martes, 2 de marzo de 2021

Domingo-7- Marzo - LIARLA PARDO - El hispanista Ian Gibson ,./ ESPAÑOLES POR EL MUNDO - República Dominicana,. / Donde viajan dos - Cortegana, Martos y Órgiva ,. / Escala humana - Pero, ¿qué ensalada es esta? ,. Miercoles -3- Marzo . / LA MAQUINA DE ESCRIBIR - Esta noche, 'En primera línea - Y tú, ¿te pondrías una camiseta de un grupo al que no escuchas? ,.

 

 TITULO: Domingo -7- Marzo    LIARLA PARDO  - El hispanista Ian Gibson,.

El domingo - 7- Marzo a las 18:00 por La Sexta, foto,.

 El hispanista Ian Gibson,.

El hispanista Ian Gibson ve "lamentable" la "relación" del PP con Franco: "No son capaces de asumir la criminalidad del régimen",.

Gibson cree que "no se puede pasar página de la historia sin haberla leído" y que queda "mucho franquismo soterrado". 

 El hispanista Ian Gibson ve "lamentable" la "relación" del PP con Franco:  "No son capaces de asumir la criminalidad del régimen"

Cristina Pardo charla con el hispanista Ian Gibson tras la publicación de su última obra, 'Hacia la República Federal Ibérica'. Se muestra muy crítico con la abstención del PP en la decisión de retirar la estatua de Franco en Melilla, algo que le parece "lamentable".

"El PP, en relación con Franco, me parece lamentable en general. Ellos no son capaces de asumir la criminalidad radical del régimen de Franco; tenemos 115.000 fusilados por Franco todavía en cunetas, esto es inconcebible", afirma.

Recuerda Gibson las palabras de Pablo Casado en 2009 en las que hablaba de los "carcas de la izquierda", "la guerra del abuelo" y "las fosas de no sé quién", como puede verse en el vídeo.

"Fueron 40 años de dictadura que dejaron muchas secuelas. Si ha salido un militar diciendo que habría que fusilar a 26 millones de españoles y se ha ido de rositas a casa. Hay mucho franquismo soterrado", opina en Liarla Pardo.

 

TITULO:  ESPAÑOLES POR EL MUNDO - República Dominicana,.

 

Los Repobladores" visita Medina Sidonia, Vélez Blanco y El Castillo de las Guardas

Conocemos a Ignacio, Helena y Milena que desarrollan sus profesiones en estos pueblos, algunas tan curiosas como cabestrero o cuidadora de animales en una reserva natural. ( foto),.

 Los Repobladores | Trabaja en la reserva natural de El Castillo de las  Guardas

El espacio “Los Repobladores” de Canal Sur Televisión viaja este sábado, 27 de febrero a Medina Sidonia (Cádiz), Vélez Blanco (Almería) y El Castillo de las Guardas (Sevilla), donde conoceremos a Ignacio, Helena y Milena. Unos vecinos que desarrollan sus vidas y sus profesiones en estos pueblos andaluces, donde han encontrado la oportunidad que deseaban sin tener que vivir en la ciudad.

Ignacio es un apasionado de su pueblo, Medina Sidonia, y del campo. Con 18 años se fue a estudiar Veterinaria a Cáceres, pero siempre que podía regresaba con los suyos. Acabada la carrera volvió, y desde hace dos años se dedica a su gran pasión: domar cabestros. Ignacio es uno de los pocos cabestreros que quedan en Andalucía, una pasión que le inculcó su abuelo. Ahora tiene su propia explotación de bueyes, a los que enseña y después vende por toda España.

Helena es de Murcia. Ha vivido en distintas ciudades españolas, y más tarde trabajó en África y Latinoamérica. En Panamá dirigía una ONG internacional dedicada a la lucha contra la violencia machista. Tenía un buen trabajo, buen nivel económico y un buen matrimonio, pero no era feliz. Regresó a España y decidió instalarse en la antigua finca de sus abuelos, en Vélez Blanco (Almería), el pueblo de su niñez. Ahora se dedica a la agricultura (siguiendo los principios de la permacultura) y al turismo rural y es feliz.

Milena nació en República Dominicana. Con solo 10 años llegó a Andalucía, con su madre y sus tres hermanos. Ha vivido en Algeciras, Burgos y Sevilla. Hasta que le ofrecieron trabajo en una reserva natural, rodeada de leones, jirafas, tigres… Ahora vive feliz en el antiguo poblado minero de El Castillo de las Guardas, junto a su hijo de once años (el único niño de la pedanía) y un bebe chimpancé, que cuida hasta que pueda volver a la reserva.

