miércoles, 21 de septiembre de 2022

MAS QUE COCHES - La variante de Malpartida de Cáceres arrancará con doble carril de 3,5 kilómetros desde la A-66 ,. / Para Todos La 2 - Vegas Altas existe ,. / Gigantes de La 2 - Javier Clemente ,.- Jueves - 6 - Octubre . / ¡ Atención obras ! - Cine - La agenda de la NASA para volver a la Luna (y quedarse),.

 

TITULO : MAS QUE COCHES - La variante de Malpartida de Cáceres arrancará con doble carril de 3,5 kilómetros desde la A-66,.

 

 

La variante de Malpartida de Cáceres arrancará con doble carril de 3,5 kilómetros desde la A-66,.

 La variante de Malpartida de Cáceres arrancará con doble carril de 3,5  kilómetros desde la A-66 | Hoy

El resto del trazado será una carretera convencional, aunque quedará lista para duplicarse si se superan los 7.000 vehículos,.

 La variante de Malpartida de Cáceres arrancará con doble carril de 3,5  kilómetros desde la A-66 | Hoy

«Al menos en siete u ocho años no se hace». Fue el pronóstico del alcalde de Malpartida, Alfredo Aguilera, en febrero de 2012 sobre la variante de Malpartida. Pecó de optimista. Ha pasado una década y sigue a la espera esa infraestructura que tanto él como su antecesor en el cargo, Víctor del Moral, consideraban fundamental para articular,.

 

TITULO:  Para Todos La 2 - Vegas Altas existe,.

 

 

Vegas Altas existe,.

Fusión de Villanueva y Don Benito | Los otros vecinos de Vegas Altas: el  cabreo del pueblo que ya existe

foto / Pareciera que en este país no se puede freír un huevo sin que se vierta el aceite, se rompa la 

 

sartén o se incendie la cocina. Uno no acaba de comprender cómo es posible llegar a ciertas conclusiones, en apariencia sencillas, que lejos de resolver los problemas los profundizan más, cuando no generan otros donde no los había o polémicas,.

 

TITULO:  Gigantes de La 2 -  Javier Clemente,.- Jueves - 6 - Octubre ,.

Gigantes de La 2 - Programa de entrevistas, de cincuenta minutos de duración y emisión semanal, para La 2  Jueves -   6 - Octubre - 23:50 de Televisión Española.

 

  Javier Clemente,.

 

 

La patada que alumbró al Clemente entrenador,.

Se cumplen 50 años de la lesión que retiró al exjugador y extécnico del Athletic y le llevó a los banquillos,.

 El mismo Clemente de siempre | Deportes | EL PAÍS

  Javier Clemente - foto,.


José Mari Múgica pesaba más de 150 kilos y era el periodista más popular de Bilbao. Escribía del Athletic, de ópera, de boxeo, de toros y le conocían, por su volumen y su carácter expansivo, en todos los campos y plazas de España. El 23 de noviembre de 1969, se cumplen ahora 50 años, ocupaba dos asientos en la Nova Creu Alta de Sabadell. Cuando llegó al estadio, sus amigos de la Peña Arlequinada, le ofrecieron lotería de Navidad del número 59.536. No había décimos para todos los periodistas que viajaban con él, así que la rechazó. Un mes después, el Gordo tocó íntegro en Sabadell.

Ese mismo día, horas después de eludir un destino millonario, se puso delante de su máquina de escribir a redactar tuits para El Correo. Sí. Múgica inventó los tuits deportivos antes de Twitter, pero él los llamaba sputniks, frases cortas, de menos de 140 caracteres, para resumir las claves de los partidos. Uno de los que escribió aquel día decía: “Marañón hizo un esfuerzo colosal —¡de caballo del fútbol!— en el segundo tiempo. ¡Lástima que se le escapase aquella coz a Clemente…!”. 133 caracteres para explicar la patada del centrocampista cántabro del Sabadell al fino interior de un Athletic que ganó (1-2) y se consolidó como líder.

 

 

Nadie le dio importancia a esa entrada del jugador lanero a Javier Clemente, “el 10 del Athletic”, como rezaban las pegatinas que empezaban a lucir muchos coches en Bilbao ante la irrupción del futbolista rubio de 19 años, bajo cuya batuta el equipo figuraba en cabeza. El añorado Fidel Uriarte recordaba años después que él le había gritado: “¡Salta, Javi, salta!”. Clemente cayó lesionado en el minuto 89 de partido; Uriarte había sido sustituido un cuarto de hora antes por Félix Zubiaga. Ronnie Allen decidió reemplazarlo para que el árbitro mallorquín Antonio Rigo, no le expulsara por sus continuos enfrentamientos con Montesinos. “Fidel estaba en el banquillo, le escuché, pero no me dio tiempo a saltar. Es lo único que recuerdo de aquel día”, dice Clemente.

Le escayolaron el tobillo y los primeros partes médicos hablaban de dos o tres semanas de baja. Hasta esa jornada había sido el mejor del equipo. Luego, las exploraciones posteriores determinaron que se habían fracturado la tibia y el peroné. En noviembre de 1969, nadie sabía aún que la entrada de Ramón de Pablo Marañón a Clemente iba a cambiar, en pocos años, el panorama del fútbol español.

