Eva Green ha conquistado con su talento a los mejores directores del mundo (Fotos),.
Pero lo que más llama la atención no es ni su ropa ni su peinado, sino unos enormes ojos azules ante los que ya se han rendido un largo listado de consagrados directores. Entre ellos, Bernardo Bertolucci, quien dijo de ella que era tan bella que resultaba indecente. Los mismos ojos, aunque esta vez llenos de rabia, que buscarán venganza en “300: el origen de un imperio”, la precuela de “300”, donde interpreta a la implacable comandante Artemisia. No es su único regalo para el público este año: también protagoniza una serie y otras tres películas que se estrenarán en los próximos meses.
Mujer hoy. En “300: el origen de un imperio”, interpreta a una mujer vengativa y sin compasión. ¿Se sintió cómoda siendo Artemisia?
Eva Green. Me lo tomé con calma. A Artemisia le ciega la venganza, no puede ver más allá. Está traumatizada por lo que le pasó de niña, cuando toda su familia fue asesinada, y como no puede quitarse eso de la cabeza, está empeñada en matar a todos los griegos del planeta. No se permite tener sentimientos hacia nadie, su misión es acabar con todos. Es un personaje implacable, despiadado, furioso, lleno de rabia. Pero es entretenimiento, no hay que tomárselo demasiado en serio.
MH. Entonces no tiene nada en común con ella.
EG. [Risas] Espero que no. A veces desearía cortar la cabeza de alguien, pero normalmente no.
MH. ¿Por qué a los directores les gusta verla en el papel de mala?
EG. Mmmm... Tengo el pelo negro [Risas]. Siempre me han gustado los personajes malvados; no por el hecho de ser malos, sino porque son personajes complejos. Para mí, sería un horror hacer solo el papel de la novia del protagonista. También hago películas en las que la gente puede ver más parecido a cómo soy, no siempre interpreto a brujas. Pero ya sabes, a todos nos gusta encasillar a los demás.
MH. La película está ambientada en el 490 a.C., cuando una mujer comandante era algo completamente inusual. ¿Sigue habiendo terrenos prohibidos para las mujeres?
EG. Todavía no ha llegado la igualdad a todas las parcelas de la vida. Incluso hoy no encontrarías a una mujer dirigiendo un ejército. Pero es cierto que hemos avanzado. Por eso los hombres se sienten un poco intimidados por las mujeres, como si tuviéramos un poder imposible de descifrar, como si fuéramos brujas.
MH. Este es su primer papel de acción. ¿Algúna preparación especial?
EG. ¡Y muy intensa! Entrené en París con tres chicos magníficos. Uno se encargaba del entrenamiento puro y duro dos horas diarias y, después, tenía otras dos horas de entrenamiento con dos espadas profesionales. Poco a poco fui cogiendo ritmo. En realidad. la lucha con espadas es como un baile al que tienes que añadir fuerza física. Yo volvía locos a los entrenadores preguntado si debía hacerlo de esta manera, de la otra, qué tal si hacía determinado movimiento... Y ellos me decían: “¡No pienses tanto, simplemente hazlo!”. Al final, disfruté mucho.
MH. ¿Qué es lo que más le atrae de su trabajo?
EG. [Risas] ¿Las entrevistas? No, hablando en serio, me encanta la preparación del personaje, quizá es lo que más disfruto: hacer mis deberes. Aunque también es alucinante cuando te encuentras con un director con el que te entiendes a la perfección y se produce una verdadera conexión. Entonces te sorprendes superando tus propias expectativas, y es una sensación alucinante. No pasa muy a menudo porque siempre está la presión del tiempo y un montón de cosas más, pero cuando ocurre, es tremendo. La última vez que me pasó fue con un director español, Juan Antonio Bayona [se ha encargado de rodar los dos primeros capítulos de la serie “Penny Dreadful”, protagonizada por Eva Green y Josh Hartnett]. Nos entendimos muy bien porque es muy visual, además de pasional. No es de los de mucho bla, bla, bla, ni de andarse con chorradas, sabe perfectamente lo que quiere. Fue fantástico. Ojalá rodáramos toda la serie con él.
MH. ¿Y algo que odie?
EG. La espera. Esperar que te llegue un papel maravilloso, depender de los deseos de otra gente, no saber si vas a estar en alza de nuevo o no, si eres lo que buscan o no... Todo eso.
