- Nunca fui muy de putas. Y sigo sin serlo. Eso no es obstáculo para que en otros tiempos azarosos las tratara bastante. Las putas y su ...Nunca fui muy de putas. Y sigo sin serlo. Eso no es obstáculo para que en otros tiempos azarosos las tratara bastante. Las putas y su ambiente era un territorio por el que te movías a menudo con los compañeros, entre otras cosas porque tras una dura jornada laboral en Yamena, Managua, Beirut o Sarajevo, con los malos -a ese nivel nunca había buenos- pegándote cebollazos, al llegar la noche había pocas posibilidades de que la marquesa Casati te invitara a tomar el té en su residencia del lago de Como. Quiero decir que conozco el percal: estoy en el mundo, tengo amigos y recuerdos. De cuando, siendo joven plumilla, iba a escuchar al Príncipe Gitano -Cariño de legionario y todo eso- en un club de la Gran Vía de Madrid, o del año que pasé frecuentando el cabaret de Pepe el Bolígrafo en El Aaiún, por citar dos casos, data mi afectuoso conocimiento de aquellas putas estilo franquista, con traje de noche, que te llamaban niño e hijo mío mientras vaciaban sus copas en el cubo del hielo. Del nuevo estilo puticlub y polvete ucraniano tengo menos información, aunque lo imagino. Y cuando en Madrid paso por la calle Montera, el paisanaje salta a la vista. Tengo datos, vamos. Motivos para rajar.
Las ordenanzas municipales más recientes, tanto en Madrid como en otros lugares de España, tienden a combatir la prostitución acosando al cliente: multa al que pillen arrimándose a una lumi. Un padre de familia al que apetezca darse un homenaje puede ver enturbiada su pequeña fiesta por un guardia que levante acta. Eso tiene sus peligros, claro. Uno es acabar como en Estados Unidos, joya de la hipocresía sexual, donde te acercas a una señora, preguntas cuánto y te pone las esposas porque es una policía camuflada. Imaginen, conociendo este país, lo que puede ocurrir cuando la necesidad apriete a los ayuntamientos: todos los guardias a la calle, vestidos de putas y de chaperos, a recaudar como locos. El descojone.
La prostitución, masculina o femenina, es vieja como el mundo. No habrá quien la erradique mientras existan hambre, miseria o ambición, y haya de por medio un cuerpo atractivo para negociar precio y asunto. Lo demás son milongas, fariseísmos oficiales y charlatanería de imbéciles que excretan agua bendita. La única opción realista sería legalizar el uso del propio chichi, o equivalentes, cuando es acto deliberado y voluntario. Eso se hace en países serios de Europa, con resultados razonables; y es la única forma de que una actividad inevitable se realice con garantías sanitarias y legales, en un marco de derechos y libertades de la gente metida en el ajo, propio de una sociedad inteligente y avanzada.
Utilizar al cliente como cabeza de turco o chivo recaudatorio es injusto, e inútil. Tampoco la prostituta, cuando ejerce de su grado, debería ser molestada por ello, sino protegida y garantizados sus derechos y su salud. En quien debería centrarse el rigor de una sociedad decente y segura de sí, es en el proxeneta: el canalla que manipula, extorsiona y explota, lucrándose con la miseria, el miedo, la necesidad. Ahí es donde las ordenanzas municipales y la Justicia deberían actuar, severísimas. Y es lo que no ocurre. Aparte los proxenetas nacionales, que abundan, el buenismo estúpido que aquí legisla en lugar de la razón práctica, el coladero de nuestras leyes, convierten a España en paraíso de los que acuden frotándose las manos. Quien esclaviza a mujeres u hombres, si no tiene otras cuentas pendientes, está en la calle al poco tiempo, sin problemas. También ellos merecen una oportunidad, se argumenta. Arrepentimiento y tal. Reinserción social. Mientras te preguntas, boquiabierto, cómo se reinserta un animal con tatuajes hasta en el ciruelo, con antecedentes policiales en más de media Europa hasta que, para su felicidad y confort, acabó instalándose en este país de gilipollas llamado España.
Y prepárense. Si Eurovegas -proyecto quizá necesario por otras razones- acaba instalándose aquí, el efecto llamada será formidable. Vendrá gentuza a chorros, y con ella proxenetas y redes de prostitución de todo nivel y pelaje. Y esta España nuestra, ambigua, irreal, llena de complejos, no está preparada para cierta clase de desafíos. Las leyes, el deficiente ejercicio de la justicia, la falta de reacción oficial ante cierta clase de violencias, son un juego de niños para esa tropa acostumbrada a lidiar en lugares mucho más broncos. Se harán los amos, sin duda. Delincuentes en general y proxenetas en particular. Y mientras, los policías municipales, en nombre de la moral y la decencia pública, multarán al pobre diablo al que pillen hablando con la infeliz mujer de la esquina.
TÍTULO: REVISTA DOMINICAL.'Subir' al Everest en paracaídas.
- Quién dijo que un discapacitado no puede disfrutar de las hermosas vistas y de las heladas paredes del Everest? La esclerosis múltiple que ...SOCIEDAD'Subir' al Everest en paracaídas
La esclerosis múltiple que sufre el francés Marc Kopp no le ha impedido alzarse hasta la cima más alta del planeta¿Quién dijo que un discapacitado no puede disfrutar de las hermosas vistas y de las heladas paredes del Everest? La esclerosis múltiple que sufre el francés Marc Kopp (en la parte inferior de la foto) le impide cumplir el ritual del montañero: caminar hasta el campo base nepalí situado a 5.360 metros, levantar la vista y encontrarse con la pared de Khumbo, la primera arista de hielo que avisa a todos de lo que les espera.Los seres humanos están por romper todas las barreras físicas y geográficas y MarcKopp también ha querido poner su granito de arena. De esta forma se ha convertido en el primer discapacitado que pasea sobre los cielos del país de los sherpas y admira la tierra a 29.500 pies de altura (que vienen a ser, más o menos, los 8.848 metros de altura del Everest). En la aventura le acompañó el guía Mario Gervasi para evitar cualquier susto. El reto de Kopp está al alcance de cualquiera con una libreta de ahorros saneada. Tirarse en paracaídas por los cielos nepalíes es el último grito en deportes de riesgo para las élites. El viaje en solitario cuesta ‘solo’ 25.000 dólares (unos 18.500 euros). Un tándem como el de Kopp sube hasta los 35.000. Por si acaso, un hospital certificó después que la cumbre no le ha dejado efectos secundarios.
domingo, 3 de noviembre de 2013
LA CARTA DE LA SEMANA, Putas, chulos y ayuntamientos,./ REVISTA DOMINICAL.'Subir' al Everest en paracaídas.
TÍTULO; LA CARTA DE LA SEMANA,
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