domingo, 11 de octubre de 2015

EL AJEDREZ - LA NIÑA, UNA ESPECIE DESPROTEGIDA,. / EL JUEGO DE LA OCA - EL AMOR Y LA AMISTAD SON SENTIMIENTOS REDENTORES,.

TÍTULO: EL AJEDREZ - LA NIÑA, UNA ESPECIE DESPROTEGIDA,.

Una niña del Estado islámico de Gummi (Nigeria) mira a la cámara tras su pizarra escolar. EL AJEDREZ - LA NIÑA, UNA ESPECIE DESPROTEGIDA, fotos.

La niña, una especie desprotegida

Una niña del Estado islámico de Gummi (Nigeria) mira a la cámara tras su pizarra escolar. 
  • Resultat d'imatges de EL AJEDREZMientras se celebra su Día Internacional, millones de menores viven hoy marginadas e indefensas ante el machismo dominante,.

    Las adolescentes son una especie en riesgo de extinción, al menos para el conocimiento público y las agencias dedicadas a la cooperación internacional. Esta afirmación se puede leer en ‘The Power of the Adolescent Girl: Vision for 2030’, un informe de Unicef que advierte de la marginación sufrida por las jóvenes de entre 10 y 19 años, que solo reciben dos centavos de cada dólar que se invierte en desarrollo. El Día Internacional de la Niña recuerda este año que las 600 millones de jóvenes del mundo representan un gran potencial y destaca su capacidad para el liderazgo y el cambio social, pero también suponen la muestra más palpable de que la discriminación por razón de género aumenta y el acceso restringido a la formación es una de esas maneras de impedir la igualdad. «Los hombres valen más», asegura Amelia Susana Cruz, una joven guatemalteca. «La educación es para los niños porque las muchachas se van a casar, se ocuparán de los quehaceres de la casa y se quedarán embarazadas».
    La ONG Plan Internacional impulsa la campaña Girl4President para revertir el flagrante abandono institucional y, en dicho marco de actuación, ha hecho posible que esta joven latinoamericana, de 15 años y habitantes de una comunidad rural, exponga su realidad cotidiana en el Congreso de los Diputados. «En mi país es peligroso ser niña», confiesa, y añade que la falta de comunicación con los padres acentúa la indefensión. «No se habla de sexo ni de reproducción por vergüenza, por pecado o porque los padres de una tampoco lo hablaron en su día». Según explica, la ciega confianza de las menores en sus novios deriva en raptos o huidas, gestaciones a edad temprana y matrimonios convenidos o maternidades en soledad tras experimentar el repudio generalizado.
    Las ilusiones de Amelia no tienen límite, a pesar de los problemas que conlleva la pubertad en su tierra. «Cada vez somos más las que pensamos diferente», asegura, y remite a la escuela de liderazgo donde se instruye antes de estudiar Trabajo Social, su principal objetivo.
    Expulsadas de las aulas
    La educación es la clave para la transformación social. A juicio de Blanca Carazo, responsable de programas de Unicef, la escasez de medios económicos y la inseguridad en zonas conflictivas suelen impedir que las estudiantes accedan a la enseñanza secundaria, privilegio habitualmente reservado a sus hermanos. La rápida conversión en esposa y madre las aparta definitivamente del espacio público y de cualquier esperanza de mejor futuro.
    La ignorancia que padecen las pequeñas es una cuestión lacerante en pleno siglo XXI. «El 60% de las niñas del Estado indio de Uttar Pradesh no sabe qué es la menstruación hasta que les llega», explica Carazo, que alude a las campañas de instrucción de mujeres en centros de salud como una manera de divulgar nociones de salud sexual y reproductiva entre las más jóvenes y erradicar mitos y creencias equivocadas. Pero el conocimiento no exime del riesgo de sufrir acoso o agresión y recuerda que una de cada diez mujeres ha sido violada antes de cumplir los 20 años. Forzar a las muchachas se ha convertido, además, en una herramienta bélica, tal y como ha sucedido en Congo, Nigeria o contra la minoría religiosa yazidí.
    La estricta separación de roles apenas ha variado, a pesar de los esfuerzos para cambiar mentalidades. «En los países del Sur, las niñas asumen responsabilidades que no se corresponden con su edad, como cuidar de sus hermanos pequeños, buscar agua o preparar la comida, circunstancias que las apartan del aula», advierte la experta de Unicef.
    Retroceso en Occidente
    Los efectos de la desescolarización no se limitan a la niña que es relegada, sino que afectarán a todo su entorno. «Las adolescentes educadas serán madres que darán más oportunidades a sus hijos y los cuidarán mejor», explica Carazo. La investigación de la agencia de Naciones Unidas afirma que la inversión en este sector contribuye significativamente tanto al descenso de las muertes de los menores de 5 años y como al aumento de las vacunaciones. Según este informe, si todas las jóvenes consiguieran completar el ciclo de Secundaria, la mortalidad infantil se reduciría en un 49% en los Estados de menores ingresos per cápita.
    La aparente igualdad entre sexos en los países más civilizados también esconde cierta subordinación implícita que aflora en episodios de violencia inaudita. «Hay circunstancias que nos deberían hacer recapacitar, cómo que las chicas permitan que sus novios les controlen el móvil», señala. Carazo achaca esta suerte de involución a los mensajes subliminales que se difunden a través de las formas de comunicación empleadas por la juventud. «Debemos prestar más atención porque algo está generando relaciones menos igualitarias que las que consiguieron sus padres».