 

TITULO:   Donde viajan dos - Cortegana, Martos y Órgiva ,.

Cortegana, Martos y Órgiva ,.

Cortegana, Martos y Órgiva, en "Los Repobladores",.

Conoceremos a Sete, Daniel y Antonio que se dedican a la naturaleza y los animales, con proyectos tan curiosos como una granja de insectos.

Cortegana, Martos y Órgiva, en Los Repobladores

foto / “Los Repobladores” de Canal Sur Televisión viajan este sábado, 20 de febrero, hasta Cortegana (Huelva), Martos (Jaén) y Órgiva (Granada), donde conoceremos a Sete, Daniel y Antonio, que desarrollan sus vidas y sus profesiones en estos pueblos andaluces.

Sete creció en Lora del Río (Sevilla). Estudió Biología y debido a su pasión por la naturaleza ha vivido y trabajado durante nueve años en diferentes países, Portugal, Brasil, Ecuador, Nicaragua, República Dominicana y Estados Unidos. Pero siempre tuvo claro que quería vivir en un pueblo. En la actualidad, ella y su pareja viven en Cortegana (Huelva) donde han cumplido su sueño: vivir en el mundo rural.

Daniel tiene una pasión: los perros. Y a ellos se dedica profesionalmente como instructor canino. Después de vivir en Cataluña, Navarra o País Vasco, donde se marchó para formarse y trabajar, decidió regresar a su pueblo, Martos (Jaén), para montar su propio centro de instrucción para perros, convertido en todo un referente a nivel nacional.

Antonio es de Órgiva (Granada). Muy joven se fue a vivir a la ciudad y durante ocho años trabajó como mecánico en Granada. Sin embargo, Antonio echaba de menos su pueblo. Cuando su padre murió decidió volver a Órgiva para hacerse cargo de las tierras de la familia. Pero regresó con un proyecto innovador. Antonio y su pareja se dedican a la insecticultura, tienen una granja de insectos que venden por toda España.

 

TITULO : Escala humana -Pero, ¿qué ensalada es esta?  ,.  , Miercoles   -3- Marzo.
 

El Miercoles  -3- Marzo a las 21:00 por La 2, fotos,.

 

Pero, ¿qué ensalada es esta?,.

Si lleva picatostes, beicon, palitos de cangrejo no merece llamarse así. «La mitad del plato debe ser verdura y mejor si es cruda»,.

Pero, ¿qué ensalada es esta?

¡Cómo nos la han colado! Habías quedado con unos amigos para comer en uno de esos locales de comida rápida. Mientras ellos se metían un costillar con miel y una hamburguesa con queso tú pedías la ensalada César. ¡Y creías que lo estabas haciendo genial! Pero, aunque la apariencia es saludable, en ese mar de lechuga nadan trozos de beicon, carne y pan fritos, queso alto en grasa y una salsa que es una auténtica bomba nutricional. En números: la hamburguesa que ha pedido tu amigo tiene 480 kcal, 6,1 gramos de grasa saturada y 1,3 gramos de sal. ¿Mi 'ensalada'? 625 kcal, 10 gramos de grasa saturada y 3,5 gramos de sal». Ahora entiendes las comillas que le hemos puesto a la ensalada, ¿verdad?

Nos abren los ojos Luis A. Zamora y Alberto Herrera, autores de 'Comer bien es fácil si sabes cómo' (Planeta). «Ensalada no es todo lo que metes en una ensaladera. Una buena ensalada es un plato en el que el 50% del alimento es verdura, preferiblemente cruda, un cuarto es proteína y el restante cuarto son cereales. Y se aliña con la santísima Trinidad: aceite, vinagre y sal». Alternativa a este aliño hay poca: «La salsa de yogur ya duplica ella sola las calorías de una ensalada», advierte Zamora, dietista-nutricionista. Él, cuando se pone creativo, añade al aceite de oliva virgen 'toppings' sanos: ajo, laurel, guindilla, una rama de romero, hierbas provenzales, ralladura de limón, frutos secos picados... y luego lo cuela para que caiga solo el líquido aromatizado. «El problema es que hemos sacado el 'masterchef' que llevamos dentro y hemos intentado enmascarar el sabor de lo verde». Pecado, de los gordos: «Yo me echo las manos a la cabeza cuando veo que a las ensaladas se le echan picatostes que es ¡pan frito!, surimi, tacos de jamón, beicon, cebolla frita...», enumera el especialista.

