Fantasma de las Navidades Pasadas - foto
El Espíritu de las Navidades Pasadas fue el primero de los tres espíritus (después de la visita de Jacob Marley) que se aparecieron ante el avaro Ebenezer Scrooge, con el fin de que este cambiara su forma de pensar se arrepintiera. El Fantasma le muestra a Scrooge escenas de su pasado que ocurrieron días cercanos a la víspera de navidad intentando demostrarle la necesidad de cambiar su actitud con relación a la navidad y para con sus conocidos, así como para demostrarle al lector como Scrooge se convirtió en la desagradable persona que era y su particular aversión hacia la Navidad - La Mayoría de los acontecimientos que afectaron negativamente a Scrooge sucedieron cerca de Navidad
En cuanto a la apariencia del Fantasma De acuerdo a la Novela de Dickens, el Espíritu de la Navidad Pasada se aparece ante Scrooge ´´ como un ser de figura Andrógina , de edad indeterminada, vestido como con una especie de túnica blanca y salia de su cabeza una luz brillante y resplandeciente. este traía consigo Un Gorro , hecha en la forma de un matacandelas. Mientras que el fantasma es a menudo descrito como una mujer en la mayoría de las adaptaciones dramáticas, Dickens se dirige al Espíritu de la Navidad Pasada sólo como "él".
El Espíritu de las Navidades Pasadas le mostró a Scrooge su niñez, que paso en un internado, donde fue abandonado por su padre, que guardaba rencor contra él porque su madre murió en su parto, solitario, pues sus compañeros se habían ido de vacaciones con sus familias. Luego después de mucho tiempo ya cuando era un adolescente, Fan, su hermana menor, fue y lo recogió de allí después de pedir varias veces a su padre que de allí lo sacara.
Después de allí el fantasma le muestra a Scrooge cuando era un hombre joven trabajando como aprendiz en la empresa del señor Fezziwig, el día en que celebraban la Navidad después del trabajo, y como concocio a Belle, una hermosa joven del la cual se enamoró. Ya en la última parte de su visita el fantasma le muestra a Scrooge el día en que el por estar en sus negocios su relación con Belle se había deteriorado, producto de su creciente obsesión por el dinero. Scrooge nunca le pidió a Belle romper su compromiso, pero este no protestó en contra de su decisión. Por último, el Espíritu le mostró cómo Belle se casó y encontró la verdadera felicidad con otro hombre. Después de esta visión, Scrooge, lleno de ira, extingue el Espíritu de la Navidad Pasada con su gorro en forma apagavelas para encontrarse de nuevo en su dormitorio.
TÍTULO: A FONDO - EN PRIMER PLANO -JUAN ARAQUISTAIN COWBOY,.
" Deje la abogacia para convertirme en vaquero",.
Cowboys de Montserrat,.
Juan Araquistain - foto
- Cómo un pueblo de la comarca del Bages logra colarse en el circuito de la ‘otra’ doma clásica,.
- Los relinchos guían a los visitantes entre la niebla de la mañana. Es tan espesa que apenas deja adivinar la montaña, majestuosa, en el horizonte. El olor a almizcle y hierba húmeda da la bienvenida al rancho Three Breeze. Un jinete con unas botas texanas de cuero repujado y ornamentos de plata pierde su sombrero de ala ancha cuando frena en seco su montura, un ejemplar de cuarto de milla o quarter horse. Otro vaquero, a lomos de un pintado o american paint, que de lejos se puede confundir con un appaloosa, el caballo con manchas de los indios nez percé de Oregón, guía con un lazo una recua de vacas. Parece un cuadro o un cuento del pintor y escritor Frederic Remington o un relato del novelista Bret Harte, testigos de la conquista del Oeste, pero todo ocurre en pleno siglo XXI. Las vacas no son longhorns de Texas o retintas cuernilargas de México, sino terneras del Pirineo. Y las montañas que luchan por destacar en la niebla tampoco son las Rocosas o las Black Hills.
