miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA NOCHE ABIERTA - LA CARA OSCURA DEL SUEÑO AMERICANO - ELVIRA LINDO ESCRITORA,./ COPA Y PURO - AL SOFA POR FUMAR,.

TÍTULO: LA NOCHE ABIERTA -  LA CARA OSCURA DEL SUEÑO AMERICANO - ELVIRA LINDO ESCRITORA,.


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Progroma presentado por Pedro Ruiz, entrevistas por La 2 los martes a las 22:30, un gran espacio de música, foto etc. 









 LA CARA OSCURA DEL SUEÑO AMERICANO - ELVIRA LINDO ESCRITORA,.

La cara oscura del sueño americano,.

Elvira Lindo, autora 'Noches sin dormir', en un café de Nueva York. :: Xavi Menós / efe
-foto--Elvira Lindo, autora 'Noches sin dormir', en un café de Nueva York. 
  • La escritora aprecia en su regreso a España falta de sentido del humor y confiesa que tiene miedo a seguir publicando libros por su fobia a exponerse,.

  • Elvira Lindo relata en un diario la crudeza de la vida en Nueva York, donde ha pasado once años,.

    «Nueva York es cutre. Ése es el adjetivo que mejor le cuadra». Después de once años viviendo en la Gran Manzana, Elvira Lindo está harta de la ciudad. La capital del mundo siempre ha sido un lugar hostil y duro, pero ahora aún más. Al menos la escritora ve Nueva York con síntomas de envejecimiento y decadencia, con más mendigos en las calles y magnates de dudosa ética adueñándose de edificios emblemáticos de Manhattan. Los alquileres están por las nubes y la carestía de la vida está expulsando a las clases medias a los suburbios, de modo que la vida bohemia e intelectual está huyendo hacia zonas más hospitalarias y baratas. En su último libro, 'Noches sin dormir' (Seix Barral), un diario ilustrado con fotografías hechas por la propia Lindo, la autora parece sucumbir a la aspereza de una ciudad a la que solo se adaptan los nacidos allí y los inmigrantes venidos de países aún más inhóspitos.
    A Nueva York le pesa ya la historia... y la dejadez. Menudean los edificios desvencijados, de los que cuelgan cables y aparatos de aire acondicionados antiquísimos, inmuebles que necesitan algo más que una mano de pintura. «Viviendo allí tuve la impresión de que un día se iba a caer uno y, como un castillo de naipes, iba a arrastrar a todos los demás».
    Con la distancia que da ser un expatriado, Elvira Lindo siente más afecto por su país, aunque la crisis económica ha hecho que la gente esté malhumorada, propensa a la tensión y reticente. «Ahora todo se juzga moralmente. Se sospecha que el compromiso requiere un tono grave y eso lo hemos ido asumiendo todos. Al final, cualquier cosa hay que pensársela dos veces antes de decirla», sostiene. Las chanzas que gastaba en sus artículos hace once años, cuando se reía de sí misma representándose como una compradora contumaz, no se atreve a emplearlas ahora, pues los que usan las redes sociales para linchar al personal no admiten ironías. «Todo está más tenso y aburrido».
    «Los españoles amamos más nuestro país cuando estamos fuera», argumenta la creadora de la saga de Manolito Gafotas. Lindo ha conocido a mucha gente que tira la toalla y abandona Nueva York, que asienta su fama en un buen puñado de mitos. «La ciudad está hecha para gente muy fuerte. Está poblada por un ejército de resistentes». No es verdad, por ejemplo, que sea la tierra de las oportunidades. Es mejor quedarse en casa que viajar sin un contrato de trabajo. A diferencia de los mediterráneos del sur de Europa, los latinos saben aguantar extraordinariamente la adversidad y son los primeros en enarbolar la bandera de las barras y estrellas. «Eso no ocurre con los europeos, pero es un hecho que evidencia muy bien lo potencia cultural que tiene Estados Unidos» y su capacidad de asimilación.
    La escritora no se siente ni mucho menos pasión por los diarios, pero se propuso escribir el que ahora presenta como un testimonio de lo que sería su último invierno en la urbe de los rascacielos. Muchas de las fotografías publicadas en el libro hablan de ese frío inmisericorde, de calles borradas por la ventisca, escaleras llenas de hielo y nieve sucia arrumbada en los márgenes de las carreteras. Fue ese invierno tan crudo el que obligó a Lindo a guarecerse en casa y sufrir noches de insomnio, mientras miraba con ansiedad cómo merodeaban por la casa unos cuantos ratones. Porque Nueva York está infestado de roedores.
    Con todo, al contrario que su marido Muñoz Molina, que no ha conseguido hacer amigos en la Universidad de Nueva York, Lindo sí que los ha hecho. Ella es más extrovertida y festiva, aunque en algunos pasajes del libro cae en momentos de melancolía y hasta inseguridad. Por ejemplo, deja escapar una confidencia: siente deseos de abandonar la publicación de libros, al menos de ficción, porque se siente muy expuesta. Los años le han hecho sentir cada más miedo a desvelar sus vulnerabilidades, a «escribir un libro y que esté en manos de todos». La periodista, que llegó muy pronto a cobrar por lo que escribía, lamenta haberse hecho popular. En su contra juega que a la mujer no se le perdona fácilmente que cuente cosas íntimas y personales, algo que en los hombres se tolera con mucha más indulgencia.
    Y eso que Lindo nunca ha dejado de escribir, al principio con la Olivetti de su padre. Cuando se separó del padre de su hijo, que ha diseñado la cubierta del libro, arrojó la máquina de escribir por la escalera en un ataque de ira. Inmediatamente se arrepintió y fue recogiendo las teclas por los peldaños. Para la guionista, escribir es tan necesario como respirar. «Es como rezar. Es un oficio. También una forma de vida cuando se escribe para los periódicos. No dejaré de escribir. Mi fobia ahora, la que padezco desde hace tres años, es publicar un libro», confiesa en 'Noches sin dormir'.
    Sus temores vienen de lejos. Cuando los ejemplares de Manolito Gafotas se vendían como rosquillas, hay quien vio en el éxito una confabulación. «Alucino a veces con la gente Parecía que era una especie de negra para que a Jesús de Polanco le sonase la caja registradora, cuando la verdad es que todo fue azaroso».

