domingo, 25 de septiembre de 2022

Atención obras - Cine - La ópera como género fluido , . Jueves -6, 13 - Octubre ,./ Detrás del instante - Aprovechar el verano ,. / TARDE DE CINE CON - Pink contra Floyd: una fortuna para cerrar 35 años de conflicto . / Historia de nuestro cine -Cine - Los farsantes .Viernes-7, 14 - Octubre,.

 

          TITULO: Atención obras - Cine -  La ópera como género fluido ,. . Jueves -6, 13 - Octubre ,.

Jueves - 6, 13 - Octubre a las 20:00 horas en La 2, foto,.

 La ópera como género fluido,.

La temática LGTBI inspira mucho a la lírica, sobre todo en España donde 'Hadrian', 'Brokeback Mountain' y 'As One' ya han abordado la pasión gay y el cambio de sexo,.

La ópera como género fluido | Las Provincias
Enrique Sánchez e Inés Olabarria, las dos caras de la protagonista de 'As One', antes y después del cambio de su sexo, en Bilbao en 2021,.

Hace más de 20 años muchos pensaban que la ópera tenía los días contados. Es un espectáculo muy caro, con argumentos arcaicos y convencionales, razonaban los alérgicos a 'Otello' o 'Tristán e Isolda', convencidos de que el siglo XXI le daría la puntilla. Pero nunca hay que adelantar acontecimientos. El género sigue en la brecha y se renueva. Se estrenan más óperas en todos los formatos y tocan cuestiones de rabiosa actualidad: la temática LGTBI con un sesgo testimonial y reivindicativo ha encontrado un filón y las principales temporadas de España les dan cancha, como ocurrió hace ocho años con 'Brokeback Mountain', con su estreno mundial en Madrid.

Las óperas sobre relaciones no heterosexuales no son nuevas (los aficionados conocen bien 'Billy Budd' y 'Muerte en Venecia'); lo novedoso su enfoque combativo y aleccionador. Y parece que el auge de los argumentos con impronta LGTBI no ha hecho más que empezar. Así, el Teatro Real puso el broche a su temporada con una versión semiescenificada de 'Hadrian', ópera compuesta por el estadounidense-canadiense Rufus Wainwright. Con libreto de Daniel McIvor y trasfondo gay, la protagonizan el emperador romano Adriano y el joven Antínoo. Se han presentado también en el Festival de Perelada.

En el montaje, con una dirección escénica de Jörn Weisbrodt, marido de Rufus Wainwright, se juega con el efecto de las imponentes fotos en blanco y negro de Robert Mapplethorpe. No por conocidas menos sugerentes: torsos desnudos, capullos abiertos y cerrados, esculturas en pose lánguida... seducen y contribuyen a crear el clima idóneo. Por lo demás, la música es melódica y convencional, más elaborada que la primera ópera de Wainwright -'Prima donna'-, pero en las antípodas del genio de Verdi o Wagner.

LA CLAVEVIDA DE UN EMPERADOR ROMANO 'Hadrian' se inspira en la novela 'Memorias de Adriano', un 'bestseller' en España hace 40 años

Poder, amor y muerte

'Hadrian' se representó hace cuatro años en Toronto y se inspira en 'Memorias de Adriano', de Marguerite Yourcenar. Una novela que en la España de hace 40 años -en traducción de Julio Cortázar- fue 'bestseller', porque Felipe González reveló que lo tenía como libro de cabecera. Con formato epistolar, aborda el desencanto del poder, la nostalgia del amor y la cercanía de la muerte con mucha reflexión filosófica y digresiones existenciales.

La dimensión que más interesa a Wainwright es la erótica, centrada en la figura de Antínoo, un hombre de gran belleza que tenía cautivado al líder romano, casado con Vibia Sabina. Al morir el joven -ahogado en el Nilo-, el emperador no disimula ni su dolor ni su pasión. Tarda poco en deificarlo, fundar ciudades que llevan su nombre y construir monumentos en su honor. Esta relación tan intensa y trágica cautiva a Wainwright. También se siente intrigado por la faceta opresora de Adriano, que persiguió a los judíos sin tregua. Interesado por la cultura hebrea desde que su bebé fuera gestado en el vientre de la hija de Leonard Cohen, le repele y atrae el lado oscuro del emperador.

