TITULO : MAS QUE COCHES - Un dia en las carreras - La 33 de Alonso, el deseo que quieren hasta sus rivales,.
Un dia en las carreras - La 33 de Alonso, el deseo que quieren hasta sus rivales,.
Las circunstancias con las que comenzó el fin de semana en Montreal y las condiciones en las que se disputará la carrera hacen viable soñar con la ansiada victoria del asturiano incluso por parte de sus 'enemigos',.
Es una obsesión entre los aficionados españoles, pero no son los únicos. Cualquiera que vaya por la calle y vea este fin de semana caluroso un 33 en las marquesinas de los autobuses y sonría sabe que será por lo que será. Todos los aficionados a la Fórmula 1 intentan ir a la plaza número 33 si entra en un párking. Hay una cierta hermandad, un guiño de quien se sabe de la misma tribu si se cruzan dos personas que tienen una camiseta de Aston Martin. Las miradas cómplices se hacen patentes entre dos personas que entienden el concepto de 'La Misión'.
Es tal el clamor que incluso entre los pilotos existe. El mismo Max Verstappen fue muy claro en la previa del caótico GP de Canadá, que apunta a ser complejo. Precisamente, lo que necesita Fernando Alonso para volver a lo más alto. Si aquí fue donde el asturiano batió otro récord cuando se convirtió en el piloto que más tiempo estuvo esperando entre su primera línea en parrilla y la última, ¿por qué no pensar que será aquí también donde acaben diez años de sequía entre su victoria 32 y la 33?
«Me gusta, es un piloto de verdad, se lo merece y nunca se rinde. Le encanta este deporte, a veces lo pienso, dios mío, después de tantos años pilotando un coche de zona media, que puedes perder parte de ese amor. Pero es un verdadero piloto, un animal. Si me preguntas a qué piloto me gustaría ver ganar, es a Fernando», admitía este viernes Verstappen. Y eso que Alonso es, de largo, el único piloto que ha podido acercarse de manera constante a los Red Bull. Si saborea de nuevo el champán del ganador, Verstappen debería tener algo de miedo ante la remota posibilidad de que su dominio se fracture.
Aston Martin sabe que es ahora o nunca. Si las evoluciones que han llevado a Montreal tienen visos de ser más o menos óptimas, el resto lo pondrá un Alonso que está pleno de confianza. De Lance Stroll no se espera nada, por lo que cualquier resultado que no sea acabar fuera del 'top 10' o incluso acabar a secas ya será un óptimo resultado.
La chapuza de los primeros libres
El primer día de trabajo en Canadá dejó sensaciones encontradas, no tanto por el resultado final, sino por los problemas que se vivieron en el desarrollo de los libres. La primera sesión ni siquiera se disputó debido a que la señal de televisión del circuito se estropeó. Literalmente: se quedaron sin señal.
Dado que eran unos libres, que apenas tenían relevancia (de ahí que el formato sprint tenga cada vez más defensores) y que tampoco es la hora que más esperan ni los aficionados ni los propios equipos y corredores, la decisión de suspender la sesión y dar media hora más de trabajo en los segundos libres fue aceptada de buen grado por todos.
Canadá ya es conocida por protagonizar sucesos similares. Si no son las marmotas que copan la isla artificial donde se encuentra el circuito Gilles Villeneuve de Montreal, son chaparrones de lluvia como los que previsiblemente van a caer este sábado y, en menor medida, el domingo durante la carrera. Para la historia queda aquel GP de Canadá de 2011, en el que los pilotos estuvieron esperando más de cuatro horas bajo la lluvia hasta decidir que debía suspenderse. Desde entonces, por normativa se establece que una carrera no puede durar más de dos horas.
Habrá que ver si, en medio de una eventual vorágine, no llega la ansiada 33 de Alonso. Seguro que no hay nadie que se lamente de que sea bajo una posible tormenta.
TITULO: Para Todos La 2 - Palomo Cojo - Una noche sin luna,.
Palomo Cojo - Una noche sin luna,.
Estatua de Federico García Lorca.
«Merece la pena echar la vista atrás y ver de dónde venimos para entender quiénes somos». Es una de las primeras revelaciones con las que el actor Juan Diego Botto, en su interpretación magistral de Federico García Lorca, sorprende al espectador al inicio de la obra de teatro, Una noche sin luna. El intérprete y su director, Sergio Peris-Mencheta, logran crear un universo mágico, envolvente y atemporal en una pieza teatral que bien podría ser el «finísimo trocito de hilo» que pudiera servir para reconstruir la trama de la historia del autor granadino, como si todavía nadie se hubiera atrevido a acercarse a las fosas para levantar la tierra y «conocer la verdad de las sepulturas», para escuchar a las voces dormidas que gritan el dolor contenido tras tanto tiempo de espera.
