jueves, 21 de julio de 2022

Cartas Olvidadas -¿Por qué hace más calor ahora mismo en Escandinavia que en España? ,. / Cartas en el Cajon - Vox presiona ahora al PP con la ley de memoria al dudar de que vaya a derogarla. / REVISTA TENIS - Nadal tira de pico y pala ante Berankis,.

     TITULO: Cartas Olvidadas -¿Por qué hace más calor ahora mismo en Escandinavia que en España? ,. 

 

¿Por qué hace más calor ahora mismo en Escandinavia que en España?,.

foto / Una intensa y temprana ola de calor, “empeorada por el cambio climático”, según los expertos, sacude el norte de África y sube por Italia, Grecia y los Balcanes hasta los confines de Europa,.

 Por qué hace más calor ahora mismo en Escandinavia que en España? | Clima y  Medio Ambiente | EL PAÍS

“¡Es el mundo al revés!”, resume el veterano meteorólogo Francisco Martín, coordinador de la revista especializada RAM. En Finlandia, las temperaturas máximas medias en esta época del año rondan los 19°- 21°, pero los termómetros están marcando desde el 25 de junio hasta 30° y 32°, es decir, entre 10° y 12° por encima de lo normal, mientras que España, a más de 4.000 kilómetros al sur, disfruta de más de una semana de temperaturas suaves para estas alturas de año, sobre todo el norte y en el oeste, con unos valores entre 5° y 10° más bajos de lo habitual. ¿Por qué?

La razón es que Finlandia está inmersa en una fuerte y temprana ola de calor con un gigantesco radio de acción: el zarpazo de fuego va de Argelia ―49°― y Túnez a Italia ―40°―, Grecia y los Balcanes y sube por el centro y el este de Europa ―Suiza, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Polonia y este de Alemania― hasta los países nórdicos y el Ártico, donde se han batido 24 récords de temperatura más alta en junio en la zona noruega ―entre ellos 32,5° en el punto más septentrional de la Europa continental, Tana Bru―y donde la ciudad rusa de Norilsk ha igualado su máxima de todo el año con 32°. La calima que acompaña a la masa de aire cálido llega a Alemania y Polonia. En cambio, a España le afecta una vaguada o lengua de aire frío.

 

“Es una cuestión de circulación atmosférica”, explica Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). “Europa está entre dos áreas de bajas presiones, una en el Atlántico, al oeste de las islas Británicas, y otra, en el mar Negro. Entre ambas hay altas presiones: una dorsal anticiclónica o lengua de aire cálido que procede de latitudes bajas y que se extiende al norte. Esa dorsal estabiliza la atmósfera y, en latitudes tan altas como Escandinavia, la noche es muy cortita. Un último factor es que entre las dos áreas de bajas presiones se canaliza un viento cálido del sur que, tras recorrer Europa, llega muy recalentado a esta península”. España es el revés de la misma moneda. “El área de bajas presiones del Atlántico inyecta aire fresco y vientos del oeste y noroeste a la península Ibérica”, lo que suaviza las temperaturas.

Pero, ¿cómo de extraordinaria es la situación? El índice EFI (siglas en inglés de Extreme Forecast Index), con el que se cuantifica la rareza de un fenómeno extremo, arroja valores muy altos para la franja central y oriental de Europa, con unas temperaturas alcanzadas que están en los percentiles 98% y 99%. “Esta ola de calor está siendo inusualmente fuerte, pero no del todo sin precedentes. Hemos tenido algunas aún más intensas en junio, por ejemplo la del año pasado. En el ámbito local, por supuesto, se han sufrido las temperaturas de junio más altas registradas”, ratifica Mika Rantanen, de la Unidad de Investigación del Impacto del Cambio Climático del Instituto Meteorológico de Finlandia. Las últimas estaciones en batir su récord de calor de junio han sido Pori, en la costa occidental, y la estación más septentrional, Utsjoki Nuorgam, ambas con 32,9°. Y las mínimas están siendo también de órdago: se han registrado noches tropicales, en las que el termómetro no baja de 20°, en la costa y cerca de lagos.

¿Y qué relación puede tener con el cambio climático? “El vínculo entre olas de calor y cambio climático está robustamente establecido en la ciencia del clima, por lo que podemos decir que, aunque el cambio climático no las causa, sí hace que la situación sea peor”, explica Rantanen, que estima que “las temperaturas probablemente son uno o dos grados más altas, en comparación con una situación en la que no hubiera cambio climático”.