      
     TÍTULO: COPA Y PURO - AL SOFA POR FUMAR,.

    Jorge Sánchez fumando un Davidoff Escurio. :: Jorge Rey¡Al sofá por fumar!,. foto

    Asistimos a una cata ritual de grandes puros dominicanos,.

    El jueves pasado regresé al pasado. Volví tarde a casa y mi mujer me mandó a dormir al sofá. No me desterró porque fuera la una de la madrugada, sino porque olía a tabaco. Estuve en una cata de puros y... ¡Al sofá por pecar! ¿Es pecado fumar puros? Emilio, Paco, Ángel, Javier, Juanma, Amparo, Iván y Manuel, los catadores, no lo creen así, pero se resignan a ser vistos como auténticos apestados. «Cuando vamos a los toros, los vecinos de asiento empiezan a toser en cuanto ven el puro, incluso antes de que lo encendamos», revelan.
    He de confesar que, a pesar del humo, pasé un rato muy agradable viendo cómo cataban un Aurora Robusto, un Davidoff Escurio, un Camacho Honduras. Eran gente muy divertida y campechana y las anécdotas que contaban conformaban una épica de héroes perseguidos.
    «Carlos Herrera encendió un buen Cohíba en el tendido de Las Ventas y como una aficionada le afeó su placer, le respondió: Váyase al bar, señora», relatan. «En el palco de Philip Morris en el Bernabéu, un amigo encendió un puro, la azafata le dijo que estaba prohibido, él le recomendó que llamara a la policía y siguió fumando. Solo faltaba que no se pudiera fumar en el palco de Philip Morris», cuentan. «Al gran fumador Abraham García, cocinero del restaurante Viridiana de Madrid, le dijeron que Madonna vendría a cenar a su restaurante si prohibía fumar en la sala. Respondió: «Pues que no venga», narran.

    Los catadores de puros son como una religión con sus ritos y su apostolado. El rito: palpan la capa sedosa del puro, le aplican un cortador de doble hoja, lo encienden bien rápidamente con un mechero turbo jet de triple llama, capaz de fundir un bote de refresco en segundos, bien lentamente con grandes cerillas de cabeza verde. Y aspiran embelesados, en trance místico. El apostolado: en un momento dado, ven a jóvenes que salen de un local a fumar a la calle y los invitan a pasar a la sala de cata y a probar los cigarros para convertirlos a su doctrina.
    El organizador de la cata es Jorge Sánchez Miñambres. Regenta un estanco en la plaza cacereña de Colón y organiza varias catas cada año para sus 80 clientes de cigarros premium, con los que mantiene un grupo de WhatsApp. Jorge invierte en puros desde el año 2013. En enero, inaugurará algo que presenta como único en Extremadura: una cava o habitación climatizada para los puros premium con celdas privadas para los clientes que lo deseen, como sucede en los bancos con el dinero y las joyas o en las bodegas con los grandes vinos.
    Jorge tiene más de 120 referencias de cigarros y hoy celebra esta cata centrada en los puros que están arrasando en el mercado: los de República Dominicana, Honduras, Nicaragua y Méjico, de tanta calidad como los habanos de Cuba pero más baratos: un Cohíba Robusto cubano, 15 euros; un La Aurora Robusto dominicano en tubo, 11.75.
    Catan el Davidoff Escurio ante Jorge Rodero, delegado de esta famosa casa de puros dominicana que empezó en Cuba. Es tabaco Mata Fina, semilla cubana sembrada en tierra brasileña, que pica un poco en las primeras caladas y luego es dulce por el efecto que opera la canela en la boca. Pasan después al Aurora 107, con sabores que se disfrutan al expulsar el humo por la nariz: de cuero y terrosos como el olor del ozono antes de la tormenta.
    Éxtasis en la sala, densa y aromática niebla. Sensualidad en la narración de la experiencia. «Los fumadores de cigarros somos buscadores de momentos», apunta uno. «El Pedro Ximénez y el Oporto van muy bien con los cigarros», señala otro. «Yo no fumo puros trabajando, los dejo para las tardes de los fines de semana y para las monterías», confiesa un tercero y añade: «Cada uno disfruta de los puros como quiere, yo conozco a un señor de Cáceres que se los come».
    Medianoche. Vuelvo a casa. Me huelen. Arrugan la nariz. «Cariño, no es tabaco, es búsqueda del momento». No cuela. ¡Al sofá!,.

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