TITULO: Domingo -22- Agosto - LIARLA PARDO - Pablo Chiapella ,.
El domingo -22- Agosto a las 18:00 por La Sexta, foto,.
Pablo Chiapella,.
Pablo Chiapella: «Lo que llevo bien de la playa son los chiringuitos»,.
«Me remontaría a cualquiera de los veranos en la que toda la familia estaba junta», sus padres y sus dos hermanos, asegura el actor,.
«¿Cuál fue mi verano azul? Vaya, vaya, esta pregunta tiene trampa, ¿eh? Con esta pregunta te das cuenta de lo mayor que eres», comenta entre risas el actor Pablo Chiapella (Albacete, 1976). «Me remontaría a cualquiera de los veranos en la que toda la familia estaba junta», sus padres y sus dos hermanos. «Nos daba tiempo a todo porque los tres estábamos estudiando, mi madre es maestra y mi padre podía ir y venir según el trabajo que tuviese. Íbamos a la playa, después al pueblo, de acampada...», explica de sus veranos «larguísimos, completísimos y divertidísimos».
«Disfrutaba de la pandilla de Moraira, el pueblo de Alicante donde veraneábamos, después iba a la localidad valenciana de Ayora, donde encontraba la libertad de un pueblo en fiestas con 13 o 14 años y veía a mis primos. De ahí iba a un campamento con otros colegas y terminaba siempre en la feria de Albacete, que empieza el 7 de septiembre», explica. «Era el remate final» para temporadas estivales en las que estaban «todos juntos, todos felices, todos discutiendo, todos riéndonos y todos a una».
A día de hoy, si tuviera que elegir entre costa o interior, Chiapella se iría al monte. «Cada vez llevo peor lo de la playa, las aglomeraciones, la arena, el calor... Llevo bien lo de los chiringuitos». Pero nada comparable al campo: «Irte a bañar al río e intentar alejarte un poco de las aglomeraciones. Cada vez más, la cabra tira al monte». Pero, claro, tiene una hija, Valentina, y «entonces la cosa cambia. Está en edad -tiene 6 años- de encantarle la playa». Aún así, sigue soñando con un verano ideal en el que ir con su familia y gente querida «a una cabaña en los Alpes suizos, donde desconectar de la ciudad, de internet, de las llamadas, del trabajo... y perderme 15 días. ¡Qué maravilla! Sin duda ese sería mi verano ideal. Y si puedo, lo haré», promete.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - Extranjeros en Valencia: Nadine Blaser,.
Extranjeros en Valencia: Nadine Blaser,.
Extranjeros en Valencia: Nadine Blaser,.
Hace diez años dejó Suiza para instalarse en Valencia por amor. Para esta experta en marketing digital la ciudad se ha convertido en el lugar ideal para criar a sus dos hijos,.
Nadine Blaser nació en Basilea (Suiza) y vivió hasta los treinta años en Lucerna. Allí creció, se licenció en Marketing, Comunicación y Eventos y desarrolló una carrera profesional estimulante en el departamento de comunicación de una importante firma relojera. Desde pequeña tuvo contacto con España, pues sus tíos tenían una finca,.
TITULO: Donde viajan dos - En Caleras de la Sierra se ha puesto al frente del Museo de la cal,.
En Caleras de la Sierra se ha puesto al frente del Museo de la cal,.
foto / Manuel se dedicaba a la fotografía publicitaria y gestión cultural en Sevilla.
Un buen día compró con unos amigos una parcela con una casita para rehabilitarla y pasar los fines de semana.
Estaba en Caleras de la Sierra, una pedanía de Morón, Sevilla. Cuando supo que ese terreno pertenecía a una antigua fábrica de cal, le apasionó tanto el tema que dejó su vida en Sevilla y hoy está al frente del Museo de la Cal.
TITULO : Escala
humana - Cuando el silencio es atronador . , Miercoles -18- Agosto ,.
El Miercoles -18- Agosto a las 21:00 por La 2, foto,.
Cuando el silencio es atronador,.
Camino de Santiago: Astorga: 258 kilómetros | Foncebadón: 234 kilómetros | Ponferrada: 208 kilómetros,.
La Maragatería y el Bierzo son el lugar donde el peregrino se despoja de las cargas que arrastra y el universo conspira a su favor,.