El impacto del cine

La implicación personal y emocional de los compositores es máxima en los proyectos con marcada inspiración LGTBI. Así sucedió con la adaptación operística de 'Brokeback Mountain', un encargo de Gerard Mortier, difunto director artístico del Teatro Real, al compositor estadounidense Charles Wuorinen. Ambos eran gais y empoderados. No tenían nada que ocultar. Vieron claro que la fama de la película de Ang Lee (ganadora de tres Oscars en 2006, mejor director, guión y música original), ofrecía una oportunidad única de visibilidad y denuncia. Querían mostrar la represión y la violencia homófoba en el estado de Wyoming en los años 60.

Les fascinaba que los vaqueros homosexuales de la trama rompieran moldes y tópicos. La capacidad de gestión de Mortier y el talento creativo de Wuorinen se aliaron para subir a escena la pasión y desencuentros de una pareja que no termina de ser feliz porque el entorno social les corta las alas. No les costó convencer a Annie Prouxl, autora del cuento 'Brokeback Mountain' en que se basó la película, para que escribiera el libreto. Su 'première' mundial tuvo lugar en Madrid en 2014, con dirección escénica de Ivo van Hove. Hubo ocho funciones -con grabación en DVD incluida- pero no arrebató al público. Se la tachó de «musicalmente fría». Desde entonces se ha representado en Salzburger Landestheater y en el Rose Theater del Lincoln Center.

El bilbaíno Teatro Arriaga alienta también la normalización de la temática LGTBI. El año pasado ofreció una función de 'As One', de la estadounidense Laura Kaminsky, con puesta en escena de Marta Eguilior. De pequeño y rompedor formato, se considerada la primera ópera trans. Se estrenó hace ocho años en la Brooklyn Academy of Music de Nueva York. El libreto de Mark Campbell y Kimberly Reed recoge las vivencias de esta, una directora y productora de cine muy reputada en Estados Unidos. La historia arranca con la infancia del personaje principal, nacido varón, y culmina con su transición, el tratamiento para transformarse en una mujer. Para recrear la evolución, un barítono y una mezzosoprano encarnan a la protagonista, Hanna, antes y después de su cambio de sexo.

La realidad LGTBI hace tiempo que no se considera un mundo clandestino. Se afronta sin tabúes ni prejuicios. También en los escenarios de los teatros de ópera, especialmente los españoles.

 

TITULO:  Detrás del instante -   Aprovechar el verano ,.  

 

Miércoles -5, 12 - Octubre  a las 20:00 horas en La 2 / foto,.

  Aprovechar el verano,.

Al llegar a septiembre, después de un verano algo angustioso, lo mejor será dejarse arrastrar por el mar y sus dramas insondables. Proponemos nueve películas para tocar fondo,.

 Sun Cap Brújula Náutica Vintage Mapa Antiguo De Wor-LD Sombrero De Pesca  Redondo Sombrero Tipo Pescador Al Aire Libre Gorra De Pesca para Viaje,  Pescar, Excursionismo: Amazon.es: Ropa

El cambio climático, la interminable ola de calor, los incendios, los seis meses de espanto de la guerra de Ucrania… Dicen, además, que este verano será el más fresco que recordaremos. Llegamos a septiembre a lomos de una ola angustiosa, así que lo mejor será dejarse arrastrar por el mar y sus dramas más misteriosos e insondables. Dramas como El gran azul, la película de finales de los ochenta de Luc Besson que hizo que nos enamoráramos de Jean-Marc Barr y del lado más oscuro del océano (el filme está tristemente ausente de la oferta cinéfila actual de las plataformas). En esta selección proponemos otras nueve películas para tocar fondo.