- Las cumbres borrascosas son las de Montserrat. Estamos en Castellbell i el Vilar. Cinco hectáreas de terreno compartidas con Natural Hipic, un centro ecuestre que hace lo que muchos otros: excursiones idílicas, cuidado y pupilaje de caballos, clases de equitación... La familia Araquistain Carreras, propietaria del rancho y de la hípica, ha logrado además un pequeño milagro y que este pueblecito del Bages figure en los mapamundis de los aficionados a la monta vaquera o western.Esta especialidad, que nace del manejo del ganado con caballos, ha hecho un viaje de ida y vuelta desde Europa hasta Estados Unidos, donde muchos creen que se originó y olvidan que los cowboys, como los charros mexicanos o los gauchos argentinos, son herederos de los jinetes del Honrado Concejo de la Mesta o de las cañadas reales, aunque cambiaron el palo o la garrocha por el lazo y las boleadoras. La modalidad estrella de la monta vaquera es el reining, la última disciplina admitida por la Federación Ecuestre Internacional. Se trata de la otra domaclásica, tan exigente como la olímpica, pero más veloz, con figuras y giros que reproducen en la pista los movimientos que hacen los caballos entre el ganado. Estos concursos hípicos mueven fortunas en EE.UU. y, aunque aquí todavía están en mantillas, ya crecen con fuerza en países como Francia, Alemania o Italia.Un profano podría creer que la doma clásica es ballet y que la doma vaquera es una mezcla de hip-hop y breakdance, pero no es verdad: también es ballet. O danza contemporánea. Hombre y montura bailan, a veces a galope tendido, convertidos en un centauro. Lo más sorprendente es la aparente –sólo aparente– sencillez con que todo se realiza. Con las bridas muy sueltas, manejadas con una sola mano, el jinete logra que el caballo cambie de velocidad, gire sobre sus patas o frene de golpe su carrera, derrapando sobre los cuartos traseros, sobre los que casi se llega a sentar. Y todo con una presión apenas perceptible de sus piernas o una simple orden verbal, inaudible para el público de las gradas.Imaginen que un club ambicioso, pero modesto, como el Sant Andreu, convence a una estrella del Barça para que utilice su campo y dé clases allí. Eso ha logrado Three Breeze con el italiano Eugenio Latorre, un nombre reverenciado en el mundo del reining. Experto internacional (estos días está en Oklahoma, como juez de jueces en una competición), propietario de sementales campeones, como Spirit, entrenador de renombre y jinete con un palmarés envidiable, hizo honor a la fama de trotamundos de los vaqueros y decidió cerrar sus negocios en Italia y cambiar de aires.En realidad, los Araquistain Carreras no lo han fichado. Sólo aparecieron en el lugar y el momento apropiados para ofrecerle sus instalaciones. Y él aceptó trasladarse a Castellbell i el Vilar para entrenar a sus alumnos.Es sólo una más de la proezas de esta empresa familiar, que también organiza campeonatos (el último, ayer, una combinación de ranch sorting y team sorting, con caballos y reses en el cercado) y que ha traído al Bages a figuras míticas de la doma natural. En este rancho han impartido cursillos los mejores etólogos, amansadores y susurradores de caballos del mundo. Entre otros, la galesa Lucy Rees, el argentino Óscar Scarpati, el mexicano Chico Ramírez y el ya legendario Steve Harris, que falleció en el 2014 en su Arizona natal, a los 73 años.Hay muchas formas de definir la doma natural, pero una imagen lo resume a la perfección: tres caballos están tumbados en una pradera, un hombre se acerca y les imita, apoyando la cabeza en el lomo de uno de los animales, que ni se inmuta: es uno más de la manada. No hay ser más asustadizo que un caballo, para el que la huida es el método de defensa natural. Y todavía más sensibles que los ejemplares adultos son los potrillos. En Three Breeze y Natural Hipic es posible pasear entre caballos de un año y medio, como George, Shee y Flash, una joya nívea, casi albina, de ojos azules, que siguen a los recién llegados como perritos. Les golpean amistosamente con el morro para que les acaricien, juguetean, se dejan abrazar y obligan a recordar a Juan Ramón Jiménez y a su Platero: “Peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos”.El poeta lo llamaba y el burrito se acercaba “con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal”. Lo mismo sucede con estos peluches, que dentro de poco más de un año serán Pegasos. Ya podrán ser montados y se habrán