Úrsula luce vestido de Pinko y joyas de Malababa y Gemmasu. ... Úrsula Corberó: "Mi regla es vivir el presente y dejarme llevar" · Ver fotos ...
Confía en su intuición... y acierta. Los paparazzi la
persiguen, acaba de rodar una comedia con Carmen Machi y se ha
incorporado a la tercera temporada de la serie Isabel. Nunca vuelvas a
preguntar: “¿Quién es esa chica?”.
Úrsula Corberó desafía a los números. Es mitad
niña (juega, baila, devora los instantes) y mitad
mujer hecha y derecha (reflexiva, segura y con
las ideas claras). Es 100% actriz (se transforma,
interpreta, se mete en una nueva piel con cada
vestido) y otro 100% modelo capaz de comerse
la cámara. Para tener el retrato completo, sumémosle también
un 100% de chica normal, cercana en el trato, desprovista de
toda traza de presunción.
Úrsula Corberó. Margarita ha sido un regalo maravilloso. Para empezar, por tener la oportunidad de ponerme esas extensiones de pelo, esas joyas fabulosas, esos tocados… En Flandes estaban muy avanzados en moda. Ella es la prometida del príncipe Juan, heredero de Castilla, hijo de Isabel y de Fernando y, cuando llega a Castilla, la reina alucina con ella, porque Margarita fue de las primeras mujeres que se atrevieron a llevar escotes y colores llamativos en la corte de Castilla… En España eran muy austeros y ella llega con un vestidazo azul eléctrico de terciopelo… Si hablamos de romper las reglas, ella sí que fue rompedora. Pero lo más bonito del personaje es que fue una mujer encantadora, inteligente, de corazón limpio y don de gentes.
MH. Con ella, además, ha cambiado de registro y ha roto también en cierta medida su “querencia” por la comedia…
UC. Sí, la verdad es que estoy enganchadísima con la comedia. Y eso que es un género muy difícil, que no admite tensión, nervios… esas cosas que con el drama son más fáciles de camufl ar. En Perdiendo el norte casi toda la trama la tenía con Carmen Machi y Javier Cámara, unos auténticos maestros.
MH. A ver si sale un bombazo como ha sido Ocho apellidos vascos.
UC. ¡Ojalá! La gente, sobre todo ahora, cuando se toma un tiempo para ir al cine, le apetece reírse y desconectar de todo.
MH. ¿Y usted como desconecta?
UC. A mí me tira todo lo artístico, cantar bailar, dibujar… Mi padre es carpintero, un artesano, y mi madre comercial. No tengo una familia de artistas, pero nunca he querido otra cosa que ser actriz. Fui la típica niña que no se callaba ni debajo del agua y siempre estaba bailando u organizando desfi les con mis Barbies.
MH. O sea que nunca llegó a haber un plan B.
UC. No, hice Bachillerato artístico, quería estudiar diseño de joyas o de moda. Pero aproveché mi oportunidad en Física o química, que fue mi trampolín.
MH. ¿Qué tipo de actriz es?
UC. Soy muy espontánea y me gusta mucho arriesgar. Me dejo llevar por los sentimientos, soy muy sensible y eso me ayuda para empatizar con los personajes. Mucha gente dice que interpretar es mentir, pero yo creo que es todo lo contrario.
MH. En sus fantasías comparte escenas con…
UC. Tengo debilidad por Leonardo DiCaprio. Todo lo que hace me fascina, me parece sobrehumano. Pero mi ambición no es ir a Hollywood, mis deseos van más por aprender, por conocer a gente interesante y ser cada día un poco mejor. Todo lo que quiero es estar feliz, tener a mi alrededor a gente que me quiera y en la que pueda confi ar, trabajar, ganar lo sufi ciente para llenar la nevera y hacer mis cocinitas y poder tener tiempo de bailar todos los días al llegar a casa. Con eso ya voy sobrada.
MH. Acabar el día bailando no es mala idea.
UC. A mí es algo que me sale de dentro, se me escapa, no lo puedo contener. Yo me meto en una discoteca, me pongo a bailar y Úrsula desaparece. Es como una terapia, me desintoxico.
MH. En su blog la hemos visto hacer macarrones con bechamel, ternera con salsa… ¿Es usted cocinillas?