«¿Cómo se trae la realidad a la escena?», se pregunta el intérprete al inicio de la obra, guiando al espectador, a través de la palabra y de la emoción, por el relato de una vida convertida en literatura, suma de recuerdos evanescentes y fugaces. Inicio y final, nacimiento y muerte, que van entrelazados, pues la existencia es tan efímera que solo la eternidad logra dilatar la brevedad del tiempo vivido. Memoria e identidad como elementos necesarios para entender quiénes somos y cómo seremos recordados, para comprender cómo la mudanza de las cosas no tiene por qué suponer la pérdida de lo que en su origen fueron. «Teseo tenía un barco», nos recuerda Lorca sobre las tablas, pues la paradoja del barco del que fuera rey de Atenas sirve para transformar completamente el escenario inicial y convertirlo en un navío que, en la noche estrellada, pone rumbo hacia un destino desconocido e inalterable. La referencia mitológica abraza el recuerdo de su vida y la madrugada de su muerte.
«Al salir yo miré al cielo buscando la luna para que me llevara con su polisón de nardos y, entre todas las noches del mundo, decidieron matarme en una noche sin luna», afirma el personaje de Lorca, instantes previos al sonido de un fusil que acabará con su vida. Aquel hombre que, mientras estaba en la Residencia de Estudiantes de Madrid, había suplicado a su padre: «dejadme las alas en su sitio que yo os prometo, os prometo que volaré bien», antes de su último hálito de vida, sigue recordando la caricia de su compañero Rafael Rodríguez Rapún, secretario de La Barraca y uno de los inspiradores de los Sonetos del amor oscuro.
La luz del hombre y la oscuridad de quienes lo juzgaron injustamente, de quienes lo asesinaron, de quienes nos dejaron huérfanos de sus palabras. La arbitrariedad de aquellos que señalaron o decidieron el trágico final de García Lorca, como el Gobernador de Granada, José Valdés Guzmán, o el General de Sevilla, Queipo de Llano, que en la madrugada del 18 de agosto de 1936 recetó darle al poeta «café, mucho café»: «¿No es maravilloso lo que hacemos en este país con el lenguaje? Sin duda, me dieron café, montones de café», llega a ironizar el propia Lorca sobre el escenario. Cada afirmación que el intérprete realiza, cada momento recreado, cada emoción manifestada, cada recuerdo compartido se convierten en un golpe de realidad tan fuerte que las lágrimas resultan insuficientes para revelar la rabia que el espectador siente. Estamos ante una pieza teatral que zarandea constantemente al que desde su butaca asiste, zozobrando, a lo que ya conoce para reencontrarse con lo más tenebroso de los seres humanos: la envidia, el odio, la ira, el miedo, el rencor, la pérdida, el sufrimiento, el dolor, la agonía, la represión, la censura, la soledad.
Vida y muerte de un poeta que, en esta ocasión, también asiste a la representación desde fuera del Teatro Español, en la Plaza de Santa Ana, con la alondra de la esperanza a punto de volar de sus manos. Recuerdo y homenaje hacia Dióscoro Galindo, el maestro que por las noches enseñaba a los jornaleros a leer y a escribir y al que también fusilaron aquella fatídica madrugada de agosto, con su nombre escrito con tiza en una de las tablas del escenario. Reconocimiento y elogio hacia el hispanista que tanto ha estudiado la biografía de García Lorca, Ian Gibson, quien también asiste a la representación de la obra de teatro esa calurosa tarde de verano en Madrid.
Una noche sin luna es la belleza en sí misma, la emoción imposible de contener. Es un canto a la vida, pero, sobre todo, a la muerte de Lorca; y su escena final es tan conmovedora como catártica. La obra realiza un viaje por la vida del escritor, por sus sentimientos, sus deseos, sus razones, de una forma delicada y respetuosa, pues solo cuando se expresa lo que se siente y lo que se padece, los días amargos y las noches oscuras, se puede alcanzar la eternidad. Las canciones «Anda jaleo», interpretada por Rozalén, y «Pequeño vals vienés», cantado por Enrique Morente, crean el ambiente perfecto, en los momentos decisivos de la obra, para sobrecoger la razón y el corazón, para confirmar la inmortalidad del poeta granadino: «Yo no me voy a morir. No me voy a morir. Voy a tener siempre una sonrisa en la cara y doblaré las esquinas diciendo: soy yo; estoy en esta tierra que es mía porque la riego con mi ilusión y mi alegría»; para reconocer las circunstancias de su vida y su manera de entenderla, de sentirla, de amarla: «Yo también soy este país. Y, si no te gusta, crece. Y mis versos enclenques y torcidos y mis versos firmes y brillantes. Y mis ganas de amar a quien quiera. Y de que no haya niños sin libros ni zapatos. Y de que la palabra sea siempre libre». Pero el escritor, el mismo que sabía que «el más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta», aquel que vivió escondiendo lo que sentía y amando lo que tan bien hacía, no pudo escapar de su funesto destino.