convertido en caballos ágiles y explosivos. El cuarto de milla tiene una presencia menos imponente que el caballo andaluz. Son más pequeños, con el cuello más corto y la grupa menos pronunciada. De cuerpo compacto y musculoso, resultan ideales para trabajar con ganado.Son los gossos d’atura del reino equino. Por eso fueron tan populares en el Oeste: los caballos de las películas de indios y vaqueros de John Ford o Howard Hawks. Se llaman así porque son velocistas, imbatibles en carreras cortas. Su distancia ideal era la de las calles principales de los pueblos de colonos y mineros, de unos 400 metros, es decir, un cuarto de milla, donde era habitual que los jinetes hicieran apuestas sobre quién era más rápido.Cuántos lectores habrán pensado a estas alturas de la crónica en su infancia. Una infancia de pantalón corto, rodillas siempre con moratones y sabor a palomitas, a sesión matinal doble en el cine del barrio y a sudor de niños que corrían pegándose en el culo mientras tensaban un arco imaginario o hacían ver que su índice y pulgar eran un Colt. Pum, pum, pum. Juan Araquistain, que en verano cambiaba el asfalto de Barcelona por los prados del valle de Lecumberri, el pueblo de su familia en Navarra, era uno de aquellos críos: “De mayor seré un vaquero y tendré caballos”.La vida le sorprendió un día, convertido en profesional de éxito, abogado en uno de los mejores despachos de los años ochenta y noventa, el bufete Carreras Llansana. Togas y manuales de leyes. “¿Dónde está aquel niño? ¿Dónde mis sueños de infancia?” Ganaba mucho dinero, tenía como socios a multinacionales como Pricewaterhouse y entre sus clientes había empresas como Banesto. Pero, como para redimir a todos los niños que tuvieron la misma ilusión y carecieron del valor para hacerla realidad, él quería ser cowboy y se hizo cowboy. Tuvo la complicidad de su esposa, Marta Carreras, que sigue ejerciendo como letrada, con el orgullo y la responsabilidad de ser hija de Jorge Carreras (1925-2012), catedrático de Derecho Procesal, decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Navarra y rector de la Universitat de Barcelona. El matrimonio, padres de tres chicas y dos chicos, de entre 9 y 21 años, cambió un lujoso piso en Sant Cugat por la vida en el campo.Juan Araquistain, de 49 años, un John Wayne de 1,94 y más de 110 kilos, ha sido campeón de reining. Su hijo mayor, que también se llama Juan, le ha tomado el relevo en los éxitos deportivos. El trabajo en las cuadras es agotador. Una vez, en el porche, después de una prueba muy dura que les reservó el destino y que les hizo llorar mucho, le preguntó a Marta: “¿Te arrepientes?”. Y ella, el pilar de su familia, miró a los hijos y luego al rancho, las montañas, los prados... Y respondió: “Esta es nuestra casa”.
Juan Araquistain
Juan Araquistain nació en Barcelona en 1967.
Gracias a su abuelo materno, don Isidro Darna, Juan se inició en el
mundo del caballo desde muy pequeño. Su familia pasaba los veranos en la
localidad Navarra de Lecumberri alojándose en el Hotel Ayestarán. La
familia Ayestarán siempre ha tenido ganado. Los caballos y las vacas
abundaban en los prados que rodeaban el Hotel y así, Juan, se acostumbró
desde muy pequeño a compartir sus veranos con los caballos que vivían
en libertad en los prados y a observar a los caballos salvajes en las
montañas de la Sierra de Aralar.Don Isidro se empeñó en que Juan empezará a montar a Romero, el pony de la familia Ayestarán, pony muy sabio del que Juan aprendió que es siempre mejor aliarse con el caballo que pelarse con él.
Durante los inviernos Juan continuaba con su afición en Barcelona, montando en diversas hípicas hasta que a los 15 años entró en la escuela de equitación del Real Club de Polo de Barcelona, donde empezó su formación en las disciplinas de doma clásica y salto. Entre otros profesores tuvo la suerte de aprender con Victor Alvarez reconocido jinete de doma clásica. A los 19 años , tras completar su primer curso de Derecho, se marchó a Inglaterra durante unos meses para formarse en la disciplina de concurso completo en el Harrogate Ecuestrian Center, cercano a York, en donde pudo disfrutar de unas magníficas instalaciones de cross. A su regreso de Inglaterra tenía pensado empezar a competir en salto, pero el caballo que tenía apalabrado murió de cólico. Fue una desilusión tan grande que dejó de montar durante cinco años, limitándose a algún paseo durante los veranos por las montañas de Lecumberri.