Chorro polar

“El cambio climático claramente hace que las olas de calor sean más tempranas, más frecuentes y más intensas”, coincide Del Campo, que apunta, además, a que detrás de la situación actual está la llamada corriente en chorro o chorro polar, que normalmente circula de forma lineal de oeste a este con vientos muy intensos y que ahora está más ondulada. “La parte de la onda que queda embebida con aire polar tiene temperaturas más bajas ―como le ocurre a España―, mientras que en la cresta ―toda la extensa zona de la ola― se disparan”, detalla. Esta corriente más serpenteante hace que “las situaciones frías y cálidas sean más frecuentes y persistentes y que la dorsal llegue a latitudes tan altas” y, aunque “hay mayor incertidumbre, existen estudios que señalan que el calentamiento global es el que está alterando los patrones de circulación”. Además, el calentamiento global hace que “las masas de aire cada vez sean más cálidas y, como las temperaturas medias son también más altas, los extremos también lo son”.

Estos cambios en la corriente en chorro también los subraya el meteorólogo e investigador de la Aemet Juan Jesús González Alemán, que explica que está “pasando cada vez más de ser zonal a meridional, de sur a norte o de norte a sur” y que hay “indicios que apuntan a que la causa de que los movimientos meridionales sean más frecuentes e intensos es el cambio climático”. Otros estudios lo relacionan también con el deshielo del Ártico, aunque hay cierta incertidumbre. González recuerda que las predicciones de cambio climático señalan que las latitudes altas y polares “se están calentando más que las latitudes bajas”, por lo que las olas de calor allí cada vez serían más habituales y duras en comparación con su climatología.

Francisco Martín añade que el mismo patrón que explica lo que ocurre en Finlandia y España se repite en Rusia, donde hay tremendas anomalías frías, y en las olas de calor que estos días afectan a China y a Japón, donde llevan “seis jornadas seguidas de infierno” y han sufrido el día más caluroso de junio de su historia, con 40,2°. “Una de las teorías del calentamiento global antropogénico es que favorece chorros con más meandros, más amplificados y cuasi estacionarios, justo lo que está ocurriendo”, reitera Martín.

¿Y cómo es para un finlandés vivir a temperaturas típicas de España? “Los finlandeses no se han acostumbrado bien a este calor. Si la situación se prolonga, puede tener implicaciones sanitarias, sobre todo para los mayores”, teme el investigador finlandés, que apunta a que la ola terminará en su país “a más tardar el lunes y las temperaturas se normalizarán la próxima semana”. Habrán sido 10 días a 30°.

“Por supuesto que nos encanta el clima cálido, ya que el verano suele ser muy corto aquí, pero en los últimos años hemos tenido fuertes olas de calor que han comenzado a preocupar a los finlandeses”, añade Rantanen. “Sí, en los países nórdicos están asustados y pensando en cómo adaptarse al cambio climático, porque hace unos años ver los 30° era una rareza y ahora llevan viéndolos cuatro veranos consecutivos y durante varios días”, ratifica Daniel Santos Muñoz, del Instituto Meteorológico de Dinamarca. Ahora, los escandinavos sueñan con aires acondicionados y “muchos ciudadanos piensan en instalarlos o lo están haciendo ya, algo impensable hasta ahora en países con veranos muy suaves y breves”. “Sus casas están ideadas para retener el calor, no para defenderse de él”, explica Santos, que cuenta que se están suspendiendo actividades e incluso trabajos porque los edificios tampoco están adaptados.

 

TITULO: Cartas en el Cajon - Vox presiona ahora al PP con la ley de memoria al dudar de que vaya a derogarla,.

 

 Vox presiona ahora al PP con la ley de memoria al dudar de que vaya a derogarla,.

 

 

La polémica sobrevenida entre las dos familias de la derecha se dirime en torno a la autenticidad de sus planteamientos,.

 El líder de Vox, Santiago Abascal, en la tribuna del Congreso de los Diputados. /ep

 foto / El líder de Vox, Santiago Abascal, en la tribuna del Congreso de los Diputados.

La Ley de Memoria Democrática aprobada el jueves por el Congreso, en medio de una notable bronca política tanto por su contenido como por el hecho de que el apoyo de EH Bildu haya resultado decisivo para que el Gobierno la sacara adelante, ha derivado en las última horas en otra diatriba, esta vez por un flanco más inesperado: el del PP y Vox, ambos opuestos frontalmente a la normativa promovida por el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

La polémica sobrevenida entre las dos familias de la derecha se dirime en torno a la autenticidad de sus planteamientos: los populares se presentan como los únicos adalides que quedan en el espectro partidario del tránsito histórico de la dictadura a la democracia, mientras que Vox has empezado a presionar a Alberto Núñez Feijóo y los suyos sobre su sinceridad cuando prometen que derogarán la nueva ley de memoria.