El día de mañana, 2004, Roland Emmerich (Disney +)

El cambio climático parecía ciencia ficción en 2004. Pero el padrino del cine de catástrofes, el alemán Roland Emmerich, no dejó escapar la oportunidad de ofrecer a los espectadores la aterradora panorámica de algo impensable: el agua tragándose la ciudad de Nueva York, los tornados arrasando Los Ángeles y el granizo torpedeando Tokio. El deshielo de la Antártida, el enfriamiento del Atlántico Norte… El día de mañana no es una gran película, pero al menos hay que concederle el mérito de haberse adelantado a la conversación.

Tiburón, 1975, Steven Spielberg (Filmin)

Siempre hay que volver a ver Tiburón, el clásico de Steven Spielberg que cambió la industria de Hollywood y, con Los pájaros de Hitchcock, la mejor película de suspense animal de la historia. Aunque ocurre al principio del verano, Tiburón nos remite a las playas cerradas y al mar como el gran enigma de la vida y de la muerte. Solo por el monólogo final de Robert Shaw, el cínico y loco capitán Quint, merece ver una y otra vez este grandioso filme.

Moby Dick, 1956, John Huston (Filmin, Apple TV, Amazon Prime)

Empecemos por lo obvio: es imposible adaptar la biblia de Herman Melville, y John Huston lo sabía. Pero es en esa imposibilidad donde reside su épica y grandeza. Moby Dick es el principio de todo. También de Tiburón. La versión de Huston, con Gregory Peck en la piel del capitán Ahab y guion de Ray Bradbury, no fue la primera. En 1929 se estrenaba The Sea Beast muda y un año después The Sea Beast sonora. Orson Welles, que siempre quiso interpretar a Ahab, se tuvo que conformar con dar vida al padre Mapple. Su aparición es breve, pero su sermón sobre Jonás y la ballena posee la solemnidad de las batallas perdidas.

La dama de Shanghái, 1947, Orson Welles (Filmin, Apple TV)

Ni Moby Dick, ni El corazón en las tinieblas, ni El Quijote… Orson Welles fue un genio errante, un Dios del fracaso, un falstaff que conjuró el sentido último del arte frente a la catedral de Chartres en su febril monologo de F de fraude. En La Dama de Shanghái, junto a la que era su desgraciada esposa, Rita Hayworth, interpreta al marinero irlandés Michael O´Hara. En uno de los diálogos más prodigiosos de este thriller, en el yate de Elsa Bannister (Hayworth) y su marido, Arthur Bannister, compara su horizonte humano con el de un mar negro de sangre donde los tiburones se devoran entre ellos.

El gran miércoles, 1978, John Milius (Apple TV, Amazon Prime)

Si quieren comprender por qué existen personas que se dejan la vida a lomos de una ola, hagan una sesión doble con esta película y el documental de 1966 The Endless Summer. Dos obras maestras sobre el mar como droga. Esa incurable adicción a la ola perfecta que John Milius retrató en la ficción como ninguno. Milius era un auténtico surfero y la famosa secuencia del surf y el napalm de Apocalypse Now lleva su sello.

La tormenta perfecta, 2000, Wolfgan Petersen (HBO Max, Apple TV)

George Clooney al timón de un reparto que incluye a Mark Wahlberg, John C. Reilly y Diane Lane. Aunque la verdadera protagonista de este filme es esa tormenta perfecta a la que debe enfrentarse un pequeño pesquero de Massachusetts que se desvía de su ruta en busca de una buena racha. Basada en una historia real, se trata de un auténtico David contra Goliat en el océano Atlántico. Un duelo capaz de quitarle a uno las ganas de volver a pisar un barco.

De óxido y hueso, 2012, Jacques Audiard (Amazon Prime, Filmin)

Otra propuesta de sesión doble: el documental Blackfish, sobre los terribles datos detrás de una orca explotada en un parque temático, y De óxido y hueso, un extraño y romántico filme de Jacques Audiard sobre una entrenadora de estos gigantes marinos. El personaje de Marion Cotillard, que trabaja en uno de estos siniestros recintos, vive un romance con un luchador que malvive a costa de peleas de mala muerte en la Costa Azul. La relación mujer-monstruo se resuelve en la película de Audiard en su, nunca mejor dicho, desgarrador inicio.