Federico solo hay uno y nació en Granada. Lorca es inmortal y vive en sus versos y en sus obras de teatro, en sus reconocidos símbolos y en los personajes que imaginó, en las representaciones de sus piezas teatrales y de su propia vida. Admirar al hombre que nació «poeta y artista como el que nace cojo, como el que nace ciego, como el que nace guapo», en la obra de teatro Una noche sin luna es uno de los mejores homenajes que podemos brindarle.
TITULO: Gigantes de La 2 - Juan Luis Guerra ,.- Jueves -13- Julio ,.
Gigantes de La 2 - Programa de entrevistas, de cincuenta minutos de duración y emisión semanal, para La 2 Jueves -13 - Julio , 23:50 de Televisión Española.
Juan Luis Guerra,.
foto / Juan Luis Guerra y las ‘noticias’ que se pueden bailar,.
El dominicano universal ofrece una fiesta a ritmo de merengue y bachata frente a 18.000 asistentes en la segunda jornada del Festival Río Babel,.
Agarrado a un megáfono, y con su imponente estatura (1,92 cm), vestido con un traje color fresa, con bordados y jaretas, y deportivas blancas, Juan Luis Guerra leyó la noche del sábado, en Madrid, el último parte del telediario. A eso de las once y media, y con una luna casi llena iluminando el recinto al aire libre La Caja Mágica, al sur de la autopista M-30, comunicó que “la gasolina sube otra vez, el peso que baja, ya ni se ve, y la democracia no puede crecer, si la corrupción juega ajedrez”. Contó muchas otras cosas, pero esta lectura de la actualidad caló particularmente hondo. Eran, ni más ni menos, los versos de El costo de la vida, una canción que publicó en el año 92 y que ayer apeló por igual a todas las generaciones que se congregaron en uno de los momentos más deseados por los que hacen el festival Río Babel.
Que se lo digan si no a Pepa Martínez, madrileña de 42, que entre lágrimas de emoción desveló que, por pagar la entrada para ver a su ídolo, este año se quedará sin vacaciones. “Compramos el tique en el mes de febrero, y escogimos el acceso Premium (120 euros) para poder verle bien. Es parte de la banda sonora de mi vida y de la de mis padres, así que merecía la pena…”, dijo, sin dejar de bailar. Ni llorar.
Poco después, entre una explosión de serpentinas, y para cerrar un concierto pletórico, La bilirrubina volvía a causar el mismo efecto: miles de personas cantando y bailando al unísono una música que uno siente que ya estaba ahí desde antes, desde siempre. Hace 30 años, preguntado sobre cómo había conseguido hacer de la bachata un fenómeno mundial, el propio Juan Luis Guerra desvelaba parte del secreto: que sus canciones estaban influenciadas sobre todo por los Beatles, pero que era difícil verlo por los arreglos tropicales que las vestían. Mezclando pop y folklore, se adelantó a muchas de las tendencias que hoy vemos en las listas de éxito…
“Considero que el éxito y la vuelta desde hace unos años a esas revisiones de la música más folklórica de cada cultura responden al momento de incertidumbre que vivimos y que la gente encuentra en esas raíces una balsa de estabilidad y una herramienta con la que calmar la ansiedad que le produce dicha incertidumbre. Aunque sea de manera inconsciente, porque son músicas que todos reconocemos; hemos crecido con ella y va en nuestro ADN. Ejemplos son Peso Pluma, pero también C. Tangana con El Madrileño como éxitos internacionales”, reflexionó unas horas antes de este concierto David Moya, director de comunicación de Río Babel, festival que ha hecho una apuesta por bandas del otro lado del Atlántico como cabezas de cartel, y donde cabe la world music, el rock o el hip-hop, y que en su quinta edición va a recibir en tres días a 60 mil personas.