“No sé si cambió el fútbol en España, pero yo tuve la suerte de encontrármelo en Lezama”, asegura Andoni Zubizarreta, que fue su hombre en la portería, en el Athletic y la selección española. “Yo no le vi jugar nunca. Seguía al Athletic leyendo los periódicos, y sí recuerdo que primero se lesionó Igartua y luego él, y los seguidores del Athletic pensamos que desaparecían por las lesiones dos centrocampistas maravillosos”. Asegura José Ángel Iribar que “Javi era muy bueno técnicamente, con una gran zurda y un gran golpeo de balón, además tenía cualidades de líder”.

Clemente volvió esa misma temporada, después de 10 partidos, para jugar la recta final del campeonato, que perdió el Athletic. Solo tenía que sacar un punto en sus dos últimas salidas para lograr el título, pero sucumbió en Atocha y Mestalla. El Atlético de Madrid ganó la Liga en Sabadell. “Fue una baja importante, era titular y estábamos en una racha muy buena”, recuerda Iribar. “Supongo que influyó para que al final no ganáramos la Liga”.

“No sé si cambió el fútbol con aquella lesión”, dice Javier Clemente. “La verdad es que nunca me he parado a pensar en eso. Es cierto que si llego a tener una carrera normal como futbolista, no hubiera entrenado al Athletic cuando ganó la Liga, porque tenía 32 años. Me lesioné con 19”. Para Iribar “no se puede decir si el Athletic cambió unos años después a causa de aquella lesión, pero lo que está claro es que como entrenador consiguió algo tan difícil como darle la vuelta a la mentalidad del equipo y hacerlo campeón”.

Zubizarreta, el actual secretario técnico del Marsella, recuerda: “El primer contacto indirecto que tuve con Clemente fue a través de mi tío, que tenía una tienda de deportes en Aretxabaleta. El primer trabajo de Javi tras dejar de jugar fue como representante de Adidas. Iba de pueblo en pueblo, y yo le pedí a mi tío que me consiguiera un jersey verde como el que sacó Iribar en Atocha el día que salió con la ikurriña”. Clemente se lo llevó. “Lo recuerdo”, afirma el técnico, “y cuatro años después le tenía en Lezama entrenándose conmigo”.

Después de cinco operaciones, varias reapariciones sin éxito y todavía con muletas después de su última intervención, Clemente se retiró del fútbol tras un partido homenaje contra el Borussia Monchengladbach de Heynckes, que después dirigiría al Athletic. Javier se quedó con la recaudación del partido, su representación de Adidas y el título de entrenador, con el que ascendió al Arenas a Tercera, al Basconia y al Bilbao Athletic. “Yo creo que empecé a ser profesional del fútbol desde muy pequeño, en la calle donde jugábamos, allí estuvo mi universidad. Después de la lesión no podía jugar, pero lo hacía a través de los futbolistas a los que entrenaba”.

En una decisión arriesgada, después de que la apuesta por Helmut Senekowitsch resultara fallida —fue destituido después de un 7-1 en contra en el Bernabéu— y un periodo de interinidad a cargo de Iñaki Saez, la directiva decidió darle las riendas del Athletic. La primera temporada acabó tercero; en la segunda ganó la Liga con récord goleador. En la tercera hizo el triplete: Liga, Copa y Supercopa; en la cuarta perdió la final de Copa frente al Atlético y en la quinta fue despedido tras su enfrentamiento público con Manolo Sarabia.

Luego entrenó al Espanyol, al que llevó a la final de la UEFA, al Atlético de Madrid y, durante seis años, fue el seleccionador de España. En cierta manera, marcó una época después de su retirada prematura tras la lesión en Sabadell. “Pero yo hubiera preferido seguir jugando al fútbol antes que ser entrenador”. ¿Y lo habría sido después? “Quién sabe. Igual si me llego a retirar con 34 años, estaría aburrido de tanto fútbol, pero no pude probar”.

 

  TITULO:   ¡ Atención obras ! - Cine - La agenda de la NASA para volver a la Luna (y quedarse),.

 

  La agenda de la NASA para volver a la Luna (y quedarse),.

Un borrador filtrado a la prensa señala los planes de la agencia espacial estadounidense para ‘reconquistar’ el satélite,.

 Agenda – Madrid Deep Space Communications Complex

foto / A finales de 2017, coincidiendo con el 45 aniversario del último vuelo del programa Apolo a la Luna, el expresidente de EE UU Donald Trump firmó una directiva presidencial que instaba a la agencia espacial estadounidense (NASA, por sus siglas en inglés) a renovar sus esfuerzos para volver a la Luna cuanto antes. No puso fecha, pero apenas un año después, el que fuera vicepresidente Mike Pence sí lo hizo: 2024. Presumiblemente, contaba con una eventual reelección de Trump, que de alguna manera emularía así el gesto de John F. Kennedy medio siglo antes. Pero el plazo era demasiado ajustado. No existían ni la nave ni el cohete adecuados, ni siquiera un plan concreto de cómo hacerlo. Apolo se había planteado con un programa esencialmente de prestigio nacional, con limitadas ambiciones científicas; un regreso a la Luna debería ser una misión de exploración con objetivos más amplios, aparte de plantar las banderas ceremoniales, que también. Así nació el programa Artemis, del que ahora hemos sabido nuevos planes para reconquistar la Luna.

