¿Qué invadimos ahora?
foto / El estadounidense Michael Moore tiene una misión: invadir Europa con una batería de preguntas para llevarse un botín de respuestas con las que mejorar su país. Victorioso, "sin bajas, sin estrés postraumático,.TITULO: LUNES -22- Junio - EN EL PUNTO DE MIRA - El batallón que ha salvado a muchos de nuestros mayores,.
LUNES -22- junio- EN EL PUNTO DE MIRA ,.
En el punto de mira es un programa de televisión que se emite en el canal Cuatro y que se estrenó el 26 de julio de 2016.1 En este se tratan temas de actualidad y de investigación, ofreciendo como novedad en el formato, imágenes de cámaras 360° junto a grabaciones panorámicas hechas desde drones y sistemas de grabación oculta. Así, a manos de varios reporteros, profundizan en temas como la trata de animales, el negocio de las farmacéuticas o la caza ilegal. Lunes -22- Junio - a las 22:40h, etc,.
El batallón que ha salvado a muchos de nuestros mayores,.
Los trabajadores de las residencias recuerdan los meses de miedo, las jornadas interminables y el dolor de ver las camas vacías tras una pandemia que ha matado a más de 430 personas que vivían en centros de ancianos de la región
María Teresa Macías
ha pasado dos meses y medio durmiendo en una buhardilla. Ha tenido que
renunciar a los besos, abrazos y caricias de sus seres queridos por su
trabajo en la residencia de mayores de Arroyo de la Luz,
uno de los pueblos más afectados por la pandemia en Extremadura. Allí
las muertes (20 residentes han fallecido) se han sucedido un día tras
otro, pero ella ha seguido en la primera línea, como miles de
trabajadores que durante este tiempo han cuidado de nuestros mayores.
Enfermeros, auxiliares, terapeutas y limpiadores, entre otros, han
luchado contra un virus que ha matado a más de 430 ancianos
que vivían en centros de la región. Hoy, cuando echan la vista atrás,
lloran al ver las camas vacías y se consuelan con que su esfuerzo ha
servido para salvar a muchos.
En eso piensa María Teresa cuando se levanta cada mañana. Ahora respira más tranquila porque lo peor ya ha pasado. «Los primeros días fueron traumáticos, al principio fue un caos. Muchas compañeras se empezaron a poner malas; llamaban a la gente y no querían venir a trabajar. Las jornadas eran de 14 horas», recuerda. «Hacíamos el trabajo con mucho miedo a lo desconocido, a contagiarte tú y a contagiar a los tuyos», comenta justo antes de entrar a trabajar.
Se encarga de levantar a los ancianos, moverles, lavarles o darles de comer. Son los conocidos como gerocultores, unos profesionales cuyo sueldo varía en función de si la residencia en la que trabajan es privada o pública. En las primeras, aunque suele ser distinto en cada empresa, normalmente no pasan de los 1.100 euros. A eso hay que sumar conceptos como la nocturnidad (1,94 euros la hora, según convenio) y los festivos (18 euros). En las que dependen del Sepad el salario ronda los 1.200 netos con noches incluidas y sin contar trienios. En ese caso, los festivos ascienden a 34 euros.
«Es un trabajo ya de por sí duro, con mucho esfuerzo físico, pero en estos tres meses se ha sumado la impotencia. Hemos tenido que ver cómo no podíamos hacer nada mientras los abuelos se ponían malos y fallecían», dice emocionada María Teresa tras asegurar que ha pasado muchas noches en vela. «Por momentos pensaba que era una pesadilla, he llorado mucho», dice a sus 52 años.
Con ese temor también han luchado sus compañeras, que en ocasiones no han tenido recursos suficientes, tal y como explica Teresa Duque. «Habíamos escuchado lo que estaba pasando en China, pero nunca nos imaginamos que en un pueblo de tan pocos habitantes fuese a suceder algo así», afirma. «Los primeros días estábamos siete para hacer el trabajo de 14 y solo teníamos mascarillas de papel, guantes y batas verdes deterioradas. Entrábamos a las siete de la mañana y salíamos a las siete de la tarde. Fueron jornadas de nervios y mucho cansancio. Luego medicalizaron la residencia y todo fue a mejor», recuerda. «No he estado nunca en una guerra, pero yo creo que lo que hemos vivido se parece bastante», cuenta. «No soy capaz de borrar de mi mente las 20 camas vacías porque los abuelos se han muerto», lamenta esta auxiliar de enfermería que es de Salorino y ha estado 32 días separada de su marido y sus dos hijos. Se contagió y tuvo que aislarse en un piso de Arroyo de la Luz.