Y le viene a la mente una anécdota que le contó su compañero Alberto Herrera, comunicador, la otra 'mitad' del libro:«Le invitó un compañero a comer y le dijo que, como estaba a dieta, tomaría solo una ensalada. Pero es que le echó pasta, palitos de cangrejo, mayonesa...». La coartada, cuatro hojas de lechuga para cubrir el expediente.

Por cierto que los autores del libro ofrecen alternativas de bases verdes. «Aunque la lechuga es lo más utilizado como base de cualquier ensalada, nutricionalmente no es la opción más interesante: está compuesta de agua casi al 95%, por lo que apenas aporta otros nutrientes. Así que es pobre en proteínas, hidratos de carbono, minerales... y moderada en fibra, lo que la convierte en un alimento muy poco saciante. Por eso, a veces comes una ensalada de lechuga y tomate y al rato quieres atracar la nevera». El brócoli, la rúcula, los canónigos... son otros «fondos verdes más interesantes y ricos».

El otro 'must' de las ensaladas es el aceite de oliva. Pero este sí es un 'must' de verdad, no como la lechuga. Aunque admite alternativas: «Otras grasas cardiosaludables son el aguacate, las semillas de chía, el yogur natural, las aceitunas, los frutos secos... pero no todos a la vez». Ni en grandes cantidades: «La cantidad diaria recomendada de aceite de oliva virgen extra son unos 20 gramos, que vienen a ser entre dos y tres cucharadas soperas, lo que aporta entre 180 y 200 kcal».

– Y al experto, ¿qué ensalada le gusta?

– Me encanta la que lleva lechuga iceberg, naranja y atún. La probé una vez en Andalucía y me quedé enamorado. Y también me encanta cualquiera que lleve tomate, me parece un ingrediente fundamental.

Gráfico: SARA I. BELLED

Dos ensaladas

Para cualquier día:
Canónigos y rúcula, tomate, cebolleta y sardinitas en aceite.
La de 'domingo':
Espinacas, repollo sin cocer para que 'cruja', queso feta (es muy aromático), kumato cherry (aporta dulzor), semillas de chía y aliño con limón y escamas de sal. 
 
 

TÍTULO: LA MAQUINA DE ESCRIBIR - Esta noche, 'En primera línea  -Y tú, ¿te pondrías una camiseta de un grupo al que no escuchas?   ,.

LA MAQUINA DE ESCRIBIR - Esta noche, 'En primera línea -  Y tú, ¿te pondrías una camiseta de un grupo al que no escuchas?      . , fotos,. 

 

El Miercoles -3- Marzo a las 22:00 por antena 3,.

 

 Resultat d'imatges de la maquina escribir

Y tú, ¿te pondrías una camiseta de un grupo al que no escuchas?,.

Durante décadas fueron un código entre iguales, pero la industria de la moda las ha descontextualizado... ¿o no tanto? «AC/DC o Ramones son marcas que tienen sus significados»,.

Y tú, ¿te pondrías una camiseta de un grupo al que no escuchas?
 

Allá por mediados de los años 50 del siglo pasado, un grupo de fans de Elvis Presley decidió confeccionar una camiseta dedicada a su ídolo. Fue una iniciativa muy modesta, que prácticamente se ha perdido en las nieblas del tiempo, pero ahí nació uno de los rasgos más distintivos de la cultura del rock: la costumbre de llevárselo puesto, es decir, de enfundarse camisetas de los artistas preferidos de cada uno. Es poco frecuente que una persona luzca sobre el pecho a su arquitecto, su escritor, su cocinero, su actor o incluso su futbolista favorito (las camisetas de equipos serían ya otra cuestión), pero en cambio la música popular extendió muy pronto sus dominios al terreno de la moda, en una alianza que ha evolucionado por caminos sorprendentes durante estos últimos años. Si consultamos ahora mismo la web de una cadena internacional como H&M, comprobaremos que podemos comprar camisetas de AC/DC, Pink Floyd, The Rolling Stones, Kiss, Guns N' Roses, Nirvana, Ramones, Iron Maiden o Metallica, en un despliegue muy alejado de aquella pionera de los 50 y también de los circuitos que ha seguido tradicionalmente este tipo de 'merchandising'.

La evolución histórica de las camisetas de rock (y entendamos este término en su sentido más amplio, como un comodín que puede abarcar el pop de Madonna o el hip hop de Run DMC) lleva a plantearse dos preguntas extrañamente complementarias. La primera sería qué lleva a los fans de una banda a incorporarla a su vestuario. La segunda sería qué lleva a quienes no son fans de una banda a incorporarla a su vestuario. Para unos, el vínculo con la música resulta esencial, indispensable, mientras que para los otros constituye un detalle sin la menor importancia. Empecemos por los primeros: «Nos aporta identificación con un grupo social, con una comunidad. Y, cumplida cierta edad, aporta también una conexión con nuestra adolescencia, con nuestros gustos juveniles, con nuestro yo del pasado, al que guardamos cierta fidelidad», analiza el sociólogo madrileño Fernán del Val, profesor en la UNED y autor de 'Rockeros insurgentes, modernos complacientes'. De esa lealtad al pasado se deriva, por cierto, otra rama singular de este mercado, que son las camisetas de rock para niños pequeños, incluso 'bodies' para bebés.

El sentido de pertenencia funciona con una fuerza especial en dos géneros, el heavy y el punk. «Este tipo de música se vive de una manera muy intensa, así que de alguna manera se lleva con orgullo la camiseta del grupo que te gusta. También está el tema de los diseños, que son muy cuidados», apunta Arturo Gracia, de la tienda zaragozana Leyenda-Rock, que desde su texto de presentación defiende el heavy como forma de vida. Y desde California responde Bryan Ray Turcotte, uno de los mayores coleccionistas de material punk del mundo, hasta el punto de que cientos de sus camisetas han aparecido en el libro 'Punk Shirts'. «Creo que llevar una camiseta de tu banda favorita es algo parecido a un tatuaje... Bueno, una versión un poco rebajada, ja, ja, como un tatuaje temporal en la cara. Los símbolos y el diseño permiten que el mundo eche un vistazo dentro de tu corazón y tu alma sin necesidad de que digas ni una palabra, es como una declaración silenciosa de tu manera de ver las cosas. No tiene nada que ver con la economía, la clase o el estatus social. Pongamos que me encuentro con un pulcro hombre de negocios en la cola de la cafetería: seguramente no pensaría que es interesante ni alguien con quien puedo conectar. Pero, si se vuelve y veo que lleva una vieja y usada camiseta de Metallica... ¡un respeto!».

Camiseta de Joy Division de H&M, logo de Black Flag (diseñado por Raymond Pettibon) y camiseta de AC/DC de ASOS (el grupo propietario de cadenas como Topshop).
Camiseta de Joy Division de H&M, logo de Black Flag (diseñado por Raymond Pettibon) y camiseta de AC/DC de ASOS (el grupo propietario de cadenas como Topshop).

Ese fue siempre el código de la camiseta de rock, algo así como una contraseña entre iguales y una advertencia al resto, pero el siglo XXI ha complicado bastante las cosas. Los estudiosos de la moda han marcado como punto de inflexión el año 2012, cuando la firma Balenciaga utilizó una tipografía muy similar a la del logo de Iron Maiden. A partir de ahí, se han desencadenado fenómenos casi paranormales que nadie habría sido capaz de pronosticar: desde la camiseta customizada de Nirvana que lucieron 'celebrities' como Justin Bieber (estética grunge con un precio de venta al público de más de mil dólares), hasta la sorpresiva irrupción de los feroces Slayer en el guardarropa de las Kardashian. Fue concretamente Kendall Jenner, una de las hermanas del clan, quien se dejó ver en público con una camiseta de la banda metalera, que no es precisamente un grupo al que se escuche inadvertidamente en el supermercado, mientras que uno de los guitarristas de Slayer, por su parte, actuó varias veces con un modelo que decía 'Mata a las Kardashian'. Algunos analistas han estimado que la elección de Kendall dio un buen empujón a la venta de 'merchandising' de Slayer, que en su gira de despedida de 2018 y 2019 recaudaron unos diez millones de dólares por ese concepto. Y aquí, por cierto, también podríamos ponernos maliciosos y apuntar que esas cifras no están mucho más cerca del 'underground' que las Kardashian.

La famosa lengua de 50 libras

Las grandes cadenas de ropa empezaron a vender camisetas descontextualizadas de bandas como Ramones o incluso los sufrientes Joy Division, justo en un momento en el que el rock (usemos ahora la palabra en sentido más estricto) iba desapareciendo de los medios y de los intereses de buena parte de la juventud, desplazado por músicas tan pujantes como el moderno R&B, el reggaetón o el trap. El 'merchandising' pesa cada vez más en los ingresos de los artistas, sobre todo en una situación tan anómala como la impuesta por la pandemia, y las licencias de bandas clásicas se han convertido en un filón con rentabilidades inesperadas: ahí está, por ejemplo, la camiseta que metamorfosea el logo de Black Sabbath en el lema reivindicativo 'black lives matter'. Iconos como la lengua de los Rolling Stones, por la que pagaron 50 libras al diseñador John Pasche en 1970, alcanzan hoy un valor incalculable.

¿Cómo ven nuestros interlocutores esta evolución? Arturo Gracia, de Leyenda-Rock, la contempla con desánimo, como una mercantilización que amenaza con desvirtuar el rock, y también siente la lógica inquietud gremial: «Esta música ha sido siempre algo relativamente minoritario. El ser distintos, el no vestir como todo el mundo, el no escuchar lo que escucha todo el mundo... Y está también el tema de la industria que hay detrás. Esto puede afectar a las tiendas especializadas, a los fabricantes y a los demás eslabones de la cadena, que podrían cerrar. ¿Dónde comprarían los fans las camisetas el día que las cadenas de moda se cansen de venderlas?», pregunta.

Algunas voces críticas han llegado a hablar incluso de apropiación cultural, igual que cuando se banalizan las señas de identidad de un grupo étnico. «A mí no me parece un término adecuado –rechaza el sociólogo Fernán del Val–. Creo que los Rolling Stones, los Beatles, AC/DC, Queen, Bowie o Ramones se convirtieron hace mucho en marcas, símbolos, signos. Y, como tal, son consumidos. Obviamente, son marcas con unos significados asociados: en unos casos podemos hablar de autenticidad, en otros de vanguardia, en otros de romanticismo... Cuando alguien que no ha escuchado a esos grupos utiliza sus camisetas, probablemente sí tenga en mente alguno de esos significados y quiera estar asociado a ellos. Los aficionados pueden sentirse dolidos, pero el rock hace mucho que aceptó las reglas del mercado».

Bryan Ray Turcotte, el coleccionista estadounidense, está de acuerdo con ese matiz de que algo permanece, de que el espíritu no se pierde del todo. «Los símbolos, la historia y los propósitos de esas bandas se mantienen como un modo de vida o como una forma de pensar con los que la gente conecta, sin importar su edad. Yo no puedo criticar a un chaval de 13 años que se pone una camiseta de Crass [influyente banda británica de anarcopunk], aun sabiendo que probablemente nunca ha oído su música, ya que sé exactamente por qué se siente empoderado al llevarla. Pensar libremente, cuestionar la autoridad y vivir tu propia verdad es más importante que ser fan de unas canciones de décadas antes de que nacieses. Las cuatro barras de Black Flag, por ejemplo, impactan tanto si conoces a la banda como si no: es un símbolo que habla, es poderoso. El sentimiento basta para pillarlo: es como cuando alguien se enfada contigo y te maldice en una lengua que no entiendes».

«Cambiaría mi colección entera por recuperar aquella camiseta»
Bryan Ray Turcotte.

Se puede desarrollar un vínculo emocional muy fuerte con la camiseta de una banda de rock. Hay gente que guarda durante décadas aquella prenda que lució con orgullo durante su juventud, por mucho que hoy sea más apta para hacer trapos que para vestirse con ella. Y, por supuesto, se puede sentir nostalgia por alguna camiseta que se perdió por el camino. Bryan Ray Turcotte posee cientos de camisetas punk, incluidos algunos modelos muy valiosos que se han exhibido en muestras dedicadas al arte de este movimiento, pero ni siquiera duda al preguntarle cuál es la más importante para él:«Una camiseta azul claro de Sid Vicious, con las mangas cortadas, que mi prima me regaló cuando yo tenía 13 años. Fue la primera camiseta punk que tuve y, mientras la llevaba, mi cara mostraba una sonrisa permanente. Aquella camiseta me permitía dejar claras mis intenciones en aquella época. Perdí a muchos amigos y también hice muchos amigos nuevos a raíz de aquella camiseta. Una novia me la mangó hace muchos, muchos años. Cambiaría mi colección entera por aquella camiseta, porque su significado no tiene precio para mí».

 

 

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