El PP pretende encabezar la oposición a la legislación refrendada hace 48 horas con los votos favorables del bipartito en el Ejecutivo y sus socios de izquierda y secesionistas, salvo Esquerra. La formación de Feijóo, quien se reunió además con casi una veintena de organizaciones de víctimas de ETA en los prolegómenos al debate y votación de la nueva ley, se presenta como la única opción política que en este momento respeta, defiende y actúa como heredera de los acuerdos que alumbraron la llegada de la democracia consagrada por la Constitución de 1978. Los populares tratan de erigirse así en la referencia legitimadora de la Transición frente al revisionismo revanchista que atribuyen a la izquierda y ante un Vox que no existía como tal sigla en ese trance de la historia de España.

Feijóo incidió en ello este viernes en su comparecencia en los cursos de verano de su partido en El Escorial. «Estamos solos defendiendo la Constitución, la Transición y la verdad democrática» en España, enfatizó el presidente de los populares intentando afianzar un mensaje de moderación frente a lo que identifica como los extremos políticos.

«Alargar el franquismo hasta 1983 es una broma de mal gusto», definió Feijóo, en alusión al pacto que EH Bildu ha arrancado al Gobierno para extender el estudio de las vulneraciones de derechos en la dictadura hasta los albores de la democracia, incluido el primer año en la Moncloa de Felipe González y el primero, también, de actividad terrorista de los GAL contra ETA.

Tras denominar la nueva norma como «ley Bildu» y subrayar cómo históricos exdirigentes socialistas la cuestionan, el presidente del PP reiteró el compromiso expresado hace una semana en el homenaje del partido a Miguel Ángel Blanco en Ermua: que derogará la nueva legislación sobre memoria cuando llegue al poder.

Invitación «extravagante»

Y Vox ha optado por confrontar con el PP justamente por esa promesa. Santiago Abascal puso en duda la verdadera determinación de los populares de poner fin a la norma del Gobierno apoyándose en dos argumentos.

Uno, que Feijóo se dijo en Ermua dispuesto a trabajar para conseguir «los votos del próximo PSOE» -es decir, sin Sánchez- para restablecer «juntos la memoria y la justicia», una invitación que Abascal cree «extravagante»; y dos, interpelándoles a que deroguen las leyes de memoria vigente en Castilla y León -donde gobiernan con la ultraderecha- y en Andalucía. «¿Hasta dónde el PP no está dispuesto a derogar y nosotros sí?», se interrogó, retóricamente, el jefe de filas de Vox.

    TITULO : REVISTA TENIS -Nadal tira de pico y pala ante Berankis,. 

 

Nadal tira de pico y pala ante Berankis,. 

El español despacha a un rival pegajoso en una tarde muy laboriosa (6-4, 6-4, 4-6 y 6-3, tras 3h 02m), salva otra ronda y se las verá el sábado con el italiano Sonego,.

 Nadal tira de pico y pala ante Berankis | Deportes | EL PAÍS

foto - Rafael Nadal coge aire, carga los carrillos y resopla con fuerza mientras el sudor le recorre las sienes y se dirige hacia el rincón. Ahí, viejo zorro, se gira y aprovecha la pausa para secarse e intercambiar un par de impresiones con su banquillo, donde su equipo frunce el ceño al unísono e intenta transmitirle paciencia porque enfrente hay un tenista revoltoso, bajito –1,75 son pocos centímetros en esto del tenis–, lituano y treintañero (32) que le exige ganarse todos y cada unos de los puntos que se dirimen este jueves en la central de Londres. Al final, el campeón de 22 grandes vuelve a resoplar, pero esta vez de alivio: 6-4, 6-4, 4-6 y 6-3, después de 3h 02m. Ahora bien, después de la sufrida victoria en el estreno contra Francisco Cerúndolo, se ha vuelto a topar con un hueso. Ricardas Berankis no venía de paseo.

Esto es Wimbledon, y cada desfile por la pista supone una entrada en el laberinto. No hay tregua ni pausa, sino mucha velocidad y mucho vértigo, así que Nadal –citado el sábado con Lorenzo Sonego (54º) en un pulso inédito– no termina de encontrar alivio y tampoco puede escatimar lo más mínimo para descerrajar un duelo pegajoso, exigente, incómodo de inicio a fin. Son las primeras rondas y falta tono, pero ya lo advertía el martes, después de rendir al argentino: esto va de sobrevivir. Un día más, una estación menos. Lo hace el mallorquín, obligado a masticar como un rumiante los intercambios, y cruza el tercer umbral del torneo en una línea progresiva, aunque todavía lejos de ese punto dulce que alcanzó en las tres últimas ediciones. Su plan, en cualquier caso, sigue los parámetros deseados.

 

A falta aún de brillos, se aferra Nadal a cada entrenamiento y a cada raquetazo. No baja la guardia. No debe. En otras circunstancias y otro territorio, Berankis (32 años, 106º del mundo) no debería representar nada más que una china en el zapato, pero sobre el verde todo es diferente y el sensor de la memoria no le permite relajarse. Mira al frente, divisa al lituano y activa todos los sentidos porque ahí están esos dos peligrosos precedentes; cuando le derribó en la primera ronda de 2013, el belga Steve Darcis era el 144º, y cuando lo consiguió el australiano Nick Kyrgios un año más tarde era el 144º. Es decir, ninguna broma. Nadal afila la mirada, se pone el mono blanco y se encomienda al espíritu del jornalero, palada va, palada viene. No hay alternativa.

