Diseñadores y artistas demuestran que la relación entre estas dos disciplinas es apasionada, promiscua e inspiradora. El arte está hecho para ...foto
Diseñadores y artistas demuestran que la relación entre estas dos disciplinas es apasionada, promiscua e inspiradora.
El arte está hecho para permanecer
eternamente y la
moda para desvanecerse
cada seis meses. Esto, una
máxima indiscutible, no ha
impedido que, las relaciones
entre ambas disciplinas hayan
sido de mutua influencia.
Basta recordar que Mariano
Fortuny, nuestro primer gran
diseñador, fue también un gran
pintor. O que Elsa Schiaparelli
–cuya marca ha vuelto a la
actualidad– fue colaboradora
habitual de surrealistas como
Dalí. Hoy, sobre todo por el
impulso que algunos diseñadores
internacionales –Margiela,
Willehem, Chalayan– dieron
a sus propuestas en los 90,
apenas hay modistos que no
reconozcan al arte como motor
de inspiración.
Además,
artistas y diseñadores son
también amigos: comparten
una misma escena, se dejan ver
en inauguraciones y desfiles,
y mantienen enriquecedoras
relaciones en un feedback de
ideas que igual ha salpicado
de arte los desfiles que ha introducido
la moda en galerías
y museos contemporáneos
Ana Locking y Philipp Fröhlich
Ana Locking nunca
ha ocultado su interés
por el arte. Ella misma
se formó en Bellas
Artes, y en muchos de sus
desfiles ha utilizado puestas
en escena que incluían el
vídeoarte o la instalación. Ana
conoció a Philipp Frölich, un
artista alemán casado con
una española y afincado en Madrid desde hace una década, en
una inauguración en el MUSAC de León. El pintor, que se formó
como escenógrafo, es uno de los más singulares y exquisitos
del panorama internacional actual: sus cuadros, paisajes que
realmente no existen, parten siempre de un relato. Lee algo
que le interesa y lo transforma en una maqueta en su estudio,
que ilumina y fotografía, para luego transformar en pintura.
“Lo
que me apasiona de Philipp –subraya Ana– es su vocación
narrativa. En eso coincidimos:
yo también trato de contar
algo personal con mi trabajo,
que luego se traduce en otra
cosa. Su trabajo siempre
me ha parecido intrigante,
seductor, tremendamente
apasionado…". Philipp también admira el trabajo de Ana “por
cómo mantiene ese concepto común de colección a colección,
esa especie de ADN: en sus dos últimas, el vínculo con el cine y
con América es muy palpable”. Ana cree que las prendas no son
"para colgarlas en casa como un cuadro".
Pero considera que,
"cuando te las pones, llevas el espíritu que las ha inspirado, una
parte del universo del que las diseñó y que quizá te da un tipo
de energía diferente. Es una conexión muy especial y resulta
estimulante que alguien
comprenda lo que tienes en la
cabeza y decida ponérselo”.
Philipp Fröhlich está
representado por la galería
Juana de Aizpuru (Madrid).
Más información en
www.analocking.com y
www.philippfroelich.com.
Moisés Nieto y Cristina Lucas
Pese a que se llevan
casi 10 años de
diferencia, Moisés y
Cristina comparten
bagaje: ambos nacieron y
se criaron en Úbeda. “La
conocí en Madrid –cuenta
Moisés–. ¡Ojeando una
revista donde leí que era de
mi pueblo! Hilando me di
cuenta que teníamos amigos
en común”. Cristina Lucas
puede preciarse de ser una
de las artistas españolas de
trayectoria más sólida y más
conocida fuera de nuestras
fronteras. Su discurso,
extremadamente crítico con
la realidad y las estructuras
patriarcales, se ha plasmado
en distintas disciplinas, del
dibujo al vídeoarte, y se
ha visto en capitales del
mundo, de México o Nueva
York a Moscú y Hong Kong.
“En Moisés encuentro algo
muy pegado a mis raíces,
cercano y a la vez sofisticado
y extremadamente cómodo.