MH. Hace poco cumplió 10 años de su primera interpretación en el cine.
EG. ¿Sí? [Mira hacia atrás al hacer recuento]. Pues... sí. ¿Tanto?
MH. ¿Ha cambiado mucho en este tiempo?
EG. No tanto. Quizá me enfrente a las cosas de otra forma, pero afortunadamente todavía no siento que tengo todo hecho o que ya he superado lo más difícil. Siempre pueden decir: “¿Qué edad tiene? Bah, tenemos una mejor”. Así que eso espero.
MH. Cuando se presentó en EE.UU. su primera película, “Soñadores”, la prensa le preguntaba tanto por las escenas de sexo que en ocasiones la hacían sentir como una actriz porno. ¿Le ha vuelto a ocurrir?
EG. “Soñadores” fue todo un “shock” para los norteamericanos. El único tema que les interesaba era el sexo. Las preguntas eran del tipo: “¡Oh, Dios mío! ¿De verdad hicisteis el amor?”. Yo no entendía nada. Pero creo que ahora Hollywood se toma el tema del sexo con algo más de naturalidad.
MH. Es hija de dentista y actriz muy reconocida en Francia, Marlène Jobert. ¿Qué dijo su madre cuando supo que quería ser actriz?
EG. No le dije que quería ser actriz. Me daba bastante vergüenza porque no quería que pensara que iba a por lo fácil. Temía que le sonara a “¿puedes pasarme a tu agente?” o “¿me puedes meter en este proyecto?”. Le dije que quería ser directora y que antes iría a una escuela de arte dramático para ver si me gustaba. Y eso es lo que hice: fui a una escuela de arte dramático durante tres años en París, me gustó mucho y así empecé.
MH. ¿Y la apoyó?
EG. Sí, mucho. Me echaba una mano con los guiones, los leíamos juntas y me ayudaba con la técnica.
MH. Ha dicho que ser actriz no es un trabajo sino una religión.
EG. Sí, suena disparatado, pero es verdad. No vas a la oficina y fichas, es una pasión, pones en ello tu vida, tus pensamientos, tus creencias... Y se convierte en algo mágico. Quizá resulta un poco desquiciante, pero es muy satisfactorio.
MH. ¿Cuando acaba la magia y se pone el pijama es fácil desconectar?
EG. Sí, no soy como Daniel Day-Lewis. ¡Imagínese si siguiera siendo Artemisia en casa! Me volvería loca. Para algunos personajes necesitas mantener la concentración más tiempo, pero aún así, no me cuesta desconectar. Creo que es importante tomarse las cosas con tranquilidad, si no acabas desequilibrada. Además, sería muy aburrido no poder deshacerte de tus personajes. Necesitas tener tu espacio y liberarte para poder dar lo máximo de ti cuando vuelves al rodaje e interpretas la escena.
MH. ¿Siguen sin gustarle demasiado las entrevistas personales?
EG. Mi vida no es nada excéntrica, es muy normal. Por eso creo que no aporta nada que cuente si voy a correr por la mañana o si como pescado y judías verdes. Solo soy actriz. Pero vivimos en un mundo tan público que hay gente a la que le interesa saber cuál es tu color favorito. Lo entiendo, así que participo en el juego. Pero creo que hace un tiempo, en la época dorada de Hollywood, todo era más glamuroso. Se mantenía parte del misterio, esa es mi impresión.
MH. Así que le gusta el misterio.
EG. Soy un misterio, pero para mí misma. Eso sí que es verdad [Risas]. La gente no me conoce, soy una persona muy normal.
Una mujer al frente de un ejército
Siete años después de estrenar “300” (2007), la epopeya sobre la batalla de las Termópilas de Zack Snyder, Eva Green protagoniza “300: el nacimiento de un imperio” (en cartelera), dirigida por Noam Murro. Su personaje, Artemisia, es despiadada, como muchos de los guerreros de las Guerras Médicas que Frank Miller narra en “Xerxes”, el cómic en el que está basada,.
- Todas pertenecen al colectivo que hoy, 8 de marzo, celebra su día, el Día Internacional de la Mujer 2014. Pero la situación de la mujer ...
Los datos son irrefutables: la crisis ha golpeado más fuerte a las mujeres. Con cinco de ellas analizamos los problemas que sufren a cada edad con motivo del Día Internacional de la Mujer 2014.