20.000 leguas de viaje submarino, 1954, Richard Fleischer (Disney +)

Esta popular adaptación de la novela de Julio Verne fue la primera película de no animación creada por Walt Disney. Un canto a las aventuras y a los misterios marinos con eso que se llama un reparto de lujo: Kirk Douglas, James Mason, Peter Lorre… Un clásico de la sesión de tarde y el cinemascope con una ambientación y decorados de Oscar y un monstruo que resiste el paso del tiempo: el sombrío capitán Nemo y su Nautilus.

Sé lo que hicisteis el último verano, 1997, Jim Gillespie (Amazon Prime, Filmin, Apple TV)

Sí, el título viene al pelo. Pero, además, la película que, junto a Scream, supuso un nuevo impulso al slasher ocurre en una carretera de la costa, donde un grupo de jóvenes atropella a un hombre y tira su cadáver al fondo del mar. La crítica fue demoledora, pero el público joven de finales de los noventa la encumbró. Un éxito de taquilla que marcó el inicio de la saga terror, en la que un hombre con indumentaria de marino de pesca y un enorme garfio saboreaba su venganza.


TITULO:TARDE DE CINE CON -Pink contra Floyd: una fortuna para cerrar 35 años de conflicto,.

 

Pink contra Floyd: una fortuna para cerrar 35 años de conflicto.

Waters y Gilmour, que se disputan el legado de la banda, vuelven a chocar, ahora por la guerra en Ucrania. En paralelo, negocian la venta de su catálogo de canciones por unos 500 millones,.

 Pink contra Floyd: una fortuna para cerrar 35 años de conflicto | Cultura |  EL PAÍS

foto / Pink Floyd es historia de la música, pero aún no está escrita del todo. Una nueva canción, una polémica en torno a la guerra en Ucrania y una gran operación financiera en ciernes ocupan las últimas líneas. El que ha sido su líder en la última etapa, el guitarrista y cantante David Gilmour, había anunciado el fin de la banda en 2014, al lanzar el disco The Endless River, que recuperaba grabaciones inéditas de 1994. Dado que el teclista Richard Wright había muerto en 2008, no iban a seguir el batería Nick Mason y él. Eso sería medio Pink Floyd. Se presentó como el adiós del grupo emblemático del rock progresivo, cuya ambición artística tocó cumbre en los setenta. “El tiempo de Pink Floyd ya pasó, hemos acabado. Hacerlo sin Rick estaría mal”, insistía el año pasado Gilmour en Guitar Player. El cuarto en discordia había salido 35 años antes: el bajista y voz Roger Waters, que fue un líder fecundo y despótico desde 1968, cuando echan al fundador Syd Barrett por sus problemas mentales, hasta 1986, cuando rompe la banda y se desata una batalla legal por la marca que ganan sus compañeros. Gilmour y Waters vuelven ahora a chocar por sus posiciones políticas: uno canta a la resistencia de Ucrania y el otro culpa a la OTAN de ese conflicto. En paralelo, está en marcha un acuerdo para la venta de su formidable catálogo de canciones por unos 500 millones de dólares (una cifra similar en euros). Un sorprendente giro de guion para zanjar un conflicto duradero.

¿No acabó Pink Floyd con esas grabaciones de 1994? No: Gilmour y Mason resucitaron el pasado abril el nombre del grupo para firmar un tema con el cantante ucranio Andriy Khlyvnyuk, del grupo local Boombox. La canción se llama Hey Hey Rise Up (¡Eh, levántate!) y es un llamamiento explícito y apasionado a la resistencia del país invadido por Rusia. Gilmour expresó así su simpatía por Ucrania, país con el que tiene lazos familiares (a través de su nuera, madre de sus nietas). La pregunta es por qué no lo hicieron con su propio nombre. Se justificó así en Rolling Stone: “Cuando hablé con Nick y me dijo que estaba dispuesto a hacerlo como Pink Floyd, nos pareció evidente. Queremos difundir este mensaje de paz y queremos levantar la moral de las personas que defienden su patria allí en Ucrania. Entonces, ¿por qué no?”.