Cuando las imágenes nos engañan, porque pueden estar hechas por una inteligencia artificial solapando realidades; cuando no hay dónde saber qué es cierto y qué es falso, porque las relaciones son entre avatares, la tradición oral que puedes ver y sentir sin trampa ni cartón parece que cobra otro sentido. Con los corridos tumbados de Peso Pluma triunfando en medio mundo, como recuerda Moya, y los jóvenes acercándose de nuevo al timbre fuerte y claro de instrumentos como la trompeta o los tonos Fa y Sol del acordeón —siempre tratando las voces con el auto-tune, para no perder demasiada contemporaneidad, no se diga—, da la sensación de que vivimos en una época donde ganan valor los géneros musicales folklóricos con ritmos bailables y alegres. Hablamos también de canciones que reproducen y comunican valores y códigos vinculados a la cultura popular. “Tener hoy a Juan Luis Guerra sobre el escenario de Río Babel es un sueño cumplido: porque el festival nació con el fin de tender puentes entre Latinoamérica y España y, ya en nuestra quinta edición, tenerle a él era imprescindible”, añadía Moya.
Y hablando de valores, fueron muchos y muchas los que ayer encontraron en el merengue Visa para un sueño consuelo al malestar que uno puede sentir al estar lejos de su país por razones ajenas al ocio. Se trata de una canción que denuncia el sueño americano y la urgencia por escapar de países donde no se proporcionan opciones y donde la desigualdad es más extrema. Pero también hace una lectura sobre algo que vivimos en Europa con la inmigración. “Buscando visa, para naufragar/Buscando visa, carne de la mar”, dice la letra.
“Voy a saludar a mis hermanos dominicanos. Y a los venezolanos hermanos que están aquí. Y Colombia , México, Perú, Chile, Argentina, Surinam, Costa Rica, Guatemala. esas son las banderas que vemos desde aquí”, dirá Guerra, justo después de terminar una explosiva versión de Ojalá que llueva café y que transformará, otra vez, la explanada en una inmensa pista de baile. Menos mal que a esa hora ya soplaba aire fresco desde el norte, tras una tarde de bochorno y sol.
De Venezuela era la pareja formada por Giovanna Marmo (31 años) y Miguel Patiño (33) que no dejó de hacer los pasos laterales típicos del merengue ni un segundo. “Allí los de nuestra edad crecimos con su música porque nuestros padres estaban todo el día escuchando sus discos”, decía ella. “Los ritmos latinos se llevan: en los descansos de los partidos de la NBA, ya ponen música latina”, compartió él. Para ambos este concierto es el primero de Juan Luis Guerra.
Sonaron anoche más de 20 canciones a ritmo frenético con un pequeño descanso para el frontman y un cambio de look para el bis final —esta vez, su clásico sombrero negro Kangol y americana denim—. Se trata de la gira Entre mar y palmeras, donde se escuchan grandes himnos del cantante, también Rosalía, tema que hoy entre el público más joven tiene una nueva gracia… Ya pasó por Madrid en el año 2019, con puesta en escena similar —visuales y vídeos ad hoc para las pantallas en las canciones más populares — y repertorio de clásicos… Su primer disco, Soplando, cumplirá ¡40 años! en 2024. Sobran las introducciones a modo de película de Disney, especialmente al arrancar el concierto, porque sonoramente ofrecen otro color y ambiente. Pero qué buen espectáculo, además de por su carismático líder y voz, por una banda donde triunfan Patricio Bonilla al trombón (brillante en Para ti y Pambiche de novia), Rafael Carrasco con la güira, instrumento de percusión propio de la República Dominicana, Luis Payán a la guitarra, y Janina Rosado en los pianos, coros y dirección musical durante la hora y 45 minutos de concierto. Dieciséis músicos sobre el escenario, con sus bailes y contagioso entusiasmo.
Algunos seguidores al acabar echaban en falta Woman del Callao y se quejaban de la versión corta de Burbujas de amor —en un momento, la banda se marca lo que denominan “medley de salsas”, con algunos éxitos en versión más reducida y solapándose—. Otro recordaba que, en el bolo de Nueva York, hace unas semanas, Romeo Santos, el otro gran rey de la bachata, saltó al escenario a cantar Frío frío. En el metro, de vuelta a casa, la fiesta seguía, con los mismos ritmos de banda sonora. Lo que anoche quedó claro es que la icónica silueta, con sombrero y la mano tapándose el oído izquierdo para afinar la voz es ya parte de la historia de nuestro pop… y sin paso de cebra.
TITULO: ¡ Atención obras ! -Cine - Por la senda del Duque Blanco ,.