Todas pertenecen al colectivo que hoy, 8 de marzo, celebra su día, el Día Internacional de la Mujer 2014. Pero la situación de la mujer trabajadora en España es tan heterogénea que no resulta sencillo realizar un único perfil. A sus 20 años, Gabriela Fernández-Hontoria compagina trabajos esporádicos con las clases en la Universidad. Cuando suena su despertador cada mañana, Soledad Terol ya está conectada a internet: después de 30 años se quedó en paro y su trabajo consiste en buscar trabajo.
Por su parte, Raquel Expósito termina su jornada laboral cuando sus hijos, que se encarga de recoger su pareja, ya llevan un par de horas en casa. A esa hora Virginia aún no ha terminado su jornada diaria. Montó su empresa hace poco más de un año, Fairy Cakes Virginia, y tiene que luchar duro. Pilar Martínez Santamaría, directora general de Know How, se marcó hace ya 20 años ser empresaria. Cuando Pilar abrió su agencia, las mujeres que desempeñaban su labor fuera de casa hacía ya décadas que habían dejado de ser excepción. Pero eso no significaba igualdad. Recuerda que tan solo unos años antes, cuando estaba empleada en una agencia de Publicidad como ejecutiva de cuentas, una marca de automóviles vetaba a todas las empleadas: ninguna mujer podía llevar su cuenta.
En aquella época, esta circunstancia no se limitaba a España. Lynn Povich contó en “The Good Girls Revolt” cómo, en los años 70, ella y otras 45 compañeras de la revista Newsweek denunciaron al semanal por discriminación sexual. La empresa contrataba a mujeres solo para labores de documentación. Si querían ser redactoras, habían ido a parar al lugar equivocado. Demandaron y un juez les dio la razón. Según Pilar Martínez, hoy el escenario es muy diferente: “Ha evolucionado mucho. Ahora se respeta más a la mujer profesional, nuestra función se valora igual que la de un hombre”, dice.
Sin embargo, esa igualdad no ha llegado aún a las nóminas. Los datos publicados por la Comisión Europea a finales del año pasado dicen que las españolas cobran de media un 16,2% menos que sus colegas varones. En dinero contante y sonante, 5.700 € menos al año, según cálculos del INE. Tampoco parece haber igualdad a la hora de conciliar trabajo y familia: el “VII Informe del Perfil de la Mujer Trabajadora”, realizado por Adecco, concluye que, por cada 26,3 mujeres que compatibilizan su jornada a tiempo parcial con la atención a la familia, tan solo un hombre lo hace.
Al igual que los datos del Eurobarómetro para España apuntan que el 45% de los españoles cree que los empleadores tienen en cuenta si una candidata es madre a la hora de contratarla, mientras que solo un 9% cree que las empresas se fijan si el candidato es padre. Desde 2009, más de medio millón de mujeres cambiaron el trabajo doméstico por el laboral. En qué condiciones es otra cuestión: casi dos millones están ocupadas a tiempo parcial frente a poco más de 600.000 hombres. Cinco trabajadoras nos hablan del perfil de cada generación.
A los 20, en busca del primer empleo
Las españolas de entre 20 y 24 años son quienes tienen que enfrentarse a los datos más negros de la crisis: el 50,5% de ellas se encuentra en paro. Y, por esa razón, la competencia es enorme. De ahí que la mayoría se prepare a conciencia: estancias en el extranjero para mejorar la formación en idiomas, másteres, prácticas no remuneradas...
Gabriela Fernández- Hontoria entró en este colectivo hace unos meses, cuando celebró su vigésimo cumpleaños. Poco después terminó la beca Erasmus que la había llevado a Francia. Cree que le servirá de ayuda el año que viene, cuando espera graduarse en Turismo y comenzará su búsqueda intensiva de empleo. Y es moderadamente optimista: “Sé que un trabajo en buenas condiciones es imposible, pero de momento encuentro pequeños empleos, mal pagados, que proporcionan experiencia. No me asusta la competencia, es lógico teniendo en cuenta la situación. Lo que veo complicado es cumplir mi sueño, abrir un hotel".
A los 30, el reto de la conciliación
Es en esta década cuando las profesionales españolas se lanzan a tener hijos. Y por esa razón, los problemas para conciliar trabajo y familia les afectan especialmente. Las españolas dedican de media 100 minutos diarios más que sus parejas al cuidado de niños y tareas del hogar, con independencia de que trabajen fuera de casa. Una posibilidad para aliviar cargas sería la jornada reducida, pero muchas profesionales creen que no es opción en tiempos de crisis. Es el caso de Raquel Expósito, asesora empresarial y madre de dos niños de seis y tres años.