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    Alejandro Pedregosa, autor de la novela 'Hotel Mediterraneo.«El amor y la amistad son sentimientos redentores»

  • Alejandro Pedregosa Escritor. El escritor abandona el género negro y publica una novela con sabor romántico y canciones clásicas de Joan Manuel Serrat como banda sonora,.

    Resultat d'imatges de el juego de la oca
    Un hombre que escribe novelas sobre criminales para homenajear las ciudades que quiere es imposible que sea mala gente. El narrador y poeta Alejandro Pedregosa no lo es. Quizá por eso ha quedado un poco harto de que en sus relatos aparezcan sicarios, ha dejado de un lado -se supone que temporalmente- el género negro y ha apostado por una novela de sentimientos. En 'Hotel Mediterráneo' (Planeta), su última novela, el autor se pone romántico, pero sin empalagos. Logra cuajar una historia en que sigue habiendo tipos abominables, de esos que pegan a sus mujeres. En 'Hotel Mediterráneo' la violencia es el trasfondo de una trama que reivindica el poder salvífico de los afectos. El establecimiento donde se desarrolla la acción no es uno cualquiera. Se asienta en un paraje recóndito, en las profundidades de un barranco boscoso, inaccesible en teoría para los bárbaros.
    -¿Cuál fue el detonante de 'Hotel Mediterráneo'?
    -Cuando leí la terrible noticia sobre el tren que descarriló en Santiago hace dos años, me llamó la atención que entre las víctimas hubiera una mujer que dirigía una organización, la cual se dedicaba a proteger a mujeres en peligro de muerte por la violencia machista. Esta asociación tenía una red de pisos que daba cobijo a mujeres maltratadas. Cogían a la agredida y la plantaban en una casa -refugio a cientos de kilómetros de su maltratador. Le salvaban la vida haciéndola desaparecer.
    -Y a ello se sumó la canción 'Edurne', de Joan Manuel Serrat.
    -Sí, es una canción que la censura tumbó en su día y que hablaba de algo similar, una casa en la que una mujer, Edurne, abría su caserío a gente sin futuro y desnortada. Las dos ideas, el accidente y la canción, se unieron y generaron un chispazo.
    -La obra contiene una especie de banda sonora. ¿Por qué ha elegido a Serrat cómo música de acompañamiento?
    -El cancionero de Serrat era el más idóneo para la historia que cuento porque es un cantautor que tiene una gran preocupación ecológica, y la naturaleza es muy importante en esta novela. Además sus composiciones poseen esa carga de humanidad que yo quiero conferir a mis personajes.
    -Con este libro cambia de registro, de la novela negra pasa a la de sentimientos.
    -Después de tres novelas negras no me apetecía seguir por ese camino. 'Hotel Mediterráneo' tira a lo romántico. Es una novela de sentimientos. No obstante, conserva de la novela negra el ingrediente de mantener cierta tensión y el humor de las anteriores, al tiempo que transmite optimismo, una mirada amable del ser humano.
    «Vida perra»
    -¿No tiene usted entonces nada de nihilista?
    -No, si hubiera tenido una vida más perra quizá lo sería, pero mi experiencia me lleva a decir que los problemas, si hay una red de afectos, son más llevaderos. Al fin y al cabo estamos aquí dos días...
    -¿Puede una mujer que ha sufrido una paliza de su pareja enamorarse de otro hombre o los odiará a todos de por vida?
    -Es la gran incógnita que plantea la novela. Cada persona es un mundo, pero quien supera eso y lo trasciende es capaz de generar paz, amor y entender a los demás.
    -¿El amor es salvífico?
    -El amor y la amistad son sentimientos redentores, los afectos nos salvan de verdad y son el verdadero elemento sobre el que se funda la paz.
    -¿Ha hablado con mujeres maltratadas para documentarse?
    -No, hablé con una psicóloga que aborda el problema y leí varios libros muy interesantes, entre ellos 'El acoso moral', de Marie France Hirigoyen. Pero no fui más allá porque no quería escribir una novela sobre los malos tratos, un asunto que aparece de modo tangencial. 'Hotel Mediterráneo' es un canto a la amistad y a la libertad, a la gente que busca un escenario a salvo de la violencia.
    -¿Existe algún lugar parecido al hotel que pinta en la novela y en el que le gustaría perderse?
    -No exactamente. He estado en algunos lugares que se le parecen mucho. Ahora me acuerdo de una cabaña en un bosque olvidado de Letonia, un sitio maravilloso para esa gente que va huyendo de un pasado que no le gusta.
    -¿La poesía es su verdadera vocación?
    -No puedo desligar ambas cosas. Para mí la poesía es lo fundacional. Voy alternando novelas con libros poemarios. En mi caso, el gusto por la palabra en su sitio, por la expresión certera -algo propio de la poesía-, surge en los dos géneros. Prefiero que el lector se enganche con las palabras que con la historia.
    -El humor siempre irrumpe en sus novelas. En esta ocasión lo tenía más difícil por el drama que suponen los crímenes machistas.
    -En mis anteriores libros aparecía de un modo más evidente. Como eran novelas de crímenes el humor actuaba de contrapunto. En esta ocasión lo cómico está más soterrado, pero sigue funcionando. Es bueno que lector, cuando está absorto por la tensión que destila la historia, de repente se ría, porque entonces sale de ella y se percata de que está ante un artefacto literario.

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