El sabado -12- Octubre a las 16:00 por Telecinco , foto,.
La ropa cuenta la historia del personaje,.
¿Quién viste a los personajes de las series?,.
Los encargados de buscar el vestuario son una pieza esencial para crear el 'aire' que respiran las ficciones. Dos expertos detallan cómo es su trabajo,.
Ella se ha encargado de escoger lo que llevan Mayte, Lourdes, Amparo y compañía, esas mujeres de barrio que accidentalmente (o no tanto) manchan sus trapos con sangre. «A la hora de escoger el atuendo de la serie me recorrí muchos centros comerciales de extrarradio para inspirarme. El realismo en sí puede ser feo, porque nadie se plantea cuando se viste por la mañana si va a quedar bien o si conjuntará con su amiga. El reto aquí era conseguir un realismo cuidado, equilibrado, que no coincidiesen todas las chicas en el estampado o con el mismo color», explica esta figurinista vitoriana afincada en Madrid, que ha trabajado para otros proyectos como 'No te puedes esconder' o 'Bajo la red'. «A veces no se da valor al vestuario contemporáneo. Estoy de acuerdo en que el de 'Juego de Tronos' es maravilloso, pero hay que reconocer que resulta más complicado llamar la atención con un estilo realista. Por ejemplo, acabo de ver 'Euphoria' y me encanta cómo lo han hecho y todo lo que cuenta la ropa de los personajes», afirma.
«Acudo a menudo a tiendas vintage, customizamos ropa y alquilamos en Peris –empresa especializada en el sector–», cuenta Delcán, que no renuncia tampoco a diseñar confecciones concretas, algo a lo que también recurre Elixabet Nuñez. «Hace poco teníamos una trama que se desarrollaba en un ring de boxeo y confeccionamos todo el vestuario al estilo de 'Glow'. Cuento con un equipo de tres profesionales que cosen de maravilla y me permite lujos de este tipo», explica la diseñadora.
Normalmente cada personaje de una serie suele ir unido a una paleta cromática para que todo el equipo técnico lo use como referente. No es lo mismo trabajar para un thriller (donde priman los azules o grises) que para una comedia (que permite apuestas más alegres) y, por supuesto, existen tonos y telas más o menos recomendables. «Los colores flúor suelen romper y con el blanco, si estás en exteriores, se ha de tener cuidado, al igual que con algunos tejidos que suenan y son muy molestos», indica Nuñez.
A ninguno de los dos les ofenden las sugerencias de los propios actores, siempre y cuando estén justificadas por el argumento. «Si la ropa les ayuda a creerse su personaje nunca te ponen pegas», coinciden.
A su mesa llegan peticiones de todo tipo y en su mano está materializarlas. A Delcán le tocó, por ejemplo, recrear la mascota Curro de la Expo'92 y a Nuñez, unos disfraces de bolos como los del concurso 'Grand Prix'. En su mente atesoran un enorme fondo de armario para salir airosos de cualquier aprieto que exija el guion, por complicado que sea.
TITULO:
VIVA LA VIDA - Galdós: la foto fija de la España del siglo XIX y de siempre. ,. DOMINGO - 13- Octubre .
El domingo -13- Octubre a las 16:00 por Telecinco , fotos,.
Galdós: la foto fija de la España del siglo XIX y de siempre,.
El
próximo año se conmemora el centenario del que pudo ser Nobel pero lo
impidió la envidia patria. Ahora, un libro de Francisco Cánovas Sánchez
acerca su figura discreta

- Uno de los nuestros. Entre ultramarinos y coloniales,.
«Es la única influencia que yo reconocería, la de Galdós, así, en general, en mí». Palabras de Luis Buñuel a Max Aub. «Es el poderío de un país lo que decide sobre los grandes escritores. Galdós novelista es con frecuencia comparable a Dostoievski. Pero, ¿quién le conoce fuera de España?». Vuelve a hablar Buñuel en su espléndido libro de memorias, Mi último suspiro. No hace falta insistir. O quizá sí, porque fuimos los españoles quienes (algunos) decidimos boicotear el Nobel.