“Si la pidiera, tendrían que contratar a otra persona para ocupar mi puesto en las horas que no estoy en la oficina, y no quiero arriesgarme porque ahora no es viable. Además, no podría permitirme la reducción de salario que lleva aparejada. Por eso, entre mi pareja y yo nos repartimos el cuidado de los niños, aunque a veces tengamos que llamar a mi madre. Si uno de los niños se pone malo, hay que llevarlo al médico o surge cualquier imprevisto, quien se ocupa soy yo. Creo que las madres siempre cargamos con alguna responsabilidad más. Y eso no está contemplado en el mercado laboral, porque las jornadas flexibles o el teletrabajo todavía son excepcionales".
A los 40, volver al mercado tras ser madre
Para estas mujeres, que aparcaron por unos años la trayectoria profesional para dedicarse a sus hijos, incorporarse de nuevo al mercado no es una opción sencilla. La ley dice que pueden hacerlo durante los tres primeros años de vida del niño, recuperando su puesto al término de la excedencia. Pero lo cierto es que, transcurrido un año, la empresa no tiene obligación de “devolver” el mismo puesto de trabajo.
Del total de excedencias, más del 90% son disfrutadas por mujeres. Virginia Sánchez llevaba desde los 23 años como responsable de Recursos Humanos cuando le concedieron la adopción de su primera hija. “Decidí dejar el trabajo para dedicar tiempo a Sofía y a su hermano, porque poco tiempo después adoptamos a nuestro segundo hijo. Estuve dos años y medio fuera y cuando pensé en regresar ni siquiera me planteé volver al mismo sector porque sería muy complicado: ser mujer, tener dos hijos y estar esperando el tercero es precisamente uno de los perfiles que tiene más difícil encontrar empleo.
Tus competidores son gente con la misma cualificación pero más jóvenes y sin cargas familiares. Además, mi idea era encontrar una opción laboral que me diera flexibilidad horaria y pensé que con mi propio negocio sería más fácil. Acababa de hacer un curso de decoración de tartas que me descubrió un sector que me encantaba, así que empecé a formarme en técnicas de pastelería profesional, estudié en la escuela Le Cordon Blue y, después, abrí Fairy Cakes Virginia. No es fácil iniciar algo, pero si tienes confianza y pones toda tu ilusión, las cosas funcionan".
Los 50, la década más castigada
Soledad Terol llevaba casi 30 años como secretaria de dirección, pero un ERE la puso en la calle y pasó a ser una de los casi tres millones de españolas en paro. “Pertenezco a la generación de las oportunidades y también del batacazo. Cuando empecé todo eran posibilidades: en los 80 se vivió un “boom” económico, mientras que ahora se nos cierran todas las puertas.
Llevo nueve meses buscando trabajo y, aunque tengo muy buena formación y domino el inglés, está muy complicado. Me he registrado en portales de empleo, agencias de trabajo temporal, he usado mis contactos... pero nada. Me marco un horario porque buscar trabajo es un trabajo en sí mismo, y sigo formándome para obtener el título para dar clases de inglés. Antes de la crisis, ni se me pasaba por la cabeza estar en esta situación”.
Y después... ¿llega la hora de la jubilación?
El 18,7% de este colectivo se encuentra en paro, un porcentaje al que se suman quienes han optado a la jubilación anticipada. Pero a esta generación también pertenecen profesionales que han podido con la crisis. Como Pilar Martínez Santamaría, directora general de Know How, que capitanea su empresa desde hace dos décadas. Junto a su equipo, formado por mujeres, han capeado el temporal.
"En España a los trabajadores autónomos no nos lo ponen fácil porque pagamos muchos impuestos y apenas tenemos cobertura. Por suerte, en mi empresa tenemos clientes fieles y, de momento, nos va bien. Para mí, el trabajo es fundamental, por eso no me planteo la jubilación. Mientras el cuerpo me acompañe, seguiré trabajando. Hay que ser previsora y por eso contraté un plan de pensiones. Pero cuando llegue a los 65, seguiré trabajando. Es un motivo para levantarme por la mañana”.
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