En 1990 concluyó sus estudios de Derecho y en 1993 se casó en Lecumberri con Marta Carreras. Como regalo de bodas Jaciento Ayestarán les regaló una potra de tres años a la que llamaron Whisky. Whisky se había criado en la montaña y resultó muy difícil de domar, sobre todo teniendo en cuenta que por aquel entonces Juan todavía utilizaba sistemas tradicionales de doma. Para poder coger a Whisky se la tuvo que lazar y cuando ya sin aire cayó rendida al suelo le pusieron la cabezada de cuadra. Con dos ramales y dos hombres en cada ramal la llevaron a una campa donde ataron la cuerda a un poste clavado en el suelo y allí dejaron a whisky para que aprendiera a estar atada. La técnica era sencilla y normalmente funcionaba bien, el potro cuando se encuentra libre sale corriendo hasta que se tensa la cuerda, al llevar mucha velocidad el tirón de la cuerda es tan brusco que normalmente el potro cae al suelo y aprende que es mejor estarse quieto. Pero Whisky era diferente, siguió intentando una y otra vez escaparse y cuando al día siguiente Juan fue para darle de beber, Whisky no estaba. Había roto la cuerda y había huido. Encontraron a Whisky a varios kilómetros de distancia enredada con la cuerda en unas zarzas. Juan la cogió y se la llevó a los establos donde empezó su doma. Una vez puesta del ramal se la llevó a su casa en Sant Cugat del Valles, Barcelona, donde continuó con el proceso de su doma. La verdad es que aunque entre ellos había buena relación, la doma era difícil. Whisky era muy desconfiada y con mucho carácter lo que le hacía plantear muchas resistencias.
Pasaron dos años y todavía de vez en cuando empezaba a botarse sin motivo aparente o salía huyendo o se escapaba de su corral. Juan se negaba a rendirse y empezó a buscar alternativas para domar a su yegua. Es así como una amiga, Pilar Massaguer, conocida experta de la monta western, le habló de la doma natural y le prestó un libro de Pat Parelli. Ese libro fue el descubrimiento de un nuevo mundo, tras Parelli vinieron otros autores como el Dr. Millar y su imprinting, o Monty Roberts. Llevaba ya Juan un par de años poniendo en práctica estas nuevas técnicas con bastante éxito, no sólo con Whisky sino con varios potros, cuando en el año 1998 tuvo la oportunidad de asistir en Sevilla al primer curso de Adiestramiento Natural que Lucy Rees impartía en España. Conocer a Lucy y tener la oportunidad de trabajar con ella no sólo cambio por completo el punto de vista de Juan en relación con los caballos, sino su vida entera.
Por aquel entonces, Juan trabajaba de abogado en el Bufete Carreras Llansana del que era socio, pero cada día dedicaba más tiempo a trabajar con caballos y probablemente por lo novedoso de su trabajo empezó a aparecer en diversos medios de comunicación. Cada vez tenía más solicitudes para visitar caballos, ayudar a la gente a resolver sus problemas de comunicación con sus caballos, adiestrar potros, etc. Así en el año 2000 Juan funda Natural Hipic, con la idea de crear un lugar en donde todo gire en torno a la doma natural, el espacio de los caballos, su alimentación, el trato del personal, la educación de los clientes, etc. Natural Hipic es un centro especializado en el adiestramiento de potros y en la monta western, donde intentamos que caballos y personas tengan la mejor relación posible y disfruten juntos del tiempo que comparten.
Desde que se fundó Natural Hipic en el año 2000 Juan ha seguido formándose con distintos maestros, evidentemente siguió trabajando con Lucy Rees una de las etólogas más prestigiosas del mundo y adiestradota de gran valía. Gracias a la inestimable ayuda que Lucy le prestó a Juan en sus inicios, Natural Hipic pasó de ser un bonito proyecto a una firme realidad. En el año 2003 Juan conoció al reconocido adiestrador mejicano Marcelino Ramirez, conocido por todos como Chico.
Juan Araquistain
Juan Araquistain nació en Barcelona en 1967.
Gracias a su abuelo materno, don Isidro Darna, Juan se inició en el
mundo del caballo desde muy pequeño. Su familia pasaba los veranos en la
localidad Navarra de Lecumberri alojándose en el Hotel Ayestarán. La
familia Ayestarán siempre ha tenido ganado. Los caballos y las vacas
abundaban en los prados que rodeaban el Hotel y así, Juan, se acostumbró
desde muy pequeño a compartir sus veranos con los caballos que vivían
en libertad en los prados y a observar a los caballos salvajes en las
montañas de la Sierra de Aralar.Don Isidro se empeñó en que Juan empezará a montar a Romero, el pony de la familia Ayestarán, pony muy sabio del que Juan aprendió que es siempre mejor aliarse con el caballo que pelarse con él.