Fue
en 1912. Pérez de Ayala, Benavente, Ramón y Cajal, Echegaray, Romanones
y otros 500 firmantes más entre escritores, periodistas y artistas
promovieron su candidatura, además de distintos periódicos progresistas
como El Liberal, El País o El Cantábrico. Pero enfrente tuvo a otras cabeceras, como La Época, El Correo Español y El Diario Montañés.
«Los neocatólicos lanzaron la candidatura alternativa de Marcelino
Menéndez Pelayo y crearon una imagen de disenso, plasmada de forma
llamativa en las posiciones contrapuestas defendidas por la Real
Academia de Medicina y la Real Academia Española, que apoyaron,
respectivamente, a Galdós y a Menéndez Pelayo», cuenta
Francisco Cánovas Sánchez en su ensayo Benito Pérez Galdós. Vida, obra y
compomiso (Alianza editorial). Los suecos encargaron a un notable,
Göran Björman, el preceptivo informe pero entre que no debió de ser muy
acertado y que llegaron hasta Estocolmo «miles de cartas y telegramas»
en contra del escritor canario, el premio se lo llevó un alemán, Gerhart
Hauptmann. En 1913 los devotos de Galdós volvieron a la carga (el
Ateneo, Pérez de Ayala... y unos jóvenes Juan Ramón Jiménez, Pedro
Salinas y Jorge Guillén), pero el Nobel recayó en Rabindranath Tagore,
que también derrotó al catalán Ángel Guimerá. En 1914 todo se suspendió
por la Primera Guerra Mundial y un año después el premio se lo dieron a
Romain Rolland. Fin de la ilusión.Don Benito tiene un pelotón de leales, entre los que figuran Antonio Muñoz Molina, María Zambrano, Andrés Trapiello, Almudena Grandes, Rafael Chirbes o Luis Cernuda. Escribió el poeta en 1954: «Se ha repetido que Galdós no sabe escribir, que no tiene estilo. No sé qué llamarán estilo quienes tal cosa dicen. Galdós creó para sus personajes un lenguaje que no tiene precedentes en nuestra literatura, ni parece que nadie haya intentado continuarlo o podido continuarlo». Max Aub lo incluye en ese hilván que viene de la novela picaresca, La Celestina y Cervantes, y, además, hace decir a un personaje de La calle Valverde: «Quisiera escribir una novela, una gran novela; la gran novela de nuestro tiempo, como hizo Galdós la del suyo». Y Chirbes destacó «su poderosa reflexión sobre la historia española, su concepto de pueblo como motor, la textura de sus valores cívicos y republicanos».
Era Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920) un hombre alto, delgado, moreno, de «ojillos ratoniles» (Cristóbal de Castro), caballera abundante y bigotillo, según el óleo de Sorolla cuando el escritor contaba 51 años. Fumador y con el tiempo con anteojos, tras varias operaciones de la vista que le obligaron a dictar sus escritos en la vejez. Reservado, décimo hijo de un coronel que estudió Leyes y Filosofía y Letras en Madrid, frecuentó varias tertulias y fue elegido diputado en varias ocasiones. Nunca se casó, lo que no le impidió que conociera numerosas mujeres, entre otras Emilia Pardo Bazán: viajaron juntos por Europa y se cruzaron numerosas cartas -recogidas en Miquiño mío (Turner)- donde se refleja la pasión de aquella mujer de carácter: «En cuanto yo te coja, no queda rastro del gran hombre». Le dolió al canario la infidelidad de la condesa (que ya antes había mandado al pairo a su marido, José Quiroga) con un jovencito José Lázaro Galdiano. La Pardo Bazán se lo había dejado muy claro: «El quererme a mí tiene todos los inconvenientes y las emociones de casarse con un marino o un militar en tiempo de guerra. Siempre doy sustos». Pero todo se arregló... durante una temporada. Porque Galdós no paró. Reconoció a una hija, María, que resultó de su trato con la asturiana Lorenza Cobián, se relacionó también con una aspirante a actriz «bulliciosa y alocada» (Germán Gullón) de nombre Concha Morell y cerró el ciclo amoroso con Teodosia Gandarias: «Te mando en estos renglones todo el amor, y todas las delicadezas y dulcísimas remembranzas de tu cumplidísimo y siempre apasionado caballero, paladín y súbdito reverente» (agosto de 1915).
