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REVISTA FARMACIA - La leche materna podría ser una herramienta útil para el diagnóstico precoz del cáncer de mama,.
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La leche materna podría ser una herramienta útil para el diagnóstico precoz del cáncer de mama,.
Investigadores del VHIO han demostrado que la leche materna de las pacientes diagnosticadas en el embarazo o el postparto, las cuales suelen tener un mal pronóstico, tiene ADN tumoral circulante, lo cual podría ser útil para una detección temprana de la enfermedad,.
Durante el embarazo y la lactancia, la mama sufre una serie de cambios fisiológicos que provocan que, mediante las pruebas de diagnóstico convencionales del cáncer de mama, como la mamografía o la resonancia magnética, ésta sea mucho más difícil de interpretar. A eso cabe añadir que, en España. los programas de screening con mamografía para detectar de forma precoz este tipo de tumor se realizan a mujeres que han alcanzado los 50 años, pero habitualmente la edad de maternidad es inferior.
Así las cosas, es frecuente que, en el caso de las pacientes de cáncer de mama embarazadas o en el postparto, el diagnóstico se produzca en estados más avanzados de la enfermedad, lo cual, unido al hecho de que en occidente se ha observado un retraso cada vez más significativo de la edad en la que las mujeres se quedan embarazadas y a la evidencia de que biológicamente los tumores en el postparto son más agresivos, se traduce en un peor pronóstico de estas pacientes.
Ante esta realidad, son necesarias nuevas técnicas de detección precoz del cáncer de mama que resulten eficaces a la hora de identificar estos tumores entre esta población.
En este contexto, la doctora Cristina Saura, jefa de la Unidad de Mama del Hospital Universitario Vall d'Hebron y del Grupo de Cáncer de Mama del Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO), recibió en su consulta a una paciente con cáncer de mama diagnosticado durante su tercer embarazo que, preocupada por si podía haber transmitido la enfermedad a su segunda hija a través de la leche materna durante la lactancia, que se había prolongado hasta poco tiempo antes de la detección del tumor, proporcionó a la doctora una muestra de leche materna que tenía guardada en su congelador, que había sido recogida año y medio antes de recibir el diagnóstico de cáncer de mama.
En la leche hay mutaciones del tumor
"Sabíamos que no era posible transmitir la enfermedad a través de la leche materna, pero al analizar esa muestra de leche fuimos capaces de encontrar las mutaciones que estaban en el tumor ya en esa muestra, 18 meses antes del diagnóstico, y eso hizo que se nos encendiera la bombilla y nos planteáramos la posibilidad de usar la leche materna para el diagnóstico precoz", explica la doctora Saura,
Así pues, un equipo de VHIO, liderado por la doctora Saura y la doctora Ana Vivancos, jefa del laboratorio de Genómica del Cáncer del VHIO, puso en marcha una investigación que ha permitido demostrar por primera vez que la leche materna de las pacientes con cáncer de mama contiene ADN tumoral circulante, es decir ADN del tumor, con sus mismas mutaciones, de manera que mediante un biopsia líquida de la leche materna es posible detectar ese ADN y, por lo tanto, podría convertirse en una nueva herramienta para diagnosticar esta enfermedad de forma precoz en el postparto.
Sobre esta investigación, Saura recuerda que "se recogieron muestras de sangre y leche materna de 15 pacientes diagnosticadas durante el embarazo o el postparto y se analizaron para comprobar que en 13 de estas muestras de leche se encontraron las mismas mutaciones que aparecían en el tumor, en un caso hasta seis meses antes del diagnóstico, mientras que en solo una de las muestras de sangre se detectó el ADN circulante". Las dos únicas muestras de leche en las que no se pudo detectar la mutación se habían recogido en las primeras horas de lactancia, es decir que eran calostro, de manera que los investigadores deducen que no había pasado aún el tiempo suficiente para que el ADN tumoral se hubiera podido liberar en la leche, razón por la cual se optó, desde entonces, por tomar las muestras al menos dos semanas después de iniciar la lactancia.