Durante los inviernos Juan continuaba con su afición en Barcelona, montando en diversas hípicas hasta que a los 15 años entró en la escuela de equitación del Real Club de Polo de Barcelona, donde empezó su formación en las disciplinas de doma clásica y salto. Entre otros profesores tuvo la suerte de aprender con Victor Alvarez reconocido jinete de doma clásica. A los 19 años , tras completar su primer curso de Derecho, se marchó a Inglaterra durante unos meses para formarse en la disciplina de concurso completo en el Harrogate Ecuestrian Center, cercano a York, en donde pudo disfrutar de unas magníficas instalaciones de cross. A su regreso de Inglaterra tenía pensado empezar a competir en salto, pero el caballo que tenía apalabrado murió de cólico. Fue una desilusión tan grande que dejó de montar durante cinco años, limitándose a algún paseo durante los veranos por las montañas de Lecumberri.
En 1990 concluyó sus estudios de Derecho y en 1993 se casó en Lecumberri con Marta Carreras. Como regalo de bodas Jaciento Ayestarán les regaló una potra de tres años a la que llamaron Whisky. Whisky se había criado en la montaña y resultó muy difícil de domar, sobre todo teniendo en cuenta que por aquel entonces Juan todavía utilizaba sistemas tradicionales de doma. Para poder coger a Whisky se la tuvo que lazar y cuando ya sin aire cayó rendida al suelo le pusieron la cabezada de cuadra. Con dos ramales y dos hombres en cada ramal la llevaron a una campa donde ataron la cuerda a un poste clavado en el suelo y allí dejaron a whisky para que aprendiera a estar atada. La técnica era sencilla y normalmente funcionaba bien, el potro cuando se encuentra libre sale corriendo hasta que se tensa la cuerda, al llevar mucha velocidad el tirón de la cuerda es tan brusco que normalmente el potro cae al suelo y aprende que es mejor estarse quieto. Pero Whisky era diferente, siguió intentando una y otra vez escaparse y cuando al día siguiente Juan fue para darle de beber, Whisky no estaba. Había roto la cuerda y había huido. Encontraron a Whisky a varios kilómetros de distancia enredada con la cuerda en unas zarzas. Juan la cogió y se la llevó a los establos donde empezó su doma. Una vez puesta del ramal se la llevó a su casa en Sant Cugat del Valles, Barcelona, donde continuó con el proceso de su doma. La verdad es que aunque entre ellos había buena relación, la doma era difícil. Whisky era muy desconfiada y con mucho carácter lo que le hacía plantear muchas resistencias.
Pasaron dos años y todavía de vez en cuando empezaba a botarse sin motivo aparente o salía huyendo o se escapaba de su corral. Juan se negaba a rendirse y empezó a buscar alternativas para domar a su yegua. Es así como una amiga, Pilar Massaguer, conocida experta de la monta western, le habló de la doma natural y le prestó un libro de Pat Parelli. Ese libro fue el descubrimiento de un nuevo mundo, tras Parelli vinieron otros autores como el Dr. Millar y su imprinting, o Monty Roberts. Llevaba ya Juan un par de años poniendo en práctica estas nuevas técnicas con bastante éxito, no sólo con Whisky sino con varios potros, cuando en el año 1998 tuvo la oportunidad de asistir en Sevilla al primer curso de Adiestramiento Natural que Lucy Rees impartía en España. Conocer a Lucy y tener la oportunidad de trabajar con ella no sólo cambio por completo el punto de vista de Juan en relación con los caballos, sino su vida entera.
Por aquel entonces, Juan trabajaba de abogado en el Bufete Carreras Llansana del que era socio, pero cada día dedicaba más tiempo a trabajar con caballos y probablemente por lo novedoso de su trabajo empezó a aparecer en diversos medios de comunicación. Cada vez tenía más solicitudes para visitar caballos, ayudar a la gente a resolver sus problemas de comunicación con sus caballos, adiestrar potros, etc. Así en el año 2000 Juan funda Natural Hipic, con la idea de crear un lugar en donde todo gire en torno a la doma natural, el espacio de los caballos, su alimentación, el trato del personal, la educación de los clientes, etc. Natural Hipic es un centro especializado en el adiestramiento de potros y en la monta western, donde intentamos que caballos y personas tengan la mejor relación posible y disfruten juntos del tiempo que comparten.
Desde que se fundó Natural Hipic en el año 2000 Juan ha seguido formándose con distintos maestros, evidentemente siguió trabajando con Lucy Rees una de las etólogas más prestigiosas del mundo y adiestradota de gran valía. Gracias a la inestimable ayuda que Lucy le prestó a Juan en sus inicios, Natural Hipic pasó de ser un bonito proyecto a una firme realidad. En el año 2003 Juan conoció al reconocido adiestrador mejicano Marcelino Ramirez, conocido por todos como Chico.
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