lunes, 11 de julio de 2022

A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - La era de la abundancia ,. / LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - En la calle circulan rumores,.

      TITULO:  A vivir que son dos días - A vivir -  Cadena SER - La era de la abundancia,.

 A vivir que son dos días - A vivir -  Cadena SER,. 

 Escucha 'A vivir', con Javier del Pino, el programa líder de las mañanas del fin de semana en la Cadena SER.

 La era de la abundancia,.

La historia sugiere que cuando las noticias nos abruman, acabamos culpando al mensajero,.

La era de la abundancia | Darsis® IT | Soluciones SAP Querétaro, CFDI 3.3  SAP

foto / Hace unos años, no tantos, los periódicos vendían toneladas de papel. El negocio solía atravesar un bache durante las vacaciones veraniegas y cada empresa trataba de adaptarse como podía a la contracción de agosto: se reducían páginas, se introducían suplementos de tono ligero y se aplicaba algún instrumento promocional: pequeños regalos, ofertas de ollas, ese tipo de cosas. Un día, charlando con uno de los principales directores de la época, salió la cuestión de agosto. Aquel director me comentó que ese año se iba a ahorrar las promociones: pensaba mantener las ventas en un nivel aceptable llevando a portada cada día el “genocidio lingüístico” en Cataluña. Incluso la licencia poética (los genocidios solo se cometen sobre personas) resultaba exagerada, pero la idea funcionó. Solemos tolerar exageraciones cuando percibimos que un problema es real. Somos así.

La prensa existe para difundir información. Idealmente, lo que llamamos noticias. Y la noticia se sustenta en la anomalía, la irregularidad, el fenómeno excepcional. La prensa, por tanto, ofrece un retrato deformado de la sociedad: la pinta peor de lo que es. Los avances tecnológicos no han supuesto ningún cambio en ese sentido. Simplemente han permitido que la industria de la información se adapte al hipercapitalismo (en el sentido de la hiperproducción e incluso de los hiperbeneficios, absorbidos por los grandes distribuidores digitales) y proponga al consumidor una oferta tan abundante como continua. Es natural. Vivimos en la era de la abundancia. Bendita abundancia: eso lo sabe cualquiera que padezca la escasez. Quizá inevitablemente, la abundancia implica excesos y adicciones.

Por ceñirnos al caso español, unos pocos miles de personas, los que producen información y los que la jalean o patean (las redes sociales integran el proceso completo, desde la primera emisión hasta la última reacción del usuario), conforman un mecanismo de difusión acelerada y masiva. No sé cómo sobrellevan ustedes el clamor informativo. A mí, y me dedico a esto, me pone un poco nervioso. Me cuesta reconocer el país real en ese torrente de problemas y desgracias.

La realidad es compleja. ¿Hay que vender bombas a un régimen tiránico y en guerra como el saudí para mantener el empleo en un astillero? Tengo mi opinión (no), pero entiendo el dilema. Cuanto más leo sobre el asunto, mejor entiendo el dilema. Y menos preparado me siento para afrontar diariamente conflictos éticos como ese, uno de tantos. Ahora constatamos que muchos políticos mienten en su currículo y obtienen titulaciones por vías vergonzantes. Que el poder miente ya lo sabíamos; que los políticos recurran a la falsificación de títulos para medrar en el oficio (nada que ver con los electores, que no suelen votar según el expediente académico) revela una cierta podredumbre endémica. ¿Qué hacemos? ¿Abominamos del sistema? ¿Nos lo cargamos?

La historia sugiere que cuando las noticias nos abruman, acabamos culpando al mensajero. No es extraña la impopularidad de la prensa en la sociedad de la abundancia. No es extraño el ascenso de los autócratas populistas enfrentados a la prensa: ellos mienten, pero el público percibe que la industria de la información, enganchada al conflicto y a la contradicción, también lo hace. No nos reconocemos en ella.

El progreso implica complejidad. La prensa es a la vez necesaria y dañina. Habrá que hacerse a la idea.

 

 

TITULO:  LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - En la calle circulan rumores,.

LA BRUJULA ONDA CERO,.


 La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura. Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna, retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio denominado La Brújula de la Economía) y el debate político., etc,.
 

  La Linterna La Cope ,.
 
  'La Linterna' es el programa de radio informativo, político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Ángel Expósito, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 23:30 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a 'La Linterna de la Iglesia', dirigida y presentada por Faustino Catalina,.

 En la calle circulan rumores,.

foto / Las noticias que no están basadas en fuentes claras resultan poco creíbles para los lectores,.