Más eficaz que la biopsia líquida en sangre
Al respecto, la doctora recuerda que "si bien la biopsia líquida ya se usa en sangre desde hace mucho tiempo en múltiples tumores y tiene utilidad para encontrar mutaciones presentes en los mismos, eso es siempre para pacientes con tumores metastásicos, sin embargo lo bonito de este proyecto es que, aunque la muestra de sangre sea negativa y el tumor sea aún muy pequeñito, somos capaces de detectar las mutaciones presentes en la leche, porque el ADN del tumor se libera de forma directa y la cantidad de ADN es mucho mayor en la leche que en la sangre y por eso podemos detectar la enfermedad tan pronto y eso, en el futuro, podría ser útil para el diagnóstico precoz del cáncer de mama en el postparto".
Llegados a este punto, los investigadores dieron un paso más para poder aplicar la biopsia líquida de leche materna como una técnica de diagnóstico precoz. "Cuando tú tienes a una mujer diagnosticada de cáncer de mama, puedes coger el tumor, hacer un panel de genes, en el que ves todas las mutaciones que tiene ese tumor, y a partir de ahí, sabiendo las mutaciones que tiene ese tumor, las puedes ir a buscar a la leche y confirmar si ésta las tiene o no, pero cuando esto lo queremos aplicar para el diagnóstico precoz, es necesario encontrar las mutaciones en la leche antes de saber las que tiene el tumor", señala la doctora Saura, y para ello los investigadores han desarrollado un panel de genes que incluye las mutaciones más frecuentes que aparecen en cáncer de mama en mujeres de edad joven, menores de 45. "Hemos diseñado un panel en el que hemos incluido las 54 mutaciones más frecuentes en esta población para ir a buscar en leche de mujeres sanas si aparece alguna de estas mutaciones", indica la doctora.
Posibilitar el diagnóstico precoz
Sobre dicho panel, la doctora Vivancos comenta que "en el laboratorio, en un primer momento lo que hicimos fue desarrollar las herramientas para poder trabajar con el ADN obtenido en la leche materna y su posterior análisis y ello requería la secuenciación del tumor, pero a continuación tuvimos que desarrollar un test, un panel de genes, que, sin necesidad de tener que haber secuenciado el tumor previamente, nos permita trabajar antes incluso de tener conocimiento de la existencia de enfermedad. Así es como se desarrolló el panel de genes, gracias al cual es posible "secuenciar la leche materna de las pacientes y si hay un tumor, la probabilidad de que tenga alguna de las mutaciones contenidas en el panel es superior al 95%".
En definitiva, como pone de relieve la doctora Saura, "el diagnóstico precoz contribuye a aumentar la supervivencia de las pacientes, ya que cuanto antes diagnosticas un tumor, más probabilidades tienes de curarlo", sin embargo, en el contexto "de las mujeres que aún no hacen ningún programa de cribado, como lo son la mayoría de las que se encuentran en el periodo del embarazo y postparto, todos los tumores que detectamos ya dan síntomas y eso ocurre cuando los tumores suelen ser más avanzados", mientras que "esta nueva técnica daría una oportunidad de detectar el cáncer de mama cuando aún es pequeño y asintomático a través de una muestra de leche materna, técnica que no es nada invasiva, y para una población como son las mujeres en el postparto".
Nuevo estudio para confirmar
Tras estos primeros resultados esperanzadores, el objetivo de la investigadores ahora es llevar a cabo un estudio con el objetivo de recoger muestras de leche materna y sangre de 5 mil mujeres sanas a nivel mundial que se hayan quedado embarazadas con 40 años o más o bien de cualquier edad que sean portadoras de mutaciones que aumenten el riesgo de sufrir un cáncer de mama, a las que también se les haría una ecografía, con el fin de confirmar la utilidad de la biopsia líquida de leche materna como una nueva herramienta de detección precoz del cáncer de mama en el postparto. "Nuestro objetivo o sueño sería poder hacer algo similar a la prueba de talón", indica Saura, quien al respecto explica que "a todos los recién nacidos, antes de salir del hospital, se les recoge una muestra de sangre para descartar metabolopatías severas y trabajamos para ver si, de la misma manera, es posible recoger una muestra de leche para descartar un cáncer de mama".
TITULO: CAFE, COPA Y Documental - Día Internacional de la Mujer "Ser mujer en México es salir a diario con miedo": el significado del 8M para seis jóvenes mexicanas,.
Día Internacional de la Mujer "Ser mujer en México es salir a diario con miedo": el significado del 8M para seis jóvenes mexicanas,.
- El 66 % de mujeres asegura haber sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida,.
- Unas 50.000 han salido este Día Internacional de la Mujer a la calle para exigir justicia,.