Me ha hecho pensar en
mi casa, en mi madre, que
intuyo que será casi como
la suya”, comenta Cristina.
No se equivoca: lleva
prendas de la colección Lola,
creadas, según Moisés Nieto,
pensando en la mujeres
andaluzas. Es precisamente
la fuerza de carácter de Cristina y su trabajo lo que llamó la
atención del modisto. “Me gusta esta combatividad de Cristina”.
Ella, desde su postura militante, es crítica con la mujer que
proponen los modistos. Aún así, reconoce que la moda le ayuda.
“Como decía Audrey Hepburn sobre los Givenchy que llevaba en
las películas, que no eran vestidos, sino armaduras, yo también
creo que ir bien vestida te da seguridad de cara a los demás.
Pensar lo que llevas puesto es una forma de pensar qué quieres
que los demás opinen de ti. Mi relación con la moda es intensa,
pero discreta y estable. Me ayuda a mantener ese equilibrio
social que necesito, sobre
todo cuando digo cosas
duras o inesperadas. Eso lo
hago con mi trabajo, y no lo
quiero decir con mi ropa”,
concluye.
Cristina Lucas está
representada por la galería
Juana de Aizpuru (Madrid).
Más información sobre Nieto
en www.moisesnieto.com.
Juanjo Oliva y Yolanda Andrés
Yolanda conoció
a Juanjo a través de
un amigo en común.
La conexión textil era
inevitable. Yolanda Andrés es
una artista que ha abrazado
sin dudas los postulados del
Arts & Crafts inglés del siglo
XIX: volver al trabajo casi
artesanal, buscar la belleza
en los sencillo y tradicional.
“Volví a bordar por una de mis
hijas, que tuvo un nacimiento
muy complicado y estuvo
dos años enganchada a una
máquina de oxígeno. Dejé de
trabajar y me dediqué a ella.
Retomé los hilos porque en
casa no podía utilizar pintura,
nada químico. Y empecé a
crear un mundo idealizado,
de objetos y recuerdos de
mi infancia que reencontré
por una herencia inesperada. Surgió
sin grandes pretensiones”.
Pero esa
sencillez primigenia la ha llevado a, por
ejemplo, una colaboración con Carolina
Herrera, incluyendo sus bordados en
bolsos que se vendieron en tiendas
exclusivas fuera de España. “Ese link
con el bordado –explica Juanjo– es
algo que me interesó desde el principio.
Está muy relacionado con mi trabajo:
cómo una técnica descontextualizada
puede servirte para expresar lo que deseas, para encontrar tu
propia fórmula creativa”.
Oliva dice que ve el arte como una fuente, “pero no de inspiración.
No nos engañemos: confío más en el trabajo, en las fuentes,
la investigación, el criterio, la selección y el buen gusto. A mí el
arte me llena, me hace disfrutar. Y todo lo que me hace disfrutar
me lleva a crear. Ojo: no utilizo la creación para escaparme ni
reivindicar nada. No necesito excusarme en un discurso o un
concepto ni nada por el estilo, aunque me parece perfecto que
otros lo hagan. Me basta con rodearme de belleza y promoverla”.
Más info. en www.juanjooliva.com y www.yolandaandres.com.
Ion Fiz e Ixone Sádaba
“A mí la moda me
parece una tiranía
como profesión”.
Así de rotunda se
muestra la artista bilbaína
Ixone Sádaba al hablar del
trabajo de uno de sus mejores amigos, el diseñador Ion Fiz, al
que conoció en 2003 cuando ambos fueron beneficiarios de una
beca de creación del centro Bilboarte. “Me presenté a desayunar
con unos bollos”, bromea Ixone. Ese encuentro fue el origen
de una amistad también convertida en colaboración: durante
años, Ixone, fotografió las colecciones de Ion Fiz. Hasta desfiló
para él en Cibeles “abriendo el desfile por el que me dieron el
premio L’Oréal”, recuerda el diseñador. “Si hay algo que me gusta
de Ixone, a parte de la exquisita calidad de sus trabajos, es su
discurso social.