UC. Totalmente. Cuando tengo tiempo, me encanta ponerme el delantal, cocinar, invitar a los amigos a casa…
MH. ¿Mejor que recorrer los locales de moda?
UC. Sin duda. Es algo que me pasa también por la profesión, me apetece estar tranquila y relajada. Una cena en casa con amigos y una buena charla no los cambio por nada.
MH. Supongo que se refiere a algunos de los “efectos colaterales” de la fama, como los paparazzi, ¿qué tal lo lleva?
UC. A días. Yo los tengo continuamente en mi puerta y hay momentos en que lo llevo bien, otros mal y otros regular… Soy una persona normal y corriente. Hay días que salgo de casa hecha un trapo, o cansada, o sin ganas de hablar ni de encontrarme con nadie, como le pasa a cualquiera.
MH. Buena parte de ese interés que despierta se debe a su relación con el modelo Andrés Velencoso. ¿No sería más fácil decir: “Sí, estamos juntos” y punto?
UC. Nunca me ha gustado dar explicaciones de lo que hago o dejo de hacer en mi vida. La verdad, soy muy celosa de mi intimidad, quiero tener cosas reservadas solo para mí. Y creo que me aporta nada el hecho de hacer públicos ciertos detalles. Tal vez aportaría libertad. Es sencillo: ¿Está usted enamorada de Andrés Velencoso? Nunca digo ni sí, ni no. Hay cosas que se ven, hay documentos gráfi cos que están ahí. Pero yo de mi boca prefi ero que no salga nada.
MH. Anímese a romper sus propias reglas y hábleme de él...
UC. [Risas y, después, silencio].
MH. Tratemos entonces de indagar en qué será lo que él ha visto en usted. ¿Es coqueta?
UC. ¡Muchísimo! Mi madre, que es todo lo contrario, me dice: “Ursu, que te pasas”. ¡Pero qué puedo hacer si soy Doña Cremitas! Los potingues siempre han sido mi perdición: una crema, un maquillaje, una laca de uñas, un nuevo corte de pelo… ¡Me vuelven loca! Cuando tengo un evento me puedo pasar dos horas maquillándome.
MH. ¿Hay cosas que le quedan grandes a esa niña de pueblo?
UC. Sí, claro que las hay. Muchas.
MH. Por ejemplo…
UC. Toda esta expectación. A veces hay que pararse a pensar en lo que te está pasando, pero hay que darle la importancia justa.
MH. Creo que me he perdido. No sé si se refiere al asunto Velencoso, al acoso de los fotógrafos…
UC. Me refiero a todo, a la repercusión de ser un personaje público, las consecuencias y cómo puede afectarte.
MH. Hablemos de reglas, ¿las cumple o se las salta?
UC. Mi regla es no pensar mucho en el futuro. Vivir el presente, el instante.
MH. Entendido: no es usted de hacer planes.
UC. No, yo soy de vivir. De aprovechar el presente. De dejarme llevar y de hacer lo que me apetece. Escucho y me dejo aconsejar, pero luego soy bastante de hacer lo que me da la gana. En ese sentido sí que rompo las reglas. Apuesto por confi ar en los valores de uno mismo, por dejarse guiar por las propias intuiciones e inquietudes. Y seguro que tendré que equivocarme muchas veces, tengo 24 años, pero aun así seguiré siendo siempre yo.
MH. Este verano cumplirá 25…
UC. Sí, es increíble… ¡Si hace nada tenía 18!
MH. ¿Ya se ve mayor?
UC. Para mí son muchos años.
MH. ¿Está donde pensaba estar a esa edad?
UC. Sí, estoy donde quiero estar. Lo que sucede es que lo que soñamos, aquello que queremos conseguir, cuando lo logras te das cuenta de que es diferente a la idea que tenías en la cabeza. Los sueños solo tienen cara buena, pero la realidad tiene siempre también una cara B, muchas veces inesperada. Hay que saber jugar con ambas para ir creando tu propio destino.
MH. En su primer papel, cuando tenía 13 años, mataba a su hermano por amor… Sin llegar a esos extremos, ¿qué sería capaz de hacer Úrsula por amor?