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Las marchas por el 8 de marzo en la Ciudad de México han vuelto a chocar contra el muro de metal levantado para proteger el Palacio Nacional, donde vive y despacha el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Este y otros edificios históricos, así como monumentos y algunos comercios, estaban vallados para protegerlos de las manifestantes.
Ha habido algunos altercados, sobre todo al final de la jornada, que termina con un saldo preliminar de 12 heridos, nueve civiles y tres mujeres policías, de las 3.000 que vigilaban las movilizaciones. Algunas agentes incluso se han sumado por momentos a la protesta. Es una de las imágenes que, más allá de las pintadas, las llamas y los vidrios rotos, deja este día en el que 50.000 mujeres, una cifra histórica, han salido a la calle para exigir a las autoridades que pongan fin a la violencia hacia ellas.
En México matan a diario a 10 mujeres, lo que supone que en apenas tres años de gobierno de López Obrador han sido asesinadas más de 10.000. En menos de un tercio de los casos se considera, sin embargo, que fueron feminicidios. Es decir, que las mataron por ser mujeres.
Para entender lo que significa ser mujer en México hoy en día, hablamos con seis veinteañeras que nos explican cuáles son sus motivos para participar en esta jornada reivindicativa. Todas ellas salen a la calle con miedo de no volver a casa, van siempre acompañadas y se comunican entre ellas o con sus madres constantemente. La mayoría ha sufrido acoso o algún tipo de violencia, varias de ellas conocen a alguna víctima de feminicidio y, en el caso de Naila, la asesinada fue su madre.
Karime, una joven de 23 años indignada por los feminicidios
Se presenta como Karime, a secas. No quiere dar su apellido por temor a represalias. No precisa de qué tipo. Tiene 23 años y cubre su rostro con el pañuelo verde en apoyo al derecho al aborto, recientemente reconocido en México por la Corte Suprema de Justicia, aunque todavía pendiente de aplicar en la mayoría de los 32 estados del país. Este 8 de marzo, precisamente, se ha sumado uno más, Sinaloa.
"Vine al 8 de marzo para protestar por los actos machistas, para que los feminicidios disminuyan" sentencia esta joven que lamenta que las autoridades se preocupen más por cuidar de los monumentos que de ellas. Tiene detrás las vallas que protegen el Palacio Nacional y tiene en mente las palabras de su inquilino.
El presidente mexicano, López Obrador, no ha dejado de advertir en los días previos al 8 de marzo de que había grupos organizados para sembrar el caos, asegurando además que estaban infiltrados por la oposición de derechas para, según él, dañar a su gobierno.
Esta postura, además de a Karime, ha indignado a muchas otras mujeres, que agradecerían que el mandatario dedicara el mismo tiempo a condenar la violencia que ellas sufren.
Naila perdió a su madre por "una bala perdida"
"Yo soy Naila". Es la carta de presentación de esta veinteañera que quiere "alzar la voz en nombre de las que ya no están". Y una de las que ya no están es su madre. "Estoy aquí protestando por el feminicidio de mi madre, Julia, que murió a sus 40 años por una bala perdida".
México es un país lleno de madres que buscan justicia para sus hijas. Madres que no pudieron acabar la secundaria y ahora estudian leyes para lograr encerrar a los asesinos de sus hijas. Madres que lo abandonan todo para recorrer el país siguiendo el rastro de sus hijas, buscando literalmente hasta debajo de las piedras. En México hay más de 25.0000 mujeres desaparecidas.
Y están casos como el de Naila. El de hijas que luchan por sentar en el banquillo al que considera culpable de la muerte de su madre, un excomandante de la policía de Ecatepec al que apodan el Porkys.
Alexia: "Estoy aquí porque parece que solo así nos escuchan"
"Estoy aquí porque parece que solo así nos escuchan". La de Alexia es la misma impresión que tienen muchas mujeres mexicanas, decepcionadas con un Gobierno que prometía transformar el país, pero parece ignorar sus reclamos.
López Obrador es poco partidario de las políticas dirigidas únicamente hacia las mujeres y defiende que la mejor forma de acabar con las brechas, y la violencia machista, es a través de sus programas sociales, que benefician tanto a hombres como a mujeres. Son su principal apuesta para reducir la pobreza y la desigualdad en el país.