Otros como Sergio Oliva también se infectaron. Él es terapeuta en la residencia Ciudad Jardín de Plasencia. Tras varias semanas aislado ha vuelto a su puesto de trabajo. «Mi objetivo es hacer más independiente a los dependientes a través de la rehabilitación física», explica este joven de 26 años, que se muestra contento por haberse curado y poder volver a un trabajo que le apasiona. «Ahora es más complicado por todos los protocolos de prevención que tenemos que seguir y hay muchos materiales que no puedo utilizar», explica Sergio, que ha vivido su cuarentena con la incertidumbre de no saber si alguno de los mayores a los que cuidaba habían fallecido o estaban pasando la enfermedad.
Lo confirma Ana Fernández, camarera-limpiadora en la misma residencia. «Evitar que el virus entrara en el centro ha sido duro. No hemos parado de desinfectar cada habitación, pero al menos ahora la sociedad valora nuestro trabajo por primera vez. Hemos recibido muchas felicitaciones y apoyo por parte de los familiares de los mayores», comenta.
Sin embargo, tras la pandemia, María Ángeles tiene la esperanza de que eso cambie. Reconoce que lo piensan ella y sus compañeras. Sin embargo, son conscientes de que «lo más probable es que todo se olvide pronto».
En eso piensa María Teresa cuando se levanta cada mañana. Ahora respira más tranquila porque lo peor ya ha pasado. «Los primeros días fueron traumáticos, al principio fue un caos. Muchas compañeras se empezaron a poner malas; llamaban a la gente y no querían venir a trabajar. Las jornadas eran de 14 horas», recuerda. «Hacíamos el trabajo con mucho miedo a lo desconocido, a contagiarte tú y a contagiar a los tuyos», comenta justo antes de entrar a trabajar.
Se encarga de levantar a los ancianos, moverles, lavarles o darles de comer. Son los conocidos como gerocultores, unos profesionales cuyo sueldo varía en función de si la residencia en la que trabajan es privada o pública. En las primeras, aunque suele ser distinto en cada empresa, normalmente no pasan de los 1.100 euros. A eso hay que sumar conceptos como la nocturnidad (1,94 euros la hora, según convenio) y los festivos (18 euros). En las que dependen del Sepad el salario ronda los 1.200 netos con noches incluidas y sin contar trienios. En ese caso, los festivos ascienden a 34 euros.
«Es un trabajo ya de por sí duro, con mucho esfuerzo físico, pero en estos tres meses se ha sumado la impotencia. Hemos tenido que ver cómo no podíamos hacer nada mientras los abuelos se ponían malos y fallecían», dice emocionada María Teresa tras asegurar que ha pasado muchas noches en vela. «Por momentos pensaba que era una pesadilla, he llorado mucho», dice a sus 52 años.
Con ese temor también han luchado sus compañeras, que en ocasiones no han tenido recursos suficientes, tal y como explica Teresa Duque. «Habíamos escuchado lo que estaba pasando en China, pero nunca nos imaginamos que en un pueblo de tan pocos habitantes fuese a suceder algo así», afirma. «Los primeros días estábamos siete para hacer el trabajo de 14 y solo teníamos mascarillas de papel, guantes y batas verdes deterioradas. Entrábamos a las siete de la mañana y salíamos a las siete de la tarde. Fueron jornadas de nervios y mucho cansancio. Luego medicalizaron la residencia y todo fue a mejor», recuerda. «No he estado nunca en una guerra, pero yo creo que lo que hemos vivido se parece bastante», cuenta. «No soy capaz de borrar de mi mente las 20 camas vacías porque los abuelos se han muerto», lamenta esta auxiliar de enfermería que es de Salorino y ha estado 32 días separada de su marido y sus dos hijos. Se contagió y tuvo que aislarse en un piso de Arroyo de la Luz.
Otros como Sergio Oliva también se infectaron. Él es terapeuta en la residencia Ciudad Jardín de Plasencia. Tras varias semanas aislado ha vuelto a su puesto de trabajo. «Mi objetivo es hacer más independiente a los dependientes a través de la rehabilitación física», explica este joven de 26 años, que se muestra contento por haberse curado y poder volver a un trabajo que le apasiona. «Ahora es más complicado por todos los protocolos de prevención que tenemos que seguir y hay muchos materiales que no puedo utilizar», explica Sergio, que ha vivido su cuarentena con la incertidumbre de no saber si alguno de los mayores a los que cuidaba habían fallecido o estaban pasando la enfermedad.