Ese grito, el
estar despierta y reaccionar
a lo que ocurre en nuestros
días. En eso siempre ha sido
muy coherente”. Ixone, con
exposiciones en importantes
centros como el Reina Sofía
o el Guggenheim, le devuelve
el piropo aludiendo a lo
“excelente sastre que es: algo
importantísimo en el textil
para el cuerpo” y también a su
“capacidad infinita de trabajo”.
“Esas dos temporadas
al año es probablemente
lo que peor llevamos los
diseñadores –reconoce
Ion–. Estamos obligados a
darlo todo cada seis meses.
Cuando era joven pensé
que en 10 años sería pan
comido. Y no es así: cuanto
más creces y mejor eres, más
te exige el mercado”. Ixone
apunta que su amistad “nos
ayuda a ambos: comentamos
nuestras ideas, y contar con
un interlocutor en el que
confías te ayuda a clarificar”.
Como colofón, hacen un
llamamiento al patrocinio y la
colaboración interdisciplinar,
algo que vinculó en España
a artistas y diseñadores
la pasada década, y que
con las crisis parece haber
desaparecido. “Generar
imagen de marca a través de
la cultura es necesario”.
Ixone Sádaba está
representada por las galerías
Juan Silió (Santander) y
Altamira (Gijón). Ion Fiz ha
estrenado web de ventas
www.ionfiz.com.
Eduardo Rivera y Diana Larrea
Eduardo Rivera acaba
de inaugurar hace unas
semanas su segunda
tienda en Madrid.
Estudió Económicas y Dirección
de Empresa, ejerció algunos
años como asesor financiero,
pero finalmente decidió
volcarse en la moda, siguiendo
la tradición familiar, y se licenció
en la Central Saint Martins
londinense. Es un diseñador
voluntariamente alejado de
pasarelas, concentrado en
una marca que propone ropa
prêt-à-porter, complementos y
bisutería para ellos y ellas. Un
todo terreno que, en una faceta
mucho más íntima, también
es un incipiente coleccionista
de arte.
De hecho, algunas
piezas decoran visiblemente
sus tiendas. “Me encanta la
versatilidad y coherencia del
trabajo de Diana”, dice Eduardo.
Atraído por las imágenes de
mujeres fascinantes, sobre
todo llama su atención el
trabajo donde la artista se
metamorfoseaba en la Kim
Novak de la película Vértigo
(proyecto por el que se llevó la
prestigiosa beca Botín en 2004).
La madrileña Diana Larrea
realizó, durante la década
pasada, importantes acciones
de arte público, apropiándose de
iconos cinematográficos: llenó de pájaros la fachada de la Casa
de América o plantó una semienterrada Estatua de la Libertad
en una playa de Alicante, por poner dos ejemplos. “A este tipo de
trabajos la crisis les ha hecho mucho
daño. Ahora son implanteables, nadie
los quiere financiar. Hoy trabajo el
arte público a una escala mucho
menor”, admite.
Eduardo se reconoce
privilegiado, pero también valiente, por
inaugurar tienda. “Me tiene con el alma
en vilo, pero no me puedo quejar. La
crisis ha traído un profundo cambio en
la forma de consumir. Esto repercute
en lo creativo: menos
ostentoso, extravagante,
divertido. Y nos obliga a
hacer ropa práctica y versátil.
Hace unos años la clienta
se compraba un modelo
para una boda, sin pensar
en volvérselo a poner nunca
más. Ahora no: quiere que esa
inversión se amortice, que la
prenda pueda servirnos para
la boda o un cóctel, que tenga
una segunda oportunidad”. “A
mí –matiza Diana– la crisis me
ha variado los temas. Ahora,
con gente que no puede
pagar sus hipotecas, no te vas
a poner a hablar de mitos y
leyendas. Tu responsabilidad
e implicación personal
aumentan”.
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