía con el techo de gasto—, y el Ayuntamiento de Madrid. El fuego se llevó por delante
al concejal de Hacienda de Ahora Madrid; Higueras lo sustituyó en la
negociación y se encargó de pactar con el PP la aprobación del plan
(porque varios concejales de su propio grupo se negaron a apoyarlo).
Higueras defiende así su aprobación en diciembre de 2017: “Siempre es
mejor poder hacer algo que no poder hacer nada. Nos iban a intervenir de
verdad”. Lo peor, en cualquier caso, no fue el plan en sí. “Lo duro fue
no poder llegar al acuerdo interno. Esa fractura que se genera ahí”.
A partir de ese
instante, quedaron al aire las costuras de una formación política
heterogénea, justo en el momento en que “la jefa” comenzaba a ser
preguntada si sería de nuevo candidata para las elecciones de mayo de
2019. El pasado septiembre anunció que se presentaría,
pero al frente de una agrupación de electores y no de confluencias.
Este es el modelo creativo del que habla Higueras (y que los críticos de
Ahora Madrid temen que se parezca a la “vieja política”). A la teniente
de alcaldesa se le ha encomendado gestionar este “lío”, así lo define:
“Es una candidatura ciudadana, abierta a todos con independencia de las
siglas a las que estés afiliado”. De momento, se traduce en que recibe
e-mails de todo tipo de personas ofreciéndose para la lista o para
elaborar el programa electoral. El proceso concluirá con unas primarias
(que Carmena bautizó “participadarias”) y los elegidos deberán tener
algo muy claro: “No es posible que dentro de la candidatura haya
personas que no voten la acción de gobierno”.
Es evidente que en
algún momento, quién sabe cuándo, Carmena —que tiene 74 años— decidirá
retirarse. Quizá Higueras salga entonces de la penumbra. Ante la
pregunta, la sombra de Carmena frunce el ceño: “Ser alcaldesa conlleva
una carga de responsabilidad inmensa”, responde. “Pero si la pregunta es
si me presentaría si no está Manuela, sí, me presentaría”.
Poco después vibra un móvil sobre la mesa: “Esta tengo que cogerla, es la jefa”.TITULO: Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - Entevista a Descalificado de la Vuelta ciclista a España por llevar una bicicleta del Ayuntamiento de Madrid,.
Descalificado de la Vuelta ciclista a España por llevar una bicicleta del Ayuntamiento de Madrid / foto.
El ciclista Juanjo Ramiro, del equipo Embutidos Valdivieso, ha sido
descalificado de la Vuelta Ciclista a España de este año al descubrirse
que su bicicleta pertenecía al Ayuntamiento de Madrid. “Estaba cubierta
con pegatinas, pero se veía a la legua que no era de competición”,
señalan desde la organización.
“Desconecté el motorcillo eléctrico”, insiste el descalificado, que no entiende que “un ciudadano español como usted y como yo” no pueda emplear una bicicleta “que es de todos” para participar en una competición de ciclismo.
“¿Es una bicicleta o no es una bicicleta?”, reitera Ramiro, que ya ha
intentado varias veces acceder al circuito profesional de Montmeló con
un coche eléctrico “de esos que alquilas con una app”.
Cosas que debes hacer durante tus vacaciones para que la vuelta al trabajo sea más sencilla
1. Recordar que las vacaciones son la excepción y que tu estado natural es estar trabajando todo el rato.
2. Viajar con González, del departamento de ventas de tu empresa.
3. Ir vestido en todo momento como en el trabajo.
4. Pensar en la vuelta al trabajo constantemente, tanto en la piscina como en las prácticas de submarinismo.
5. No hacer vacaciones.
“Desconecté el motorcillo eléctrico”, insiste el descalificado, que no entiende que “un ciudadano español como usted y como yo” no pueda emplear una bicicleta “que es de todos” para participar en una competición de ciclismo.
Cosas que debes hacer durante tus vacaciones para que la vuelta al trabajo sea más sencilla
1. Recordar que las vacaciones son la excepción y que tu estado natural es estar trabajando todo el rato.
2. Viajar con González, del departamento de ventas de tu empresa.
3. Ir vestido en todo momento como en el trabajo.
4. Pensar en la vuelta al trabajo constantemente, tanto en la piscina como en las prácticas de submarinismo.
5. No hacer vacaciones.
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