TITULO: 80 cm' - «El 60% del dinero de estas partidas se pierde por hacer un uso inadecuado»,.
Martes -15- Octubre , a las 20:30 horas en La 2, foto.
«El 60% del dinero de estas partidas se pierde por hacer un uso inadecuado»,.
«Este tipo de políticas se están perdiendo en la nada. El 60% del dinero de estas partidas se pierde por hacer un uso inadecuado de él. Eso quiere decir que no tiene repercusión, que no se traduce en puestos de trabajo», asegura Lucas, que también fue profesor de la Facultad de Económicas de Valladolid.
Ante eso aboga por un nuevo programa de formación que facilite «la elaboración de un plan de empleo transparente, estructural y con creación real de trabajo».
De los casi 6.000 millones de euros destinados a esta partida actualmente, 2.500 son para formación y el resto para subvenciones. La media que recibe cada comunidad autónoma es de 250 millones. Con esas cifras no cree que se deba aumentar el gasto, sino hacer efectivo lo que ya existe.
Para ello ha hecho un estudio con propuestas de trabajo en las que defiende principalmente dinamizar los recursos locales orientados al empleo y establecer programas de formación adecuados a la demanda del mercado.
Apunta a la necesidad de actualizar los certificados de profesionalidad, es decir, los documentos que acreditan a un trabajador en una cualificación profesional. «Están totalmente desfasados», critica este cacereño que se muestra contundente. «Se está consiguiendo que del paro se haga una profesión», concluye.
«El horror necesita un lenguaje lo más natural posible»,.
La alemana Natascha Wodin indaga en su historia familiar en 'Mi madre era de Mariúpol' para encontrar la fragilidad de los ucranianos atrapados entre Stalin y Hitler,.
-Su voz resuena con la fuerza que tienen autores como Primo Levi. ¿La prosa exacta y sin florituras era la única manera de acercarse al destino familiar?
-En efecto, pues los acontecimientos que describo en este libro hablan por sí solos, y precisamente el horror necesita un lenguaje lo más natural posible ya que las florituras supondrían una banalización. Aparte de esto, mi objetivo desde hace tiempo es lograr un lenguaje claro y sencillo que prescinda de esfuerzos literarios. Mi experiencia es que la literatura sólo puede nacer evitando la literatura.
-¿Qué son las raíces familiares para alguien desterrado, sacudido por la marea de la historia?
-Para ser sincera, la palabra «raíces» no me dice gran cosa. Probablemente porque nunca las he tenido ni sé lo que se siente teniéndolas. Ahora, con más de setenta años, es tarde para localizarse en el mundo. Los antepasados que encontré durante las investigaciones para el libro pertenecen a otro tiempo y a otro universo, ya no viven y se han ido convirtiendo para mí en personajes literarios, en un elenco interior que sé que debe de tener poco en común con la realidad. De hecho, sólo conozco a estas personas a través de las escasas informaciones que me han sido transmitidas y, en el mejor de los casos, solo he podido contemplar sus perfiles en alguna foto amarillenta que deja mucho margen a mi imaginación. Si tengo algo así como raíces, éstas se encuentran en la lengua alemana. Fui una niña muy solitaria, y como tal inicié muy pronto el diálogo con el papel. Desnaturalicé mis cuadernos escolares llenándolos de historias inventadas, más bellas que mis propias historias.
-¿Están incompletas las personas que desconocen su árbol genealógico o no tienen lazos familiares? ¿Lo ha sentido usted?
-No, nunca me he sentido incompleta. Ocurre como con las raíces. Algo que se desconoce no se puede echar de menos. Y en mi vida he visto a menudo que la familia puede proporcionar abrigo, pero también significa limitación, falta de libertad y, a veces, guerra. He vivido mi vida con compañeros de camino, con personas afines en el alma; con ellos, me siento ricamente obsequiada. Aunque el precio que se paga sea a ratos la soledad.
Gesto de amor
Una familia rota dentro de la enorme y silenciada tragedia ucraniana. Wodin creció en un campamento de desplazados, permaneció en Alemania y se convirtió en escritora. «Durante toda mi vida me había sentido en desventaja por no tener familia», escribe Wodin en este libro ganador del Premio Alfred Döblin y reconocido en la Feria del Libro de Leipzig, «pero esa sensación sólo se debía al hecho de haber ignorado que sin ese lastre era una persona feliz». Porque lo que encuentra Wodin cuando comienza a desmadejar el destino de los suyos es doloroso y triste. Toda la fantasía con que había rellenado el desconocimiento estallaba para dar paso a oscuros relatos. Es lo que cuenta en este libro de crónica y memoria, que pone rostro a víctimas que habían permanecido en las sombras.-Cuando encuentra a sus familiares, reflexiona sobre la conveniencia de su búsqueda. ¿Servía como advertencia de lo que encierra la «verdad»?