Al igual que un periodista vale lo que valen sus fuentes, la credibilidad de una información se relaciona directamente con las fuentes que se citan y cómo se citan. Por eso, las noticias basadas en procedencias genéricas o que no mencionan ninguna resultan poco o nada creíbles, con independencia de que los hechos descritos sean ciertos o no. Los lectores nos echan en cara esas carencias, que erosionan el principal patrimonio de los medios de comunicación: su credibilidad.

 Rumores de saqueos, videos y alertas que se viralizaron generaron  incertidumbre en zonas comerciales de Guayaquil; Policía descartó mayoría de  alertas y dijo que parte de videos eran del 2019 | Seguridad |

La cuestión cobra relevancia cuando disminuye la confianza en los medios, como señala del último Reuters Institute Digital News Report hecho en 46 países. En España, esa confianza ha descendido en un año cuatro puntos (del 36% al 32%), muy lejos de Finlandia (69%) o Portugal (61%). La confianza en EL PAÍS (42%) supera en diez puntos la media nacional, pero hay que mantener la guardia alta.

Una clave para hacerlo se describe en el capítulo del Libro de estilo sobre las fuentes informativas. Se resume en tres principios. 1. Las informaciones de un periodista solo pueden ser obtenidas por su presencia en el lugar de los hechos, la narración por una tercera persona o el manejo de un documento, pero el lector tiene derecho a conocer cuál de esas posibilidades se corresponde con la noticia. 2. Los rumores no son noticia. Y 3. Es inmoral apropiarse de noticias de paternidad ajena.

Reglas claras, pero incumplidas a veces, como en estas antiperiodísticas palabras: “En la calle circulan rumores de que el Estado (Túnez) solo tiene fondos para pagar los salarios de los funcionarios el próximo mes y se podría declarar en bancarrota” (7 de junio). El lector Javier Muñoz se incomodó: “Pues si lo dice la calle… No nos parece propio de periódicos como EL PAÍS”. O esta otra: “…en los mentideros británicos se repite el comentario de que cada vez que Johnson se ve agobiado por asuntos internos, recurre a Zelenski” (18 de junio).

Si esas fórmulas no dan confianza al lector, ocurre lo mismo con cada afirmación detrás de “habría”, “estaría”, “podría”, porque transmiten incertidumbre o desconocimiento, lo opuesto al periodismo riguroso, como en estos recientes casos: “…los gastos (de una fiesta) habrían sido cubiertos por la farmacéutica Pfizer” (17 de junio); “el músico (Cecilio G.) se habría bajado los pantalones y masturbado delante de una chica” (día 18); “…Luis Carlos (hijo el candidato colombiano Rodolfo Hernández) habría pactado una millonaria comisión…” (18); “la dirección habría otorgado...” (28); “…habría dicho el republicano” (29).

Esos condicionales sobre hechos pasados están “terminantemente prohibidos” por el Libro de estilo porque restan crédito a las informaciones. En general, el condicional es poco asertivo y por eso se aconseja usarlo con prudencia. Aun así, en un texto del día 6 de junio había 20.

Desconfianza también la que transmiten aseveraciones basadas en fuentes genéricas o fórmulas de fácil recurso (“según observadores”, por ejemplo) para esconder opiniones no atribuidas a nadie y, por tanto, carentes de valor.

Este último mes se han publicado datos sobre cimientos tan inestables como “hay voces que defienden…” (6 de junio), “algunos achacan su carácter reservado a…”, (11), “en algunos ámbitos del PP…” (el mismo día), “los observadores coinciden…” (21), “según han trasladado a EL PAÍS fuentes cercanas” (28) , “algunos medios…” (28), “un observador internacional…” (28), “fuentes españolas…” (30), “algunos analistas opinan…” (1 de julio).

Aún más preocupante resulta la presencia de informaciones sin fuente alguna, con detalles copiados de agencias u otros medios sin citarlos. A veces, con frases entrecomilladas, declaraciones o anécdotas sin respetar el derecho del lector a saber de dónde proceden.

La lectora Asun Sagredo escribió hace tiempo para quejarse de un texto sobre la estancia en Ibiza de Elsa Pataky y su pareja. Se precisaba qué restaurantes visitaron, con quiénes se vieron o con qué amigos coincidieron, pero sin citar fuente al respecto. “De dónde salen esas noticias? ¿Hace la periodista el viaje con la familia Pataky?”, se preguntaba la lectora.

Otras veces, el periódico ha publicado noticias ocurridas a cientos o miles de kilómetros de los lugares en los que están datadas sin mencionar su procedencia. Datadas en Madrid, pero sin saber de dónde salen, hay piezas con detalles sobre la vida de empresarios extranjeros, personajes de familias reales o declaraciones entrecomilladas de mandatarios extranjeros hechas en sus países.

“Es inmoral apropiarse de noticias de autoría ajena”. Está en juego la credibilidad, la fiabilidad, la confianza. O sea, lo más sagrado.

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