La escultura de Victorio Macho que puede verse en el Retiro madrileño está hecha de piedra blanca de Lérida. Con pompa fue inaugurada el 20 de mayo de 1919. Hasta allí acudió Galdós con sus 75 años a cuestas y tan ciego que tuvo que palpar la obra de un hombre con manta sobre las piernas y mirada al frente: «¡Magnífica!, amigo Macho. ¡Y como se parece a mí!». El propio Macho hizo una copia, mucho más reducida, y se la regaló a Berdagué, el Gordo, un librero de viejo amigo suyo de la calle Cedaceros; pues bien, la viuda del librero se la dio a un devoto del novelista, Andrés Trapiello: «Me gusta Galdós porque cuando escribe piensa en todo y en todos menos en él. Me gusta su naturalidad, su prosa que fluye como el agua de un manantial. Y al leerla te transforma sin que te des cuenta», dice a La Esfera. «Si te gusta Galdós, te gustan hasta sus defectos. Sucede con muy pocos. A mí, con Cervantes y Baroja. La primera y segunda serie de los Episodios Nacionales son impresionantes. Y Fortunata, Misericordia o Miau son lo mejor de todos los tiempos».
Sobre el origen del mote el Garbancero, con que le bautizó Ramón María del Valle-Inclán, matiza Trapiello. «Es el insulto más triste y cobarde de la literatura española. Triste, porque lo dictó el resentimiento (Galdós había desestimado una obra de Valle-Inclán para el Teatro Español, cuando aquel lo dirigía); cobarde, porque lo circuló cuando Galdós acababa de morir». El caso es que en Luces de bohemia se puede leer esta frase en boca de Dorio de Gadex, pseudónimo de Antonio Rey Moliné: «Precisamente ahora está vacante el sillón de don Benito el Garbancero».
Considera Trapiello que Galdós siempre estuvo vigente, siempre tuvo miles de lectores, «callados y anónimos, incluso cuando la élite literaria española lo combatía durante el franquismo, de Benet a Umbral». Cánovas Sánchez, por su parte, resalta a este suplemento que «los Episodios Nacionales ofrecen una excelente visión de la historia española del siglo XIX. Como destacó Antonio Machado, muestran una riqueza de relatos, interpretaciones y detalles que ayudan a comprender aquel tiempo convulso. Fortunata y Jacinta, Misericordia, Tristana y otras novelas contemporáneas ofrecen una galería de personajes que viven en unas circunstancias familiares, coordenadas históricas y realidades ciudadanas y políticas dotadas de verdad, de credibilidad, que descubren las entrañas de los españoles de su tiempo».
Sobre los personajes femeninos, incide Cánovas Sánchez en su libro, a la venta el 10 de octubre y que será presentado el próximo día 22 en el Ateneo de Madrid: «Son mujeres de perfiles muy diferentes, luchadoras, visionarias o resignadas que, a veces, confunden la pasión con la vida. Mujeres como Casandra, que lucha para defender sus derechos; como Fortunata, que hace valer su fertilidad, símbolo del futuro; como Perfecta, encarnación del autoritarismo y la intransigencia; como Tristana, atada de pies y manos por un destino que la conduce a la mediocridad; como María Egipcia, beata formalista y disciplinada». Y se añade en este ensayo unas palabras de María Zambrano: «Galdós es el primer escritor español que introduce a todo riesgo las mujeres en su mundo. Las mujeres, múltiples y diversas; las mujeres, reales y distintas, ontológicamente iguales al varón. Y esta es la novedad, esa es la deslumbradora conquista».