-Sí, por supuesto. Mis dudas se acrecentaron de forma especial cuando resultó que uno de mis parientes aún vivos era un matricida. Interpreté esto como un castigo por mis ansias de saber. Había adquirido una familia magnífica, un gran clan multicultural que podía pintarme con los colores más bellos de la imaginación porque disponía de pocos hechos, y de pronto, ya al final de la saga, en su desenlace por así decir, aparece un perturbado mental, un asesino que asfixia a su madre con una almohada, después se come un tarro de mayonesa y vuelve a acostarse. En ese momento me arrepentí de haber emprendido mi búsqueda. No quería tener semejante pariente. Pero, a fin de cuentas, también eso era materia para mi libro. Confieso que en la investigación me importaba sobre todo el libro que quería escribir; sólo en segundo lugar, la historia de mis antecedentes particulares.
-Su historia es real y es un homenaje, un gesto de amor, a su madre, cuya historia se escucha gracias a conjeturas, hipótesis, imaginación. ¿No es ése el material de toda reconstrucción literaria?
-La literatura es, probablemente siempre, una aleación de ficción y verdad. Así y todo, en este libro he buscado la máxima verdad posible. No he inventado nada, sólo he seguido pistas encontradas. Las conjeturas, las hipótesis, la imaginación, siempre las he señalado como tales. No quise revestir de ficción a mi madre, quería acercarme todo lo que pudiera a su realidad.
-Nació en Alemania, donde los niños de la escuela la repudiaban. ¿Qué es la patria para usted? ¿Una entelequia quizás?
-«Patria» es para mí otra de las palabras que no son mías. Bien es cierto que Alemania figura entre los países del mundo en los que materialmente mejor se vive, pero no creo que en una sociedad del rendimiento y del lucro sea posible encontrar una verdadera patria. Uno puede crear una especie de hueco donde sentirse en casa, pero un «nosotros» omnicomprensivo en el sentido de patria no puede nacer, para eso las diferencias materiales entre las personas son demasiado grandes. Además, ¿qué podría ser una patria en tiempos en que gran parte de la humanidad se encuentra inmersa en un movimiento de refugiados? Millones de seres humanos sin base de vida. ¿Qué asociarían ellos a la palabra «patria»? Añádase a esto la globalización, la digitalización, que cada vez más hace desaparecer al individuo. La patria de mucha gente parece ser ahora el teléfono móvil.
-En su libro deja entrever la posibilidad de que usted sea hija de un carcelero alemán de un campo de trabajo. Si esto fuera cierto, ¿encontrar a una familia a la vez que descubre que no es suya es lo más desolador de esta historia?
-No recuerdo haber dejado entrever tal posibilidad.
-¿La felicidad y la comodidad occidentales están sobrevaloradas? ¿Ha podido ser usted feliz a pesar de la tragedia familiar vivida?
-La comodidad occidental se me antojó muy extraña durante mucho tiempo, no pude identificarme con ella, aunque a partir de determinado momento me había convertido en parte de la misma. Me acuerdo de cómo Imre Kertész, tras la liberación del campo de concentración, describe no la felicidad, sino su extrañeza en el llamado mundo normal. Yo no estuve en un campo de concentración, pero experimenté algo similar después de haber huido de la miserable existencia de marginados en la que vivían mis padres. Y es que la psique humana funciona de tal manera que el trauma sólo puede expandirse en condiciones de seguridad, es decir, cuanto mejor me iba tanto peor me iba. Tardé décadas en poder comenzar a vivir, a hacer cosas absolutamente normales, como todos los demás. Estas «cosas absolutamente normales» son hoy la felicidad para mí.
(Traducción del alemán de Richard Gross),.
TITULO: Hacer de comer - (Tabulé y kokotxas de bacalao con habas) - chef Andoni Luis Aduriz,.
lunes -14- a viernes -18- Octubre a las 13:25h, en La 1 , foto,.
lunes -14- a viernes -18- Octubre a las 13:25h, en La 1 , foto,.
(Tabulé y kokotxas de bacalao con habas). Dani García prepara un tabulé, ensalada cuyo ingrediente principal es el cous cous. Después recibe la visita del chef Andoni Luis Aduriz, que viene para cocinar un plato tradicional de su región, el País Vasco: unas kokotxas de bacalao con habas. Presentado por Dani García.
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