CONOCER, BIOLOGÍA, ¿Por qué los españoles gritamos más que el resto? / CONOCER ZOO, CUERPOS DE ATLETA PARA TODOS LOS GUSTOS,.

1. TÍTULO; CONOCER, BIOLOGÍA, ¿Por qué los españoles gritamos más que el resto? ,.

    

   La reciente caída del índice de precios al consumo (IPC), que curiosamente se ha mantenido a una distancia razonable de la temible ...-foto,.

    

   La reciente caída del índice de precios al consumo (IPC), que curiosamente se ha mantenido a una distancia razonable de la temible embestida de una deflación pura y dura, no se la ha creído casi nadie. El ministro Luis de Guindos intentó calmar los ánimos enseguida calificando la bajada del IPC de «anomalía transitoria». Los precios volverán pronto «a territorio positivo», añadió el ministro. En momentos como este merece la pena recordar el parecer de los grandes sabios de la economía sobre las oscilaciones de precios: «Resulta imposible -dijeron invariablemente- no equivocarse».
   Dos años antes de la Segunda Guerra Mundial, Keynes dijo lo que sigue a sus críticos: «No estoy tratando de diferenciar lo que es seguro que va a ocurrir de lo que solo es probable. En este caso, el juego de la ruleta no está sujeto a la incertidumbre. La esperanza de vida solo puede tildarse de ligeramente incierta. Incluso el clima es solo moderadamente incierto. Cuando me refiero a ese problema, quiero decir que incluso la expectativa de una guerra no es segura, ni lo que serán los tipos de interés en veinte años. Cuando hablamos de estos temas, no se da ningún dato científico que permita calcular ningún tipo de probabilidad. Sencillamente, no lo sabemos».
   La mayoría de la gente que se atreve a predecir el futuro lo que busca es que lo tomen por un personaje racional. Por supuesto, sigue habiendo personas no interesadas en que las tomen por entes racionales; se trata de gente que disfruta teniendo siempre razón. Dos tercios de la humanidad se ha caracterizado por afirmar de manera grandilocuente que solo ellos veían las cosas de modo acertado. Pero, en definitiva, lo que la gente busca es que los demás no crean que se trata de un solitario. Lo que importa es lo que piensa la gran mayoría. Y lo que se busca es parecer como ella.
   Es curioso contemplar a la gente decir lo que piensa en voz alta en los bares. Pero, en general, cuanto más gritan, menos fundadas suelen ser sus aseveraciones. Un percance derivado de este griterío es el desinterés de muchos padres por acallar, o por lo menos moderar, a sus hijos. Los padres no piensan en absoluto que dejándolos gritar de pequeños sin razón pueden estar soliviantando su discurso de mayores; y eso afecta a todo el país.
   Una de las primeras conclusiones que se extraen cuando se viaja al extranjero es que los españoles tienden a gritar más que los demás. ¿De dónde nos viene a los españoles esta manía de gritar más que el resto? ¿No han tenido nunca ganas de decirle a un vecino gritón que no necesariamente nos interesa todo lo que dice?
   Puede que se deba a varias razones: el economista Keynes decía, en primer lugar, que las personas suelen estar más seguras de las cosas que van a ocurrir que de las que son solo probables; por eso es casi inevitable que los convencidos de lo que creen griten más que los demás. Estoy tan seguro de que va a ocurrir lo que digo, piensan, que me vais a oír todos.
   En segundo lugar, los españoles estamos menos acostumbrados que nuestros vecinos a no inmiscuirnos en su ámbito de libertad. La libertad individual es un don del que apenas hemos disfrutado en nuestra agitada historia. Y cuando hemos disfrutado de él, hemos preferido aquella libertad que dimanaba de la condición social -la igualdad de clases- que de la necesaria y postergada libertad individual. Que no moleste al vecino lo que estoy haciendo.
   Los españoles gritamos mucho, pero en los ascensores repletos de gente tendemos a callarnos. ¿Por qué? No gritamos porque en un ascensor repleto la gente normal todavía tiene miedo de que se caiga. Los bares y restaurantes de al lado estaban allí mucho antes. Para gritar lo que hiciera falta.
   
