Alemania ha
dado un paso más en la transición energética impulsada bajo el mandato
de Angela Merkel. La ciudad de Hamburgo inaugura este lunes en Wertle, cerca de la frontera noroeste de Alemania con los Países Bajos, la primera planta del mundo capaz de producir queroseno no contaminante, un hito en la industria de la aviación que representa el 3,5 por ciento del cambio climático, según el Centro Aeroespacial Alemán,.
Atmosfair,
una organización sin fines de lucro de Berlín que promueve y opera
proyectos de protección climática, opera esta nueva planta en la Baja Sajonia,
y espera producir ocho barriles al día de queroseno sintético neutro en
CO2 al día, suficiente para llenar un pequeño avión de pasajeros, pero
muy por debajo de los 2.300 millones de barriles consumidos en 2019 por el sector de la aviación. La compañía aérea Lufthansa se ha convertido en el primer cliente de este innovador combustible ecológico
que podría convertirse en el combustible del futuro ya que no requiere
grandes modificaciones técnicas en la aeronave y, sobre todo, eliminaría
la emisión de gases contaminantes.
Este
proyecto es sumamente importante porque el sector de la aviación, que
no puede dejar el combustible líquido y pasar a propulsores eléctricos,
como sí sucede con otros sectores del transporte. Al mismo tiempo, el
desafío de fabricar aviones grandes que funcionen con baterías es
enorme. “La era de la quema de carbón, petróleo y gas natural está llegando a su fin”,
dijo la ministra de Medio Ambiente de Alemania, Svenja Schulze, en una
ceremonia de inauguración de la nueva planta. “Nadie quiere renunciar al
sueño de volar. Es por eso que necesitamos alternativas al queroseno
convencional que daña el clima“.
La central se alimentará con una
planta de biogás, que produce metano y CO2 en concentraciones
relativamente altas. En lugar de liberar el CO2 a la atmósfera se
utilizará como materia prima para el queroseno sintético. Por otro lado
se producirá hidrógeno a través de un proceso de electrólisis con
energía generada por cuatro parques eólicos. El hidrógeno se
combinará con el dióxido de carbono para producir petróleo crudo, que
luego se podrá refinar en combustible para aviones. Quemar ese queroseno
sintético liberará a la atmósfera de la cantidad de CO2 que se elimina
en la fase previa para producir el combustible, lo que lo convierte en
“carbono neutro”.
Atmosfair quiere
demostrar es que este proyecto es tecnológicamente factible y si llega a
consolidarse la demanda también será económicamente viable. Este punto
será determinante para su éxito, ya que inicialmente, el precio del
queroseno sintético producido en Werlte será mucho más alto que el del combustible para aviones convencionales.
Móstoles, pionera
Madrid se convirtió en 2019 en la ciudad pionera en este campo al abrir en Móstoles
la primera planta experimental del mundo capaz de convertir el agua en
combustible para la aviación, un proyecto gestionado por el instituto
Imdea de Energía. Se trata de una alternativa más sostenible que las
usadas hasta ahora, como los bioetanoles para los que se necesitan
campos de cultivos de soja, por ejemplo, y que compiten con la
producción alimentaria. Esta mezcla de agua, calor y CO2 reduce la
emisión de cualquiera de los combustibles utilizados hasta ahora en
aviación en un 90%.
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