Llegó Galdós con 19 años a Madrid en 1862 tras una odisea variopinta: tres días en el buque Almogávar desde Tenerife a Cádiz, prosiguió en tren hasta Córdoba, cruzó La Mancha en diligencia y desde Alcázar de San Juan otro tren le dejó en la Villa y Corte que entonces tenía tranvías de mulas y 300.000 habitantes. El Madrid de hoy le pretende honrar por su inminente aniversario. Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, afirma que un grupo de trabajo, del que ella forma parte, prepara actividades culturales «que saquen al escritor a la calle, la Noche de los Libros será muy galdosiana y habrá colaboraciones con otras instituciones». Desde el Ayuntamiento pretenden reconocimientos tanto desde la Academia y el Ateneo como desde un público más juvenil, mediante lecturas, concursos, proyección de películas y una obra teatral que podría representarse en el Español, según fuentes municipales.
Amén de las placas que puedan colocarse, sí hay una (dos en realidad) en el edificio de la calle Victoria que fue hostal, tertulia y escenario de la primera novela de don Benito, La Fontana de Oro (1870). Lástima que hoy, después de ser tasca con enormes toneles pintados de rojo, la popular Sol y sombra, albergue un pub irlandés.
TITULO: Ese programa del que usted me habla con - SIDI .
El martes -8- Octubre por La 2 a las 21:30, foto,.
Sidi, el jefe de la hueste,.
Sobre las imágenes tan sugerentes y poderosas del último libro de Pérez-Reverte; sobre la oportunidad que ofrece; sobre el liderazgo,.
Vamos, que es una gozada. Una lectura apasionante y entretenida que, efectivamente, tiene un aroma a wéstern importante. Aunque yo diría más: es una historia de imágenes potentes; de escenas pintadas con el detallismo de un Ferrer-Dalmau. Es, quiero decir, una maravillosa oportunidad para que un productor televisivo inteligente le echara el guante. Yo lo veo claro: una miniserie de cuatro capítulos, los mismos en los que se divide el libro. Sería brutal. Y no me malinterpreten, no creo que 'Sidi' tenga más valor porque pudiera ser la base para un guion de tele. 'Sidi' es una lectura redonda y, como lectura, tiene unas bondades que la pantalla nunca podrá alcanzar. Pero, al revés, esta historia contada con imágenes podría aportar otro punto de vista arrebatador.
«Como lectura, tiene unas bondades que la pantalla nunca podrá
alcanzar. Pero, al revés, esta historia contada con imágenes podría
aportar otro punto de vista arrebatador»
Además, es el momento de hablar del liderazgo.
De tener odiosas comparaciones con las que ridiculizar a esos políticos
que se empeñan, una y otra vez, en hacernos creer que están capacitados
para cabalgar al frente de un país. El momento de dignificar y
autenticar al líder, al de verdad, al que no le preocupa lo bien o lo
mal calzado que vaya para la ocasión. Esas personas que, mientras
nosotros nos deslumbramos con una bella puesta de sol, ellos atraviesan
el horizonte con la mano haciendo visera.TITULO: FIESTA Y TOROS -Triunfo cabal de Antonio Ferrera,.
Triunfo cabal de Antonio Ferrera,.
No
sin apuros, supera la prueba de matar en las Ventas seis toros de
notable seriedad Un botín de dos orejas le abre la puerta grande.
Exhibición de toreo de capa y quites,.
Corrida de cinco hierros y tres encastes. Espectáculo de dos mitades no simétricas. De cuatro toros la primera, al cabo de la cual la cosa estaba en el fiel de la balanza. Dos silencios y dos ovaciones, la segunda de ellas recogida en el tercio. Resultado discreto en corrida de único espada.
Toros elegidos con esmero, con la excepción del de Alcurrucén que rompió el fuego, un moscón encogido, emplazado, aire incierto, genio de fondo. Ferrera anduvo muy suficiente con el toro, ideas claras y rápidas, cambios de terrenos para engañar al toro, que lo midió mucho y, tardo, se metió cada vez que Ferrera, al hilo del pitón, abrió huecos.