En todos los viajes hay un instante que marca la diferencia; cuando los planetas parecen alinearse para dar forma a una experiencia irrepetible y el corazón, el ojo y el cerebro coinciden en una misma longitud de onda. Ese momento se ha producido en la Cruz de Ferro, el punto situado a mayor altitud del Camino Francés, 1.500 metros sobre el nivel del mar. Ha habido que ponerse en marcha una hora antes de la salida del sol para llegar desde Foncebadón y acometer el ritual que miles de peregrinos llevan siglos repitiendo: lanzar la piedra que portaban desde sus casas y que simboliza las cargas que traían consigo y de las que han conseguido despojarse. Acunados por el viento, envueltos en la luz del amanecer. Cada uno dueño de sus propios pensamientos.
A falta de diez días para concluir el Camino es tiempo de hacer balance. Dejamos atrás Astorga sin llagas ni torceduras, una ampolla que conviene no perder de vista y el recuerdo de las agujetas hace tiempo ya enterrado. El Vicks Vaporub obra milagros en los pies, necesitados de hidratación en los senderos polvorientos, y la crema solar vuela entre los expedicionarios. El principal problema de aquí en adelante será reservar plaza en los albergues, ya que el caudal de peregrinos crece a marchas forzadas conforme nos acercamos a Galicia. Un ejemplo. En Foncebadón ocupamos hasta las literas de arriba; incluso hay gente que comparte cama y eso después de implorar un rincón donde tender la esterilla.
El paisaje ha sufrido un cambio drástico. Atrás quedan los trigales eternos, los maizales y los campos de girasoles, y en su lugar la senda discurre por un camino de piedras al pie de los Montes de León entre pinares, carballos y rebollares como el que a las puertas de Rabanal del Camino surge cuajado de cruces, quién sabe si para conjurar a los cuatreros que tiempo atrás desvalijaban a los peregrinos. Territorio de arrieros y de caballeros templarios, de ganarás el pan con el sudor de tu frente. Por cierto, alguien se ha tomado en serio lo de subrayar el sentimiento leonés, porque llevamos kilómetros viendo tachada la palabra 'Castilla' de los carteles con que la Junta señala el itinerario.
Recuperamos fuerzas en Astorga con un contundente cocido maragato -que no sólo de huevos, patatas fritas y lomo adobado vive el hombre- y enfilamos una ruta en suave pendiente por pueblos de piedra que parecen anclados en el pasado. Murias de Rechivaldo, Santa Catalina de Somoza, El Ganso... El campanario de sus iglesias sirve de tarjeta de presentación entre nimbos esponjosos y el aire fresco que se ha levantado. Dan lluvia para hoy. «El universo siempre conspira a nuestro favor», suelta Manuel, un zamorano de Fuente Encalada de Vidriales, que habla de vórtices telúricos y de hitos de la ruta que «te enchufan, igual que una pila». Tornero fresador, espeleólogo, artesano del cuero... Viste pantalones hechos de retazos, como un cubrecama de patchwork, y le acompaña un perro mezcla de galgo, podenco y labrador que atiende al inquietante nombre de 'Anaconda' (uno entiende por qué cuando se levanta sobre sus cuartos traseros, te abraza y atrapa tu brazo derecho con la boca en demanda de cariño). Tira de su dueño con impaciencia, como si las indulgencias se las fueran a dar a él. «A este ritmo, acabo en Santiago en tres días». Me pasa un ungüento de su invención y la contractura de la espalda desaparece. «Manteca de karite, raíz de peonias y esencia de geranio», desvela. Este tipo es un genio.
Coleccionista de itinerarios
Damos alcance a Mariano, un ingeniero de caminos asturiano que descubrió la Ruta Jacobea después de media vida trabajando en el extranjero. Lleva ocho años coleccionando itinerarios como si fueran cromos. El Primitivo, el Francés, la Vía de la Plata, el del Norte... También fue hospitalero en Ponferrada. Después de 16 meses de restricciones pandémicas, carga con dos mochilas, «la que llevo a la espalda y los 6 kilos de barriga que he echado con tanto sofá». Se detiene en cada bar, así que le va a costar desprenderse de esta última. «Vengo siempre que puedo, no porque haya hecho una promesa ni necesite encontrarme a mí mismo. Me gusta la naturaleza y socializar con gente a la que no conozco de nada, que sigue su rumbo como yo el mío».
Foncebadón es una aldea en cuesta dominada por una espadaña que parece que vaya a desplomarse en cualquier momento. Hay dos vecinos empadronados, pero eso no impide que a lo largo de la calle principal -la única- proliferen tiendas, albergues y restaurantes. Desde allí planificamos el asalto a Ponferrada y su castillo templario. Nos separan 26 kilómetros, en su mayoría de bajada criminal con rocas emboscadas para torcer tobillos y triturar rodillas, y pueblos de postal como El Acebo o Riego de Ambrós.