“Do you have bananas?”, le solicita su rival al árbitro por eso de ingerir potasio y calorías para seguir con la presión, erre que erre. Punto de gravedad bajo y buena muñeca, Berankis es un incordio. No cede ni a tiros. Ocurre que el español no quiere enredos e intenta imponer una situación de control, un guion plano que consigue plasmar en el primer parcial y mantener en el segundo, no así en el tercero. El estrés no se acaba nunca. En el cuarto, ahora bien, desborda con el cambio de marcha. A la hora de la verdad, Nadal da el acelerón y resuelve, pero ha sido una tarde áspera y muy trabajada, traducido el desasosiego en esa bola que patea y esa otra a la que sacude con rabia porque intenta dar con los automatismos, pero estos se resisten. Trata de afinar con la derecha y el revés, hacer más daño con el saque, y en unas cuantas ocasiones duda en la selección del tiro.

 

Londres, la hierba y los tiempos: la clave. Cada golpe es un dilema y debe resolverse en milésimas de segundo. Cada maniobra es un acertijo. Para colmo, a última hora interviene la lluvia y detiene el partido durante 50 minutos, cuando ya había dado el arreón y había abierto brecha (3-0). Wimbledon no olvida las tradiciones: aguacero, paraguas y lonas. Se rompe el ritmo. Carreras alrededor de la central y estampida en la colina de Aorangi Park, donde termina el picnic y todo el mundo se apresura a buscar refugio. No lo encuentra el bueno de Berankis, que después de un loable ejercicio de resistencia y de intención, acaba abriendo paso. Lo reclama Nadal y tacha otra fecha del calendario, luego está a cinco pasos de hacer otra cumbre.

La victoria (307 en los Grand Slams) le permite desmarcarse en el histórico de Martina Navratilova (306) y mantener la aspiración de igualar al hombre de hielo, Björn Borg, aquel alienígena de cabellera rubia que enlazó cinco triunfos consecutivos en Londres y, he aquí el objetivo del balear, logró en tres ocasiones (1978, 1979 y 1980) el doblete Roland Garros-Wimbledon en una misma temporada. “Cada día es un desafío”, recalca él después de tres horas sin respiro. “Necesito mejorar”, precisa cuando se le plantea qué ha hecho bien. “Tengo que aceptar que las cosas no van a ser perfectas y seguir trabajando”, concluye en dirección al cruce con el italiano Sonego, consciente de que son días de pico y pala. Te llames como te llames.

“¿EL COVID? NO ES PARANOIA, ES REALIDAD”

A. C. | LONDRES

Autocrítico, Nadal aseguró en la sala de conferencias que no había estado fino en los dos primeros parciales y que considera que ha ganado tiempo para seguir poniendo a punto su juego.

“No tuve el mejor comienzo, honestamente, y probablemente sí el mejor final. Tengo margen para mejorar”, afirmó. “Los dos primeros sets han sido malos, y yo no soy de los que me engaño. He jugado mal porque he jugado mal, no hay ninguna excusa. Después, es cierto que he jugado mucho mejor en todos los sentidos y que he ido encontrando cosas durante el partido”, continuó.

Restó importancia al parón prolongado –“es parte del tenis, no me quejo en absoluto y creo que el procedimiento fue correcto”– e invitó a los presentes a hablar más sobre tenis que sobre físico cuando se le preguntó por las cintas protectoras que lució en la zona abdominal: “Me sentía cansado del otro día, tenía agujetas porque son muchos años sin jugar en hierba. Las sensaciones no eran las mejores”.

No obstante, subrayó esa capacidad que tienen él, Federer y Djokovic para sortear los días difíciles –“somos los que más hemos ganado jugando mal”– y que “hay días en los que toca remar”. Este jueves, además, comenzó con sobresalto. Roberto Bautista tuvo que abandonar el torneo después de contagiarse por covid, tercer caso tras los del croata Marin Cilic y el italiano Matteo Berrettini. 

“No es paranoia, es una realidad”, expuso en inglés; “un buen amigo se ha tenido que ir fuera y este tipo de cosas ocurren. No estoy haciendo muchas cosas, estoy aquí [en el club] y en casa; no salgo. Esto es parte de este mundo desafiante de estos dos últimos años. No creo que no se estén haciendo las cosas bien, porque necesitamos tener libertad y ahora el covid es menos peligroso en términos de salud, pero cuando abres, este tipo de cosas pasan. Eso es todo”.

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