Encerradas para no contagiar
En otros centros de la región optaron por encerrarse para que el virus no entrara. De ello es consciente Rosa María Robledo, auxiliar de enfermería que además es gobernanta y se encarga de organizar un equipo de más de 20 personas en la residencia Padre Damián, en Plasenzuela. «Hemos tenido la suerte de que no ha habido ningún positivo porque, entre otras cosas, estuvimos confinadas desde el 1 al 26 de abril 11 personas, sobre todo auxiliares, enfermeras, cocineras y limpiadoras», recuerda. «Lo peor ha sido estar sin ver a nuestras familias», cuenta la trabajadora de este centro en el que viven 75 ancianos y que ha sido durante la pandemia un oasis en el desierto. Ni infectados, ni bajas de profesionales por coronavirus.Lo confirma Ana Fernández, camarera-limpiadora en la misma residencia. «Evitar que el virus entrara en el centro ha sido duro. No hemos parado de desinfectar cada habitación, pero al menos ahora la sociedad valora nuestro trabajo por primera vez. Hemos recibido muchas felicitaciones y apoyo por parte de los familiares de los mayores», comenta.
«En los inicios solo teníamos mascarillas de papel y el trabajo de 14 teníamos que hacerlo entre siete»
TERESA DUQUE, AUXILIAR DE ENFERMERÍA
«Ha sido duro, no hemos parado de desinfectar, pero al menos ahora la sociedad valora más nuestro trabajo»
ANA FERNÁNDEZ, LIMPIEADORA
«Nuestro día a día requiere mucho esfuerzo físico y en lo emocional también es complicado»
Mª ÁNGELES SAUCEDA, AUXILIAR DE ENFERMERÍA
«Al principio fue traumático, las compañeras se ponían malas, llamaban a la gente pero nadie quería venir a trabajar»
MARÍA TERESA MACÍAS, CUIDADORA
«Estuvimos encerradas en la residencia del 1 al 26 de abril; lo peor ha sido estar sin ver a nuestras familias»
ROSA ROBLEDO, GOBERNANTA
También han tenido la suerte de no luchar directamente contra el coronavirus en la residencia Felipe Trigo de Villanueva de la Serena. María Ángeles Sauceda,
de 41 años, trabaja allí como auxiliar de enfermería. «Hemos tenido
mucho cuidado en el centro y en casa durante el confinamiento. Aunque no
ha entrado el virus hemos vivido con miedo a que se infectara la
residencia. Teníamos material, pero se guardaba por si había algún
infectado. Todos los días entrábamos a trabajar con la incertidumbre de
si ya había algún positivo. Sabíamos que si eso pasaba se podía llevar
por delante a la mitad de los residentes», reconoce Sauceda, que cree
que su trabajo no se valora lo suficiente. «Nuestro día a día es duro.
Hacemos esfuerzo físico y en lo emocional también es complicado». Sin embargo, tras la pandemia, María Ángeles tiene la esperanza de que eso cambie. Reconoce que lo piensan ella y sus compañeras. Sin embargo, son conscientes de que «lo más probable es que todo se olvide pronto».
TITULO:
LUNES -22- Junio - Madridistas por el mundo - Ponga un Vinicius en su vida ,.
Realmadrid TV emite - LUNES-22 - Junio- noche, a partir de las 22:30 horas, una nueva entrega de Madridistas por el mundo - Ponga un Vinicius en su vida ,.
Ponga un Vinicius en su vida,.
foto / La vitalidad marca diferencias en este periodo inaudito del fútbol, marcado por su regreso en unas condiciones excepcionales, después de varias semanas de confinamiento y un calendario supersónico. Todo indica que el Real Madrid tiene más motor que todos sus rivales y que está preparado para llevarse el campeonato. En Anoeta, sin público pero con la siempre tenaza oposición de la Real Sociedad, el Madrid se impuso por juego, goles y pujanza. Nadie como Vinicius para demostrarlo.El joven extremo brasileño dominó la banda izquierda y desde allí rompió el partido. Fue su primera aparición como titular desde que se reanudó la Liga, en una posición que tiene dueño fijo: Hazard. Es un obstáculo enorme para su titularidad, un desafío disuasorio para cualquier jugador que no disponga de buenos recursos futbolísticos y de apetito competitivo. Vinicius, que siempre parece estar en periodo de examen, proclamó en Anoeta su categoría como delantero y una voluntad a prueba de balas. Quiere ser alguien en el Real Madrid.