El mandatario mexicano dedica dos horas diarias a divagar sobre los temas más diversos en sus conferencias de prensa matutina, pero rara vez habla de las mujeres y de lo que significa serlo en México.
Se lo explica Alexia, que no sale de casa si no es acompaña de su madre: "Es difícil caminar sola, con miedo, estar a las vivas (pendiente) de quien te viene siguiendo. Llevo además, de manera muy disimulada, un Taser (para dar electrochoques) por si alguna vez, dios no lo quiera, lo llegase a ocupar (necesitar)".
Liliana protesta contra la impunidad de los abusadores
A sus 20 años, ha salido a protestar para "exigir justicia por todos los que han denunciado a sus abusadores y aún no se ha hecho nada". La impunidad en México para muchos delitos es casi total. Más del 90 % de los casos no se resuelven y eso explica tanto los niveles de violencia en el país como que muchas mujeres no se molesten o no se atrevan a denunciar.
En el segundo semestre de 2020, el 98,6 % de los casos de violencia que sufrieron las mujeres mayores de 18 años no se denunciaron. Muchas se siente completamente desamparadas.
"Ser mujer en México es salir a diario con miedo a las calles. Tener que estar avisando a todos tus familiares con quien estas, en donde estas por miedo a que pase algo" concluye Liliana
Ana, víctima del acoso
Su testimonio es tajante. "Yo solamente quiero decir que tengo una hermana pequeña y que quiero que ella no pase por las cosas que yo he tenido que pasar y por las que estoy aquí". Ana es parte del 66 % de mujeres en México que asegura haber sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida.
En su caso, dice haber sufrido acoso desde la primaria hasta ahora. Otro espacio que Ana señala como "no seguro" es el transporte público. Según un estudio de ONU Mujeres de 2019, en la Ciudad de México el 96 % por ciento de las mujeres dijo haber sido víctima al menos una vez de agresiones verbales, contacto físico forzado o persecución en el metro o en el autobús. Por ello, muchas mujeres deciden usar una vestimenta más discreta si van a usar el transporte público.
Pensando de nuevo en su hermana pequeña, Ana termina explicando que no quiere que nadie le diga a ella que no puede ser algo porque ese algo es para hombres o que se tiene que comportar de determinada manera por ser mujer. "Ya no".
Sua, un silencio desgarrador
Igual de escueto que su nombre es su testimonio. Sua calla más de lo que dice por necesidad. Cada palabra parece desgarrarla hasta que rompe a llorar.
"Estoy aquí porque soy mujer y sé lo que significa serlo, sé lo que es avisar para que llegues, sé lo que es tener a una madre preocupada por ti para que llegues. Sé todo lo que conlleva y entonces yo no quiero que otras mujeres pasen lo mismo", cuenta.
Balbuceando alcanza a pronunciar su última frase: "Por eso se lucha porque no queremos que otras niñas pasen por lo que pasamos nosotras o nuestras mamas o nuestras abuelas pasaron" Y termina con un "gracias" antes de correr a abrazarse con sus amigas, que saben perfectamente qué es eso que Sua no ha querido preguntar y que a nosotros no se nos ocurre preguntar.
En el Madrid del ecuador de los noventa, cuando de la Movida parecía que había pasado un siglo y en la escena internacional el grunge se preparaba para cederle el testigo al britpop como subgénero hegemónico, brotaron como flores del bien varios cantautores a los que los medios de comunicación se apresuraron a hilvanar dentro de una generación. Ahí estaban, entre otros, Pedro Guerra, Ella Baila Sola, Rosana, Tontxu e Ismael Serrano. Pero el primero en darse a conocer y en editar un disco fue Javier Álvarez (Madrid, 1969), el más personal y maldito de todos ellos. Y, quizá, el más brillante. Lo descubrió un cazatalentos cuando cantaba en el Retiro, donde empezó a actuar tras estrenarse en la estación de metro cercana a la casa paterna. Al cabo de tres décadas, el músico aclara si aquello fue una generación real o un mero invento periodístico: «Ambas cosas», razona. «La industria apoyó una especie de necesidad social de lo acústico. Llevábamos bastante tiempo de música plastificada, veníamos de los ochenta, y de repente fue como si se necesitara algo más “esencial”. El primer disco que se publicó de aquella “generación” fue el mío. El de Pedro Guerra, del que me hice muy amigo, fue el segundo. Y luego, cronológicamente, llegaron Ella Baila Sola, Rosana e Ismael Serrano, que pertenece a una corriente de cantautores más clásica». Cantautores entre los que él nunca se identificó: «Me propusieron una gira con Ella Baila Sola, Rosana y Pedro Guerra, y dije que ni de coña. Estaba muy cansado de la etiqueta de cantautor. Cuando me preguntaban en las primeras entrevistas sobre los cantautores, yo decía «mi cantautor favorito es Michael Jackson» y la gente se llevaba las manos a la cabeza. Pero es que era un cantautor, de funk, soul, pop, lo que quieras, pero un cantautor. Y yo vengo de ahí, del pop sajón, porque mi colección de discos es muy ecléctica y encuentras de todo». Ahora, Javier Álvarez se hace llamar já (las iniciales de su nombre y apellido en minúscula). ¿Significa eso que reniega del pasado? «En absoluto», niega contundente, «ni me arrepiento de nada en lo más mínimo. Hay cosas maravillosas y otras no tanto, pero de ellas se aprende. Se trata de una evolución, de caminar. Lo único que me interesa del pasado es celebrar. Soy mucho más del presente. Y el futuro es para ilusionarme».