UC. Soy muy enamoradiza y muy romántica. Me entrego mucho, no me reservo, lo vivo a tope sin dejar nada para mañana, pero mis sueños, mi trabajo, mis objetivos están por delante, siempre. Para estar bien en el amor tienes que estar bien contigo misma.
MH. ¿Lo dejaría todo por él (por el amor, quiero decir…)?
UC. No. En este momento no.
TÍTULO: EN EL FOCO,¿ TU TAMBIEN ERES UNA MALA MADRE ?,.
imagen de www.clubdemalasmadres.com |
3 razones por las que soy una mala madre ¿y tú?-fotos
1. Comencé
a sospechar que soy una mala madre cuando a los pocos días de nacer mi
hijo mayor decidí que pasaba de sentarme en el asiento trasero del coche
familiar junto al niño.
Juro que lo intenté pero tenía la absurda sensación de ir continuamente
en un taxi, no veía el paisaje y, qué narices, a mí me gusta conducir
o, por lo menos, ir de copiloto. Si me quedó algún remordimiento cuando
veía al resto de madres solícitas atendiendo a sus bebés sentadas en los
asientos traseros se me pasó pronto porque en apenas tres años tuve
otros dos hijos que vinieron a llenar todo el espacio de la fila de
atrás. Ahora, aunque quisiera, ya no hay sitio.
Desde
entonces he ido teniendo más sospechas sobre mi erróneo comportamiento
materno que tomaron cuerpo hace unas semanas cuando descubrí en la red a
un grupo de mujeres que, lideradas por la bloguera Laura Baena, han formado un ¡¡¡Club de Malas Madres!!! “con mucho sueño, poco tiempo, alergia a la ñoñería, con muchas ganas de cambiar el mundo o al menos de morir en el intento...”.
Leyendo
sus blogs y sus tuits me sentí totalmente identificada y, obviamente,
decidí solicitar mi ingreso aunque tengo que confesar que el detonante
que me ha llevado a hacer el examen de conciencia de hoy fue una charla
washapera que mantuve el otro día con mi particular club privado compuesto por un reducido grupo de chicas cacereñas de provincias (nos negamos a ser señoras aunque hayamos cumplido los 40).
Hay madres y no madres y, aunque ahora están repartidas por toda la geografía española, con ellas compartí pupitre, aventuras adolescentes y escapadas juveniles por lo que no hay quien las engañe. Son también irónicas y un poco #malasmadres pero tras chatear un rato llegamos a la conclusión de que la verdadera madre desnaturalizada soy yo. Vean cuales son las otras 9 razones, además de lo de no viajar en el asiento trasero, que me han llevado a reconocerlo:
Hay madres y no madres y, aunque ahora están repartidas por toda la geografía española, con ellas compartí pupitre, aventuras adolescentes y escapadas juveniles por lo que no hay quien las engañe. Son también irónicas y un poco #malasmadres pero tras chatear un rato llegamos a la conclusión de que la verdadera madre desnaturalizada soy yo. Vean cuales son las otras 9 razones, además de lo de no viajar en el asiento trasero, que me han llevado a reconocerlo:
2. No participo activamente en los teatros, excursiones y demás eventos paralelos del cole de mis hijos: la conversación washapera
de la que os hablo comenzó cuando una de mis amigas nos contó los
preparativos del festival infantil del cole andaluz de sus hijos. Un
evento protagonizado por madres y padres (obligatorio no optativo), en un teatro de verdad alquilado, con disfraces que ni los del carnaval de Río y todo made in los abnegados padres. Afortunadamente, en mi cole no siguen ese rollo tipo Escuela de Fama con Leroy Johnson y el profesor Shorofsky como musas pero
si lo hicieran tampoco tendría tiempo para ello por motivos laborales.
Cómo para ser yo la organizadora si ya me he perdido como espectadora
alguna función de fin de curso por estar promocionando mi querida
provincia en la otra punta de España (con el consiguiente cargo de conciencia, eso sí). Además, creo que los que van al cole son los niños, no los padres. Yo ya hice la EGB en su día y no tengo ni pizca de ganas de tripitir la Primaria. Lo mismo pienso sobre el empeño en acompañarlos a las excursiones escolares:
a partir de cierta edad, unos 6 años, los padres sobramos. Es su
pequeño espacio de libertad e independencia lejos de casa con sus
compañeros y profes. Si mamá aparece lo chafa.
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