Artemisa, en la mitología griega, es la hermana gemela de Apolo. Y casi desde el primer momento empezó a acumular retrasos. La NASA nunca reveló de forma oficial sus intenciones más allá de los tres primeros vuelos: el primero, sin tripulación; el segundo, ya tripulado, para orbitar alrededor de la Luna; y el tercero, destinado ya a posarse en su superficie. La fecha: 2025. Para muchos expertos, un plazo inalcanzable.

Y es que la nave lunar Orión y su cohete portador, el SLS, todavía no han volado. Ambos deberían debutar este verano. La Orión es una cápsula orbital, no de descenso a la superficie. Esta misión se le ha encomendado a la StarShip de Space X (que fue quien presentó la mejor oferta económica).

Sobre el papel, la Starship parece un concepto tan prometedor como revolucionario: carguero, nave orbital con capacidad para docenas de tripulantes, vehículo suborbital para transporte de pasajeros, cisterna para reavituallamiento en vuelo, cápsula de descenso en la Luna y —por fin— explorador de Marte. El único inconveniente es que hasta ahora su prototipo no ha llegado a más de 15 kilómetros de altura y solo ha conseguido completar un aterrizaje con éxito. Lo cual es mucho, ciertamente, pero de momento no lo suficiente como para pensar en ir a la Luna.

Ahora acaba de aparecer un borrador de los planes de futuros vuelos que seguirían, filtrado al medio Ars Technica. Artemis 4 se destinaría a empezar la construcción de una estación orbital alrededor de la Luna, que incluiría una sustancial cooperación europea. Eso sería, en el mejor de los casos, entre el 2027 y 2029 y requeriría por lo menos dos o tres vuelos más.

Ya en el próximo decenio, la NASA contempla cinco misiones Artemis más. Llevarían a la Luna elementos para construir una pequeña base permanente y también un vehículo presurizado que sería algo así como un laboratorio rodante similar al que aparecía en la película Marte. El último vuelo planteado es el Artemis 9, previsto —con desbordado optimismo— para 2034.

El gran obstáculo para materializar estos planes es su desmesurado coste. No está claro que Washington acepte cubrir unas facturas que sin duda rebasarán los 4.000 millones de dólares por vuelo, hoy por hoy casi el 20% del presupuesto total de la NASA. Y ya se levantan voces que cuestionan el uso del nuevo súpercohete SLS, ahora descansando en su rampa del Centro Kennedy.

El SLS empezó a diseñarse antes de que Space X demostrase la posibilidad de recuperar los cohetes para reutilizarlos. Desde entonces, la compañía de Elon Musk ha reciclado alguno de sus lanzadores en más de una docena de vuelos, con el consiguiente abaratamiento de cada operación. Cuando despegue, el SLS será un cohete de “usar y tirar”: sus cuatro motores principales —aprovechados de antiguos transbordadores— irán a parar al fondo del Atlántico.

Puesto que utilizaba motores, tanque central y aceleradores laterales derivados del programa Shuttle, el SLS debería haber sido más económico que el Saturno 5 de la década de los 60. No fue así. Cada cohete lunar del programa Apolo costaba alrededor de los 1.400 millones (en dólares actualizados); cada transbordador, unos 1.500; el SLS pasará de los 2.200. Eso, sin contar sus astronómicos costes de desarrollo... Y el hecho de que para futuras operaciones lunares habrá que construir una versión aún más potente.

EL SLS no es el único talón de Aquiles del programa Artemisa. Muchos opinan que la base Gateway en torno a la Luna no tiene más sentido que proporcionar un punto de amarre seguro a gran altura para la cápsula Orión, cuyos motores no le permitirían salir por sí sola de una órbita lunar baja. El futuro StarShip de alunizaje (conocido como HLS: Human Landing System, sistema de aterrizaje humano) también deberá atracar con la estación orbital, dándose la paradoja de que su tamaño será mucho mayor que la propia Gateway, con numerosos sistemas duplicados: mantenimiento vital, comunicaciones, estabilización... Así que la duda estriba en si puede justificarse el coste y tiempo dedicados a construir la estación y si no podría encontrarse una alternativa más económica.

Quizá haya que buscar la respuesta no en la técnica sino en la política. Hace 12 años, el programa SLS fue diseñado para apaciguar a los grandes contratistas aeroespaciales que veían con preocupación el fin de las operaciones del transbordador. Y, al mismo tiempo, mantener los puestos de trabajo. Casi todos los estados consiguieron una parte del pastel más o menos importante, según la habilidad negociadora de sus representantes en Washington. Entre unos y otros se repartieron 24.000 millones solo de gastos de desarrollo.

Y es que ya no estábamos en los tiempos de Kennedy en los que ir a la Luna era una cuestión de orgullo nacional; ahora era solo una cuestión de negocios.


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