sábado, 28 de noviembre de 2015

REVISTA MUJER HOY PORTADA DE CERCA - JULIANA AWADA,./ SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO - LA REVOLUCIÓN RESPONSABLE,.

TÍTULO; REVISTA MUJER HOY PORTADA DE CERCA - JULIANA AWADA,.

Juliana Awada - foto

Juliana Awada Baker
Reapertura del Teatro Colón - Macri y Juliana Awada.jpg
Juliana Awada junto a su esposo en 2010.

Escudo de la Ciudad de Buenos Aires.svg
Primera Dama de la Ciudad de Buenos Aires
cargo protocolar
Actualmente en el cargo
Desde el 16 de noviembre de 2010
Presidente Mauricio Macri
Predecesor Eva Píccolo
Sucesor Bárbara Diez

Datos personales
Nacimiento 3 de abril de 1974 (41 años)
Bandera de Argentina Buenos Aires, Argentina
Partido Propuesta Republicana
Padres Abraham Awada
Elsa Esther Baker Yessi
Cónyuge Gustavo Capello y Mauricio Macri
Hijos Valentina Barbier
Antonia Macri
Ocupación Empresario

Juliana Awada Baker (Buenos Aires, Argentina, 3 de abril de 1974) es la esposa del presidente argentino Mauricio Macri y la Primera Dama de la Nación Argentina

Biografía

Nació en Buenos Aires el 3 de abril de 1974, siendo hija de Abraham Awada, un inmigrante libanés musulmán oriundo de Baalbek, y de Elsa Esther «Pomi» Baker, hija de inmigrantes sirios también musulmanes.1 2 Es hermana de los también empresarios Zoraida y Daniel Awada -este último ya separado de la empresa familiar-, del actor Alejandro Awada y de la artista plástica Leila Awada.3
Durante su infancia y adolescencia viajó en varias ocasiones junto a su madre a Europa y Estados Unidos, principalmente a ciudades como Paris, Londres o Nueva York, en busca de colecciones de moda.3 Tras finalizar sus estudios secundarios en un colegio inglés de educación bilingüe ubicado en Belgrano, el ya desaparecido Chester College, perfeccionó sus conocimientos sobre aquel idioma en Oxford. Tan pronto como regresó a la Argentina, se involucró activamente en el negocio familiar, una empresa textil forjada por su padre desde la década del 60.1 A los 23 años, contrajo matrimonio con Gustavo Capello, de quien se divorciaría años más tarde.3 Luego, entablaría una relación con el conde belga Bruno Laurent Barbier, a quien había conocido en un vuelo de Air France y cuya fortuna se estima que ronda los 400 millones de euros. A pesar de haber vivido juntos durante casi diez años, nunca se casaron, pero tuvieron una hija a la que llamaron Valentina.3
Juliana conoció a su actual esposo, Mauricio Macri, en el gimnasio Ocampo, ubicado en Barrio Parque y frecuentado también por la esposa de Francisco de Narváez y amiga de Juliana, Agustina Ayllón. Otras personalidades de los ámbitos empresarial, político y televisivo también clientes de este gimnasio, incluyen a Gerardo Werthein, Ernesto Gutiérrez, Nicolás Caputo, Romina Gaetani, Silvina Luna, Pamela David, María Eugenia Ritó y Roberto Pettinato.3 Tenían amigos en común y comenzaron su relación en 2009.3 Contrajeron matrimonio el 16 de noviembre de 20104 y fruto de esa unión nació Antonia en 2011.5


TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO - LA REVOLUCIÓN RESPONSABLE,. 

 foto
 

Resultat d'imatges de LA REVOLUCIÓN RESPONSABLE por susanna tamaroDesde hace unos años, los fenómenos meteorológicos parecen haber alcanzado una dimensión más violenta y aterradora, incluso aquí en Europa. Aún no estamos a la altura de esos huracanes que asolan ciudades enteras en América, pero es indudable que algo ha cambiado en nuestra atmósfera.
En mi país, Italia, las lluvias estacionales se convierten, cada vez con más frecuencia, en trombas de agua que arrasan diques, casas, carreteras y líneas ferroviarias. ¿Estamos acaso en los umbrales de un cambio climático a escala global, como sugieren muchas voces autorizadas? Y si así fuera, ¿qué podemos hacer para combatirlo?
Desde que se formó y hasta hoy, la Tierra ha padecido un buen número de cambios; y, con esas alteraciones, a veces drásticas, los seres vivos del planeta han logrado sobrevivir. Sin embargo, la gran diferencia entre los cambios atmosféricos que tuvieron lugar en remotas épocas geológicas y los que ocurren hoy es que aquellos eran intrínsecos a la propia naturaleza, mientras que los de ahora son externos, fruto de ese sistema secundario y autónomo que es nuestra civilización.
A mí no me gusta la palabra "culpa"; prefiero usar el término "responsabilidad". El sentimiento de culpa nos puede dejar abatidos, mientras que el sentido de la responsabilidad nos mueve a actuar. Desde hace más de un siglo, hay dos conceptos que van de la mano: la explotación (en términos económicos) y la destrucción medioambiental. Y tanto de esa injusticia social como de la degradación del planeta somos los únicos responsables.
En lugar de cuidar de este mundo como de un bien que se nos ha confiado, nos consideramos sus dueños, con libertad para disponer de él a nuestro antojo. Y olvidamos que también nosotros vivimos del aire, del agua y de los nutrientes que nos ofrecen la tierra y los animales; cuando no haya más aire ni agua ni vegetación ni animales, tampoco nosotros, los amos poderosos, andaremos ya por aquí.
Cuando pienso en el periodo histórico que vivimos, me viene a la mente la imagen de un risco escarpado: hay un camino estrecho hasta la cumbre; el abismo amenaza por ambos lados; hay que mantenerse concentrados para no dar un paso en falso y poder seguir el viaje sin distracciones. La era de las grandes ideologías y los sueños utópicos ya ha pasado. En su lugar, hemos creado un vacío que puede ser rellenado con cualquier cosa. Se puede colmar de desafección y de destrucción, pero también de un proyecto.
¡De un proyecto! Qué poco utilizamos esta palabra, siendo como es tan hermosa. Un proyecto no tiene la grandeza de un sueño o una utopía; es algo más bien "casero" y accesible. Sirve para poner en marcha algo, pero con calma, convirtiéndonos en responsables de nuestras decisiones. Un proyecto no trata de naciones o de razas, sino de personas, de nosotros. Si fracasa, no podemos echar las culpas a la historia o la política, solo a nosotros mismos. ¿En qué consiste entonces tener un proyecto?
Simplemente, en idear otra forma diferente de vivir y en ponerla en práctica de inmediato, sin esperar a que nadie lo haga por nosotros; es algo tan sencillo como pasar a la acción. Entre los riscos, el proyecto es solo una pequeña franja de tierra en la que ponemos el pie. Pequeña, sí, pero con posibilidad de crecer y expandirse. Cuantos más proyectos hay, menos espacio se queda en blanco, vacío, a la intemperie. Creo firmemente en esta pequeña gran revolución de la responsabilidad de cada uno.
Quizá no podamos contener los desastres naturales, pero tampoco nos volveremos cómplices de la devastación. Seremos como unos modestos centinelas de luz en medio de un mundo que se va volviendo cada vez más oscuro.

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