Alrededor de Vinicius ha arraigado un problema difícil de resolver en el fútbol: el prejuicio que mide a algunos jugadores más por una carencia que por sus abundantes virtudes. Sobre el brasileño gravita la idea de su dificultad para finalizar con goles sus jugadas. Es una sospecha más que cierta. Desde luego no es un reloj en este arte. Otro reproche, este de carácter más leve, es la ausencia de pausa, defecto complicado de resolver en un velocista que saca ventaja de su extraordinaria aceleración. Sin embargo, Vinicius aprende rápido. Cada vez reparte mejor sus intervenciones.
Las numerosas cualidades de Vinicius no son corrientes en el catálogo de los jóvenes futbolistas. Su tremenda velocidad está asociada a una potencia del mismo calibre, combinación irresistible y muy poco frecuente en un chico de 19 años. Menos habitual es su incombustible energía. Es raro un jugador tan explosivo y tan resistente a la explosión. Por lo general, los velocistas puros administran sus esfuerzos con gran cuidado. No suelen ser un prodigio anaeróbico. Vinicius es un caso extraño de máxima velocidad y máxima generosidad. Nadie del equipo se pudo quejar en Anoeta de sus dos recorridos: un cohete para atacar y un soldado para defender la posición de Marcelo.
El Madrid fue profesional y jugó con autoridad, pero sobre todo fue inteligente para detectar el duelo más favorable en el campo. Lo protagonizó Vinicius con otro joven, el lateral Gorosabel, un futbolista que hará carrera en la Real Sociedad, donde siempre hay paciencia para dar oportunidades y pulir a los más jóvenes. En el Real Madrid, no. Achraf salió del equipo con 18 años, después de ofrecer detalles brillantes y evidenciar las dificultades de los inexpertos. Dejó el Madrid sin ruido y con etiqueta sospechosa. En el Borussia Dortmund se ha revelado como un proyecto de excelente futbolista.
Vinicius es una bala que suele resultar incontenible. Eso no tiene precio en el fútbol. Agita los partidos y muchas veces los rompe, no en encuentros de medio pelo, sino en las grandes ocasiones. Frente al Barça, contra la Real Sociedad, por ejemplo. Le gustan las grandes ocasiones, cualidad que siempre se exige en el Real Madrid pero que no todos cumplen. Vinicius es todo menos un pusilánime. Quiere triunfar y quiere hacerlo en el Real Madrid, no importa la competencia que encuentre en la plantilla. Y sí, le falta afinarse en la definición. No es una asignatura cualquiera. De todo lo demás, este chaval de 19 años está sobrado.
TITULO: JUEVES -25 - Junio - Liga Futbol -REAL SOCIEDAD-1- REAL MADRID -2- . , protagonista de 'Campo de estrellas' Realmadrid TV,.
Realmadrid TV el jueves -25- Junio , a partir de las 22:30 h, una nueva entrega de Campo de estrellas en esta ocasión -Liga Futbol REAL SOCIEDAD-1- REAL MADRID -2,.
Liga Futbol -REAL SOCIEDAD-1- REAL MADRID -2- foto,.
Nuevo líder y nuevo lío,.
El Madrid pasa al Barça tras una polémica actuación de Estrada y el VAR, que le quitaron un gol legal a la Real. Partidazo de Vinicius y Carvajal. Se lesionó Sergio Ramos.
Pasado el tiempo en que Bale fue un bestseller, Zidane no ha encontrado después el futbolista que abroche el tridente por la derecha. Por ahí pasaron Lucas Vázquez, de honradez intacta pero juego menguante; Vinicius, que en esa finca es pez fuera del agua; Rodrygo, académico pero poco travieso; Asensio, irregular primero y roto después; Valverde, con demasiado motor para un carril tan estrecho; Isco, que huye de la zona por su propensión a estar en contacto con el balón. Así que la plaza baila y hace bailar el dibujo, recogido ahora hacia un 4-4-2 menos arriesgado. Esta vez probó Zidane con el que faltaba, James, un galáctico venido a casi nada que no jugaba en Liga desde octubre, en la derrota con consecuencias (las peores, para el colombiano) en Mallorca. Su último partido había sido el 6 de febrero, precisamente en el Waterloo copero ante la Real. Comenzó muy abierto a la derecha y nada pasó por allí. Ni un detalle que le quitase la razón a Zidane por esa exclusión kilométrica. Está tieso física y anímicamente. Él y Bale son dos Rolls en el garaje.