Al otro lado, Roger Waters se metió en una polémica el pasado agosto a partir de una entrevista en la CNN en la que explicaba por qué había mostrado en su última gira la imagen de Joe Biden bajo el lema: “Criminal de guerra, justo empezando”. Explicó que el presidente de EE UU era culpable de inflamar el conflicto en Ucrania y de no forzar a Zelenski a negociar. Y añadió: “Esta guerra trata básicamente de la acción y la reacción de la OTAN empujando hasta la frontera rusa, lo que prometieron [a Gorbachov] que no harían”. Antes, al producirse la invasión, Waters había calificado el ataque a Ucrania como el “error criminal de un mafioso”, y defendido la negociación en vez de la resistencia. También ha apoyado la anexión rusa de Crimea, y denunciado la “propaganda” occidental contra Rusia. En la entrevista sostuvo con determinación que Taiwán pertenece a China, en pleno asedio a la isla por la visita de Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU. En este punto se enfrentaba al presentador: “Hay que leer más”. Una semana después, durante un concierto, Waters se dirigió a la audiencia para lamentar que la CNN hubiera editado sus declaraciones para hacerle “parecer un capullo”. La grabación íntegra de la conversación, en todo caso, no desmentía ninguna de sus frases más controvertidas.

La organización ucrania Myrotvorets ha incluido a Waters en su lista negra de enemigos del país, que no tiene carácter oficial pero lo señala. El músico declaró a la agencia rusa Tass que no le preocupaba nada. “Es solo un esfuerzo inútil de los propagandistas. Les dicen que se sienten y escriban estas tonterías sobre mí porque es parte de su trabajo”. Gilmour ha sido escueto en su opinión sobre la posición política de Waters: “Dejémoslo en que estoy decepcionado y sigamos adelante. Léelo como quieras”, dijo en abril a The Guardian.

Los caminos de los miembros de Pink Floyd divergen, entonces, en sus mensajes políticos. Las letras de sus años de gloria eran combativas, sí, y en particular antibelicistas. Pero también eran inconcretas en su denuncia, con tendencia a lo simbólico y enigmático. Mantenían esa ambigüedad calculada que conviene al rock de masas para no espantar a nadie. En su carrera en solitario, Waters ha agudizado el perfil activista de izquierdas: en su anterior gira mostraba con grandes caracteres el mensaje “Trump es un cerdo” cuando sacaba a flotar el porcino inflable gigante de la portada de Animals, a la vez que proyectaba retratos de distintos líderes mundiales, a los que tiende a meter en el mismo saco.

El legado de la banda resiste estas polémicas y cualquier cosa. Y temas tan recordados como Money, Wish You Were Here o Comfortably Numb se ha seguido disfrutando en los conciertos de sus dos cabecillas. Waters ha desplegado espectáculos apabullantes, acordes con la megalomanía marca de la casa. En 1990, representó junto a estrellas invitadas The Wall donde estaba el muro derribado de Berlín; en 2010 recuperó el mismo proyecto con un montaje muy complejo que dio la vuelta al mundo. Otra de esas giras, Us + Them, de 2018, no se quedaba atrás en brillantez escénica y se recogió en un documental. Ahora recorre Norteamérica con This Is Not a Drill, que suspendió durante la pandemia.

Mucho más contenido sobre el escenario desde que se presenta en solitario, menos interesado en los efectos especiales, Gilmour logra quizás que su voz y su guitarra nos sumerjan mejor en el sonido de su época dorada. Se comprueba en dos álbumes y documentales en directo: Live at Pompeii, de 2016 (en el mismo anfiteatro romano de Pompeya donde Pink Floyd grabó, sin público, el disco del mismo nombre en 1972) y Live in Gdansk (de 2008, en este caso con Wright, eso también era medio Pink Floyd). Pero Gilmour no ha vuelto a salir de gira desde 2016.