Por la senda del Duque Blanco,.
foto / Aunque la mayor parte de los periódicos así literarios como políticos han tomado a su cargo la crítica de la nueva obra con que hace poco ha enriquecido la literatura española el Sr. Duque de Rivas, no creemos que esté de sobra nuestro humilde parecer acerca de los Romances Históricos, siquiera no saquemos de ello más provecho que rendir público homenaje al talento, y contribuir al crédito de un libro que por muchas razones lo merece grande. Fuerza será decir también en obsequio de la verdad, que las consideraciones a que ha dado lugar su publicación han sido más limitadas de lo que reclama el asunto, ya por falta de espacio, ya por ceñirse a una escala demasiadamente reducida. Deseosos nosotros de suplir esta falta, y cumpliendo con la obligación que tenemos contraída con el público, procuraremos dar a conocer si no con inteligencia, con lealtad por lo menos, los trabajos del Sr. Saavedra, y asegurarles el lugar a que hace tiempo los están llamando las prendas poco comunes que los adornan. No son de ahora sus méritos literarios y los eminentes servicios prestados a la causa de las letras en España: hace tiempo que su huella ha quedado profundamente grabada en el campo de nuestra regeneración poética, cuyo primer adalid es, y por esto tampoco es nuestro ánimo circunscribirnos a su última producción; antes bien queremos llamar la atención del público tanto sobre la primera muestra que dio de su ingenio al soltar los grillos y ataduras que tanto tiempo tuvieron comprimida su imaginación, como sobre la que por ahora cierra la serie de sus poesías.
Claro está que hablamos de El Moro Expósito, o sea Córdoba y Burgos en el siglo décimo, impreso y publicado en París en 1834; pero aun para apreciar debidamente sus quilates se hace preciso que demos una idea del estado en que nuestra literatura se encontraba, cuando el autor comenzó a escribir este bello poema (1827). De esta manera pondremos más de bulto no solo su índole, sino también su influencia, y lograremos eslabonar dos épocas diversas, ayudando a su calificación; calificación que procuraremos cimentar no tanto en sus formas, como en sus tendencias, bien convencidos de que esta es la única fecunda.
—50→ Los críticos franceses del siglo XVII y XVIII aclimatados y puestos en boga entre nosotros por Luzán y sus secuaces, despojaron a nuestra literatura (fuerza es decirlo) de toda espontaneidad, y acabaron con su originalidad y carácter propio. A tal punto habían venido las musas castellanas en el desastroso reinado de Carlos II, que sin duda era preciso un remedio poderoso a regenerarlas y rejuvenecerlas; y aun para disciplinar las tendencias anárquicas de la época convendremos en que la restauración de los códigos del buen gusto clásico era medida de la mayor eficacia; pero lo que como contraveneno y socolor de medicina se introdujo, diéronlo aun después de combatida la enfermedad, por alimento de uso cotidiano, y eso bastó para alterar y viciar el temperamento poético (si es lícito decirlo así) de nuestra nación. Si la literatura es el reflejo de la sociedad, como lo demuestra la historia de todos los pueblos a quien desapasionadamente la recorra, sin duda se equivocaban los que sin tener en cuenta más que el espíritu de obediencia y de imitación, trasladaban a nuestro país las formas del sentimiento de otro país, en cuyas circunstancias se advertía escasa analogía con las nuestras. Persuasión y empeño tales tenían honda raíz en el ánimo de los innovadores, pues mirando a la literatura como un instrumento de recreación y agrado, y negándole todo carácter filosófico y social, fácilmente se convencían de que allí se aclimataría, donde ostentase regularidad de formas y proporciones concertadas y armoniosas; no de otra suerte que si nuestras facultades morales no recibiesen las modificaciones de tiempo y lugar, y los afectos del corazón y los vuelos de la fantasía se vaciaran en un molde idéntico en todas épocas. Ahora que un análisis profundo y detenido ha minado los ídolos de semejante creencia, fundando la teoría del sentimiento en los fenómenos psicológicos de la naturaleza humana, con razón nos maravilla una filosofía tan estrecha y estéril; pero cuando la fe suplía cuanto había que suplir en ella, sin que el espíritu de discusión la atajase en sus desmedidas pretensiones; no era mucho que estimulase a sus adeptos hasta hacerlos atropellar por toda clase de consideraciones. Por muchas atropellaban en efecto, y no era la menor de todas la nacionalidad que en nada o en muy poco tenían, cual si el paladar del pueblo fuese harto grosero para saborear los frutos de la imaginación, o cual si la luz divina de la poesía se desdeñase de alumbrar el corazón de todos los hombres, y de inflamar la fantasía de los humildes e ignorantes. Desentendiéndose de las tradiciones históricas,.
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