TITULO: Documaster -¿Se puede beber un vino de 1806 valorado en 350.000 euros? ,.
¿Se puede beber un vino de 1806 valorado en 350.000 euros? ,.
Una botella bicentenaria acabó disparando su precio por un accidente,.
La joya de la corona robada en la bodega de Atrio era una botella de Chateau d'Yquem de 1806 que había sobrevivido a las Guerras Napoleónicas, dos guerras mundiales y un accidente que casi echa a perder el vino, pero que acabó por disparar su valor hasta los 350.000 euros.
Poco después de ser adquirida en una subasta londinense, la botella se rompió, pero José Polo y Toño Pérez lograron salvar su contenido, que fue reembotellado en la casa original de Burdeos. Allí el dueño de la bodega probó el vino y certificó que estaba en condiciones. ¿Se puede beber un vino de más de 200 años?
«En este caso, por tratarse de un blanco dulce, su capacidad de guarda es casi ilimitada», explica el distribuidor François Passage. En el caso de los tintos la vida útil es más corta. «Los Burdeos de grandísimas añadas pueden llegar a alcanzar los 70 u 80 años, pero en las añadas más discretas su plenitud no suele durar más de 30 años».
TITULO: Al Médico - El San Pedro de Alcantara contará con camas de psiquitría infantil,.
El San Pedro de Alcantara contará con camas de psiquitría infantil,.
La apertura de este recurso será pionera en la región,.
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La hospitalización psiquiátrica de menores parece ser uno de los caballos de batalla de los servicios de salud mental. «En la comunidad autónoma no hay una hospitalización de menores, es la eterna promesa, se supone que va a estar ubicada en Badajoz y es de ámbito comunitario pero no se acaba de abrir», señala Julia García White, etc,.
TITULO: Tarde de café - Las profecías,.
Tarde de café - Las profecías, fotos.
Las profecías,.
Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Y tanto hemos pedido la llegada del meteorito que al final llega: dice J. J. Benítez que en 2027 caerá uno de tal tamaño que provocará 1.200 millones de muertos en 48 horas. Pues que empiece a sonar el preludio de 'Tristán e Isolda', como en la película de Lars von Trier:
si hemos de morir, hagámoslo al son de Wagner. Pero, con la suerte que tenemos, seguro que suena alguna canción de Kiko Rivera y la catástrofe se convierte en la gala de coronación de Miss Orejilla del Sordete.
Desde hace tiempo tenemos la sensación de vivir en la antesala de una tragedia. Será porque nos hemos acostumbrado a levantarnos con una reunión en la agenda y una hecatombe en el horizonte por lo que nos hemos hecho adictos al apocalipsis, al gran final, hasta el punto de que las desgracias cotidianas se nos han quedado pequeñas: el desastre del Mar Menor, el calentamiento global, las pateras que llegan a nuestras costas y la desigualdad social ya nos parecen minucias. Hasta el coronavirus se nos empieza a antojar una nadería. O viene algo gordo de verdad, o ni nos levantamos del sofá, que a las profecías pequeñas, a las de andar por casa en bata y zapatillas, les hacemos el mismo caso que les hacíamos de niños, es decir, ninguno: si no estudias no vas a aprobar, si te acuestas con el pelo mojado te vas a constipar, si no vienes a tu hora te voy a castigar, si corres a lo loco te vas a caer, si sigues comiendo dulces te vas a poner malo de la barriga. Los padres siempre anunciando desastres. Pájaros de mal agüero, como Benítez. A pesar de ello, dice el tío que espera equivocarse y que no suceda nada de lo presagiado. Bueno, mira, yo ya no sé ni lo que prefiero.
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