Popularidad repentina
A ningún otro de aquella discutible generación le pesó tanto la repentina popularidad como a él: «No me dio tiempo ni a imaginármelo. Era un filólogo que dejó la carrera en quinto curso por la guitarra y me fui a cantar a la calle, sin ninguna experiencia. Grabé una demo y lo petó. Fue venirme todo de golpe en poquísimos meses y triunfar absolutamente. No me dio tiempo a digerirlo. Y asumo que en todos estos años me lo he puesto muy difícil a mí mismo; no he contribuido a la expansión de mis canciones. He sido poco radiado. A partir del tercer disco, dejo de sonar en canales masivos». Aquello fue a raíz de la canción «Padre», incluida en su disco «Tres» (1999), un cóctel de transgresión e ironía: «Soy pajillero, maricón y drogadicto, / bakalaero, okupa, rojo, puta y bizco, / punki, negro y de Alcorcón. / […] Y además no creo en Dios. / Absolución»). «Sí, eso es lo que se publicitó, y tiene algo que ver, pero no fue exactamente así», aclara. «Porque esa canción era punki, pero en realidad había un problema editorial. Utilizamos un montón de referencias discográficas de diferentes tipos y la compañía se acojonó. Eso retrasó la publicación y fue el problema político que hizo que ni siquiera lo tocara en vivo. Solo hicimos un concierto en el Espárrago Rock. Estamos hablando del 99. Toda mi carrera, salvo con los dos primeros discos, he estado en el underground».
Le pregunto entonces si este parón de un lustro, desde la publicación de su último disco, «10», tiene algo que ver con el vértigo que aún arrastraba de aquellos primeros años, el miedo a la exposición: «Sí. Lo que me pasó al principio fue tan heavy que he tardado todo este tiempo en limpiarme por completo». No habla por hablar: ha estado recibiendo terapia durante muchos años, «de 1996 a 2015», precisa, y llegó a verle el rostro al diablo: «Tuve dos brotes psicóticos tan graves como de ingreso en un psiquiátrico, y el tercer ingreso fue para una desintoxicación de adicción a sustancias y a una vida desordenada. Disfruté muchísimo, me reí un huevo, pero era un despropósito total, estaba intoxicado. El apoyo profesional y familiar, el amor, fue fundamental para salir. Y también el de pareja. He tenido tres parejas, una chica y dos chicos, aunque ahora mismo estoy solo y encantado. Pero han sido amores muy importantes y me ayudaron en todos los aspectos. Aunque», advierte, «lo más importante es la voluntad. Dejar una mala vida y recuperarse depende absolutamente de uno. Esa fue mi manera de salir de la oscuridad. Ahora estoy en mi mejor momento. Llevo ocho años en mi centro».