Los temas que el público ansía más en esos conciertos nacieron en buena parte de la colaboración entre Waters y Gilmour, incluso cuando el primero trataba de imponerse al segundo. The Dark Side of The Moon (1973) y Wish You Were Here (1975) fueron álbumes creados en equipo, cuyos mejores temas firmaban ambos (y en algún caso Wright). Pero el hiperliderazgo de Waters despuntó en Animals (1977) y se agigantó en 1979 en otra de sus obras maestras, The Wall, ideada por él, que habla de sus propios traumas. Tomó las riendas con tanta firmeza que llegó a despedir a Wright y contratarlo como empleado (fue humillante, pero eso salvó al teclista del desastre financiero que fue la gira de ese álbum). En el siguiente disco, The Final Cut, de 1983, todas las canciones son del que se ha convertido en líder único y tienen su voz, sin apenas espacio para la de Gilmour ni para sus punteos. En 1986, Waters exigió disolver la banda sin pensar siquiera que fuera posible que los otros tres siguieran sin él. A partir de ahí, el nuevo Pink Floyd mantuvo el tipo, y funcionaba muy bien en directo, pero sin alcanzar esa altura creativa anterior. Tampoco Waters en solitario ha dejado discos tan perfectos.

Hubo una significativa reconciliación en 2005, una tregua que juntó a los cuatro miembros históricos sobre un escenario en Londres para interpretar cuatro canciones en el festival benéfico Live 8, televisado al mundo entero, por iniciativa de Bob Geldof. Solo faltaba Syd Barrett: su hermana Rosemary confirmó que no estaba en condiciones de participar, que vivía recluido en casa y que no quería saber nada de sus viejos compañeros (murió al año siguiente). Así que Waters, Gilmour, Wright y Mason tocaron durante 24 minutos con solvencia y cierta frialdad, sin que el guitarrista dirigiera apenas la mirada al hijo pródigo, más sonriente. Pudo ser un buen punto final, el cierre del círculo, pero no lo fue. Siguió un par de colaboraciones (entre Waters y Gilmour en un concierto por Palestina en 2010, de ambos y Mason en una única actuación en Londres de la gira The Wall de 2011), sin enarbolar ya un nombre tan mítico como el reaparecido ahora. Ese mejor clima no sirvió a Waters para promocionar su material en la web y las redes sociales de Pink Floyd, como ha reclamado con vehemencia.

Lo más parecido a una reconciliación que puede esperarse hoy es un acuerdo para la venta de su catálogo de canciones, al estilo de lo que han hecho otras figuras de la música como Bruce Springsteen o Bob Dylan por cifras semejantes a los 500 millones que se manejan aquí. Al mejor postor: según informó Bloomberg en junio, los miembros de la banda negocian con Sony, Warner y BMG a través del representante Patrick McKenna. Financial Times reveló la semana pasada que el gigante Blackstone también está en la puja. Este grupo inversor no sería nuevo en el negocio: su participada Hipgnosis ya posee derechos sobre la obra de Neil Young, Red Hot Chili Peppers, Shakira o Justin Timberlake. Una transacción de esa magnitud, que incluiría tanto las composiciones como la explotación de la marca y su merchandising, sería un punto final menos emotivo que el concierto de Live 8, pero mucho más lucrativo para ellos.

En realidad, la historia de Pink Floyd sí está escrita. Nada de lo que hagan ahora va a cambiarla sustancialmente.

 

 

TITULO:  Historia de nuestro cine -Cine - Los farsantes ., Viernes- 7, 14 - Octubre ,.

 

 El Viernes - 7, 14 - Octubre a las 22:15 por La 2, foto,.

 Los farsantes

 

Reparto

En una destartalada camioneta, la compañía de teatro "Don Sancho" va de pueblo en pueblo huyendo de los acreedores y de las burlas de los lugareños que los reciben a pedradas. Cada uno de los cómicos se defiende como puede. En esa situación, unos ricachones contratan sus servicios para que les diviertan en su finca de recreo. Adaptación de una novela del escritor Daniel Sueiro ("La carpa").

No hay comentarios:

Publicar un comentario