Poco antes está Manjarín, el albergue de Tomás el Templario y de 'Oso', su escudero. 28 años al pie del cañón ofreciendo techo, consuelo y un café de puchero capaz de resucitar a los muertos. Asegura que por sus puertas -ahora cerradas por un problema con el saneamiento- han pasado 65.000 peregrinos, «desde niños a los que sólo faltaban alas para ser ángeles», dice, «hasta enviados satánicos, como los que en 1999 destruyeron la Cruz de Ferro». Las teorías de la conspiración son su fuerte, pero el tiempo se nos ha echado encima. Abajo, en el llano, el río atraviesa Molinaseca. Hundimos los pies en el agua mientras llenan nuestras copas de vino mencía, de godello, otra vez mencía. El paraíso se tiene que parecer a esto.
TÍTULO:
LA MAQUINA DE ESCRIBIR - Esta noche, 'En primera línea - De símbolo de un pueblo a ruina industrial ,.
LA MAQUINA DE ESCRIBIR - Esta noche, 'En primera línea - De símbolo de un pueblo a ruina industrial ,. , fotos,.
El Miercoles -18- Agosto a las 22:00 por antena 3,.
De símbolo de un pueblo a ruina industrial,.
La papelera Echezarreta de Legorreta llegó a contar con más de 200 empleados. Hoy es una ruina industrial. Irati Otamendi dará una charla sobre esta empresa.
un reportaje de asier zalduaLa papelera fue todo un símbolo de Legorreta. Para hacerse una idea del peso que esta empresa tenía en el pueblo, basta recordar que en 1958 Legorreta contaba con unos 1.300 habitantes y en la papelera trabajaban 223 personas. A partir de entonces el número de trabajadores fue bajando y en 2010 la empresa cesó su actividad. Hoy es una fábrica en ruinas. La arquitecta beasaindarra Irati Otamendi Irizar escogió esta fábrica para su proyecto de fin de carrera y ahora está preparando su tesis doctoral sobre el patrimonio arquitectónico industrial de la comarca del Oria. El jueves, a las 19.30 en el ayuntamiento de Legorreta, impartirá la conferencia La industrialización en Legorreta, más que papel.
Otamendi explica que su padre trabaja en el Ayuntamiento de Legorreta y fue el que le propuso hacer un trabajo sobre la papelera para el proyecto de fin de carrera. En aquella época se estaba estudiando la ampliación de Goierri Eskola y esta arquitecta propuso aprovechar la papelera.
Legorreta no había sido para ella más que un lugar de paso, pero desde entonces se ha convertido en su segundo pueblo. No en vano, el edificio de la papelera y su historia le cautivaron. La empresa la abrió el ezkiotarra Juan José Echezarreta, en 1902. Para antes de que estallara la guerra contaba ya con más de 100 trabajadores. Echezarreta murió en 1941 y el relevo lo cogieron sus yernos. Uno de ellos era navarro y trajo muchos trabajadores de Navarra. A partir de 1973 el número de empleados fue bajando y en 2004 pasó a manos de La Salvadora. Esta tentativa solo duró un año. En 2009 la papelera Amaroz se trasladó a Legorreta, pero en 2010 dejó de producir.
Arquitectura Pero a Otamendi, como arquitecta que es, lo que más le apasiona es el edificio en sí. "En los edificios de la empresa se puede ver la evolución de la fábrica desde 1902 hasta nuestros días. Además, Echezarreta construyó un barrio para los trabajadores. Este barrio ocupa una buena parte del casco urbano de Legorreta. Son casas construidas siguiendo el modelo Ciudad Jardín. Los empresarios daban mucha importancia a la arquitectura y la utilizaban con un objetivo concreto. En el caso de Legorreta, como en muchos otros, con las oficinas pretendían dar imagen de modernidad y las casas de los trabajadores son más clásicas".
A Otamendi le da mucha pena ver en qué estado se encuentran las oficinas y los pabellones de la empresa. "Uno de los objetivos de la conferencia es concienciar a la gente acerca del valor de estos edificios. La parte que está junto al río es de la Diputación: el edificio de las oficinas está protegido, pero los pabellones serán derribados. La otra parte está en manos privadas. En relación con las oficinas, no hay prevista ninguna intervención. No sentimos ningún aprecio por nuestra arquitectura industrial. No hay más que ver lo que está pasando con la empresa Olaran de Beasain. Es una guerra perdida".
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