Pero ¿qué es lo que ha estado haciendo Javier Álvarez/já en estos cinco años? «Inspirarme», contesta, tajante. «En esta época «ruidística» me parece que la contemplación y el silencio y la meditación son absolutamente necesarios». Y adelanta que ya tiene material para un nuevo disco: «Tengo canciones suficientes para grabarlas y hacer un disco en cualquier momento». Sus dos primeros trabajos dejaron algunos clásicos, «La edad del porvenir», «Piel de pantera» y «Sunset Boulevard», ¿dispone en la recámara de munición de ese calibre? Asiente: «Lo digo con toda la humildad, pero sí. Creo tener cinco joyas tipo “Sunset Boulevard”. Aparte», añade, «tengo todo mi catálogo por renegociar y, por qué no, reinterpretar, y muchas ganas de estar otra vez en la primera división. Si vuelvo, esta vez estoy dispuesto a hacer concesiones». Y termina adelantando un interesante proyecto audiovisual: «Estoy escribiendo un balance de toda mi carrera. Mi biografía, de alguna manera. Y me la imagino en una serie. Veremos».
A lomos del porvenir
Javier Menéndez Flores
Deja caer los párpados e imagina que el Retiro es el Madison Square Garden sin techo y gratis total. Allí, hace ya demasiado pero tampoco tanto, un muchacho que se llamaba Javier, y cuyos apellidos no le importaban a nadie, practicaba toreo de salón con una guitarra. Agarrado a ese capote de seis cuerdas, componía hermosas figuras con la voz y tenía el don de distinguir, entre la farfolla de los asuntos cotidianos, esa perla valiosísima que aguarda a todo cazador paciente. Pasar de aquello a la gloria en un segundo y medio sucede tan sólo en los sueños y en las películas, y sin embargo él lo vivió. Abrasadoramente. Acababa de aterrizar, con estruendo de flores más poderosas que cualquier sable, la edad del porvenir.
Provisto ya de apellido, cambió de escenarios y su imaginación alada empezó a sonar en las casas más diversas. Incluso en aquellas con cuyos habitantes jamás se habría tomado una cerveza. Bienvenidos al reino de la popularidad, con su careta de payaso y su trasfondo de guadaña. Os juro que en el paseo de la Castellana podías cruzarte con panteras amenazadas mientras una princesa, en una plaza cualquiera, decidía echar el cierre y partir hacia la eternidad. Y no había fiesta en la que no creyeras ver a la hija descarriada de Gloria Swanson travestida de Norma Desmond, por más que estuvieras en la fiera Malasaña y no en «Sunset Boulevard».
La vida fue un caramelo dulcísimo hasta que los compromisos, férreos brazos de titán, se empeñaron en apresar sus alas de pájaro pedestre y cariaron hasta la última ilusión. Y Javier entendió, como si le disparasen en la cara, aquello de que hay que tener mucho cuidado con lo que deseas, porque quizá lo acabes logrando. Y la luz se fundió a un negro sin matices. Porque cuando es en exceso potente te ciega, y es entonces cuando tropiezas, cuando caes, cuando naufragas sin remedio.
Un día te bajas de un tren en marcha y dejas que ante tus ojos pasen otros, muchos, y te niegas a subirte a ninguno con la terquedad del niño que se resiste a terminarse la cena. Los ves pasar y no haces nada, absolutamente nada, como si lo que tuvieras delante fuese un mar vencido y no un catálogo de oportunidades. Porque resulta que, en contra del axioma tan extendido, hay hombres que no tienen precio. Y evitas las multitudes como si pudieras contagiarte de la peor de las enfermedades. Eres una sombra que busca el amparo de las sombras, un fugitivo de sí mismo.
(De tanto reírme, hasta el delirio, he conocido el reverso de la alegría y he dormido desnudo en todas sus mazmorras. Sé lo que es viajar más allá de los confines humanos, donde habitan monstruos inenarrables y el sol está proscrito. Me han arrancado el corazón con una garra de fuego y le he aguantado la mirada a un tal Belcebú, que sonreía como una hiena y poseía la belleza más letal a la que me haya enfrentado nunca. Padre, absuélvame, ¿no ve que no tengo más culpa que la de ser intensamente fiel a la naturaleza que me fue otorgada?).
Han pasado treinta años y cinco millones de noches, cien huracanes y cien guerras, y he decidido que quiero volver. Javier acaba de subirse al tren y, antes de sentarse, observa unos segundos a un muchacho que está de pie en el andén, inerte, y la piel de todo el cuerpo se le encrespa cuando advierte que tiene su rostro. Pero el tren arranca y, a medida que se aleja, el muchacho se transforma en una mancha indistinguible. Y sientes, como una inyección de alivio, que cuanto dejas atrás no es más que una foto amarillenta y una decisión desafortunada.
Ha llegado, por fin, el porvenir.
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