También paró a Hazard y puso a Vinicius. No caben los dos en el mismo traje. El brasileño resultó invisible en su ratito ante el Eibar y entró con cascabeles en el partido frente al Valencia, pero en la prepandemia era el jugador más determinante del Madrid. Su fútbol invita a las exageraciones: grandes carencias y grandes virtudes. En el club se cree que romperá en genio. La afición no está tan segura. En Anoeta fue el más aventurero del grupo, el trampolín del Madrid.
La Real no dio un paso atrás. Se siente, con razón, de sangre azul en esta Liga, e Imanol apostó por un equipo a toda pastilla, con Portu e Isak, el aprendiz de Ibrahimovic, quizá por el efecto recuerdo. Los dos le habían dejado cicatrices al Madrid en el pasado.
El torbellino VInicius
El duelo entre dos equipos alfa tuvo un inicio alborotado. A los dos minutos Vinicius malogró una gran oportunidad al meter la derecha cuando la jugada pedía la izquierda tras servicio de Valverde. No fue preludio de nada. La Real, que llevaba dos partidos de oyente, adelantó su zona de presión y paró pronto al Madrid con más organización que ambición y el equipo de Zidane tampoco apretó como si la Liga le fuera en esto. Son habituales estas pausas minimalistas del Madrid. Incluso en tardes de provecho como ante Eibar y Valencia. Así que la cosa fue derivando en tostón, en idas y venidas sin remate y sin más agitación que la de Vinicius por su banda, ese torbellino sin temple que se saltó los límites de velocidad del partido. Tuvo momentos supersónicos y un remate potente y sin colocación al filo del descanso que rechazó Remiro. La impresión siempre fue que por él iba a el Madrid a hincarle el diente al partido.Benzema se quedó en la faceta de compositor, pero aquí y ahora está para todo. El Madrid fue lo que dice la tabla: un grupo solvente atrás, con Carvajal a la cabeza de la manifestación, y sin encanto delante. Antes del descanso lo intentó de lejos, como si los goles fueran a caerle vía satélite. En el grupo de afectados por el confinamiento ha caído Valverde, una fuente de energía en crisis.
Tampoco la Real tuvo hechos diferenciales en esa primera mitad. A Isak no le sirvió la zancada antes dos centrales con mucha mili y tampoco tuvieron llegada ni Portu ni Oyarzabal ni Odegaard. Ese pulso sin vencedor parecía actuar en favor del Madrid. En este neofútbol de los cinco cambios un equipo vale lo que vale su banquillo. Y el del Madrid, es de platino.
Para que aquello se rompiera, sin embargo, no hubo que esperar tanto. Volvieron del vestuario los mismos y con el mismo aspecto: 21 con el pie en el freno y Vinicius, que fue remontando río arriba por la línea de fondo con una cadena de quiebros hasta ser trabado por Llorente en el momento del remate. Una noticia magnífica para el Madrid, por el valor de un gol en un partido tan hermético, seguida de otra muy negativa, la lesión de Sergio Ramos, que había convertido el penalti del 0-1.
Imanol, que ante el Alavés cambió a cuatro de golpe (viendo el juego del equipo hubiera sustituido a siete más de haberle dejado la IFAB), modificó el registro. Cambió el vigilante Vinicius (de Gorosabel a Elustondo) y tiró de un futbolista con desborde, Januzaj, por un Oyarzabal desaparecido.
Eso metió al Madrid, consternado por la baja de Ramos, muy atrás. Y entonces llegó el lío. Un tiro lejano de Januzaj pasó cerca (o no tan cerca) de Merino, que estaba en fuera de juego, y entró. Estrada apreció una presunta influencia del navarro. Sólo lo vieron su asistente y Munuera. Un gol de ley que arruinaron a medias los árbitros del directo y del diferido. Y casi de inmediato, el 0-2, en media vuelta de Benzema tras control con el hombro y desmayo insospechado de Remiro. Aquí acertó Estrada, pero la herida ya estaba abierta. Después recortó Merino, de izquierdazo brutal con un Madrid acobardado sin su capitán. Ahora LaLiga está en su mano, que tampoco es demasiado firme.
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