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   Domingo-1- Diciembre 2013
   

   
   ¡Vaya semanita que me he metido para el cuerpo! Soy consciente de ser un afortunado, mi cuerpo me sigue respondiendo. Y lo hace de tal manera que cada día me sorprende más. Sigo entrenando a unos niveles increíbles, por mi cabeza sólo pasa el llegar a Barcelona el 25 de marzo en condiciones para conseguir un gran registro.
   Aunque todos los que corremos y preparamos una maratón sabemos que hasta que no se rebasa la línea de meta estas expuesto a que pueda ocurrir cualquier cosa. Existen muchas posibilidades y probabilidades de que ocurra algo con lo que no contábamos, así que en nuestra mano sólo está el poder llegar a esa cita en las mejores condiciones.
   Una vez allí nuestro cuerpo nos dirá si será ese el día en el que todo vaya a las mil maravillas o acaso será el día en el que las sensaciones no sean las deseadas. Porque sí, porque desgraciadamente esto ocurre y es algo que no podemos controlar. No sabemos muy bien el motivo pero el caso es que hay veces en las que has preparado un objetivo con muchas ganas, no has faltado a entrenos, toda la preparación ha ido bien, tu estado de forma es ideal... dan el disparo de salida y tu cuerpo no te responde, no te sientes bien, te cuesta ir a los ritmos que en teoría dominabas. ¿Por qué ocurre esto?
   
   Desgraciadamente no tengo la respuesta. A mí me ha pasado en muchas ocasiones, así que ahora cuando me preguntan por el tiempo que quiero hacer en una competición, simplemente respondo que lo que me gustaría es dar ese día mi cien por cien, que no ocurra nada anormal y que mi cuerpo me responda. Si ocurre esto, independientemente del resultado, estaré satisfecho.
   La carrera me colocará en el lugar que me corresponda, como podréis observar se acerca la competición y la tensión comienza a aparecer. ¡Y eso que todavía quedan cuatro semanas! Hay que saber gestionar esas tensiones y nervios porque también nos pueden hacer llevar al traste toda la preparación. Un poco de tensión no es mala, pero si rebasamos el punto de control si que nos puede hacer poner en peligro la consecución de nuestro objetivo.
   
   
   Pero dejémonos de tensiones y nervios, pensemos en positivo, acabo de terminar una semana increíble en la que he tenido gimnasio, series cortas (¡cortas pero muchas!) de 20x500 con unos miserables 50 segundos de recuperación. He ido a unos tiempos muy buenos para ser un maratoniano, entre 1'22" y 1'20". También tuve un día de ?largas?, esta vez fueron 2x4000+1x2000.  Tuve que pedir un poco de tregua a mi entrenador, él quería que hiciera 3x4000 pero al decirle que seguía un poco ?tieso? de los 500 me redujo un poco el entreno. Tuve la suerte también de ir acompañado de Guerrita, prefiero la compañía a la soledad. ¡Esto siempre! Son muchos años, muchas sesiones, muchos kilómetros...y prefiero la compañía, lo reconozco soy débil. ¿Y los tiempos? ¡Salvajes! 11'40?? el primero, 11'20" el segundo y 5'32" el 2.000.
   
   
   Para colmo esta semana mis queridísimos amigos de run2chema no me han querido dar un sólo día de tregua, así que he tenido que tener abrochados bien fuertes los cordones de las zapatillas. Ya les había dicho que iba a entrar a todo. Así que me ha tocado aguantar. Y en la vorágine de tantos kilómetros y sufrimientos, mi hija Paula ha cumplido 8 años. Eso sí que es increíble. Hay que ver lo rápido que pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando después de una mala carrera en Tokio, donde sufrí no el muro sino la muralla, encontré la felicidad al tener a mi pequeña Paula entre mis brazos. No hay mayor alegría, no hay mayor tesoro.
   Conclusión. Estoy tieso, me duele todo el cuerpo, menos mal que mi mente sigue imaginando ese día 25 de marzo por las calles de Barcelona, esas que me llevaron a la gloria hace menos de dos años, que me hicieron disfrutar uno de los momentos mas emotivos que he vivido. ¡Un día inolvidable que espero no sea irrepetible! Al menos yo sigo imaginando una entrada triunfal compartiendo mi alegría con todo el mundo, si no te ves a ti mismo realizando tu objetivo jamás lo conseguirás: lucha, pelea, confía...