En tarde muy desigual con la espada, a ese toro lo despachó Ferrera de media y con él dio comienzo a su exhibición de toreo de repertorio, recursos e invenciones en el toreo de capa y quites. A los seis toros quitó del caballo el propio Ferrera según costumbre suya que honra la regla clásica que obligaba al matador a sacar del montado el toro, y a los banderilleros a meterlos, recibirlos y pararlos. Todos los quites de Ferrera, pródigo con la capa, se celebraron. Los brillantes, los de rigor de fondo, los de fantasía, los temerarios también. De todas clases hubo. Como en botica y bazar. El de temple exquisito fue el primero de los dos del segundo toro, el de Parladé, muy bien picado por Manuel Cid, y recogido por Ferrera en dos lances empapados a media altura monumentales. El que vino después, por largas afaroladas y media marcada en corto y abajo, fue de otro nivel.
Los hubo por lances de costadillo emparentados con la chicuelina ortodoxa, de frente por detrás, por revolera antológica -una sola- , por larga en serpentina y hasta por larga cambiada de rodillas. En pago por todo lo que tiene asimilado del repertorio mexicano de alarde y fantasía, hubo una versión del quite de otro del maestro Pepe Ortiz que ya había puesto Ferrera en escena con éxito, porque el quite solo es deslumbrante. Ferrera se había tintado de sangre del primer toro la pechera y el frontal de la taleguilla, y con el gran brochazo que llenaba la delantera del terno de seda blanca aguantó hasta la hora final. Podría haber sido un detalle trivial en corrida de terna. En esta de único espada, no. El quite de oro precisa una elegancia formal que incluye el vestido. Las formas.
Después de arrastrado el cuarto, Ferrera pidió una pequeña tregua para reponer fuerzas; y después de arrastrado el quinto, otra del mismo propósito. El refresco fue mano de santo. Sopló a favor el viento de la fortuna, pues los dos últimos toros, un quinto seriamente armado y de engrasado motor de Domingo Hernández y un sexto colorado muy bondadoso y codicioso de Victoriano del Río, fueron con diferencia los más propicios del envío. El de Domingo lo quiso todo en distancia. No es que protestara al sentir a Ferrera demasiado encima, pero solo rompió en serio cuando se le abrieron espacios y la ligazón fue de pureza y no rehilada.
Ficha del festejo
- Madrid. 5ª de la feria de Otoño. Veraniego, a plomo las banderas. 18.797 almas. Dos horas y media de función.
- Antonio Ferrera, único espada, silencio, ovación, silencio, saludos tras aviso, una oreja y una oreja. Salió a hombros.
- Buen tercio de varas de Manuel Cid en el segundo, y de Antonio Prieto en el tercero, al que Fernando Sánchez clavó un par soberbio, saludando montera en mano junto a Javier Valdeoro. Buena brega de Carretero al quinto. Y otra vez Fernando Sánchez brilló con los rehiletes en el sexto, obligado nuevamente a saludar desde el tercio.
La apuesta por el toreo de pellizcos salteados, el natural intercalado fue uno de ellos y el más repetido, sacrificó el toreo convencional de tandas ligadas y rematadas con el de pecho. Al cuarto toro, otro de Victoriano del Río muy ofensivo, de cuajo extraordinario, le pegó Ferrera las dos mejores tandas con la izquierda, al desmayo, embraguetadas y muy despaciosas. Fue entonces cuando se calentó el ambiente más en serio. Con el encastado segundo de Parladé, de rara correa y muy serio estilo, Ferrera anduvo muy firme y, en faena de dientes de sierra, cuajó, cuando toreó al toque y no por los vuelos, tres series de altura. Pero ni al de Parladé, ni al de Adolfo Martín, que se vino estrepitosamente abajo después de picado, tampoco al cuarto galán, les vio la muerte la Ferrera. Con la espada -entera tendida al de Domingo y media que basta al dulce sexto- terminó Ferrera poniendo las cosas en su sitio. Se trataba de saborear un éxito que solo una hora antes parecía habérselo ido de la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario