TITULO: Documaster - El Prado desvela a través de su 'Gioconda' los secretos del taller de Leonardo,.
El Prado desvela a través de su 'Gioconda' los secretos del taller de Leonardo,.
Las copias de 'Mona Lisa' y 'Salvator Mundi, pintadas por un discípulo muy próximo al genio, descifran su forma de trabajar y enseñar. «Nada más tentador que decir que la mano de Leonardo está en estas pinturas, pero no es así» dice el director del museo,.
Tres de las obras más queridas de Leonardo Da Vinci (1452-1519), 'Mona Lisa', 'Salvator Mundi' y 'Santa Ana', fueron copiadas por un aventajado y muy cercano discípulo con autorización y supervisión del maestro toscano. El Museo del Prado reúne ahora las dos primeras en una exposición de alto contenido científico que desvela los secretos del taller del genio renacentista. «La mano de Leonardo no está en ninguna de las tres pinturas», reconoce Ana González Mozo, comisaria de la muestra. Pero las tres son copias directas de sus originales y ofrecen una información «preciosa» sobre el taller y la pintura de Da Vinci.
«Nada más tentador que decir que la mano de Leonardo está en estas pinturas, pero no lo vimos hace diez años, cuando se restauró y estudió nuestra 'Mona Lisa', y no lo vemos ahora», coincide el director del Prado, Miguel Falomir, con González Mozo, comisaria de 'Lenoardo y la copia de Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre la práctica del taller vinciano'. Con siete piezas salidas de la 'bottega' de Da Vinci y abundante material sobre su investigación, estará en cartel hasta el 23 de enero.
La comisaria ha trabajado durante una década en la 'Gioconda del Prado', la copia más temprana conocida y realizada al tiempo que el original en el taller de Da Vinci. El análisis comparativo de la reflectografía infrarroja de la 'Mona Lisa' del Louvre y su copia del Prado revelan «idénticos detalles ocultos bajo la superficie, lo que confirma que sus autores trabajaron en paralelo y que el copista reprodujo gran parte del proceso de elaboración del original, sin tratar de superarlo», explica la experta.
«Las tres obras son, por ahora, de autor desconocido, pero quizá llegamos a conocerle gracias a la información que hemos recabado», dice la comisaria. Su creador «estaba muy ligado a Leonardo y trabajó en sus copias más apreciadas», destaca. Unas réplicas que el Prado ha cartografiado con las técnicas más avanzadas, en colaboración con el Louvre, la National Gallery de Londres, y el Laboratorio de Arqueología Molecular de La Sorbona.
Sobre su 'Mona Lisa', el Prado ha confirmado la tesis inicial. Que la obra se pintó a la par que la original, lo que se intuyó al quitar en 2012 el repinte negro del fondo que desveló un paisaje fabuloso. «No es una copia casual. Forma parte del engranaje docente del taller de Leonardo, que exigía mucho a sus discípulos y les pedía que no fueran monos de repetición», apunta González Mozo.
Muchas modificaciones invisibles en la 'Mona Lisa' de París se repiten en la tabla de Madrid, que muestra «correcciones y líneas de dibujo libre, sin relación con el original, que reflejan las dudas de nuestro pintor y nos hablan de un proceso más complejo que el de una simple copia», señala González Mozo. «Sorprende la riqueza de información y el conocimiento que nos proporciona esta tabla para desvelar todos los pormenores del taller de Leonardo, en el que trabajó todo un enjambre de artistas».
Aire de familia
Las pinturas desvelan secretos sobre el aprendizaje junto a Leonardo, centrado en la observación y comprensión de los fenómenos lumínicos y cromáticos que tanto se esforzó en recrear. «Siempre que las obras de los alumnos respondieran a los objetivos que él definía, Lenonardo estuvo dispuesto a ceder ideas a sus pupilos para que experimentaran diversas formas de pintar», asegura la comisaria. «Hubo además momentos en los que Leonardo tuvo dificultades para pintar, debido a su perfeccionismo y a sus numerosas ocupaciones, y sus discípulos lo hicieron por él» agrega. Las siete obras expuestas y surgidas de su taller tienen su origen en dibujos y pinturas del genio y comparten un «aire de familia».
Los estudios técnicos confirman que la copia de 'Salvator Mundi' de Ganay (h. 1505-1515) y de una colección particular, también se pintó bajo la supervisión de Leonardo. Como 'Santa Ana' (h.1452-1518), del museo Hammer de Los Ángeles. «La elaboración es muy cuidada, con materiales muy costosos y conservan la personalidad de su desconocido autor», dice González Mozo. 'Salvator Mundi' copia la controvertida obra vendida en 2017 por 380 millones de euros y que viajó a Abu Dabi, donde se supone que sigue. Es el cuadro más caro de la historia pero su autoría 'leonardiana' ha sido puesta en duda por varios expertos.
TITULO: Tarde de café - «Los Médici actuaban como los gánsteres» ,.
Tarde de café - «Los Médici actuaban como los gánsteres» , fotos.
«Los Médici actuaban como los gánsteres»,.
Catherine Fletcher traza una historia alternativa del Renacimiento y desvela su lado más oscuro en el ensayo 'La belleza y el terror',.
Leonardo Da Vinci fue un genio del diseño de armamento, y como tal se vendía a sus mecenas. Su enigmática 'Mona Lisa' retrata a Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, un próspero traficante de esclavos. El comportamiento de la legendaria familia Médici fue parejo al de los gánsteres. Hoy veneramos a Leonardo por su arte y a los Médici por su mecenazgo, como emblemas de un período brillantísimo: el Renacimiento. Pero fue también «uno de los periodos más violentos y salvajes de la historia», con guerras políticas y religiosas, corrupción, abusos, pornografía y misoginia.
Así lo sostiene la historiadora británica Catherine Fletcher, autora de 'La belleza y el terror' (Taurus), un ensayo que muestra el muy siniestro envés de un periodo que moldeó la cultura occidental, con figuras como Miguel Ángel, Rafael o Maquiavelo, pero que fue «mucho más extraño, oscuro y fascinante de lo que nos han enseñado». Describe Fletcher así una historia alternativa que explica cómo muchos de los artistas y pensadores más célebres del Renacimiento surgieron de las luchas de poder y las cruentas guerras que jalonaron el siglo XVI.
«Ante 'La Gioconda' o 'La última cena' es fácil olvidar que Leonardo da Vinci ofreció sus servicios al Duque de Milán en una carta de diez puntos que en los nueve primeros habla de su ingenio para crear fortificaciones, armas, puentes y túneles secretos. Solo en el último punto dice ser además pintor, escultor y arquitecto en tiempos de paz», explica la historiadora y catedrática en la Universidad de Mánchester. «Leonardo sabía que esos ingenios militares eran su mejor fuente de ingresos», asegura Fletcher, que dedica un capítulo del libro a describir «la invención de la pornografía».
Esclavitud y prostitución
El motor del innovador ensayo de Fletcher se puso en marcha mientras contemplaba en galerías y museos las maravillas creadas en un período marcado por las guerras y una violencia extrema en Italia entre 1494 y 1559. «Ese maravilloso arte que vemos de forma abstracta surgió en zonas de guerra y pensé en contextualizarlo, en colocarlo en un mundo más real, y ver cómo sus creadores vivieron esos momentos», explica.
Destaca cómo el interés primordial de muchos artistas en tiempos bélicos era «promocionar y utilizar sus habilidades con otros propósitos». «Muchas de sus obras estaban relacionadas con imperios sostenidos en el comercio ilegal o de explotación de seres humanos, como la esclavitud o la prostitución». «El marido de la Mona Lisa, el Giocondo, tenía relaciones comerciales con Lisboa, Madeira y Canarias. Importaba pieles, pero también comerciaba con esclavos que llevaba a Florencia. Es un buen ejemplo de cómo ese lado oscuro del Renacimiento está oculto bajo sus luminosos logros artísticos», arguye Fletcher.
Una de esas familias enriquecidas y empoderadas con las guerras son los Médici, epicentro de intrigas y luchas de poder y en quienes la historiadora ve un comportamiento más 'gansteril' que mafioso. «No me gusta la comparación con la mafia, que es un estereotipo que los italianos han utilizado en exceso, pero es cierto que fue una familia tiránica que controlaba la República de Florencia como los gánsteres hicieron en algunas ciudades de Estados Unidos en el siglo XX», apunta. «Imponer su ley suponía violencia: controlar los fondos públicos, eliminar a los oponentes o exiliarlos, y, en ese sentido, podemos decir que sí, que son unos gánsteres», asegura.
A juicio de Fletcher, tenemos una percepción «incompleta» de lo acaecido en los siglos XV y XVI. «Lo contaron sus protagonistas, como Vasari, para glorificarse a sí mismos y sus grandes contribuciones al arte. Querían hacer propaganda a sus coetáneos y establecer la importancia y la brillantez de Italia, y de Florencia en particular», dice. Una historia reescrita en el siglo XIX de manera equívoca, «primando la luz sobre su oscuridad, dividiéndola en distintos silos en los que se encierra el arte, la guerra o la religión, sin conectar los discursos».
Tan es así, que Fletcher matiza el significado de Renacimiento. «Hay, en efecto, un fenómeno con aspectos que tratan un renacer de la cultura clásica de Grecia y Roma, pero hay otros en los que no encaja: el desarrollo de la industria bélica y las armas de fuego, de la impresión o la brújula, no son renacimientos, son nuevas tecnologías», detalla. «Prefiero hablar de una fase temprana moderna, pero el término Renacimiento se utiliza popularmente, así que tenemos que vivir con ello», se resigna.
Destrucción y creatividad
Insiste Fletcher en el papel determinante que jugó la guerra en el desarrollo del aquella ambivalente época. «Generó grandes fortunas para los ganadores y quienes tenían éxito en el campo de batalla también tenían el dinero para financiar el arte y destacar en el campo cultural con los mejores artistas y palacios».
Cree que los conflictos bélicos influyen además en las obras cumbre. «Si miramos 'La Pietà' de Miguel Ángel vemos una madre doliente, como una figura bíblica, pero también vemos a esas madres que han perdido a hijos y maridos en la guerra. Podemos imaginar que el artista se inspira en un contexto triste, terrible y cercano».
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